La verdad sobre el Islam

Los profetas en el Corán - I

Por Abdun-Nabi Chaaban

LOS PROFETAS EN EL CORÁN

En el primer capítulo [del libro La verdad sobre el Islam], se mencionó que la creencia en todos los profetas de Dios es uno de los pilares del Islam. También se comentó la diferencia existente entre un profeta y un mensajero, la cantidad de profetas y mensajeros, así como el rol que tiene un profeta o un mensajero.

En este capítulo, se presentarán algunos pasajes de la vida de cada uno de los profetas o mensajeros mencionados en el Corán, teniendo en cuenta que hay muchos otros no nombrados por Dios en el mismo “Hay mensajeros de los que te hemos referido y mensajeros de los que no te hemos contado nada….” (4:164). En estas narraciones, se limitará, en lo posible, a lo presentado en el texto del Corán, recurriendo, en algunos casos, a completar o aclarar algunos aspectos, con base en dichos del Profeta Muhammad (SAAWAWS), cuando el caso lo amerite.

La presentación de estos pasajes biográficos tiene una importancia trascendental, ya que la actuación de los profetas representa el mejor modelo a emular y seguir por las personas, en sus acciones diarias. La creencia de Noé (AS) en el pre-anuncio de Dios sobre el diluvio y su perseverancia en la construcción del arca de salvación, así como su paciencia ante el maltrato de que había sido objeto por parte de su gente, la destrucción de Abraham (AS) de los ídolos de piedra construidos por los idólatras, a sabiendas del peligro inminente de ser lanzado al fuego como consecuencia de esa actuación, la obediencia incondicional de Abraham (AS) hacia Dios cuando Él le ordenó que sacrificara a su hijo, la infinita paciencia de Job (Ayoub) (AS) ante su duradera e incómoda enfermedad, la firmeza de José (AS), hijo de Jacobo (AS), ante la tentación de la mujer del ministro, siendo José (AS) su esclavo, y prefiriendo la cárcel antes que caer en la tentación, el desafío de Moisés (AS) al enfrentarse a la fuerza opresora y tirana del Faraón, son sólo una muestra de los dignos ejemplos a seguir por cada uno de nosotros. El mismo Corán refuerza esta idea, mediante varios versículos:

  • En su historia hay una lección para los que saben reconocer lo esencial, y no es un relato inventado, sino una confirmación de lo que ya tenían, una aclaración precisa de cada cosa y una guía y una misericordia para gente que cree” (12:111)
  • Todo esto te lo contamos como parte de las noticias de los mensajeros para con ello afirmar tu corazón; con ellas te ha llegado la verdad, una prédica y un recordatorio para los creyentes” (11:120)
  • Esos son a los que Dios ha guiado: ¡Déjate llevar por su guía! Di: No os pido ningún pago por ello, no es sino un recordatorio para la gente” (6:90)
  • No mandamos a los enviados sino como anunciadores de buenas noticias y advertidores....” (6:48)

1. ADÁN (ADAM) (AS)

El siguiente versículo del Corán nos narra el anuncio que hiciera Dios a los ángeles sobre su voluntad de crear a Adán (AS): “Y cuando tu Señor dijo a los ángeles: Voy a poner en la Tierra a un sucesor; dijeron: ¿Vas a poner en ella a quien extienda la depravación y derrame sangre mientras que nosotros Te glorificamos con la alabanza que Te es debida y declaramos Tu absoluta pureza? Dijo: Yo sé lo que vosotros no sabéis” (2:30). La pregunta de los ángeles hacia Dios no tiene la más mínima intención de cuestionar a Dios. Los ángeles querían saber el secreto de ese nuevo ser y su posición ante Dios, que está siendo creado después de que los seres vivientes anteriores (los “Genios” o “Jinn”) mostraron extrema depravación y derramamiento de sangre.

Los eruditos han concluido, mediante la interpretación de este versículo y apoyándose en varios dichos del Profeta (SAAWAWS), que antes de la creación de Adán (AS), había seres vivientes en la Tierra, específicamente los “Genios” (“Jinn”), quienes estaban sumidos en la corrupción, depravación y derramamiento de sangre. Entre estos, se encontraba Satanás que guardaba un comportamiento ejemplar y estaba sumido en la adoración de Dios, por lo que Dios lo salvó y lo elevó de la Tierra. En otras palabras, Satanás no es un ángel, sino un “Genio” o “Jinn”, hecho de fuego, mientras que los ángeles están hechos de luz.

La creación de Adán (AS) fue realizada por Dios en cinco pasos, según se concluye de estos versículos del Corán:

  1. El comienzo de la creación de Adán fue con el uso de tierra: “Verdaderamente el ejemplo de Jesús, ante Dios, es como el ejemplo de Adán; lo creó de tierra y luego le dijo: ¡Sé! Y fue” (3:59). La tierra fue seleccionada en diversas y diferentes zonas de la Tierra; de allí los diversos colores de los seres humanos. El hecho de que el ser humano haya sido hecho de tierra, debe llamarle a la reflexión y a la humildad.
  2. La tierra fue transformada en barro, al añadirle agua: “Cuando dijo tu Señor a los ángeles: Voy a crear un ser humano a partir del barro” (38:71). El agua, así como la tierra, son símbolos de pureza.
  3. El barro fue hecho consistente y moldeable: “Pregúntales: ¿Han sido ellos más difíciles de crear que quienes hemos creado? En realidad los hemos creado de barro viscoso” (37:11).
  4. El barro fue dejado hasta secarse: “Hemos creado al hombre de barro seco sacado de un barro negro moldeable” (15:26); y “Creó al hombre de barro seco cual cerámica” (55:14).
  5. Dios le sopló de Su Espíritu a la figura para transformarla en un ser viviente: “Cuando lo haya completado y le haya insuflado parte de Mi espíritu, caeréis postrados ante él” (15:29).

Una vez Dios culminó el acto de la creación de Adán (AS), ordenó a los ángeles a postrarse ante él (ante Adán (AS)), tal como nos narra este versículo: “Y cuando dijimos a los ángeles: ¡Postraos ante Adán! Se postraron todos menos Satanás que se negó, se llenó de soberbia y fue de los rebeldes” (2:34). Esto fue solicitado como un acto de respecto y homenaje a Adán (AS), más no un acto de adoración hacia su persona.

Esta orden fue cumplida por los ángeles, pero Satanás se negó y se rebeló frente a esta orden de Dios. Aunque Satanás no era un ángel sino un “Genio” o “Jinn”, la orden de Dios lo incluyó, ya que –a raíz de esta desobediencia- Dios le castigó; si no se hubiera contemplado en esa orden, Dios no le hubiese castigado. Además, Dios nos confirma esto en otro versículo: “Y cuando dijimos a los ángeles: Postraos ante Adán y se postraron, excepto Satanás que era de los Genios y no quiso obedecer la orden de su Señor….” (18:50).

Este acto de desobediencia de Satanás fue argumentado –por él- con base en el uso de la analogía. Ya se vio en un capítulo anterior como el Imam Jáafar Assádek advertía en contra de recurrir al uso de la analogía para extraer conclusiones de jurisprudencia, ya que se llegaría a conclusiones erróneas; El Imam Assádek comentó que Satanás –precisamente- fue el primero en usar la analogía, lo cual le llevó, gracias a su soberbia, a un acto de desobediencia que mereció el castigo de Dios. Veamos cómo Satanás usó –erróneamente- la analogía, leyendo el siguiente versículo: “Dijo: ¿Qué te impide postrarte habiéndotelo ordenado? Contestó: Yo soy mejor que él; a mí me creaste de fuego, mientras que a él lo has creado de barro” (7:12).

Con esto se concluye que el primer pecado cometido, a partir de la creación de Adán (AS), fue la soberbia, y su base argumentativa fue el uso de la analogía.

A raíz de esta desobediencia, Satanás fue maldito y expulsado del Paraíso. Sin embargo, él le pidió a Dios que lo dejase intentar extraviar a los humanos, hasta el Día de la Resurrección; dicha solicitud fue concedida por Dios: “(Dios) Dijo: ¡Sal de ella (del Paraíso) entonces! Estás maldito * La maldición caerá sobre ti hasta el Día de la Rendición de cuentas * (Satanás) Dijo: ¡Mi Señor! Dame tiempo hasta el día en que serán resucitados * (Dios) Dijo: Tienes un plazo de espera * Hasta el día cuyo momento es conocido (por Mí) * (Satanás) Dijo: ¡Mi Señor! Puesto que me hiciste perder, los seduciré en la Tierra y los extraviaré a todos * a excepción de aquellos siervos Tuyos que sean sinceros" (15:34-40). Aunque no está narrado en el Corán, los eruditos afirman que esta concesión de Dios hacia Satanás, a pesar de haberle desobedecido, fue un acto de justicia por parte de Dios, como compensación por actos extremos de adoración a Dios realizados anteriormente por Satanás.

Posteriormente, Dios creó a Eva: “¡Oh Hombres! Temed a vuestro Señor que os creó a partir de una sola alma, creando de ella a su pareja y generando a partir de ambos muchos hombres y mujeres, y temed a Dios, por Quien os pedís unos a otros, y respetad los lazos de sangre; realmente Dios os está observando” (4:1). Unos eruditos interpretan “a partir de una sola persona”, de una manera literal, detallando que esa creación fue a partir del hombro de Adán (AS). Otros eruditos, entre ellos los Imams de Ahlul Bayt (Shi´itas), niegan la posibilidad de que Dios haya creado a Eva a partir del hombro de Adán (AS), ya que su posterior matrimonio sería un acto de incesto. Estos eruditos afirman, con base en conocimiento transmitido a ellos por el mismo Profeta (SAAWAWS), que Eva fue creada –posteriormente- de la misma masa de barro de la cual Adán (AS) fue creado.

