La revelación gradual del Corán y la opinión de Quraish al respecto

Un análisis de la vida del Profeta del Islam; Mahoma (Muhammad) (PB)

Por: Aiatollah Yafar Sobhani

LA OPINION DE QURAISH RESPECTO AL CORAN

Una investigación objetiva de la historia del Islam demuestra que el Corán, esta Escritura maravillosa, fue el milagro más grandioso y el arma principal que esgrimió el Profeta en su tarea de difusión. Los maestros de la lengua, los poetas y oradores de la época y posteriores fueron anonadados por la elocuencia del Libro, por su extraordinaria expresividad, su atracción y sabiduría. Todos los árabes -para quienes el cultivo de la lengua era como una religión confesaban que jamás se había presentado una exposición tan sublime como la suya. La impresión, la influencia y la atracción que el Corán ejercía en la gente eran tales que hasta los peores enemigos de Muhammad (B.P.), al escuchar algunos de sus versículos, temblaban de la impresión que les causaba. Veamos una anécdota que confirma lo que decimos: Para solucionar el problema de la creciente influencia del Islam los quraishitas fueron a ver a Ualid, uno de los jueces entre los árabes. Un hombre que resolvía muchos de los problemas de la comunidad y además gozaba de una gran fortuna. Los quraishitas le pidieron su opinión respecto al Corán. Le preguntaron si acaso el Corán de Muhammad se debía a la hechicería o la magia, o si eran sermones que él mismo preparaba. Ualid les pidió entonces un tiempo para reflexionar y darles su opinión. Fue más tarde a ver al Profeta (B.P.) que se encontraba cerca de la Ka‘aba y le dijo: “Léeme un párrafo de tus poesías”. Muhammad (B.P.) le respondió: “Lo que yo predico no es poesía. Es la palabra de Dios.” Y a continuación le recitó las primeras aleyas de la sura Al-Fussilat (las detalladas, 41):

“HA MIM. He aquí la revelación de Dios, Graciabilísimo, Misericordiosísimo. Es un Libro, cuyas aleyas han sido detalladas. Es un Corán arábigo destinado a los sensatos; albriciador y amonestador; pero, la mayoría de los humanos lo desdeña sin escucharlo.”

Y dicen: “Nuestros corazones están insensibles para aquello a que nos invita, nuestros oídos están ensordecidos y, entre tú y nosotros, hay una barrera. ¡Haz, pues, por tu religión, que nosotros haremos por la nuestra!” Diles: ‘Soy tan sólo un mortal como Vosotros. Me ha sido revelado que vuestro Dios es un Dios Único. ¡Consagraos, pues, a El e Imploradle perdón!’. Y ¡guay de los idólatras!, que no pagan el zakat y reniegan de la otra vida. Por cierto que los creyentes, que practican el bien, obtendrán una recompensa inagotable. Diles: ‘Renegaréis, acaso, de quien creó la tierra en dos días, y le atribuiréis par iguales? ¡Tal es el Creador del universo!’ Y encima de ella fijó firmes montañas, la bendijo, y predeterminó prudentemente el sustento de los necesitados, en cuatro días. Luego se dirigió hacia el cielo, cuando aún era gas, y le dijo lo mismo que a la tierra: ‘¡Someteos a mí de buen o mal grado!’ Dijeron: ‘Nos sometemos a ti voluntariamente’. Y perfeccionó siete firmamentos en dos días, y a cada cielo asignó su orden. Y adornamos el firmamento del mundo de luceros y lo custodiamos con guardianes. Tal es el decreto del Poderoso, Sapientísimo. Pero, si desdeñan, diles: ‘¡Os conmino con una centella semejante a la de Ad y Zamud!’ ” (41:1 a 13)

Al escuchar esta última aleya Ualid tembló y lleno de estupefacción se levantó y se dirigió hacia su casa. No salió de ella por algunos días de tal modo que Quraish comenzó a burlarse de él diciendo: “Ualid ha abandonado la religión de sus ancestros y sigue a Muhammad”.

