IMÂM 'ALÎ IBN MUHAMMAD AL-HÂDI (P)
EL DÉCIMO DE LOS INMACULADOS IMAMES
(la paz sea con él)
Equipo de escritores de la Fundación Dar Rah-e Haqq
Traducción del persa:
Martha Golzar y Rahmatul.lah Golzar
La Asamblea Mundial de Ahl-ul Bayt (a.s.)
UNA SÍNTESIS DE LA VIDA DEL IMÂM ‘ALÎ AL-HÂDÎ (P)
El Imâm Abû Al-Hasan ‘Alî An-Naqî Al-Hâdî (P), décimo de los Inmaculados Imâmes de la Escuela Ash-Shî‘ah, a mediados del mes de Dhul Hiÿÿah del año 212 de la Hégira Lunar (827 d.C.)[1], abrió sus ojos al mundo en un lugar llamado “Sarîâ”, en las afueras de Medina.[2] Su padre fue el noveno de los Inmaculados Imâmes, Imâm Al-Ÿawâd (P) y su madre la honorable dama “Samânah”, mujer virtuosa y abstinente.[3]
Los títulos mayestáticos más conocidos del décimo Imâm son “An-Naqî y “Al-Hâdî”. Y a este generoso hombre lo llamaban también “el tercer Abû Al-Hasan”.[4]
(Según lo que declaran los narradores de la Escuela Ash-Shî‘ah, el primer Abû Al-Hasan es el séptimo Imâm, Mûsâ Ibn Ÿa‘far -P- y el segundo Abû Al-Hasan es el octavo Imâm, ‘Alî Ibn Mûsâ Ar-Ridâ -P-).
El Imâm Al-Hâdî (P) el año 220 H.L./835 d.C. después del martirio de su padre, heredó el imâmato, cuando contaba únicamente con ocho años de edad. Él fue Imâm durante treinta y tres años; él vivió durante cuarenta y un años y unos meses, y fue martirizado en el año 254 H.L. (868 d.C.).
Aquellos que se entrevistaron con él dijeron: “Este honorable Imâm era de altura media, tez blanca que tiraba a rojiza, ojos grandes, largas cejas y rostro radiante”.[5]
El Imâm vivió durante el gobierno de siete califas ‘abbasíes; antes de ser Imâm con:
‘Abdul.lah Al-Ma’mûn (198-218 H.L./813-833 d.C.) y su hermano Al-Mu‘tasim (218-227 H.L./833-842 d.C.).
Y durante los años de su imâmato durante el resto del gobierno de Al-Mu‘tasim y el gobierno de Harûn Al-Wâziq (227-232 H.L./842-847 d.C.) hijo de Al-Mu‘tasim, y el de Ÿa‘far Al-Mutawakkil (232-247 H.L./847-861 d.C.) hermano de Al-Wâziq, y Muhammad Al-Muntasir (247-248 H.L./861-862 d.C.) hijo de Al-Mutawakkil, y Ahmad Al-Musta‘iîn (248-252 H.L./862-866 d.C.) hijo del tío paterno de Al-Muntasir, y Muhammad Al-Mu‘tazz (252-255 H.L./866-869 d.C.), otro de los hijos de Al-Mutawakkil.
El Imâm fue martirizado durante la época de Al-Mu‘tazz.[6]
Durante el califato de Al-Mutawakkil, el Imâm fue trasladado por orden de este perverso de Medina a Samarra, que en ese entonces era la capital de los ‘abbasíes, y hasta los últimos días de su vida vivió en esa ciudad.[7]
Los hijos de este Imâm fueron: el onceavo de los Inmaculados Imâm, Imâm Al-‘Askarî (P), Husaîn, Muhammad, Ÿa‘far y una hija de nombre ‘Ilîîah.[8]
EL COMPORTAMIENTO DE LOS CALIFAS
La continua lucha y oposición de la familia del Profeta (BP) en contra de los califas usurpadores y tiranos, forman con honor parte de las sangrientas páginas de la historia del Islam de la Escuela Ash-Shî‘ah. Nuestros Impecables Imâmes con el desacuerdo que mostraban ante los tiranos, y también al apoyar la equidad y justicia, acrecentaba la irritación de los gobernadores opresores así como la de sus subalternos.