Adán (AS) y Eva habitaron –inicialmente- el Paraíso (se dice que no es el Paraíso de la Eternidad), donde podían disfrutar de todo cuanto había allí, menos acercarse a un árbol específico, por advertencia expresa de Dios: “¡Oh Adán! Habitad tú y tu pareja el Paraíso y comed de donde queráis, pero no os acerquéis a este árbol pues seréis de los injustos” (7:19). Al mismo tiempo, Dios les advirtió sobre la enemistad de Satanás hacia ellos: “Y dijimos: ¡Oh Adán! Realmente él (Satanás) es un enemigo para ti y para tu pareja, que no os saque del Paraíso pues conocerías la desdicha” (20:117). Sin embargo, Satanás encontró en esto una oportunidad para comenzar a realizar lo que había prometido, en el sentido de intentar extraviar a los humanos y no tardó en iniciar su acción: “Satanás les susurró (a Adán y a Eva), para que se les hiciese manifiesto lo que estaba oculto de sus vergüenzas, diciéndoles: Vuestro Señor os ha prohibido este árbol sólo para evitar que seáis ángeles o que tengáis una vida eterna * Les aseguró jurándoles: Realmente soy un consejero para vosotros * Y los sedujo con engaños, y una vez hubieron probado del árbol, se les hicieron manifiestas sus vergüenzas y comenzaron a cubrirlas con hojas del Paraíso; entonces su Señor les llamó: ¿No os había prohibido ese árbol y os había dicho que Satanás era para vosotros un enemigo declarado? * (Adán y Eva) Dijeron: ¡Señor nuestro! Hemos sido injustos con nosotros mismos y si no nos perdonas y no tienes misericordia de nosotros, estaremos entre los perdidos * (Dios) Dijo: Descended todos; seréis mutuos enemigos; tendréis morada en la tierra y posesiones en disfrute por un tiempo * (Dios) Dijo: En ella viviréis, en ella moriréis y de ella se os hará salir” (7:20-25). Así, Adán (AS) y Eva desobedecieron a Dios y fueron castigados, sacándolos del Paraíso y enviándolos a la Tierra, donde tendrían -a diferencia de su estadía en el Paraíso- necesidades y sufrimientos de todo tipo. A diferencia de Satanás, Adán (AS) y Eva manifestaron su arrepentimiento y pidieron el perdón de Dios, el cual fue concedido. De hecho, Dios les prometió a Adán (AS) y a Eva el Paraíso, después de su vida en la Tierra.

Dos puntos importantes deben ser resaltados, en relación a este acto de desobediencia de Adán (AS) y de Eva:

  1. Aún sabiendo que Satanás es su enemigo, por advertencia expresa de Dios, ellos le creyeron lo que les susurró, ya que les juró por Dios. Para ellos, era inconcebible que alguien jurara por Dios en vano o con una mentira; por ello, no creyeron que Satanás, en este acto específico, les estuviese engañando. Jurar por Dios en falso es el segundo pecado cometido, después de la creación de Adán y de Eva.
  2. A pesar de que se ha extendido la errónea idea de que fue Eva la que obedeció a Satanás y tentó a Adán (AS) para que se acercara al árbol prohibido, el Islam –a través del Corán- no presenta el suceso de esta manera, ya que siempre se expresa en plural. Los versículos anteriores nos indican que los dos, tanto Adán (AS) como Eva, escucharon el susurro de Satanás, los dos desobedecieron la prohibición de Dios y los dos se arrepintieron y pidieron la misericordia de Dios. Esto es una demostración de que el Islam no trata, en modo alguno, de culpar a Eva de lo sucedido, manteniendo a Adán (AS) en una posición de “víctima inocente”. El Islam, más bien, iguala las acciones de ambos frente a lo sucedido. Los versículos (7:20-25) son una demostración de esta afirmación.

Una vez en la Tierra, comienza la reproducción del género humano. En cuanto a la descendencia de Adán (AS) y Eva, existen dos versiones diferentes. La versión común nos narra que Eva quedaba embarazada con una pareja: un varón y una hembra. Luego se casaba el varón de un embarazo con la hembra de otro embarazo, siendo su hermana. Sin embargo, el Imam Assádek niega la veracidad de esta versión, afirmando que la misma no es narrada en Libro Divino alguno; de hecho, el Corán no presenta estos detalles. El Imam Assádek presenta otra versión en la que se afirma que primero nació Caín, quien se casó con una descendiente de los “Genios”; Dios la hizo aparecer en forma humana y le instruyó a Adán (AS) que casara a Caín con la misma. Luego, nació Abel, quien se casó con una ninfa del Paraíso –igualmente- por instrucción de Dios, después de aparecer en forma humana. Vale resaltar que los nombres de estos dos hijos de Adán (AS) no están expresamente mencionados en el Corán; sólo se mencionan como el hijo de Adán (AS) y su hermano. Todos los hijos directos de Adán (AS) se fueron casando de esta manera, algunos con descendientes de los “Genios” y otros con ninfas. Estas ascendían al cielo después de engendrar. Así, según esta versión, la descendencia humana provendría de estos matrimonios, y no de matrimonios entre hermanos según la narración comúnmente conocida. Dado que ninguna de las dos narraciones aparece en el Corán, es más lógico aceptar la versión que rechaza matrimonio entre hermanos, ya que -aunque sean de embarazos diferentes- son hermanos al fin.

Cuando Abel, hijo de Adán (AS), creció y alcanzó la madurez, Dios ordenó a Adán (AS) que le transfiriese su saber, especialmente las “Hojas” (equivalentes a un Libro Sagrado). Frente a este acto, Caín protestó ante su padre, por ser él (Caín) el hijo mayor, por lo que él debería tener la responsabilidad de recibir y guardar las “Hojas”, hasta su posterior transmisión a la persona que sería su reemplazo. Después que Adán (AS) le explicó a su hijo Caín que esto fue por instrucción de Dios, le solicitó a los dos ofrecer sendas ofrendas a Dios; de aquél de quién se aceptase la ofrenda, sería el receptor de las “Hojas”. La ofrenda aceptada sería aquella a ser quemada por un fuego celestial. Caín ofrendó un poco de espigas secas y dañadas, mientras que Abel ofrendó un cordero grande. El resultado fue que el fuego quemó el cordero y no tocó las espigas, por lo que Abel sería el favorecido. Esto molestó e irritó mucho a Caín quien, siguiendo los susurros embusteros de Satanás, no tardó en matar a su hermano Abel, convirtiéndose esto en el primer crimen en la historia de la humanidad. En los momentos siguientes al crimen, Dios envió a dos cuervos, quienes pelearon ante la vista de Caín y uno de ellos se murió. El cuervo que quedó vivo, abrió un pequeño hueco en la tierra y enterró al cuervo muerto. De allí, Caín aprendió como enterrar a su hermano muerto.

Después de la muerte de Abel, nació otro hijo de Adán (AS), llamado “Set”, quien no está nombrado en el Corán, pero se narra que el mismo recibió de su padre las 21 “Hojas” y la responsabilidad de reemplazarlo en la predicación de los mandatos de Dios. Igualmente, “Set” recibió de Dios la cantidad de 29 “Hojas”. Vale mencionar que todos los demás profetas fueron descendencia del profeta “Set”; es decir, ningún otro hijo de Adán (AS) tuvo en su descendencia a profeta alguno.

Los eruditos cuentan, con base en narraciones transmitidas desde la época del Profeta Muhammad (SAAWAWS), que Adán (AS) fue descendido a la Tierra en una montaña isleña de la India, y Eva a la zona conocida como Jiddah, una actual ciudad de Arabia Saudita, cercana a La Meca. Luego, Adán (AS) se fue hacia La Meca, por instrucciones y guía de Dios. Allí, los dos se encontraron y vivieron el resto de sus vidas. Se narra, igualmente, que La Káabah fue construida inicialmente por el ángel Gabriel, antes de descender Adán (AS) y Eva a la Tierra, mientras que otros afirman que la misma fue construida por el mismo Adán (AS).

Adán (AS) vivió unos 930 años (otros dicen 940 años), y fue enterrado inicialmente en una montaña cercana a La Meca. Luego Noé (AS) trasladó su cadáver, por instrucciones de Dios, a Kufah, en el actual Irak, donde fueron enterrados, en épocas posteriores, el profeta Noé (AS) y el Imam Alí Ibn Abi Táleb. Eva vivió sólo un año después de la muerte de Adán (AS). A sus muertes, sus hijos y la descendencia de éstos ascendían a cerca de 40.000 personas.

2. ENOCH (IDRIS) (AS)

La única mención que se hace en el Corán del profeta Idrís o Enoch se encuentra en dos versículos pequeños del capítulo de María (Mariam) (AS): “Y recuerda en el Libro a Idrís, él fue veraz y profeta * Lo elevamos a una alta posición” (19:56-57). Los libros biográficos de las historias de los profetas narran que Idrís recibió de Dios 30 “Hojas”, adicionales a las 50 “Hojas” que habían recibido “Adán” (AS) y “Set” (AS). Existen diferentes versiones acerca del lugar de su nacimiento; la más común afirma que nació en Egipto. En otras versiones, se narra que nació en Babel en Irak, y en otras que nació en Yemen. Se dice que Idrís fue el primer ser humano en usar la escritura (la pluma). Idrís vivió cerca de 365 años. Algunos historiadores comentan que “Idrís” (AS) no es el mismo “Enoch” (AS).

