La verdad sobre el Islam

El Corán, el milagro viviente

Autenticidad y lingüística del Corán

Por Abdun-Nabi Chaaban

AUTENTICIDAD DEL CORÁN COMO PALABRA DE DIOS

El contenido del Corán constituye una fehaciente demostración de que el mismo no pudo haberse sido compuesto o redactado por persona alguna, y menos por el profeta Muhammad (SAAWAWS), quien era analfabeta. La elocuencia inimitable del Corán, la exactitud de su narración de hechos históricos, la confirmación posterior por los avances científicos de las descripciones de fenómenos cósmicos y naturales, la ocurrencia de diversos hechos y sucesos profetizados, entre otras cosas, representan sólidos argumentos para la afirmación anterior, y una contundente prueba de que se trata de un mensaje de revelación divina. A continuación se expondrán estos argumentos de una manera muy detallada.

3.5.1 ELOCUENCIA INIMITABLE DEL CORÁN

Absolutamente todos los libros biográficos sobre el Profeta (SAAWAWS), así como todos los historiadores, concuerdan en que Muhammad (SAAWAWS) era una persona analfabeta y que nunca leyó libro alguno ni aprendió a escribir. Inclusive el mismo Corán confirma esta aseveración. “Y nunca recitaste (leíste) libro alguno antes que él ni lo transcribiste con tu diestra; entonces los detractores habrían dudado (29:48). El hecho de haber mantenido al Profeta (SAAWAWS) con el desconocimiento de la lectura y escritura, ayuda a las personas a reconocer que el Corán es palabra divina.

Dios apoya a sus profetas y mensajeros mediante señales milagrosas, que sirven de argumentos para convencer a las personas incrédulas de que ellos son profetas o mensajeros de Dios. Normalmente, la naturaleza de estas señales tiene que ver con lo más apropiado para la época de cada profeta en particular. Así, Moisés (AS) fue apoyado con el poder (de Dios) de transformar un bastón en una serpiente, de dividir el mar con su mano y su vara, de hacer brotar agua de una roca en el desierto y tantas otras señales, que la gente común percibe como de magia, en una época donde la magia se imponía. Los actos de Moisés (AS) superaron absolutamente los efectos de todas las magias existentes. Similarmente, Jesús (AS) contaba con el poder (de Dios) de devolver la vida a los muertos, hacer pájaros vivientes a partir del barro, curar a los ciegos de nacimiento y a los leprosos con tan sólo tocarlos, aparte de otras señales, en su mayoría relacionadas con la medicina, en una época de relativo auge de la medicina. El poder de curación de Jesús (AS) con sólo tocar a los enfermos y su poder de revivir a muertos, superó a cualquier otro logro medicinal de la época y de cualquier otra época.

En el caso del profeta Muhammad (SAAWAWS), su época se caracterizaba por el auge literario, tanto en prosa como en verso; por ello, el argumento que Dios le ofreció a su Profeta (SAAWAWS) tenía que ser relacionado con lo literario o lingüístico. Este argumento o señal milagrosa es la elocuencia inimitable del Corán, la cual superó a toda creación literaria de la época o de cualquier otra época pasada y ninguna creación literaria futura logrará superarlo.

El estilo literario y la expresividad manifiesta del Corán son absolutamente únicos contrastados con cualquier otro trabajo literario producido por ser humano alguno, en todas las épocas. El Corán no se considera ni poesía ni prosa, pero sí es un discurso único sin par en la historia de la literatura árabe. Generaciones y generaciones de eruditos en lexicografía, gramática, retórica y poesía árabe, incluyendo enemigos del Profeta (SAAWAWS) o no creyentes, han afirmado y reconocido que la composición y el ordenamiento de los versículos del Corán, así como la belleza de su idioma, son tan magníficos y excelentes, que le dan una supremacía absoluta e inalcanzable sobre cualquier obra literaria que un ser humano pueda realizar.

Acérrimos enemigos de Muhammad (SAAWAWS) que ardían de odio hacia el Islam y que incluso le combatieron con sus espadas, fueron incapaces, a pesar de todos sus esfuerzos, de encontrar un solo error en el lenguaje o la expresión del Corán. Por otro lado, muchos hombres famosos, maestros en la poesía y la prosa, han hecho gala de humildad ante el Corán, confesando que es imposible que sea palabra del hombre sino una revelación de Dios.