Éstos sabían perfectamente que los Imâmes de Ash-Shî‘ah no desperdiciaban ningún momento para guiar a la gente y mostrar la verdad, así como ayudar al oprimido y pelear en contra de la tiranía y la corrupción, por ello siempre se sentían en peligro ante esta serie de enfrentamientos y luchas.
Los Califas de Banî ‘Abbas que por medio de intrigas ocuparon el lugar de los tiranos omeyas, y “reinaron” sobre la gente bajo el nombre de “Califato Islámico”, al igual que los califas anteriores a ellos no dejaban pasar ninguna oportunidad para destruir y manchar a la familia del Profeta (P), y de cualquier forma que pudiesen trataban de deformar la imagen de los “verdaderos líderes” y destruir su reputación. Por medio de diversas intrigas procuraron mantener alejados a éstos Inmaculados de la guía de la gente, y terminar con la simpatía que sentía el pueblo hacia ellos.
Para aquellos que están familiarizados con la historia de los Imâmes y califas, son evidentes los engaños de Al-Ma’mûn ‘Abbasî para llegar a obtener su objetivo, así como sus siniestros planes para mostrarse legítimo, tomar en sus manos el gobierno y oscurecer la luz del imâmato.
Nosotros en la vida de los Imâmes octavo y noveno, ya mostramos algunos de éstos engaños. Después de Al-Ma’mûn, Al-Mu‘tasim ‘Abbasî continuó con los mismos métodos y planes diseñados por Al-Ma’mûn para con los descendientes del Profeta y de los Imâmes. Y basándose en éstos hizo trasladar al Imâm Al-Ÿawâd (P) de Median a Bagdad para tenerlo bajo su control y vigilancia, y finalmente asesinarlo.
Así también, con el pretexto de que se negaban a vestir ropas negras (que era el color oficial de las ropas de los ‘abbasíes), encarceló a los alíes (o seguidores de ‘Alî -P-) en donde fallecieron (o fueron asesinados).[9]
Al-Mu‘tasim murió el año 227 H.L./842 d.C. en Samarra.[10] Su hijo Al-Wâziq tomo su lugar, y continuó con la misma tendencia que su padre Al-Mu‘tasim y su tío Al-Ma’mûn. Al-Wâziq al igual que los califas que se refugiaban en el Islam, era lujurioso y bebía en exceso, y para sentir más placer, ingería remedios especiales que finalmente esos mismos menjunjes fueron los que causaron su muerte.[11]
Él murió el año 232 H.L./847 d.C., en la Ciudad de Samarra. Al-Wâziq no era muy severo con los shiíes, y fue por ello que durante esa época los alíes y la familia de Abû Tâlib se congregaron en Samarra, y hasta cierto punto vivieron con comodidades; sin embargo, se disgregaron durante el gobierno de su hermano Al-Mutawakkil.[12]
Después de Al-Wâziq, su hermano Al-Mutawakkil, que fue uno de los más sucios y asesinos de los gobernadores de la dinastía Banî ‘Abbas, se hizo cargo del califato. El Imâm ‘Alî Al-Hâdî (P) convivió más con Al-Mutawakkil que con cualquier otro de los Califas ‘Abbasí, durante más de catorce años. Este largo tiempo es considerado el más difícil de la vida del Imâm y de sus seguidores, ya que Al-Mutawakkil fue el más incrédulo de los Califas ‘Abbasí, y un hombre perverso y despreciable; su corazón estaba lleno de rencor hacia ‘Alî el Príncipe de los Creyentes (P), hacia sus shiíes y su familia. Durante su gobierno un grupo de los seguidores de ‘Alî (P) fueron asesinados, envenenados o tuvieron que salir huyendo.[13]
Al-Mutawakkil relatando sueños y alucinaciones inventados por él mismo, incitaba a la gente a seguir a “Muhammad Ibn Idrîs Shâfi‘î” que había muerto en esa época.[14] Su propósito era hacer que la gente centrara su atención en éste y así olvidara a los Imâmes. El año 236 H.L./850 d.C., ordenó que destruyeran la tumba del “Señor de los Mártires”, Imâm Husaîn (P), y las construcción que se encontraban a su alrededor, y en su lugar cosecharan en esas tierras, para así evitar que la gente fuesen a visitar ese lugar santo.[15]
Al-Mutawakkil temía que la tumba del Imâm Husaîn(P) se convirtiese en el centro de reunión de sus opositores, y el martirio y lucha de este gran mártir inspirase a la gente para realizar un movimiento y revuelta en contra de la tiranía de la corte del califato; empero los shiíes y amantes del Señor de los Mártires, bajo ninguna condición dejaron de visitar esa Tierra Santa.