3. NOÉ (NUH) (AS)

El profeta Noé (AS) nació en el mismo año en que murió Adán (AS). Él fue designado profeta a la edad de 400 años según unas referencias y a la edad de 850 años según otras. Noé (AS) no recibió revelaciones nuevas, como es el caso de Adán (AS), Set (AS) y Enoch (AS), sino que predicaba las enseñanzas heredadas de sus tres abuelos mencionados. En su época, la gente ya estaba adorando a estatuas; es decir, eran idólatras. “Dijeron: No abandonéis a nuestros dioses, no abandonéis a Wudd ni a Suwá´a ni a Yaghúz ni a Ya´úq ni a Nasr” (71:23). Estos son nombres de cinco estatuas que la gente de Noé (AS) adoraba.

Noé (AS) se quedó cerca de 950 años predicando el monoteísmo a su gente, y las enseñanzas (“Hojas”) reveladas con anterioridad: “Enviamos a Noé a su gente: ¡Advierte a tu gente antes de que les llegue un doloroso castigo!” (71:1), y “Y he aquí que enviamos a Noé a su gente y estuvo con ellos mil años menos cincuenta….” (29:14). Sin embargo, él no recibía sino su desprecio y su maltrato. La gente incrédula agredía a Noé (AS), a veces hasta que éste sangrara o se desmayara. A pesar de esto, él siempre pedía el perdón de Dios para ellos y seguía predicando, con extrema paciencia y perseverancia, día y noche, abiertamente y en secreto, durante siglos. Finalmente, Dios le reveló a Noé (AS) que –por más que hiciese- ya nadie más de su gente iba a sumarse a la fila de los Creyentes, conformada por apenas unas cuantas decenas de personas: “Y le fue inspirado a Noé que excepto los que habían creído, nadie más de su gente creería;¡No te entristezcas por lo que hacen!” (11:36). Entonces Noé (AS) comenzó a pedirle a Dios la exterminación de los incrédulos, no por venganza o porque le hayan maltratado, sino para evitar que siguiesen influenciando negativamente a las pocas personas que todavía mantenían su fe.

Frente a esta situación, Dios le ordena a Noé (AS), quien era carpintero, a construir una enorme arca, que lo salvaría a él, a los pocos creyentes que se mantenían con su fe, así como a diversas parejas de animales, de un gran diluvio. Noé (AS) se abocó a la construcción de dicha arca, con la guía de Dios y ayudado por el ángel Gabriel: “¡Construye la nave bajo Nuestros ojos e inspiración y no me hables de los que han sido injustos pues realmente ellos van a ser ahogados!” (11:37). Unas referencias afirman que Noé (AS) tardó unos 200 años para completar esa construcción, y otras hablan de 40 años. Aunque mucha gente le ayudó en la construcción del arca, estos se burlaban de él, por construir un arca lejos de cualquier costa, y por creer que iba a haber un diluvio.

Cuando llegó el momento del diluvio, el arca ya estaba lista, y Noé (AS) reunió en ella a las pocas personas creyentes, a las parejas de animales y algo de siembra. Uno de sus hijos era incrédulo y no quiso embarcarse en el arca. Noé (AS) le suplicó a Dios para que lo salvase; sin embargo, Dios le indicó a Noé (AS) que su hijo no era “de su gente”, es decir, no era Creyente, por lo que tenía que recibir su merecido igual que los demás incrédulos: “Y Noé llamó a su Señor y dijo: ¡Señor mío! Mi hijo es parte de mi familia; Tu promesa es verdadera y Tú eres el más justo de los jueces. * Dijo: ¡Noé! Él no es de tu familia y sus obras no son rectas; no me preguntes por aquello de lo que no tienes conocimiento; Te exhorto a que no estés entre los ignorantes” (11:45-46). Igualmente, Noé (AS) tenía dos esposas, una Creyente y la otra, incrédula. Esta última tampoco quiso embarcarse en el arca, por lo que no fue salvada.

Según algunas referencias, el diluvio duró unos 40 días, y el arca estuvo moviéndose con la voluntad y guía de Dios entre olas que parecían montañas, por su magnitud: “Y navegaba con ellos entre olas como montañas…” (11:42), hasta que finalmente todo se calmó. Existen diferentes versiones acerca del lugar donde el arca terminó anclando: (a) en una montaña en el Mosul, en Irak, (b) cerca de Damasco o (c) en la península, entre El Tigris y el Eúfrates, cerca de Kufah.

Entre las personas salvadas en el arca de Noé (AS), se encuentran sus otros tres hijos: “Sem”, quien posteriormente habitó el Medio Oriente, “Hem”, quien habitó África y “Yafeth”, quien habitó Europa. Estos datos no están mencionados en el Corán; los mismos aparecen en diversas referencias.

Si se considera que Noé (AS) comenzó a predicar a la edad de 850 años, que quedó predicando unos 950 años, que estuvo 200 años construyendo el arca, y que –según las referencias- estuvo con vida durante unos 500 años después del diluvio, se puede concluir que Noé (AS) vivió cerca de 2.500 años. Sin embargo, las referencias tienen –entre sí- muchas divergencias en los datos y algunas narran que Noé (AS) vivió unos 950 años.

Cuando el ángel de la muerte se le apareció a Noé (AS), éste estaba debajo del sol. Después de intercambiar los saludos y al enterarse Noé (AS) que el ángel venía por su alma, le pidió –como profeta que es- que lo dejara primero ponerse en la sombra. Al moverse, Noé (AS) le comentó al ángel que su vida entera había sido como este pequeño e insignificante paso de la zona soleada hacia la sombra. Algunas referencias afirman que Noé (AS) fue enterrado en Kufah.

4. HEBER (HUD) (AS)

Inmediatamente después del diluvio, los sobrevivientes eran -por lógica- de los Creyentes; es decir, eran monoteístas que adoraban a Dios, ya que ellos son los que creyeron en Noé (AS) y en su condición de Profeta (SAAWAWS). Después de varias generaciones, comenzó otra vez la desviación de la gente, manifestándose en la idolatría.

Al sur de la Península Arábiga (zona llamada actualmente Al Rubh Al Kháli), al norte de Hadramut, en una zona montañosa, se había desarrollado una pequeña ciudad, usando elementos de extremo lujo: “¡No has visto lo que hizo tu Señor con la gente de Ad * Iram, la de las columnas * Como la que no se creó otra igual en la tierra!” (89:6-8). Sus habitantes se caracterizaban por ser sumamente fuertes, y de tamaño enorme: “¿Os sorprende que os haya llegado un recuerdo de vuestro Señor a través de uno de vosotros para advertiros? Recordad cuando os hizo sucesores de las gentes de Noé y os dio una complexión y una fuerza superiores; recordad los dones de Dios para que así podáis tener éxito” (7:69). Los habitantes de esta ciudad, llamados “gente de Ad”, una tribu árabe, eran sumamente arrogantes y se habían convertido en idólatras. Para conducirlos al camino recto, Dios les envío el profeta Hud (AS) para llamarlos al monoteísmo y al buen obrar:

  • Y a la gente de Ad, (enviamos) su hermano Hud que les dijo: ¡Gente mía! ¡Adorad a Dios! Fuera de Él no tenéis otro dios; ¿No os guardaréis?” (7:65)
  • Cuando su hermano Hud les dijo: ¿No vais a temer? * Yo soy para vosotros un mensajero fiel * Así pues temed a Dios y obedecedme * No os pido por ello ningún pago; mi recompensa sólo incumbe al Señor de los mundos * ¿Cómo es que edificáis señales en los lugares elevados de cada camino por capricho? * ¿Y os construís fortalezas como si fuerais a ser inmortales? * ¿Y cuando atacáis, os comportáis como tiranos? * ¡Temed a Dios y obedecedme!” (26:124-131).

Sin embargo, lo que recibió el profeta Hud (AS) como respuesta fueron oídos sordos, desprecio e insultos:

  • Los Ad fueron soberbios en la tierra sin razón; dijeron: ¿Quién tiene más poderío que nosotros? ¿Es que no veían que Dios, que los había creado, tenía más fuerza y poder que ellos? Negaron sistemáticamente Nuestros signos” (41:15)
  • Dijeron: ¡Hud! No nos has traído ninguna prueba clara y no vamos a abandonar a nuestros dioses por lo que tú digas, ni te creemos * Lo que decimos es que alguno de nuestros dioses te ha trastornado; (Hud) dijo: Pongo a Dios como testigo y sedlo vosotros, de que soy inocente de lo que asociáis aparte de Él (11:53-54)
  • Dijeron los ricos y principales de su gente, que no creían: Te vemos en una insensatez y te tenemos por uno de los mentirosos” (7:66)
  • Dijeron: Nos da igual que nos exhortes o que te quedes sin exhortarnos * Esto no es sino la manera de ser de los antiguos * Y no vamos a ser castigados” (26:136-138).

Entonces Hud (AS) les retó a todos, estando en una posición de debilidad física frente a ellos, pero con una enorme fuerza de fe: “Así pues tramad contra mí todos sin más espera * Verdaderamente yo me apoyo en Dios, mi Señor y el vuestro….” (11:55-56). Finalmente, Dios les castigó por su negativa y por su arrogancia, en dos pasos:

  1. Un enorme grito que destruyó todo cuanto había en la ciudad de Ad: “El grito de la verdad los agarró y los dejamos convertidos en despojos; ¡Fuera con la gente injusta” (23:41), y
  2. Un viento extremadamente fuerte y frío que los exterminó a todos ellos:
    • Y los Ad fueron destruidos por un viento gélido y tempestuoso * Lo hizo soplar contra ellos siete noches y ocho días consecutivos, durante los cuales veías a la gente caída como troncos huecos de palmera * ¿Y ves que haya quedado algo de ellos?” (69:6-8)
    • Y los Ad, cuando mandamos contra ellos el viento aciago * Nada de lo que alcanzó quedó sin estar marchito” (51:41-42).

