Un análisis de la vida del Profeta del Islam; Mahoma (Muhammad) (PB)
Por: Aiatollah Yafar Sobhani
Seguramente habrá entre los lectores quienes se interesen en conocer el contenido y origen de esta leyenda que han relatado algunos sabios de la escuela islámica sunnita, y de esta forma puedan descubrir las motivaciones y los autores de tales inventos y mentiras.
Digamos para comenzar que los judíos y en especial sus líderes en época del Profeta, fueron enemigos encarnizados del Islam, y que cierto grupo de ellos, que aparentemente había adherido a la nueva Revelación, se encargó de inventar y divulgar multitud de historias sin fundamento que encubrían, distorsionaban, la verdadera enseñanza comunicada a Muhammad (B.P.). Un ejemplo de quienes se dedicaron a tal tarea lo tenemos en Ka‘be Ahbar.
Algunos escritores musulmanes de los primeros siglos, muy ingenuos y confiados, transmitieron estas falsas historias junto a las verdaderas sin realizar previamente un análisis crítico de las mismas para determinar su autenticidad. En la actualidad esto ha sido subsanado por los sabios que, dedicando un gran esfuerzo a la investigación y crítica histórica, han logrado establecer reglas firmes para diferenciar la verdad de la falsedad.
¿Qué es la leyenda de Qaraniq?
En cierta oportunidad los jefes quraishitas, tales como Ualid, Ass, Asuad y Umaiiat, se entrevistaron con el Profeta y le pidieron que cada una de las partes aceptara el Dios o dioses de la otra para terminar de ese modo con la discordia que los dividía. A raíz de este evento fue revelada la sura coránica “Los incrédulos” (109) que dice: “Dí: ¡Incrédulos! No adoro lo que adoráis, ni vosotros adoráis lo que adoro. Y jamás adoraré lo que adorasteis, ni vosotros adoraréis lo que adoro. Vosotros tenéis vuestra religión y yo tengo la mía.”
He aquí la leyenda: El Profeta anhelaba reconciliarse con su tribu y solía decirse: ‘¡Ojalá se revelara una sura que me distanciara menos de ellos!”. Cierto día, mientras recitaba la sura “La estrella” en las cercanías de la Ka‘aba, al llegar a las aleyas 19 y 20 que dicen: “¿Qué opináis de Lat, de Uzza, y de la otra, de la tercera diosa, Manat?”, Satanás hizo que él agregase la frase que dice: “Ellos son los mancebos (qaraniq) altísimos de los cuales esperamos su intercesión"; y luego prosiguió con la recitación y cuando leyó la última aleya, que señala una de las prosternaciones obligatorias, el Profeta y todos los presentes, tanto musulmanes como incrédulos, se prosternaron ante los ídolos, con excepción de Ualid que ya era un anciano y no podía realizar semejante movimiento. El júbilo y la alegría llenaron la mezquita; los inicuos decían: “¡Muhammad ha dado el visto bueno a nuestros dioses!”.
Cuando esta noticia llegó a oídos de los que habían emigrado a Etiopía muchos de estos regresaron a sus hogares en la Meca. Pero a su regreso descubrieron que todo estaba igual que antes, que nada había cambiado y que incluso Gabriel le había comunicado al Profeta (B.P.) combatir a los inicuos, y le había informado que aquella frase Satanás la había puesto en sus labios y que jamás se había revelado.
La anterior es una breve reseña de la leyenda de Qaraniq, la cual los orientalistas se han encargado de ampliar y difundir públicamente con el objeto de difamar al Profeta del Islam.
Un análisis sencillo en torno a esta leyenda.
Alguien puede poner en duda que Muhammad fuera el enviado de Dios, pero nadie puede dudar de su inteligencia, su habilidad y su juicio. ¿Quién sería capaz de hacer lo que relata esta historia? ¿Qué hábil líder que ve que las filas de sus seguidores se incrementa y unifica día a día al par que aumenta la desunión entre sus enemigos, haría algo que lo desprestigie ante los suyos y ante quienes lo combaten? ¿Es creíble que alguien que rechazó los principales cargos políticos y el poder (que le fueron ofrecidos a Muhammad como vimos al comienzo de su misión) para dedicarse a difundir una pura doctrina monoteísta vaya luego a difundir y sostener posiciones idólatras? Jamás pensaríamos esto de cualquier hábil reformador o estadista político, ¿cómo entonces hemos de suponerlo en el Profeta de Dios?
El dictamen de la razón respecto de esta leyenda.
1) Los maestros de la humanidad designados por Dios están resguardados de cualquier error o equivocación por la salvaguarda que les confiere el ‘ismat (infalibilidad), lo cual es algo que confirma nuestro entendimiento. Si así no fuera y alguno de ellos incurriera en errores en cuanto a la difusión de la religión, los fundamentos de la creencia entre los hombres se desmoronarían por su debilidad.
Debemos tener esto presente al analizar la veracidad de estas historias, y utilizar la razón para separar la cizaña del trigo. No cabe duda que la infalibilidad de Muhammad es un obstáculo insalvable para la veracidad de tales invenciones.