Otra versión del relato anterior es la que cuenta Tabarsi, quien dice que el día en que se reveló la sura Al-Gafir (el Remisorio), el Enviado de Dios recitó sus primeros versículos con voz sugestiva y atrayente. Casualmente Ualid se encontraba cerca suyo y sin querer oyó las siguientes aleyas: “HA MIM. He aquí la Revelación del Libro que dimana de Dios, Poderoso, Sapientísimo, Remisorio del pecado, Condescendiente, Severísimo en el castigo, Graciabilísimo. ¡No hay más dios que El! A El será el retorno.” (40:1/3). Estas aleyas impresionaron mucho a Ualid, y cuando los de Bani Majzum (una tribu) lo rodeó e interrogó acerca de su opinión sobre el Corán, dijo: “Hoy oí a Muhammad recitar unas frases que no se asemejan a las de los seres humanos ni a las de los genios, tiene una dulzura especial y una belleza singular, sus ramas son fructíferas y sus raíces están llenas de bendición. Es una palabra muy elevada y no podemos encontrar nada que la supere.” Luego de decir esto se fue a su casa, y allí fue que Bani Majzum pensó que Ualid había creído en, Muhammad.

Veamos otro ejemplo. Utbat Ibn Rabi‘at era uno de los jefes de Quraish. Durante los primeros días que siguieron a la adhesión al Islam de Hamza reinaba el desasosiego en las reuniones de los Quraishitas o Temían que el Islam se siguiera expandiendo con más fuerza que antes. Utbat dijo: “Iré a ver a Muhammad y le haré algunas propuestas. Puede que acepte algunas de ellas y abandone esta nueva religión.” Los presentes aprobaron su iniciativa. Se dirigió donde el Profeta, quien estaba sentado en la mezquita (de la Ka‘aba), lo elogió y le propuso fortuna, títulos, etc. Cuando terminó de hablar, el Profeta (B.P.) le dijo: “¿Ha concluido tu discurso?” Luego agregó: “¡Abu Ualid! ¿Escuchaste el Mensaje divino?” Luego de escuchar el Corán Utbat quedó tan cautivado que permaneció observando al Profeta con las manos apoyadas en la nuca y semirecostado como si hubiera perdido el habla. Más tarde se puso de pie y volvió con los suyos. Todos se dieron cuenta que las palabras de Muhammad lo habían impresionado. Le preguntaron: “¿Qué te ha sucedido?” Respondió Utbat: “Por Dios que escuché de la boca de Muhammad frases que jamás otros habían pronunciado. Les juro que no era poesía, ni brujería, ni magia. Creo que es conveniente que lo dejemos en paz hasta que difunda su religión. Si triunfa será un honor para ustedes y si fracasa y lo matan vivirán en paz de todos modos”. Los quraishitas empezaron a burlarse de él y dijeron que estaba poseído por las palabras del Enviado de Dios.

Las extrañas excusas de los quraishitas.

Un día, luego de la puesta del sol, los jefes quraishitas tales como Utbat, Shaibah, Abu Sufián, Nadr Ibn Haraz, Ualid Ibn Mugairah, Abu Yahl y otros, se reunieron próximos a la Ka‘aba y decidieron convocar a Muhammad. De inmediato mandaron por él. El Profeta (B.P.) se encaminó presuroso con ellos en la esperanza de poder guiarlos por el camino recto. En medio de la conversación los inicuos expusieron sus quejas y reflejaron el problema de la desunión entre los árabes y además se mostraron dispuestos a realizar cualquier tipo de sacrificios con tal de acabar con el asunto.

y dicen: ‘No te creeremos a menos que nos hagas brotar un manantial de la tierra; o a menos que poseas un jardín de palmeras y vides en medio del cual hagas brotar ríos caudalosos; o a menos que hagas caer el cielo a pedazos, sobre nosotros como pretendiste; o menos que nos presentes a Dios y los ángeles en persona; o a menos que poseas una casa de oro o que escales e cielo, jamás creeremos en tu ascensión hasta que no nos envíes un libro que podamos leer’.” (17:90 a 93).

Evidentemente, las palabras de los quraishitas en la ocasión no eran más que excusas, porque, ¿qué relación existe entre la posesión de jardines y la profecía? Además, desear que caiga el cielo a pedazos no es motivo de orientación. Sólo una de sus propuestas tenía sentido: Su ascensión al cielo. Pero aunque el Profeta lo hubiera hecho no le habrían creído como afirma la aleya anterior. Si su intención era comprobar la veracidad del Profeta, su elevación al cielo era suficiente como prueba. El Mensajero de Dios les dijo: “¿Soy, por ventura, algo más que un enviado mortal? Sin la anuencia de Dios no puedo realizar milagros”.