El viento, que duró 8 días, levantaba cada una de las personas de la ciudad, aún con su tamaño enorme, y luego lo hacía caer al piso, matándolo. Con esto, toda la ciudad fue transformada en instantes a polvo y arena, y se ha mantenido así hasta nuestros días, como una especie de arenas movedizas, como uno de los signos de Dios. Por supuesto, Hud (AS) y los Creyentes fueron salvados por Dios: “Y lo salvamos junto a los que con él estaban, por una misericordia Nuestra, exterminando a los que habían negado la verdad de Nuestros signos y no eran creyentes” (7:72).

Al morirse, Hud (AS) fue enterrado en Kufah, aunque algunas referencias afirman que fue enterrado en Hadramut

5. SALÉ (SALEH) (AS)

Saleh (AS) fue un profeta enviado a una tribu árabe llamada Thamud, que vivía en una localidad llamada antiguamente como “Al Hijr” y su nombre actual es “Madá´in Saleh”, ubicada a 380 kilómetros al noroeste de Madinah. La pequeña localidad donde habitaban se caracterizaba por grandes palacios construidos con piedras: “Y los Thamud que socavaban las rocas en el valle” (89:9). Las personas de esta tribu adoraban a cerca de unos setenta ídolos o estatuas. El profeta Saleh (AS) intentó por más de cien años de que su tribu dejase de adorar a las estatuas y de que se convirtiese en monoteísta, adorando sólo a Dios: “Y a los Thamud, (enviamos) a su hermano Saleh que les dijo: ¡Gente mía! Adorad a Dios, fuera de Él no tenéis otro dios….” (7:73). Este llamado del profeta Saleh (AS) no tuvo eco por parte de los idólatras: “Y a los Thamud les dimos la guía, pero ellos prefirieron la ceguera a la guía y los sorprendimos con un castigo fulminante e infame a causa de lo que se habían buscado” (41:17).

La tribu vivía en una zona muy fértil, con jardines y ríos, tal como lo era toda la Península Arábiga. Saleh (AS) le advirtió a la tribu que cuando no se siguen los mandatos de Dios y se asocia a Dios con otros dioses, o sencillamente no se adora a Dios sino a ídolos y estatuas hechas por el mismo hombre, entonces Dios lo destruye todo y lo transforma en polvo, como castigo y para que quede como signo para los demás: “¿Acaso vais a ser dejados a salvo en lo que tenéis? * ¿En jardines y manantiales * Cereales y palmeras de tiernos brotes? ” (26:146-148).

Después de tanto tiempo con la negativa de su tribu, Saleh (AS) les planteó un trato: él les hacía un pedimento a los ídolos, y si éstos le escuchan y le conceden el pedimento en el acto, los dejaría tranquilos a todos; por otro lado, ellos harían el pedimento que quisiesen a Dios (el dios de Saleh (AS)), y si su pedimento es concedido en el acto, entonces ellos dejarían de ser idólatras y adorarían a Dios. Este trato fue aceptado por la tribu. Desde un principio, los líderes de la tribu fueron los que solicitaron un “signo” a Saleh (AS), para que les demostrase que él es realmente un profeta: “No eres más que un ser humano como nosotros, trae una señal si eres de los que dicen la verdad” (26:154). Este pedimento fue más como un desprecio y una burla hacia el Profeta (SAAWAWS), ya que ellos estaban absolutamente convencidos que Saleh (AS) iba a fracasar en cualquier demostración.

En el día que le tocó a Saleh (AS) realizar su pedimento, lo hizo frente a los ídolos, pidiéndoles a éstos, uno por uno, que le contestaran o le hablaran y –por supuesto- ninguno le respondió.

En el día que le tocó al resto de las personas de la tribu, estos solicitaron reunirse frente a una montaña, que tenía una roca gigante. Setenta personas fueron al lugar indicado y allí, le solicitaron a Saleh (AS) pedirle a Dios que, en el acto, salga una camella de la montaña o de la roca, con una descripción muy específica, ¡¡Y de paso, embarazada!! Inmediatamente, y con el poder de Dios, la roca explotó, se abrió y salió de la misma una camella con una descripción idéntica a la solicitada. Los presentes quedaron perplejos ante lo ocurrido y se aprestaron a regresar a la localidad de la tribu. En el camino, 65 personas se dispersaron, con apatía o indiferencia frente a lo que había sucedido y sólo cinco personas siguieron, con fe, después de haber visto el signo de Dios.

Una vez de vuelta en la tribu, los jefes y líderes de la misma no quisieron aceptar lo sucedido como un signo de Dios y se retractaron de su promesa: “Los Thamud no tomaron en serio las advertencias” (54:23). Además, ellos afirmaron que esto fue un acto de magia, y no un Signo de Dios. En ese momento, Dios instruyó a Saleh (AS), por inspiración divina, que le indicase a la tribu que esta camella se iba a quedar entre ellos y que no le hiciesen daño:

  • “…. Os ha llegado una evidencia de vuestro Señor: La camella de Dios que es un señal para vosotros; dejadla que coma en la tierra de Dios y no la toquéis con ningún daño; porque si lo hicierais, os alcanzaría un doloroso castigo” (7:73)
  • ¡Gente mía! Aquí tenéis a la camella de Dios que es un signo para vosotros; dejadla que coma en la tierra de Dios y no le hagáis daño alguno para que no os sorprenda un castigo próximo” (11:64).

Además, les indicó que la misma bebería agua del bebedero de la tribu por un día completo, en el que los demás no deberían beber del mismo, mientras que al día siguiente la tribu bebería y la camella no lo haría: “Y el Mensajero de Dios les dijo: ¡La camella de Dios y su turno de bebida!” (91:13).

Esta petición, o advertencia, fue inicialmente cumplida por la tribu. Mientras tanto, la camella proporcionaba leche a toda la tribu, y la misma no hacía daño ni a personas ni a la siembra del lugar.

Un día, los líderes de la tribu no quisieron seguir más con esta situación, y decidieron matar a la camella, lo cual fue materializado a manos de una de las personas de esa tribu: “Pero lo negaron y la desjarretaron, y su Señor los aniquiló, por su atrocidad, arrasándolos” (91:14). A raíz de esto, y por inspiración divina, Saleh (AS) le informó a la tribu sobre un inminente castigo por parte de Dios, del cual serían objeto, en el lapso de tres días, si antes no se arrepienten de lo que hicieron. Como demostración previa de la veracidad de este “ultimátum”, Saleh (AS) les informó que el primer día sus caras se volverían amarillas, el segundo día se volverían rojas y el tercer día se volverían negras, y posteriormente tendrían el castigo advertido. Se observa que estas señales, que sucederían de una manera sucesiva durante tres días consecutivos, les deberían hacerles reflexionar y reaccionar a los idólatras, ya que se estaría cumpliendo, por pasos, el castigo advertido. De hecho, cada día iba sucediendo lo que el profeta Saleh (AS) les había pre-anunciado y, a pesar de ello, los líderes de la tribu no dejaban que el resto se arrepintiesen y dejasen la idolatría. Finalmente, después de suceder la señal del tercer día, al caer la medianoche, el ángel Gabriel produjo un grito sumamente intenso, el cual hizo que todas las personas cayeran muertas, a excepción de los muy pocos Creyentes que habían confiado en el profeta Saleh (AS):

  • Pero la desjarretaron; (Saleh) dijo: Disfrutad en vuestro hogar durante tres días; ésta es una promesa sin engaño * Y cuando Nuestro mandato llegó, salvamos a Saleh y a los que junto a él creían gracias a una misericordia de Nuestra parte, librándolos de la humillación de aquel día; es cierto que tu Señor es el Fuerte, el Irresistible (11:65-66)
  • “Mira cómo terminó su plan, en verdad los exterminamos a ellos y a sus familias, a todos * Ahí quedaron sus casas vacías por haber sido injustos; es cierto que en eso hay un signo para gente que reflexione” (27:51-52).

6. ABRAHAM (AS), ISMAEL (AS) E ISAAQ (AS)

En las cercanías de la actual Kufah, en Irak, había una ciudad llamada Babilonia, cuyos habitantes adoraban a los ídolos. El rey de la ciudad era el tirano Nemrud. Un astrólogo le informó que nacería un hombre en esta ciudad y en este tiempo, que extinguirá esta religión (la idolatría) y predicará una nueva y diferente religión. Entonces Nemrud ordenó la separación entre los hombres y las mujeres, para evitar dicho nacimiento. Las mujeres que ya estaban embarazadas, se escondían hasta mucho más allá de dar a luz, ya que cuando el rey Nemrud se enteraba del embarazo de una mujer, ordenaba su observación hasta dar a luz. Si la criatura era varón, ya estaría ordenada su muerte, y si era hembra se salvaría. Entre éstas, se encuentra la madre de Abraham (AS) que, pese a que su embarazo no se hacía notar, se escondió hasta mucho después de haber nacido su hijo.

Abraham (AS) fue escondido en una cueva segura, casi durante trece años. Su madre, cuando salía, cerraba la entrada de la cueva con piedras hasta su regreso. Finalmente, él mismo decidió salir de su ocultamiento, a pesar del ruego de su madre, quien lo llevó a casa de su tío Azar, ya que su padre Tareh se había muerto durante su ocultamiento.