2) El autor de esta leyenda la sustenta en el hecho de que el Profeta se había cansado de la misión y que la separación, la repulsa y el conflicto con los idólatras le resultaba difícil de soportar. Por esto es que habría buscado una salida a esta situación. No obstante la razón nos dice que los Profetas son perseverantes y pacientes, constantes en sus cometidos, y que jamás pasa por sus mentes la idea de huir de sus responsabilidades. Si esta leyenda fuera verdadera significaría que Muhammad había perdido las riendas de su paciencia y constancia, que se habría cansado. Todo esto obviamente no concuerda con lo que nos dicta nuestra razón respecto de los profetas y en particular con lo que sabemos del Profeta Muhammad (B.P.) antes y después de que recibiera la Revelación de la sura mencionada. Seguramente quien fabricó esta historia no imaginó que el mismo Corán daría testimonio de la nulidad de la misma ya que Dios había albriciado al Profeta que la falsedad jamás se introduciría en el Libro Sagrado.
“Inalterable e irrefutable, porque es la revelación del Prudente, Loable.” (41:42)
“Por cierto que te revelamos el Mensaje y somos sus custodios”. (15:9)
Leyendo lo anterior, ¿cómo sería posible que el ser degradado y maldito (Satanás) pudiera convencer al Enviado de Dios al punto de hacerlo difundir una idea idólatra e introducir una blasfemia en el Corán, cuyo fundamento es la lucha contra la idolatría? Por otra parte es extraño que el inventor de esta leyenda eligiera un lugar tan inadecuado para ubicar dicha impostura, siendo que en unas aleyas anteriores el mismo Corán la desmiente proclamando la veracidad del Profeta; “Vuestro camarada (el Profeta) jamás yerra ni se descamina, ni habla por capricho. Ello (el Corán) no es sino inspiración que le fue revelada.” (53:2-4)
¿Cómo es posible que Dios no proteja a Su Enviado y permita que Satanás influya en su corazón y sus pensamientos, después de haberle hecho una fiel promesa?
Lamentamos haberle dado a esta leyenda más importancia de la que merece pero los que mencionamos son una serie de argumentos lógicos benéficos (en refutación de esta mentira) para quienes han creído y creen en la profecía y el mensaje de Muhammad (B.P.). No obstante ello estos argumentos no son suficientes para el orientalista avieso cuyo corazón no reconoce la luz del Mensaje divino y que busca cualquier oportunidad para difamar a la Revelación transmitiendo y comentando historias falsas como ésta. Nos dirigiremos entonces a ellos con otros argumentos como los que exponemos a continuación.
Otro rotundo mentís a la leyenda.
La leyenda que estudiamos sostiene que cuando el Enviado de Dios se encontraba recitando el Sagrado Corán los líderes de Quraish, la mayoría de los cuales eran hombres de discurso elocuente, hábiles y expresivos políticos, se encontraban casi todos presentes. Entre ellos Ualid, un árabe elocuente, famoso por su inteligencia y habilidad. Se asegura que todos escucharon la sura (de la estrella) hasta su última aleya y se prosternaron. Pero, ¿cómo fue posible que a un grupo de hombres tan hábiles y políticos como aquellos, sobre todo en la elocuencia y el discurso, les bastaran sólo dos frases elogiosas de sus dioses, cuando antes y después de esos párrafos el Corán los crítica? ¿Cómo supuso el inventor de este relato que eran esos árabes idólatras pero habilísimos con la lengua árabe, su idioma que conocían mejor que nadie? No obstante, y contra toda probabilidad, se dice que quedaron satisfechos y aceptaron estos dos cortos elogios a sus dioses desatendiendo las condenas que les anteceden y les preceden. Si a personas comunes no se las puede atraer con frases engañosas en medio de todo un discurso que las desmiente, ¿cómo puede pensarse que ello fue posible con esos hábiles líderes quraishitas?
Para mayor claridad en lo que decimos transcribimos a continuación los versículos de la sura mencionada y en lugar de las dos frases que se sostiene fueron introducidas pondremos puntos suspensivos, para que el lector observe si es siquiera coherente agregarlas allí, en medio de tal condena a la idolatría:
“¿Qué opináis de Lat, de Uzza, y de la otra, de la tercera diosa Manat?.... ¿Por ventura, os pertenece al sexo masculino y a El al femenino? Tal, entonces, seda un reparto injusto. Estas divinidades no son más que nombres con que les denominasteis vosotros y vuestros ante pasados, acerca de lo cual Dios no os confirió facultad alguna.” (59:19-23)
¿Podemos suponer que un hombre normal esta dispuesto a reconciliarse con sus enemigos por medio de dos frases contradictorias a su misión, luego de golpear como con un hacha durante diez años las raíces de su ignorante idolatría, poniendo incluso en peligro su propia vida?
Un último motivo para rechazar esta invención es el significado de la palabra “qaraniq” que da nombre a la historia. El gran sabio egipcio Abde dice: “En la lengua y la poesía árabes jamás fue utilizado el término Qaraniq para denominar a los dioses, sino que siempre se la utilizó para nombrar a un ave marina o a un hermoso joven”, y es obvio que ninguno de ambos significados tienen nada en común con los dioses.
Extraído del libro La Historia de Mahoma (PB); Vida del Profeta Muhammad (PB) e historia de los orígenes del Islam
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