A pesar de la diversidad de temas disímiles que contiene el Corán, y las circunstancias que rodeaban cada una de las revelaciones a lo largo de 23 años, se observa una uniformidad en su estilo, expresión y elocuencia, la cual normalmente no se observa en las diversas obras de autor alguno, donde normalmente las obras posteriores del mismo superan en calidad a sus obras iniciales. Además, en el caso de que alguien domine un tema determinado, no tendrá el mismo grado de dominio sobre otros temas. En cambio el Corán es un prodigio en cada tópico que ha tocado, los cuales son numerosos y muy diversos.

La elocuencia y fuerza literaria del Corán es tan inimitable, que Dios -en el mismo Corán- reta a la humanidad entera, así como a otras criaturas llamadas Genios (“Jinn”), todos unidos, a que produzcan una imitación del mismo, afirmando que jamás lo lograrían: “Diles: Aunque los humanos y los Genios (Jinn) se unieran para producir algo semejante a este Corán, jamás harían algo parecido, aun cuando se ayudasen mutuamente” (17:88). El reto se vuelve más difícil cuando –paradójicamente- Dios le hace más fácil a los retados el objeto del reto: “¿O dicen: ¡Él lo ha fraguado!? Diles: Pues bien, si sois sinceros, presentad diez capítulos fraguados, semejantes a los de él, y apelad para ello a quienes podáis, en vez de Dios” (11:13). En este versículo, Dios reduce el objeto del reto a sólo 10 capítulos, en lugar de los 114 capítulos que conforman a todo el Corán. Más adelante, Dios vuelve otra vez a reducir el objeto del reto a un sólo capítulo, sabiendo que hay capítulos en el Corán compuestos solamente por 3 versículos cada uno; es decir el reto consistiría en escribir o componer sólo 3 versículos semejantes a los del Corán: “¿O dicen: ¡Él lo ha fraguado!? Diles: Componed, pues, un sólo capítulo semejante a los de él, y apelad para ello a quienes podáis, en vez de Dios, si sois sinceros” (10:38); “Y si dudáis de lo que hemos revelado a nuestro siervo, componed un capítulo semejante a éste, e implorad para ello a vuestros ídolos en vez de Dios, si sois sinceros. * Pero si no lo hacéis, y ciertamente no podréis hacerlo, temed, pues, el fuego infernal, cuyo pasto son los idólatras y los ídolos; es fuego que está destinado para los incrédulos” (2:23-24). En este último reto, Dios les vaticina a los incrédulos que jamás lograrán componer, ni siquiera imitar, unos tres versículos del Corán. De hecho, nadie lo ha logrado, durante más de 14 siglos.

A parte de la elocuencia de la palabra escrita del Corán, la lectura o recitación del mismo produce un efecto de una mágica espiritualidad, emocionando al lector o al oyente de su recitación, y estimulando su religiosidad. Muchos detractores del Islam, se convirtieron a esta religión, simplemente al escuchar la recitación de versículos del Corán. Otros detractores, aunque no se convirtieron, han reconocido este efecto mágico y seductor que se apodera de la mente, del corazón y del espíritu de la persona.

Algunos autores no árabes que no saben absolutamente nada del idioma árabe, han querido mostrar el Corán como un libro repetitivo y fastidioso. Sin embargo, centenares de millones de personas encuentran en la recitación del Corán, una dulzura, una tranquilidad y una paz tal que les estimulan a repetir su lectura o recitación una vez tras otra. El hecho es que las versiones del Corán interpretadas en otro idioma diferente al árabe, pierden la belleza, magnanimidad y “magia” lingüística envuelta en sus versículos originales. Dado este hecho, estos autores no deberían hacer este tipo de comentarios, ya que ello denotaría ignorancia o mala intención; ambas cualidades no son buenas para un autor que se respete a sí mismo y que respete a sus lectores.

3.5.2. EL CORÁN: MILAGRO CIENTÍFICO

Referencias a muchos fenómenos científicos, especialmente relacionados con la creación del Universo, de la creación del ser humano, así como a diversos fenómenos de la naturaleza, han sido expuestas en el Corán, mucho antes de que dichos fenómenos hayan sido descubiertos por la Ciencia. Avances científicos a lo largo del tiempo, después de la revelación del Corán, han ido confirmando la veracidad de lo que se había expresado sobre estos fenómenos, lo cual -a su vez- ha ayudado a explicar mejor algunos versículos del Corán, cuya explicación no pudo haber sido posible sin los avances y los posteriores descubrimientos científicos. Por supuesto, no se trata de hacer ver el Corán como una enciclopedia científica, ni un libro para enseñar ciencias.