Las referencias difieren en cuanto al padre de Abraham (AS). Algunos afirman que Tareh es el mismo Azar, siendo éste su apodo, mientras que otros niegan que Azar sea el padre de Abraham (AS), sino su tío, a pesar de que un versículo del Corán menciona a Azar, como padre de Abraham (AS) (si se toma la palabra de una manera literal): “Cuando Abraham dijo a su padre Azar: ¿Tomas a unos ídolos por divinidades? En verdad que te veo a ti y a los tuyos en un claro extravío” (6:74). Los que –a pesar de esto- afirman que Azar no es padre de Abraham (AS), no ven con esto una contradicción con el texto del Corán, ya que, a veces, al tío se le llama padre. El mismo Corán recurre a esto, en otro versículo: “¿Acaso estabais allí presentes cuando le vino la muerte a Jacobo? Cuando dijo a sus hijos: ¿Qué adoraréis cuando yo ya no esté? Dijeron: Adoraremos a tu Dios y al Dios de tus padres: Abraham, Ismael e Isaaq, que es un Dios Único; y a Él estaremos sometidos” (2:133). En este caso, Dios usó la palabra padre para designar la relación de Ismael (AS) con Jacobo (AS), siendo Ismael (AS) su tío. Por otro lado, el racional detrás de la negación de la posibilidad de que Azar sea el padre de Abraham (AS) es que Azar fue idólatra y –además- construía los ídolos o estatuas para venderlas a Nemrud, el rey, quien los colocaba en las calles para ser adorados por la gente. Para algunos eruditos, es inconcebible o impensable que en la línea de ascendencia de los profetas –desde Adán (AS) hasta Muhammad (SAAWAWS)- pueda existir una sola persona idólatra, politeísta o atea.

Lo importante de la historia es que la gente del pueblo donde nació Abraham (AS) adoraba a los ídolos, y Abraham (AS) jamás vio esto con buenos ojos, aún siendo un joven de temprana edad. Él consideraba que unas estatuas, hechas por el mismo hombre, que no oyen, no ven, no hablan, no escuchan las súplicas, ni son de utilidad alguna, no pueden ser dioses ni deben ser adoradas:

  • Es verdad que anteriormente le dimos a Abraham la dirección correcta para él; y ya lo conocíamos * Cuando le dijo a su padre y a su gente: ¿Qué son estas estatuas a las que dedicáis vuestra adoración?” (21:51-52)
  • Cuéntales la historia de Abraham* Cuando le dijo a su padre y a su gente: ¿Qué es lo que adoráis? * Dijeron: Adoramos ídolos a cuyo culto estamos dedicados * Dijo: ¿Acaso os escuchan cuando los invocáis? * ¿U os benefician u os perjudican? * Dijeron: Sin embargo encontramos a nuestros padres que así hacían” (26:69-74).

Abraham (AS) trató, de una manera especial, de guiar a Azar y salvarlo de esta práctica que -de perdurar- le haría merecer el castigo de Dios: “Y recuerda en el Libro a Abraham; él fue realmente sincero y profeta * Cuando dijo a su padre: ¡Padre mío! ¿Por qué adoras lo que ni oye ni ve ni te sirve de nada? * ¡Padre! Me ha llegado un conocimiento que no te ha llegado a ti; sígueme y te guiaré por un camino llano * ¡Padre! No adores a Satanás, pues ciertamente Satanás es rebelde con el Misericordioso * ¡Padre! Temo de verdad que te llegue un castigo del Misericordioso y seas de los que acompañen a Satanás” (19:41-45), a lo que Azar le respondió: “Dijo: ¿Acaso desprecias a mis dioses, Abraham? Si no dejas de hacerlo te lapidaré; aléjate de mí durante mucho tiempo” (19:46). Entonces, Abraham (AS) le respondió con todo respeto y educación: “Dijo: Paz sea contigo; pediré perdón por ti a mi Señor, es cierto que Él es Complaciente conmigo” (19:47).

En un día festivo, Nemrud y toda su gente salieron de la ciudad para realizar la celebración en las afueras de la misma. La única persona que no salió con ellos fue Abraham (AS), cuya edad en aquel entonces no llegaba a los 16 años. Estando solo, Abraham (AS) trajo un poco de comida y se dirigió a todas las estatuas, de una manera irónica, pidiéndoles -una por una- que comieran y que hablaran con él. Al no recibir respuesta ni reacción alguna, Abraham (AS) destruía la estatua: “Se fue para sus dioses y dijo: ¿Es que no coméis? * ¿Qué os pasa que no habláis? * Entonces fue sigilosamente hacia ellos golpeándolos con fuerza” (37:91-93). Esto fue repetido con todas las estatuas, excepto la última, que es la más grande y que Abraham (AS) dejó intacta.

Al regreso, Nemrud, al darse cuenta de la destrucción de las estatuas, le preguntó a Abraham (AS) sobre quien lo había hecho, a lo cual le respondió que le preguntara al ídolo más grande: “Dijeron: ¿Eres tú el que has hecho esto con nuestros dioses, Abraham? * Dijo: No; ha sido éste, el mayor de ellos; preguntadle, si es que puede hablar” (21: 62-63). Por un momento, la gente reflexionó; sin embargo, rápidamente volvieron a su estado inicial.

Al darse cuenta Nemrud que esto fue obra de Abraham (AS), y –por su edad- que el mismo habría nacido y se habría criado de una manera oculta, se acordó del vaticinio del astrólogo y quiso hacer desaparecer a Abraham (AS). Entonces, ordenó su encarcelamiento y que se preparara una fogata inmensa, para quemarlo en la misma. Cuando llegó el día de la ejecución y prepararon la fogata, la misma era tan grande, que su alta temperatura se extendía en todos los alrededores, por lo que nadie podía acercársele. Para poder lanzar a Abraham (AS) en la misma, tuvieron que recurrir al uso de una catapulta. Una vez en la catapulta, el ángel Gabriel le aparece a Abraham (AS) y le pregunta si necesita algo de él, a lo que Abraham (AS) le responde: “de ti, no; de Dios sí; el hecho que Él sabe lo que me está pasando, es suficiente; Él sabe mi pedimento”. Al ser lanzado, Dios le ordenó al fuego que fuese frío y paz (inofensivo) para Abraham (AS): “Dijimos: Fuego, sé frío e inofensivo para Abraham” (21: 69). Así, Nemrud, quien estaba sentado en una parte alta y lejos del fuego, observando lo que sucedía, se percató que el fuego no le estaba provocando daño alguno a Abraham (AS), ordenó apagar el fuego y traer a Abraham (AS) ante él. Entonces, le preguntó sobre su Dios, a lo que Abraham (AS) le respondió que Dios es el que crea y quita las vidas. Nemrud le dijo que él también da y quita las vidas. Al indagar Abraham (AS), irónicamente, cómo él hacía esto, Nemrud dijo: “si hay dos hombres castigados a quienes se haya dictaminado la muerte, yo perdono a uno, dándole así la vida, y no perdono al otro, quitándole así la vida”. Entonces Abraham (AS) le dijo: “Si lo que estás diciendo tiene sentido, entonces revive al hombre que mataste”. Luego Abraham (AS) le dijo: “mi Dios hace levantar el sol por el este; si tú eres como te crees, pues haz que el sol se levante por el oeste”. Un versículo del Corán nos muestra esta conversación: “¿No has visto a aquél que, porque Dios le había dado soberanía, desafió a Abraham discutiéndole a su Señor? Dijo Abraham: Mi Señor da la vida y da la muerte; dijo él: Yo doy la vida y doy la muerte; dijo Abraham: Dios trae el sol desde el este, tráelo tú desde el oeste; y quedó confundido el que se negaba a creer; Dios no guía a los que son injustos” (2:258). Así, Nemrud quedó perplejo, sorprendido, confundido y con un sentido de fracasado. Ante lo sucedido, y viendo la inteligencia, persistencia y fuerza de los argumentos de Abraham (AS), Nemrud decidió expulsarlo de Babilonia.

Abraham (AS) se casó con su prima Sarah, quien era –al mismo tiempo- hermana de Lot (AS) (de otra madre). Según una narración del Profeta Muhammad (SAAWAWS) a sus compañeros, Sarah es –después de Eva- la mujer más bella en la historia de la humanidad. Lot (AS) –además de Sarah- creyó en Abraham (AS): “Y Lot creyó en él y dijo: He de emigrar por mi Señor, es cierto que Él es el Inigualable, el Sabio” (29:26). Ambos emigraron con Abraham (AS) de Babilonia. La dirección hacia la cual Abraham (AS) y sus acompañantes se estaban dirigiendo –sin saberlo- fue la de las tierras de “Ash´Sham” (Ese nombre se da históricamente a: Siria, Palestina y Jordania). Abraham (AS) tenía fe en que Dios lo guiará, de acuerdo a Su voluntad: “Y (Abraham) dijo: Me voy hacia mi Señor, Él me guiará” (37:99).