LOS MOTIVOS DE LA REBELlON DE LOS JEFES DE QURAISH

Este tema es uno de los puntos más discutidos en la historia del Islam. ¿Cómo fue posible que los quraishitas, conociendo la veracidad y fidelidad del Profeta -demostrado a lo largo de los años anteriores a la profecía sin ninguna mácula-, sabiendo que nunca había tropezado ni incurrido en falta, viendo como cautivaba los corazones con la sabiduría y expresividad de su habla, y notando en él aspectos y hechos milagrosos y excepcionales, lucharan en su contra?

La causa de tal oposición puede resumirse en tres motivaciones:

1) La envidia. Un grupo de los quraishitas no siguió al Profeta debido a la envidia, ya que siempre anhelaron poseer ellos su jerarquía y título. Los intérpretes del Sagrado Corán dicen con referencia a la siguiente aleya: “¿Por qué no fue revelado este Corán a un hombre célebre de una de las dos ciudades (la Meca y At-Taif)?” (43:31), que se reveló con motivo de una conversación que Ualid Ibn Muqairah mantuvo con Muhammad (B.P.) en la cual le dijo: “Yo soy más merecedor de la profecía que tú, pues te supero en edad, fortuna e hijos”.

Umaiiah Ibn Abis Salt era uno de los que anunciaban la llegada del nuevo profeta, y él mismo tenía la esperanza de ser el que se anunciaba. No siguió a Muhammad ni en los últimos días de su vida, y siempre instó a la gente a ponerse en su contra.

Cierta vez Ajnas, el enemigo del Enviado de Dios, preguntó a Abu Yahl su opinión sobre Muhammad. Le dijo: “Nosotros y Abdu Manaf (bisabuelo del Profeta) disputamos la nobleza y grandeza y somos rivales. En algunos aspectos llegamos a estar parejos y después de tanto esfuerzo para lograrlo dicen que baja del cielo un mensaje para uno de los integrantes de nuestra tribu. ¡Por Dios que jamás le creeremos!”.

Los anteriores son algunos de los ejemplos de la envidia y la rivalidad de los inicuos contra el Profeta.

2) El miedo ante el anuncio del Día del Juicio Final. Este factor fue una de las principales causa de su empecinamiento contra el Mensajero de Dios. Estas personas eran lujuriosas y desprejuiciadas, gozaron de absoluta liberalidad durante siglos y esta exhortación, contraria a sus antiguas tradiciones y prohibitiva de sus corruptas costumbres, les resultaba enervante por el esfuerzo y molestia que significaban. También, las aleyas que anticipaban severos castigos creaban el desconcierto y un gran temor en sus almas. Cuando el Profeta (B.P.) recitaba con su melodiosa voz el Sagrado Corán en las reuniones organizadas por Quraish se producía un escándalo y ello alteraba sus placeres. El árabe, que siempre estaba preparado para rechazar cualquier inconveniente, que realizaba sorteos con flechas para conseguir la inmunidad, que adivinaba la suerte por medio de piedras y a quien el arribo o partida de determinadas aves fijaba su futuro, jamás estaría dispuesto a permanecer inmóvil ante los castigos que Muhammad anunciaba. Por esto se generó otra causa para que lucharan en su contra. Exponemos a continuación algunas aleyas que desconcertaban a los quraishitas:

“Pero, cuando retumbe el tañido ensordecedor, cada cual será retribuido según su obra. Ese día el hombre huirá de su hermana, de su madre y de su padre, de su esposa y de sus hijos. En ese día a cada cual le bastará su propia preocupación”. (80:34/37)

Mientras bebían escuchaban aleyas como ésta: “Por cierto que a quienes niegan nuestras aleyas les introduciremos en el Fuego infernal. Cada vez que su piel se haya abrasado, se la cambiaremos por otra piel, para que experimenten el suplicio; porque Dios es Poderoso, Prudente. ”. (4:56) Tal era el efecto de estas conminaciones que los impíos abandonaban sus copas sin darse cuenta ante el temor que los embargaba.