En su discusión acerca del Corán, Maurice Bucaille –científico francés- destaca tres puntos importantes en su libro: “The Bible, the Quran and Science, Indianapolis, IN: American Trust Publications, 1978), pp. 251-252”:

  1. Primero, no hay nada en el contenido del Corán que esté en conflicto con, o contradiga, la ciencia moderna;
  2. Segundo, no hay mención, afirmativa o válida, de algunas de las falsas creencias que las personas tuvieron en los tiempos del profeta Muhammad (SAAWAWS), con respecto a la creación, el universo y la ciencia en general; y
  3. Tercero, no hay manera por la cual el profeta Muhammad (SAAWAWS) pudo haber sabido en su época muchos de los hechos aludidos en el Corán.

Dios nos llama a contemplar: (a) la creación del Universo así como (b) nuestra misma creación, y ver en ellas Sus signos, muchos de los cuales irán descubriéndose y entendiéndose con el tiempo: “Les haremos ver Nuestros signos en los horizontes (del Universo) y en ellos mismos hasta que se les haga evidente que es la verdad; ¿Es que no basta con que tu Señor es Testigo de todas las cosas?” (41:53). A continuación, veremos algunos de los signos de Dios, expuestos en el Corán, relacionados con: el Universo y los planetas, con la naturaleza en nuestro planeta Tierra y con la creación del ser humano.

3.5.2.1 El Universo y los planetas

Antes de comenzar el desarrollo de este tema, es relevante hacer una aclaración lingüística. La palabra “cielo” en árabe (“Samá´a) tiene el significado comúnmente conocido. Sin embargo, lingüísticamente, la raíz de esta palabra (“Sama”) significa “elevarse”, “colocarse por encima de”. Así, la palabra “Samá´a” significaría, literalmente: “lo que está por encima de”. En muchos versículos, se hace referencia a “el cielo” o “Samá´a”, y en muchos otros a “los cielos” o “Samawat”. En el primer caso, se trata del cielo, mientras que en el segundo caso se trata de “los planetas”, ya que para la persona ubicada en la Tierra, éstos estarían “por encima” de él, o elevados con respeto a su posición relativa en la Tierra.

Analicemos los siguientes versículos:

  • Di: ¿Cómo es que os negáis a creer en Aquél que creó la Tierra en dos días y Le atribuís semejantes? Él es el Señor de los mundos. * Y puso sobre ella cordilleras, la bendijo y repartió con medida sus provisiones, en cuatro días completos (incluyendo los primeros dos), para los que lo quieran saber. * Luego dirigió (Su voluntad) al cielo, que era humo, y le dijo junto con la Tierra: Venid a Mí voluntariamente o a la fuerza; dijeron: Venimos a Ti obedientes. * Y en dos días lo culminó en siete cielos (siete planetas), a cada uno de los cuales Le inspiró su cometido; Hemos embellecido el cielo de este mundo con lámparas y protección; ese es el decreto del Poderosísimo, el Sapientísimo” (41:9-12)
  • Él es Quien creó para vosotros todo cuanto hay en la Tierra; luego, dirigió Su voluntad al cielo y conformó siete cielos (siete planetas) en perfecto equilibrio; Él es Sapientísimo” (2:29)
  • El que creó siete cielos (siete planetas), uno sobre el otro (en perfecta armonía entre sí); no hallarás en la creación del Misericordioso imperfección alguna; vuelve la vista: ¿Ves alguna imperfección?” (67:3)
  • ¿Es que no veis cómo Dios creó siete cielos (siete planetas) uno (elevado) sobre otro (o en pisos, o en perfecta armonía) * y puso en ellos una luna a modo de luz y un sol a modo de lámpara” (71:15-16)
  • Dios es Quien ha creado los siete cielos (siete planetas) y otro tanto de la Tierra; la orden desciende a través de ellos para que sepáis que Dios tiene poder sobre todas las cosas y que el conocimiento de Dios lo abarca todo” (65:12)
  • Los siete cielos (siete planetas), la Tierra y todo cuanto hay en ellos Lo glorifican; no hay nada que no Lo glorifique alabándolo; sin embargo vosotros no entendéis su glorificación; es cierto que Él es Benévolo, Indulgente” (17:44)
  • Di: ¿Quién es el Señor de los siete cielos (siete planetas) y del Trono Inmenso?” (23:86)

Éstos son siete versículos (los únicos en el Corán) que hablan de la creación de siete planetas, aparte de la Tierra. Otros versículos que pasan los 170, mencionan la creación conjunta de la Tierra y de los planetas, sin mencionar la cantidad de éstos.