En su trayecto, llegaron a una localidad llamada “Harrán”, al sureste de Turquía, y en la cual la gente adoraba las estrellas y los planetas. Abraham (AS) sabía que tenía una misión que cumplir, consistente en transformar a los politeístas e idólatras en monoteístas, para que adorasen al único y verdadero Dios, el Creador de todos. En este caso, Abraham (AS) usó –igualmente- una manera inteligente y amena para hacer reflexionar a esta gente que adoraba a las estrellas. En vez de llamarles a la reflexión de una manera brusca, Abraham (AS) comenzó a sentarse con ellos en las noches, cuando ellos se ponían a contemplar a las estrellas, sus supuestos dioses. En un momento, Abraham (AS) gritó, con una voz muy alta como para llamar intencionalmente la atención: Aquella estrella grande es mi dios: “Y cuando cayó sobre él la noche, vio un astro y dijo: Este es mi Señor, pero cuando desapareció, dijo: No amo lo que se desvanece” (6:76). Sin embargo, cuando la estrella se desvaneció, Abraham (AS) dijo –igualmente gritando- que aquélla no puede ser su dios, ya que un dios no se desvanece. En la noche siguiente, Abraham (AS) seleccionó la luna y gritó ante los demás que éste sería su dios, ya que es mucho más grande y más luminosa que el resto de las estrellas: “Y cuando vio que salía la luna, dijo: Este es mi Señor; pero al ver que desaparecía, dijo: Si mi Señor no me guía seré de los extraviados” (6:77). Al desaparecer la luna, Abraham (AS) dijo que éste tampoco sería su dios, ya que, igualmente, desapareció. Además, se hizo ver ante los demás como confundido y extraviado y que el único que lo guiaría hacia la verdad sería Dios. Todo esto, lo hacía Abraham (AS) para hacer a la gente reflexionar y reaccionar. Después de estos dos intentos, Abraham (AS) le dijo a la gente que en las noches no había logrado encontrar a su dios y que sería interesante buscarlo durante el día. ¿Por qué no? ¿Porqué sólo de noche?... Este es otro llamado a la reflexión. Apenas salió el sol, mucho más grande y mucho más luminoso que la luna, Abraham (AS) les decía a los demás que éste sí sería su dios; es lo máximo entre todo lo que habían contemplado: “Y cuando vio el sol naciente, dijo: Este es mi Señor pues es mayor; pero cuando se ocultó, dijo: ¡Gente mía, soy inocente de lo que asociáis (con Dios)!” (6:78). Después de esto, al ver el sol también ocultándose, Abraham (AS) les dijo a todos que, definitivamente, todas estas estrellas, la luna y el sol, no pueden ser dioses, ya que todos desaparecen, lo cual no puede ser una cualidad del verdadero Dios. Allí, Abraham (AS) les manifestó que él no podía adorar, como ellos, a algo que se demostró no poder ser un dios, ya que al hacerlo, estaría asociando a alguien o a algo con el verdadero Dios: “Dirijo mi rostro, como auténtico monoteísta, a Quien ha creado los cielos y la tierra y no soy de los que asocian” (6:79). Después de esto, y al ver que aquella gente persistía en sus ideas de politeísmo y asociación, Abraham (AS) los dejó y siguió con su emigración.

Esta vez, Abraham (AS) siguió una ruta hacia el suroeste. Lot (AS) se quedó en los pueblos de “Ash´Sham”, mientras que Abraham (AS) continuó con su esposa Sarah, hasta llegar a las tierras de Egipto. En la vía, se encontraron con un recolector de impuestos (diezmo) para un rey Copta que gobernaba Egipto. El recolector quería examinar todo lo que las personas llevaban consigo, para cobrar el diezmo, o sea, la décima parte de las pertenencias. Sin embargo, Abraham (AS) se negó fuertemente a mostrarle el “cuarto móvil” que llevaba, donde estaba Sarah, por temor a que el recolector le hiciese daño, hasta que al final se vio forzado a abrirlo. El recolector indagó sobre la relación de la mujer con Abraham (AS), quien le indicó que era su esposa y su prima. A raíz de lo sucedido, el recolector insistió en llevarlos a todos ante el rey. Una vez allí, y después de que el recolector le contó la historia al rey, éste obligó a Abraham (AS) que le mostrara a Sarah. Una vez la vio, el rey tendió su mano para tocarla (a Sarah), pero en el acto su mano fue paralizada, por una súplica que le hizo Abraham (AS) a Dios. Entonces, el rey le rogó a Abraham (AS) que suplicase otra vez, pero para que le sanara la mano, a lo cual accedió. Sin embargo, una vez sanada su mano, la tendió otra vez para intentar tocar a Sarah, repitiendo Abraham (AS) la misma súplica, y paralizándose otra vez la mano del rey. El rey le pidió por segunda vez a Abraham (AS) que suplicara a su Dios para que le sanara la mano, comprometiéndose no volver a lo mismo. Entonces Abraham (AS) suplicó a Dios que, si el rey estaba diciendo la verdad, que le sanara su mano, lo cual se cumplió. Esta historia se cuenta de maneras diferentes en las referencias, y sus detalles no han sido narrados en el Corán. Sin embargo, estas diferencias son irrelevantes ante la importancia del resultado final y el mensaje. Maravillado el rey por lo sucedido, quiso honrar a Abraham (AS) y le ofreció, en obsequio, una bella mujer copta, para que ayudara a Sarah con los quehaceres del hogar. Esta mujer es Hajar (Agar), quien más adelante sería la madre del profeta Ismael (AS). Después de esto, el rey despidió, con todo respeto y consideración, a Abraham (AS) y sus acompañantes, quienes se dirigieron hacia Palestina: “Y a él y a Lot los pusimos a salvo en la tierra que habíamos hecho bendita para todos los mundos” (21:71).

Abraham (AS) se estaba volviendo de edad avanzada (mayor de 80 años), lo mismo que Sarah, y todavía no habían logrado tener hijos. Un día, la misma Sarah, quien tenía la potestad sobre Hájar, le planteó a Abraham (AS) que podría casarse con ella (con Sarah) con el fin de tener un hijo; y así fue. De ello nació Ismael (AS).

Al crecer Ismael (AS), Abraham (AS) recibió instrucciones de Dios de llevar a Hajar y a su hijo Ismael (AS) a un sitio lejano, hacia el cual Él le guiaría. Abraham (AS) se llevó a Hajar y su hijo Ismael en un largo viaje hacia el desierto, hasta llegar a un lugar donde no había ni agua ni árboles frutales, y allí los dejó, a pesar de que a lo largo del trayecto, desde su casa, habían pasado por innumerables sitios fértiles y con agua. Ese lugar es el que más adelante se convirtió en La Meca. Abraham (AS) daba todos sus pasos por inspiración divina, y estaba infinitamente confiado que Dios cuidaría de Hajar y de su hijo: “¡Señor nuestro! He hecho habitar a parte de mi descendencia en un valle en el que no hay siembra, junto a tu Casa Sagrada, para que, Señor, establezcan la Oración; así pues haz que los corazones de la gente se vuelquen hacia ellos y provéeles de frutos para que puedan agradecer” (14:37).

Abraham (AS) regresó allí mismo, y Hajar se quedó sola con su hijo. Ya durante el día siguiente, al elevarse el sol, el niño comenzó a sentir una fuerte sed, por lo que su madre fue a buscar desesperadamente agua. Al llegar a un sitio desde donde ya no podía ver a su hijo, ascendió a una pequeña montaña para ver si lograba verlo. Desde la cima de la montaña, creyó haber visto agua en el lado opuesto donde había otra pequeña montaña. Entonces bajó rápidamente y fue hacia el otro lado, y se dio cuenta que lo que había visto era espejismo. Allí dejó de ver otra vez a su hijo, por lo que subió a la otra montaña para lograr verlo y le pasó lo mismo, creyendo que había visto agua. Esto le sucedió siete veces. Estas dos pequeña montañas, cercanas una de la otra, no son más que el “Safá” y el “Marwá”, entre las cuales cada peregrino musulmán debe hacer siete caminatas, como uno de los rituales de la peregrinación. Después de la séptima caminata, y desde el Marwá, Hajar miró a su hijo y avistó que el pequeño estaba jugando con agua abundante que manaba entre sus pies. Allí, ella se dirigió hacia su hijo muy rápidamente, y al percatarse que esta vez sí era agua de verdad, hizo un cerco grande de arena para acumularla.

Al permanecer el agua en ese lugar, empezaron las aves a sobrevolar el mismo. Esto ayudó a la gente de una tribu que estaba viviendo en un lugar cercano -llamado actualmente Arafat, otro de los lugares visitados en los rituales de la peregrinación- que se percatasen que en el lugar que las aves sobrevolaban, había agua, por lo que se dirigieron al mismo, encontrando allí a Hajar y a su hijo Ismael (AS). A partir de ese momento, todos quedaron viviendo allí, junto a Hajar y su hijo, a quienes trataron como miembros de su tribu y de sus familias. De esta manera, la súplica que le hizo Abraham (AS) a Dios, fue escuchada y cumplida (ver versículo (14:37), arriba).

Abraham (AS) venía a visitar, cada cierto tiempo, a su hijo Ismael (AS) y su madre Hajar. En una de estas visitas, Abraham (AS) tuvo una visión donde Dios le ordena sacrificar a su único hijo. En ese entonces Ismael (AS) era el único hijo de Abraham (AS). Isaaq (AS) no había nacido todavía. Además, Isaaq (AS) jamás pudo ser hijo único, ya que siempre tuvo a su hermano Ismael (hermano por parte de padre). El Corán dice en uno de sus versículos: “Y cuando éste (el hijo de Abraham) alcanzó la edad de acompañarle (a Abraham) en sus tareas, (Abraham) le dijo: ¡Hijo mío! He visto en sueños que te sacrificaba; dime cuál es tu parecer; (el hijo) dijo: ¡Padre! Haz lo que se te ordena y si Dios quiere, me encontrarás entre los pacientes” (37:102). Realmente el Corán no menciona el nombre del hijo de Abraham (AS) objeto del sacrifico. Con base en la sucesión de los eventos y las circunstancias asociadas, así como en dichos del profeta Muhammad (SAAWAWS), se concluye que el hijo de Abraham (AS), objeto del sacrificio ordenado por Dios, es Ismael (AS). Quienquiera que sea, su hijo le manifiesta infinita e incondicional obediencia a Abraham (AS), sabiendo que se trata de una orden divina, sin siquiera preguntar del porqué, ni hacer el más mínimo cuestionamiento de esa instrucción o voluntad de Dios.

En su camino hacia el sitio de la ejecución del sacrificio, Abraham (AS) escucha un susurro de un hombre, intentando convencerlo desistir de ejecutar ese acto de sacrificio. Abraham (AS) se percata que ese alguien no es más que Satanás, y le lanza siete piedras para que cesase de intentar convencerlo. Esto se repite tres veces; de allí que el lanzamiento de piedras forma –también- parte de los rituales de la peregrinación, como símbolo de la voluntad de no obedecer a Satanás, ni de escuchar sus susurros.