3) El temor a la inicua sociedad árabe. Otra causa puede rastrearse en la conversación que lIariz Ibn Naufal mantuvo con el Profeta y en la cual aquél le dijo: “Sabemos que lo que dices es cierto, pero tememos que el árabe inicuo e incrédulo nos expulse de la Meca.” A raíz de esta vana excusa se reveló la siguiente aleya coránica: “Los mequinenses dicen: ‘Si siguiésemos la Guía contigo seríamos desterrados’. ¿Por ventura, no les hemos establecido un santuario seguro, al cual llegan frutos de todas clases como sustento de nosotros mismos? Pero su mayoría lo ignora.” (28:57)

Algunas objeciones de los inicuos.

Muchas veces los enemigos del Profeta (B.P.) objetaban que Muhammad lo fuera porque había surgido en la Meca, mientras que los anteriores a él habían sido suscitados en tierras de Sham (Palestina).

Otras veces decían: “¿Por qué el Corán de Muhammad se revela gradualmente mientras que la Torá y la Biblia fueron reveladas de una sola vez?” El Corán dice al respecto: “¿Por qué no le fue revelado el Corán de una sola vez? Obramos así para confortar con el tu corazón, y te lo dictamos por aleyas paulatinamente.” (25:32)

EL CORAN Y LA REVELACION GRADUAL

La historia de la Revelación del Corán y el contenido de sus suras atestiguan que fue revelado gradualmente. Analizando las diferentes situaciones (que influían sobre la incipiente comunidad islámica) podemos distinguir las revelaciones mequinenses de las medinenses. Por ejemplo, las aleyas referentes a la lucha contra la idolatría, la exhortación a adorar a un Dios Único y el anuncio del Día del Juicio Final son mequinenses. Las referentes a las disposiciones y mandatos islámicos y la exhortación al Yihád (el combate por la Causa de Dios), son medinenses, pues en el medio ambiente de la Meca los interlocutores eran los idólatras que negaban la Unidad de Dios y el Día del Juicio Final, mientras que en Medina el trato debía ser con los creyentes, judíos y cristianos. Además, dado que recién en Medina se ordenó el Yihád, por eso se sabe que las aleyas que se refieren a él son posteriores a la emigración.

La mayoría de los versículos del Sagrado Corán tienen una vinculación directa con ciertos hechos ocurridos. Estos sucesos, según la terminología de los exegetas del Corán, se denominan “sha’nu-n-nuzúl”, es decir: el motivo de la revelación. Conocer estas causas ayuda a entender mejor el contenido de las aleyas. Algunos otros versículos se revelaron en respuesta a las preguntas de la gente. Otros versículos se revelaron a fin de explicar los conocimientos y mandatos divinos. Conociendo todo esto podemos afirmar que el Corán fue revelado gradualmente. Dice el Libro al respecto: “En cuanto al Corán, te lo revelamos a intervalos, para que lo recites paulatinamente a los humanos y te lo revelamos según las circunstancias.”  (17: 106)

Nos surge la pregunta: ¿por qué motivo los versículos coránicos no fueron revelados de una sola vez, como en el caso de la Torá (los 10 mandamientos)? Este interrogante también se lo plantearon los enemigos contemporáneos del Profeta. Dice el Sagrado Corán al respecto: “Los incrédulos dicen:¿Por qué no le fue revelado de una sola vez?” (25:32)

La respuesta puede desarrollarse de dos maneras:

1) Si la doctrina islámica es de origen divino y su Libro (el Corán) es una escritura revelada por Dios, su contenido debe ser, naturalmente, completo en sí mismo, y debió revelarse de una sola vez, sin intervalos, pues no es concebible que una doctrina completa, en que todo está debidamente detallado a la perfección se haya manifestado paulatinamente. Según este razonamiento, el Corán, que fue completado paulatinamente y tras una serie de sucesos, no siendo revelado de una sola vez, no merece ser llamado un Libro divino (pues supone una perfección paulatina en la Voluntad y el Saber divino, lo cual es imposible en Dios).

2) Las aleyas del Corán y otras referencias históricas confirman que otros textos sagrados (como la Torá o 10 mandamientos, o los Salmos), fueron revelados de una sola vez. Luego, ¿por qué el Corán no fue revelado de esta manera? Dado que los oponentes del Profeta estaban sumidos en la idolatría y nada conocían de los libros revelados, su objeción era más bien la señalada en el primer punto. Pero veamos a continuación una explicación más profunda de la cuestión.

