El otro día me preguntaron si es que las mujeres en Irán son esclavas que sólo se quedan en casa a cuidar a los hijos y si están sometidas a su esposo; esa misma pregunta me la hicieron muchas veces, refiriéndose a la mujer musulmana (sea iraní, paquistaní, árabe, turca; etc.…) como sinónimo de sometimiento, de servilismo. Es que deja mucho que pensar el ver a las mujeres siempre haciéndose cargo de sus hijos y no el hombre, el deber de cocinar, el de arreglarlo todo y también estudiar o trabajar y obviamente atender al marido entre otras cosas más; pues la primera impresión a primera vista es esa. Pero si vamos investigando e indagando nos daremos cuenta que la realidad es otra.
La épica de Karbalá es, sobre todo, y antes que nada un movimiento político, un acto de obediencia a Dios y al principio de ordenar el bien y prohibir el mal. Un acto de espiritualidad y de moral. Con su levantamiento, el Señor de los Mártires pretende dejar por escrito un testamento intemporal que mueva los corazones de los musulmanes de todos los tiempos en defensa del mensaje profético y de los oprimidos del mundo. Para ello, avanza conscientemente hacia el martirio y no dudará en implicar a sus familiares y seguidores cercanos.
La “mujer” como el “hombre” se han convertido en “bellos personajes” para el mundo del consumo y esa posición se consolida progresivamente, afirmada en su carácter pluriconsumidor, y la gente que las ve, se van educando en las bondades de la cultura del consumo y en los espejismos de la sociedad de la opulencia alejándose de las dimensiones espirituales.
Cada 11 de septiembre desde el 2.001, cuando se suscitaron los atentados que lograron derrumbar las 2 torres gemelas, además de la destrucción del complejo del World Trade Center en Nueva York, así como los daños en el Pentágono y una zona rural de Pensilvania, donde se recuerda la masacre que dejó a más de 3.500 muertos, más de 6.000 heridos y mil desaparecidos, el gobierno norteamericano, junto al sionismo y sus aliados han intentado siempre ligar la palabra “Terrorismo” con el “Islam”, buscando siempre justificativos para deslindar la invasión de Medio Oriente, ¿o esto no es así?; pues desde esta fecha, y los atentados posteriores hasta la actualidad esta ligazón está más visible y manifiesta.
El odio recalcitrante del primer mandatario estadounidense hacia los inmigrantes, hacia los musulmanes; es sin lugar a dudas la característica contundente de que Estados Unidos se ha convertido en una amenaza contra la paz, la Madre Tierra y la soberanía de los pueblos, no solo construyendo muros físicos; sino políticos, sociales y económicos con un discurso virulento, xenófobo, islamófobo e antiinmigrante en especial contra los países (Siria, Yemen, Palestina, Irak; etc.) que sufren el flagelo de la guerra iniciada y/o patrocinada por el gobierno norteamericano.
Al cumplirse 5 décadas en este 2017 de esta injusta ocupación israelí en territorio palestino, y además 10 años del bloqueo sobre la Franja de Gaza, la ocupación más larga de la historia moderna y contemporánea de una ocupación militar que convirtió a millones de personas palestinas en refugiadas y que cada día les empuja a una situación peor, se hace necesario hoy más que nunca, que El día Mundial de Al-Quds, día de los derechos del pueblo de Palestina, recobre fuerza y clamor, porque ya se ha convertido en el día del enfrentamiento de los oprimidos contra los opresores.
Nos encontramos en Ramadán, noveno mes del calendario lunar, el cual es celebrado por más de mil 700 millones de personas que profesan el Islam en el mundo y suponen un 22 por ciento de la población global. El cual recobra en importancia puesto que en éste no sólo fue revelado el Sagrado Corán; sino que también es obligatorio el ayuno, como un pilar de fe del islam.
“El significado de paz es el de una coexistencia honorable con los otros, pero la sumisión no es una coexistencia honorable, pues es totalmente deshonrosa para una de las partes; más aún, es deshonrosa para ambos lados, para un lado el deshonor es por la agresión, para el otro es por haberse sometido ante el “zulm”, la opresión e injusticia”; es decir que paz no es lo mismo que violencia, miseria y sumisión al opresor. Y eso es, sin lugar a dudas lo que el islam pregona, más allá de su misma semántica lingüística, que denota evidentemente “paz”.
“Muchas escuelas permanecieron cerradas durante el resto del año escolar. Pero en algunas comunidades los padres, madres y maestros, tal vez en un esfuerzo por devolver a sus hijos un poco de la normalidad que la guerra les había robado, improvisaron aulas allí donde el espacio lo permitía. Poco a poco, los salones y jardines de algunas casas familiares se llenaron de niños, de unos cuantos asientos o, sencillamente, de alfombras y una pizarra. Un par de horas de clase al día en las que la guerra se olvidaba… aunque seguía allí, muy cerca”.
“No toleraremos la matanza de los musulmanes en ningún lugar y esa es la postura unificada del mundo del Islam (…) nuestra petición al Gobierno de Myanmar es controlar la situación e impedir los crímenes contra los musulmanes”.“Pedimos al Gobierno de Myanmar que controle la situación, proporcione las condiciones necesarias para la vida de los musulmanes y que resuelva el problema de su nacionalidad”.
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