Se ha relatado que Al-Mutawakkil destruyó la tumba del Imâm diecisiete veces y amenazó muchas otras a los visitantes e inclusive hizo construir dos postes de vigilancia cerca de la tumba, pero a pesar de todos estos crímenes no pudo evitar que la gente visitase la tumba del Imâm Husaîn (P).
Los visitantes soportaban las diferentes torturas y molestias, y nuevamente regresaban a visitar la tumba.[16] Después de la muerte de Al-Mutawakkil, los shiíes con la ayuda de los alíes reconstruyeron nuevamente la tumba del Imâm.[17] Los musulmanes se irritaron al enterarse de que habían destruido la tumba del Imâm Husaîn (P); la gente de Bagdad escribía frases en las paredes de las casas y mezquitas en contra de Al-Mutawakkil, y lo censuraban a través de esas sátiras.
La siguiente sátira es una de las composiciones dichas en contra de este rebelde opresor:
“¡Juro por Dios! Que si los Banî Umaîîah tiránicamente asesinaron al hijo de la hija de su Profeta (BP)”
“Ahora, aquellos que pertenecen a su familia (Banî ‘Abbas que son de los descendientes de ‘Abdul Muttalib y considerados de los Banî Hâshim) cometieron un crimen como el crimen de los Banî Umaîîah; ésta es la tumba de Husaîn que ¡juro por mi vida!, está destruida”.
“Parece ser que los Banî ‘Abbas se lamentan por no haber participado en el martirio de Husaîn (P), y ahora (de ese crimen cometido por los Banî Umaîîah) con la profanación a la tierra donde se encontraba Husaîn y violando la tumba de Al- Husaîn, siguen los mismos pasos que ellos”.[18]
Así es, la gente que carecía de los medios de difusión necesarios existentes en esa época y veía que los púlpitos, mezquitas, reuniones y sermones se encontraban en manos de los asalariados del Califato ‘Abbasí, manifestaba su desacuerdo e ira a través de este medio.
Los poetas obligados y responsables utilizaban también su arte y talento en contra de Al-Mutawakkil pronunciando poemas efectivos, y a través de éstos recordaban a la gente los crímenes de los Banî ‘Abbâs. Por otra parte Al-Mutawakkil, para terminar con el más mínimo murmullo de protesta y oposición, realizaba cualquier crimen; se burlaba y mataba de la peor manera a los sabios, poetas y otros grupos que se negaban a simpatizar con el régimen.
“Ibn Sikîît” famoso poeta y literato shiíe, que en el campo de la literatura árabe era conocido como “Imâm” (guía), era el instructor de los hijos de Al-Mutawakkil. En una ocasión Al-Mutawakkil apuntando hacia sus dos hijos “Al-Mu‘tazz” y “Al-Mu’aîîad” preguntó a Ibn Sikîît: “¿Estos dos son más queridos para ti o Hasan y Husaîn?”
Ibn Sikîît sin demora respondió: “Qanbar, el esclavo de ‘Alî Príncipe de los Creyentes (P), es mejor que ¡tú y tus dos hijos!”.