Las incógnitas de la gradual Revelación del Corán.

El mismo Corán da la respuesta justa a estas objeciones sobre la forma de la revelación. He aquí el desarrollo del tema:

l.-El Sello de los Profetas asume una responsabilidad mucho mayor que la del resto de los enviados divinos. En el transcurso de su misión se enfrenta a grandes dificultades, todo lo cual merma el ánimo del Enviado, y sus fuerzas aunque posee una gran alma. En estos momentos, la renovación constante del vínculo con el otro mundo a través de la reiterada presencia del ángel de la Revelación (Gabriel) fortalecen su ánimo y fuerza, y le hacen recordar la especial atención divina y el intenso amor que le dispensa su Señor. El Sagrado Corán lo señala en la siguiente aleya: “Obramos así para confortar con él tu corazón y te lo dictamos por aleyas paulatinamente.” (25: 32)

2.-Podemos deducir también de esta aleya otro significado posible sobre la conveniencia de que el Corán se revelara gradualmente. El Profeta, siendo el maestro de su comunidad, médico y purificador del alma humana, fue elegido para enseñar y orientar con su ejemplo y curar así los males sociales mediante la puesta en práctica de los principios revelados. Ahora bien, no cabe duda que la mejor manera de enseñar esos principios es que estén acompañados de la práctica. Es decir, que el maestro practique sin demora lo que proclama y dé una imagen práctica de sus principios, no permitiendo que su mensaje permanezca sólo en teoría. Si un profesor de medicina, por ejemplo, sólo enseña a sus alumnos cuestiones teóricas no formará buenos médicos. Pero si aplica estos principios frente a sus alumnos en casos y ejemplos prácticos, su enseñanza cosechará sin duda buenos frutos.

De la misma forma, si las aleyas del Corán hubieran sido reveladas de una sola vez -aunque no eran necesarias en esos momentos todas esas disposiciones-, el Libro del Islam habría carecido del mencionado privilegio para la enseñanza. La revelación de disposiciones o versículos que la gente no tenía necesidad de aprender o utilizar no surtirían efecto alguno en sus corazones. En cambio, cuando las revelaciones se producían cuando las circunstancias lo requerían, cuando la necesidad lo pedía, entonces sí surtían efecto en el alma de la gente, y todos mostraban deseos de aprender lo comunicado. Lo más importante es que la comunidad sienta el resultado de las enseñanzas del Profeta por medio de la práctica.

3.-Durante su profecía el Enviado de Dios debió enfrentarse a diferentes creencias, como la idolatría, el judaísmo y el cristianismo. Cada una de ellas tiene diferentes enseñanzas respecto de Dios, el Juicio Final y otros conocimientos de este mundo y el otro. Estas discrepancias y oposiciones exigían que el Mensaje divino fuera dilucidando la verdad sobre estos puntos y refutando los errores y falsedades con que los diversos grupos encaraban al Profeta (B.P.). El Sagrado Corán dice al respecto: “Siempre que te hagan alguna impugnación, te comunicaremos la verdad irrefutable y la mejor explicación de ello”. (25:33)

4.-Existe además otro motivo para la revelación gradual, y es precisamente el indicar sin lugar a dudas el origen divino del Mensaje. En efecto, no se puede atribuir el Corán a la obra de un hombre siendo que fue revelado a lo largo de 23 años y en circunstancias totalmente cambiantes y diversas, en momentos de tristeza y alegría, de victoria y derrota, por lo cual es imposible que un hombre pueda expresarse en todas estas circunstancias del mismo modo. Evidentemente trasuntaría el texto las variaciones de humor y entusiasmo. La prueba está precisamente en que, a pesar de ser revelado a lo largo de 23 años, el Corán no varía en nada su metodología de expresión. Es como si fuera una perla uniforme, que no presenta diferencia en ninguna de sus partes. Puede que la siguiente aleya, que niega toda discrepancia dentro del Corán, nos esté señalando la verdad del motivo que expusimos más arriba: “¿No meditan acaso en el Corán? Si fuese de otro origen que no sea el de Dios, hallarían en él muchas discrepancias.”(4:82)

Fuente: La Historia de Mahoma (PB); Vida del Profeta Muhammad (PB) e historia de los orígenes del Islam

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