Llegado el momento de ejecutar el sacrificio, Abraham (AS), ya con el cuchillo en la mano y levantado para iniciar la acción, Dios le ordena detenerse en el acto, y le envía un cordero para que sea sacrificado en lugar de Ismael (AS). Dios le indica a Abraham (AS) que ésta había sido una prueba de obediencia y sumisión incondicionales hacia Él, la cual pasó con éxito: “Y cuando ambos lo habían aceptado con sumisión, y lo había puesto boca abajo * Le gritamos: ¡Abraham! * Ya has confirmado la visión que tuviste; realmente así es como recompensamos a los que hacen el bien * Esta es, de verdad, la prueba evidente * Y lo rescatamos poniendo en su lugar una magnífica ofrenda * Y dejamos su memoria para la posteridad * Paz para Abraham* Así es como recompensamos a los que hacen el bien * Él fue uno de Nuestros siervos creyentes” (37:103-111).

El profeta Muhammad (SAAWAWS) comenta en uno de sus dichos, que él es el hijo de los dos “candidatos al sacrificio”: (1) uno sería Ismael (AS), del cual desciende –en decenas de generaciones- el profeta Muhammad (SAAWAWS), y (2) el otro sería Abdullah Ibn Abdul Muttalib, padre del Profeta (SAAWAWS), quien iba a ser sacrificado por su padre Abdul Muttalib, por haber hecho un voto si re-encontraba el pozo de agua que manó ante los pies de Ismael (AS), cuyo lugar se había perdido.

¿Dónde está la Káabah?... Se había mencionado que Adán (AS) había construido –por instrucciones de Dios- en las tierras que más adelante se conocerían como La Meca, una “casa”, para que fuese un sitio simbólico para realizar actos o rituales de adoración a Dios. Aquí, en este capítulo, se mencionó que Abraham (AS) dejó a Hajar y a su hijo Ismael (AS) en la zona desértica, que más adelante se convirtió en La Meca. Entonces, ¡¡Allí debería estar la Káabah!! Resulta que la misma se había perdido o casi se había destruido, debido al diluvio. Sólo había quedado una parte de sus bases. Cuando Ismael (AS) creció y se convirtió en un hombre, Dios instruye a Abraham (AS) que reconstruyera la Káabah y, por supuesto, le indica su lugar: “Y cuando Abraham e Ismael erigieron los fundamentos de la Casa: ¡Señor, acéptanoslo! Tu eres Quien todo lo oye, Quien todo lo sabe” (2:127). Una vez culminada la reconstrucción, Abraham (AS) e Ismael (AS) le piden a Dios que les enseñe los rituales que deben realizar en la Káabah, como demostración de devoción y adoración: “¡Señor nuestro! Haz que estemos sometidos a Ti y haz de nuestra descendencia una comunidad sometida a Ti; enséñanos a cumplir nuestros ritos de adoración y perdónanos; realmente Tú eres el Indulgente, el Compasivo” (2:128). Así, después de culminar la reconstrucción de la Káabah, a manos de los profetas Abraham (AS) e Ismael (AS) , Dios les enseña los rituales que deben efectuar, y le pide a Abraham (AS) que anuncie el mandato de Dios de la peregrinación, misión que Abraham (AS) cumple, desde el Monte Arafat, donde grita el anuncio del mandato de peregrinación: “Y cuando preparamos para Abraham el lugar de la Casa (la Káabah): No asocies nada conmigo, purifica Mi Casa para los que dan vueltas alrededor de ella y los que rezan de pie, inclinados y postrados * Y llama a la gente a la Peregrinación, que vengan a ti a pie o sobre cualquier montura, que vengan desde cualquier remoto camino” (22:26-27). Con esto, queda claro que la peregrinación a La Meca, alrededor de la Káabah, y otros rituales, algunos de los cuales ya fueron mencionados, es un mandato de Dios dictaminado desde la época de los profetas Abraham (AS) e Ismael (AS). De hecho, La Meca se mantuvo como centro de peregrinación desde aquella época hasta la del profeta Muhammad (SAAWAWS), quien renovó el llamado a la peregrinación, por mandato de Dios.

Es relevante mencionar que Ismael (AS) fue también un profeta, según reza el Corán: “Y recuerda en el Libro a Ismael, él fue cumplidor de la promesa y fue mensajero y profeta” (19:54).

La presentación de la biografía de Abraham (AS) no termina sin antes mencionar a otro evento importante, tanto para la familia del profeta Abraham (AS) como para la humanidad; se trata que cuando Sarah ya cumplió casi 80 años de edad y Abraham (AS) ya había sobrepasado los 100 años, unos ángeles vienen a darle una buena noticia a la pareja: “Y fueron Nuestros mensajeros a Abraham a llevarle las buenas noticias y dijeron: Paz, contestó: Paz; y no tardó en venir con un becerro asado * Pero al ver que no tendían sus manos hacia él, le pareció extraño y sintió miedo de ellos; dijeron: No temas, hemos sido enviados a la gente de Lot * Y su mujer, que estaba de pie, se rió y le anunciamos a Isaaq y después de Isaaq a Jacobo * (Sarah) Dijo: ¡Ay de mí! ¿Cómo voy a concebir si soy vieja y éste, mi marido, es un anciano? ¡Realmente esto es algo asombroso! * Dijeron: ¿Te asombras del mandato de Dios? ¡Que la misericordia de Dios y Su bendición sean con vosotros, gente de la casa! Ciertamente que Él es Digno de alabanza, Glorioso” (11:69-73).

Así, el nacimiento de Isaaq (AS) fue otro signo de Dios, por dos razones: (1) la gente en la época de Abraham (AS) ya no vivía tanto tiempo como en épocas anteriores como las de Adán(AS) y Noé, y (2) la pareja que no logró hijos en su juventud y madurez (porque Sarah estaba estéril), tuvo un hijo siendo ambos ancianos. Tanto Isaaq (AS) como su hijo Jacobo (AS) fueron –igualmente- profetas: “Y cuando los dejó junto a todo lo que adoraban fuera de Dios, le concedimos a Isaaq y a Jacobo y a ambos los hicimos profetas * Les concedimos parte de Nuestra misericordia y les dimos una lengua de veracidad, sublime” (19:49-50).

El profeta Isaaq (AS) nació unos 15 años después del nacimiento de su hermano, el profeta Ismael (AS), aunque las referencias hablan de diversas fechas.

Isaaq (AS) tuvo dos hijos morochos, casi a la edad de 60 años, siendo uno de ellos el profeta Jacobo (AS).

Isaaq (AS) se murió a la edad de 180 o 186 años, y fue enterrado en Hebrón, en Palestina. Realmente, el Corán no narra detalles acerca de la vida del profeta Isaaq.

Hacia el final de su vida, Abraham (AS) es complacido por Dios, otra vez más, cuando le pide que le muestre como resucita a los muertos: “Y cuando Abraham dijo: ¡Señor mío! Déjame ver cómo resucitas lo que está muerto; (Dios) dijo: ¿Acaso no crees? (Abraham) Dijo: Por supuesto que sí, pero es para que mi corazón se tranquilice; (Dios) dijo: Toma, entonces, cuatro pájaros distintos, córtalos en pedazos y, a continuación, pon un pedazo en cada monte y luego llámalos; vendrán a ti en el acto; y sepas que Dios es Todopoderoso, Sapientísimo” (2:260). Abraham (AS) hizo lo que Dios le indicó y todo se cumplió, tal como Dios le prometió.

Abraham (AS) tenía una posición muy privilegiada ante Dios, quien nos informa que esta posición es similar a la que emana de una relación entre dos amigos íntimos: “¿Y quién es mejor en su práctica de adoración que aquel que ha sometido su rostro a Dios, hace el bien y sigue la religión de Abraham como monoteísta? Y Dios tomó a Abraham como amigo privilegiado” (4:125). Además, Abraham (AS) es considerado, por Dios, como uno de los cinco profetas “decididos”, o sea, que han sido muy pacientes y perseverantes ante todo lo que han enfrentado de parte de su gente: “Y cuando hicimos que los profetas aceptaran su compromiso; el tuyo (el de Muhammad), el de Noé, el de Abraham, el de Moisés y el de Jesús, hijo de María; les hicimos aceptar un compromiso muy recio” (33:7).

Igualmente, Abraham (AS) hizo dos súplicas importantes, orientadas a futuro, las cuales han sido cumplidas, miles de años después: (a) “¡Señor nuestro! Envíales un mensajero que sea uno de ellos, para que les recite Tus signos, les enseñe el Libro, la Sabiduría y los purifique; es cierto que Tú eres el Poderoso, el Sabio” (2:129), promesa cumplida con el envío del profeta y mensajero Muhammad (SAAWAWS), miles de años después, y (b) “Y cuando Abraham dijo: ¡Señor mío! Haz esta tierra segura y apártanos a mí y a mis hijos de la adoración de los ídolos” (14:35), refiriéndose por “esta tierra”, a La Meca, la cual ha sido segura y protegida por Dios, a lo largo de miles de años.

Abraham (AS) ha sido nombrado en el Corán 69 veces, en 25 capítulos.