Al-Mutawakkil enfureció al igual que un oso herido, entonces ordenó: “¡Arranquen su lengua por detrás de su cabeza!” Y así fue como ese ejemplo de valentía y honor fue martirizado a los cincuenta y ocho años.[19]
Al-Mutawakkil, al igual que los demás califas, malgastaba los tesoros públicos de los musulmanes, y tal y como lo encontramos registrado en las páginas de la historia él construyó diferentes palacios, y únicamente para construir la “Torre Al-Mutawakkil”, que hoy día aún existe en Samarra, gastó un millón setecientos mil dinares de oro.[20]
Es doloroso ver junto a estos derroches la situación en la que se encontraban los alíes y la familia del noble Profeta (BP), y vemos como un grupo de mujeres de los shiíes en Medina únicamente poseían un vestido viejo y muy usado para hacer la oración; ellas se veían obligadas a prestárselo y realizar la oración en turno. Pasaban la vida hilando y siempre se encontraron en esa situación difícil y pobre, hasta que Al-Mutawakkil fue asesinado.[21]
El odio y enemistad de Al-Mutawakkil hacia ‘Alî (P) lo había llevado a realizar bajezas y vilezas increíbles. Al-Mutawakkil amistaba con el grupo de los “Nâsibî” o los enemigos de Ahlul Baît (la familia del Profeta), y para tranquilizar su corrupta alma, ordenó a un bufón que con movimientos repulsivos y vergonzosos se burlara de ‘Alî el Príncipe de los Creyentes (P), y mientras lo observaba bebía vino y ebrio se carcajeaban.[22]
¡Un comportamiento como tal no es sorprendente en Al-Mutawakkil, sino que lo sorprendente y doloroso es la situación de aquellos que siguen y aceptan a gente sucia y despreciables como “califa del Profeta” y “Ulil ‘Amr (los dotados de autoridad) del Islam” y “gobernador de los musulmanes”, y han dado la espalda al verdadero Islam y a la Inmaculada familia del Profeta! ¡Que doloroso, hasta dónde ha llegado la perdición del hombre!
Así es, el sadismo de asesinar y hostigar en Al-Mutawakkil había acrecentado tanto, que inclusive a veces él mismo lo confesaba.
En una ocasión su ministro “Fath Ibn Jâqân” lo encontró pensando y con adulación le dijo: “… ¿En qué está pensando? ¡Juro por Dios que nadie sobre la tierra vive mejor y disfruta más que vos!”
Al-Mutawakkil le respondió: “… ¡Mejor que la mía es la vida de aquél hombre que tiene una casa grande, una esposa digna y sustento en demasía y a la mano, y no lo conozcamos para molestarlo, y no nos necesite para humillarlo!”[23]
Las rigurosidades y molestias de Al-Mutawakkil hacia la familia del Profeta (BP) habían llegado a tal grado que hostigaba y torturaba a la gente por amistar y seguir a los Imâmes, y por esta misma causa la situación se había vuelto muy difíciles para éstos Inmaculados.
Al-Mutawakkil nombró a “‘Umar Ibn Farah Rajÿî” gobernador de La Meca y Medina, él impedía en forma extremadamente rigurosa que la gente se comportara amablemente con la familia de Abû Tâlib, a tal grado que la gente por miedo de perder la vida dejaron de apoyar y ayudar a los alíes, y la vida se hizo aun más difícil para los descendientes de ‘Alî el Príncipe de los Creyentes (P)…”.[24]
INVITACIÓN A SAMARRA
Es claro que con el temor que sentían los tiranos califas por la influencia de los Imâmes en la sociedad, así como por la atención y amor de la gente hacia éstos, era imposible que dejaran en paz a nuestros generosos Inmaculados. Además de este temor que se había apoderado de Al-Mutawakkil y de todos sus antepasados, el odio y enemistad personal que sentía él mismo hacia la familia de ‘Alî el Príncipe de los Creyentes (P) incrementaba su oposición y rigurosidad hacia ellos, y a razón de esto decidió trasladar al Imâm Al-Hâdî (P) de Medina a Samarra, para poder vigilarlo de cerca.