Abraham (AS) se considera uno de los cinco profetas “decididos”; él ha enfrentado con obediencia, paciencia y éxito diversas situaciones extremas que cualquier ser humano cedería ante cualquiera de ellas. Recapitulando, éstas son:

  • Destrucción de las estatuas, a sabiendas que se enfrentaría al rey opresor y tirano, Nemrud
  • Su lanzamiento al fuego, por su perseverancia en el monoteísmo
  • Su enfrentamiento al rey copta
  • “Abandono” de Hajar y de su hijo Ismael (AS) en un sitio remoto en el desierto, sin gente, sin agua y sin siembra alguna, teniendo plena confianza en que Dios los protegería
  • Obediencia de la orden de Dios, de sacrificar a su –único- hijo, ya crecido, de unos trece años

Es muy importante aclarar que –antes del profeta Moisés (AS)- no había religiones “etiquetadas”, como las hubo posteriormente. Se sabe que las tres religiones monoteístas son: la judía, la cristiana y la musulmana, en orden de aparición. Esto no significa que antes de la religión judía, cuyo profeta predicador es Moisés (AS), no había religiones. De hecho, existieron muchos profetas antes de Moisés (AS). Sin embargo, las predicaciones y enseñanzas de éstos, no fueron “etiquetadas” con algún nombre específico. De allí, se concluye que Abraham (AS) no fue un profeta judío o de la religión judía, ya que la religión judía no existió como tal, con ese calificativo, sino a partir de la época de Moisés (AS), descendiente del profeta Abraham (AS), es decir, siglos después. Lo que sí se puede asegurar es que todas las predicaciones y enseñanzas de todos los profetas anteriores a Moisés (AS), las cuales son consistentes entre sí, se consideran el centro, el corazón o la médula de lo que podría denominarse la “religión auténticamente monoteísta”. Igualmente, a nivel doctrinario o principios de fe, no debería haber diferencia alguna entre las tres religiones mencionadas (entre sí) ni con la “religión auténticamente monoteísta”. (Ver capítulo I). Además, Dios nos dice en el Corán: “Abraham no era ni judío ni cristiano, sino auténtico monoteísta (en árabe: haníf) y musulmán (sometido a Dios); y nunca fue uno de los politeístas” (3:67).

Abraham (AS) murió a la edad de 175 años (en otras referencias, 185 años). Él fue enterrado en Hebrón, en el mismo sitio donde posteriormente fue enterrado Isaaq (AS).

7. LOT (AS)

Ya se mencionó que Lot (AS) salió con su tío Abraham (AS) de Babilonia, cuando éste fue expulsado por el rey Nemrud, a raíz de la destrucción de las estatuas: “Y Lot creyó en él (en Abraham) y dijo: He de emigrar por mi Señor, es cierto que Él es el Inigualable, el Sabio” (29:26). En su camino hacia Palestina, Lot (AS) se quedó en un pueblo pequeño, llamado “Sodoma” ubicado en la actual Jordania, circundado por otros pueblitos, donde el más cercano se llamaba “Gomorra”, con el fin de permanecer allí predicando el monoteísmo.

La gente de estos pueblos, especialmente de Sodoma y Gomorra, eran personas moralmente perversas y depravadas, a pesar de estar Lot (AS) con ellos, predicando las enseñanzas de Dios, durante más de veinte años. Su depravación llegó al límite de practicar la homosexualidad (entre hombres), de una manera tan abierta, inclusive delante de otras personas y de sus propias esposas. Para ello, buscaban a sus víctimas entre hombres ajenos al pueblo, en su paso por éste, a quienes les asaltaban, golpeaban y luego violaban:

  • Y Lot, cuando dijo a su gente: Estáis cometiendo una indecencia que ninguna criatura ha cometido antes * ¿Cómo podéis buscar a los hombres, asaltar los caminos y hacer cosas reprobables en vuestras reuniones? Pero la única respuesta de su gente fueron las palabras: Tráenos el castigo de Dios si es verdad lo que dices * (Lot) Dijo: ¡Señor mío! Ayúdame contra la gente corruptora” (29:28-30)
  • Y Lot, cuando dijo a su gente: ¿Estáis cometiendo la indecencia que nadie antes entre los humanos ha cometido? * ¿Veis a los hombres con deseo, en vez de a las mujeres? Realmente sois una gente desmesurada * Pero la única respuesta de su gente fue: ¡Expulsadlos de vuestra ciudad, son gente que se tienen por puros!” (7:80-82).

Después de tantos años de predicación, Lot (AS) se dio cuenta que estas personas persistían con su perversidad y depravación y que no había manera de hacerles reflexionar y salir de su descarrío y desviación moral. Entonces él le suplicó a Dios que les castigara por sus actos. Esta súplica fue atendida por Dos, quien envió a unos ángeles para ejecutar el merecido castigo. Antes de ir a Sodoma y Gomorra, estos ángeles pasaron a darle a Abraham (AS) las dos noticias: (1) que él y su esposa tendrían un hijo (Isaaq (AS)), a pesar de ser ya ancianos y siendo su esposa estéril, y (2) que ellos (los ángeles) venían a ejecutar un fuerte castigo para con la gente de Sodoma y Gomorra, donde Lot (AS) habitaba. Abraham (AS) mostró preocupación por su sobrino Lot (AS) y por alguna que otra persona que pudiesen ser inocentes de los actos de depravación; sin embargo, los ángeles le tranquilizaron informándole que ellos saben qué hay en el pueblo de Lot (AS) y, por supuesto, salvarían a quienes merecían salvación: “Y cuando llegaron Nuestros emisarios a Abraham llevando la buena noticia, dijeron: Vamos a destruir a los habitantes de esta ciudad puesto que sus habitantes son injustos * (Abraham) Dijo: Lot está en ella; (los ángeles) dijeron: Nosotros sabemos mejor quién está en ella; a él y a su familia los salvaremos con la excepción de su mujer, que será una de los que se queden atrás” (29:31-32).

Vale mencionar que la esposa de Lot (AS) no creía en él como profeta y era una mala mujer, ya que consentía las actuaciones de los depravados del pueblo, y siempre les informaba sobre la presencia de extraños en el pueblo, prendiendo fuego cerca de su casa como una señal de ello.

Al llegar los ángeles al pueblo de Lot (AS) (Sodoma), se presentaron en su casa, donde les recibió con la pregunta obvia de quiénes eran. Al ellos responder que eran gente que pasaban por el pueblo y que querían su hospitalidad, por esa noche, Lot (AS) se preocupó enormemente, ya que sabía la costumbre de la gente perversa del pueblo, que si se enteraban de la presencia de estos “hombres” extraños en el pueblo, iban a intentar hacer con ellos lo de su costumbre: asaltar, agredir y violar. Lo primero que hizo fue decirle a su mujer que no le informara a la gente del pueblo sobre la presencia de estos hombres extraños en su casa. Seguidamente, Lot (AS) le informó a sus “huéspedes” (los ángeles) sobre su preocupación y sobre lo que pasaba en este pueblo. Sin embargo, ellos insistieron en hospedarse en su casa, ya que era de noche y no podían emprender su viaje de salida del pueblo.

La esposa de Lot (AS), sin mucho pensar, le desobedeció y no tardó en informar a los hombres del pueblo de la presencia de los huéspedes en su casa. De inmediato, estos perversos y depravados aparecieron en la casa de Lot (AS), con la intención de hacer su fechoría. Con un intento para frenarlos, Lot (AS) trató de que recapacitaran y les recordó que era más casto y puro tener sus relaciones con sus esposas (de la gente del pueblo), ante lo cual reaccionaron con oídos sordos y absoluta indiferencia, y siguieron con su intento de hacer la fechoría: “Su gente, que antes había estado cometiendo maldades, acudió a él apresuradamente; (Lot) dijo: ¡Gente mía! Aquí tenéis a mis hijas (Las hijas de mi pueblo, o sea, las mujeres del pueblo), ellas son más puras para vosotros, así pues temed a Dios y no me causéis tristeza con mis huéspedes; ¿Es que no hay entre vosotros ni un sólo hombre rectamente guiado? * (Los depravados) Dijeron: Ya sabes que no tenemos ninguna necesidad de tus hijas (Las hijas de tu pueblo, o sea, las mujeres del pueblo) y sabes lo que realmente queremos” (11:78-79).

Ante su respuesta, Lot (AS) se sintió con impotencia para evitar lo que –seguramente- iba a suceder y dijo: “(Lot) Dijo: Ojalá tuviera fuerza contra vosotros o un fuerte apoyo al que recurrir” (11:80). En ese momento, los ángeles le informaron a Lot (AS) sobre su identidad real y sobre la misión que vinieron a ejecutar, dándole –al mismo tiempo- las instrucciones que tenía que seguir él y su familia, para ser salvados: “Dijeron: ¡Lot! Somos mensajeros de tu Señor y no podrán acceder a ti; sal con tu familia en el seno de la noche y que ninguno de vosotros se voltee a mirar; sólo lo hará tu mujer, pues a ella le va a suceder lo que a ellos; y su cita es el alba; ¿Acaso no está el alba cercana?” (11:81). Mientras tanto y, ante la intención de los perversos que insistían en realizar su fechoría, los ángeles los cegaron en el acto por lo que no pudieron hacerle daño a nadie.

Antes del alba, como estaba prometido, Lot salió con su familia del pueblo y, al ellos alejarse, Dios envió al pueblo su merecido castigo, volteándolo por completo y haciendo caer sobre los perversos una fuerte lluvia de piedras de arcilla: “Cuando llegó Nuestro mandato pusimos lo de arriba abajo e hicimos llover sobre ellos piedras de arcilla estibada” (11:82). De todo el pueblo, sólo fueron salvados Lot (AS) y su familia, excepto su mujer, tal como los ángeles le habían anunciado a Lot (AS): “Y lo salvamos a él y a su familia con la excepción de su mujer, que fue de los que se quedaron atrás” (7:84).

Lot (AS) ha sido mencionado en el Corán en catorce capítulos.

Extracto de “LA VERDAD SOBRE EL ISLAM” Desmitificando falsos paradigmasñ Por Abdun-Nabi Chaaban

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