Al-Mutawakkil el año 243 H.L./857 d.C., desterró en secreto al Imâm de Medina a Samarra, y lo hizo hospedarse en una casa cerca de su campo militar, en donde, tanto él como los demás califas después de él, uno tras otro, lo tuvieron rigurosamente vigilado. El Imâm vivió ahí hasta que fue martirizado el año 254 H.L./868 d.C.[25]
El asunto del destierro del Imâm fue así que durante la época de Al-Mutawakkil un hombre llamado “‘Abdul.lah Ibn Muhammad” se encargaba de los asuntos militares y la oración colectiva en Medina, constantemente molestaba al Imâm y por otra parte siempre hablaba mal del Imâm ante Al-Mutawakkil. El Imâm se enteró de esto y a través de una carta notificó a Al-Mutawakkil de las mentiras y enemistades de ‘Abdul.lah Ibn Muhammad. Al-Mutawakkil ordenó que respondieran la carta del Imâm y lo invitaran en forma reservada a Samarra. El texto de la contestación a la carta enviada por el Imâm es el siguiente:
“En el nombre de Dios el Clemente, el Misericordioso”
“En verdad que el Amir reconoce vuestra jerarquía, considera vuestro parentesco y acepta vuestro derecho… Amir, destituyó de su puesto en Medina a ‘Abul.lah Ibn Muhammad por haber ignorado vuestro derecho y por haberos insultado y acusado. El Amir sabe que vos sois inocente, y que vuestras buenas palabras y actos tienen un verdadero deseo, y que vos no os habéis dispuesto para lo que os acusa. En lugar de él ha colocado a Muhammad Ibn Fadl, y le ha ordenado que respete y obedezca vuestras opiniones y órdenes.
Sin embargo, el Amir desea veros y le gustaría volver a pactar con vos, entonces si vos también deseáis visitar y quedaros junto a él, elija a cualquier otra persona de vuestros familiares, amistades y servidumbre que deseéis, y con tiempo y en el momento conveniente venid hacia nosotros. La época para viajar, las paradas durante el viaje y el camino a escoger, todo queda a vuestro criterio, y si desea os puede acompañar el amigo del Amir “Yahîâ Ibn Harzamah” y su ejército. Que sea lo que vos consideréis conveniente, y a él le hemos ordenado que os obedezca en todo.
Entonces pedid a Dios que os de bienestar para que os permita visitar al Amir, ninguno de sus hermanos e hijos ni los de su casa y parientes son tan querido para el Amir como vos.
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[1] I‘lâm Al Warâ, p.355; Irshâd Al-Mufîd, p.307.
[2] I‘lâm Al Warâ, p.355; Irshâd Al-Mufîd, p.307.
[3] I‘lâm Al Warâ, p.355; Irshâd Al-Mufîd, p.307.
[4] I‘lâm Al Warâ, p.355.
[5] Muntah Al Âmâl, p.243.
[6] I‘lâm Al Warâ, p.355; Irshâd Al-Mufîd, p.307; Tatimmah Al-Muntahâ, p.218-251.
[7] I‘lâm Al Warâ, p.355; Irshâd Al-Mufîd, p.307; Tatimmah Al-Muntahâ, p.218-251.
[8] I‘lâm Al Warâ, p.366.
[9] Maqâtil At Tâlibîn, p.589.
[10] Al-Mujtasar fi Ajbâr Al-Bashar, t.I, p.34.
[11] Tatimmah Al-Muntahâ, pp.229-231.
[12] Maqâtil At Tâlibîn, p.593.
[13] Ídem., pp.597-632,
[14] Maqâtil At Tâlibîn, pp.251-252.
[15] Ídem., p.347.
[16] Maqâtil At-Tâlibîn, pp.597-599; Tatimmah Al-Muntahâ, p.240 en adelante.
[17] Maqâtil At-Tâlibîn, p.599.
[18] Târij Al-Julafâ, p.347.
[19] Târij Al-Julafâ, Suîûtî, p.348; Tatimmah Al-Mujtasar fi Ajbâr Al-Bashar,t.I, p.342; Al-Mujtasar fi Ajbâr Al-Bashar, t.II, p.41 (han sido registradas también otras versiones respecto a como fue martirizado Ibn Sikîît).
[20] Târij Ia‘qubî, p.491.
[21] Tatimmah Al-Muntahâ, p.238.
[22] Tatimmah Al-Mujtasar fi Ajbâr Al-Bashar, t.I, p.338.
[23] Târîj Al-Julafâ, p.353.
[24] Tatimmah Al-Muntahâ, p.238.
[25] Al-Fusûl Al-Muhimmah, Ibn Sabâg, p.283.