A continuación, se presentan algunas observaciones y conclusiones, en relación a estos versículos, así como a otros que se irán mencionando.

En uno de estos versículos, Dios nos afirma que podemos ver estos planetas (ver versículo 71:15, más arriba).

Los planetas están separados entre sí por “pilares” o soportes invisibles, lo cual no es más que una referencia implícita a lo que se conoce hoy como fuerzas de gravedad: “Dios es Quien elevó los cielos (los planetas) sin pilares que pudierais ver y luego se asentó en el Trono; y sometió al sol y a la luna; todos navegan hasta un plazo prefijado; dispone el Mandato; aclara con precisión los signos para que así podáis tener certeza del encuentro con vuestro Señor” (13:2). Este versículo, junto con los anteriores, nos presentan otras verdades que se han ido descubriendo, con el pasar del tiempo y los avances de la ciencia:

  1. Al mencionar recurrentemente y de una manera conjunta: la Tierra, el sol, la luna, y siete planetas, se debe entender que éstos conforman un sistema o una unidad integrada. La ciencia nos ha demostrado que el sistema solar está compuesto por: el sol, la Tierra, la luna y siete planetas más. Por algún tiempo se creía que eran nueve planetas, incluyendo la Tierra; sin embargo, recientemente se ha demostrado que Plutón no tenía las características comunes de los otros ocho planetas y fue descartado como planeta del sistema solar.
  2. Todos los elementos mencionados son visibles y “distinguibles” por nosotros.
  3. Todos los elementos mencionados se mueven o navegan en sus sendas órbitas. Es bueno recordar que hasta hace muy poco, se pensaba que el sol estaba fijo, y sólo los demás planetas giraban, a su alrededor.
  4. Existen fuerzas “invisibles” que mantienen todos los elementos separados entre sí, sin el riesgo de que algunos “se caigan” sobre otros o que choquen entre sí.
  5. Todo este sistema se comportará como tal, por un período prefijado; es decir, todos tendrán su fin, en la manera en que se conocen hoy.

En otro versículo, Dios nos hace saber que todos los planetas conformaban una sola unidad física, y que luego los separó en ocho partes “¿Es que no ven los incrédulos que los cielos (los planetas) y la tierra formaban una sola masa, que luego fragmentamos? ¿Y que hemos hecho a partir del agua toda cosa viviente? ¿No van a creer?” (21:30). Esto concuerda con la teoría reciente, según la cual el origen del sistema solar es una “Nebulosa”, es decir, una enorme masa de humo: gas, principalmente hidrógeno y helio, y polvo. La conformación de los planetas fue posible, según la ciencia, mediante fenómenos de condensación y agregación de la materia.

Por otro lado, Dios nos comunica que Él creó los planetas, la Tierra, y lo que hay entre ellos, en seis días. Lo importante de esta afirmación es que existe algo entre los planetas: “Dios es Quien creó los cielos (los planetas) y la Tierra y lo que hay entre ellos en seis días, a continuación se asentó en el Trono; fuera de Él no tenéis quien os proteja ni quien interceda por vosotros (en el Día del Juicio); ¿No vais a recapacitar?” (32:4). La ciencia ha descubierto –posteriormente, en el siglo 19- la existencia de un cinturón de asteroides o muy pequeños astros, cuya órbita –colectiva- está ubicada justamente en el centro de las órbitas de los demás planetas, más precisamente, entre las órbitas de Marte y de Júpiter. Este cinturón de asteroides divide los planetas en dos grupos: 4 planetas más cercanos al sol: mercurio, Venus, Tierra y Marte, y otros 4 planetas que son más lejanos: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Los dos grupos están separados por el cinturón de asteroides mencionado.

Otro versículo contiene una profecía doble, con respecto al alcance permitido y posible de la acción del ser humano en relación a “llegar” a otros planetas del sistema solar y, al mismo tiempo, a la imposibilidad de traspasar el mismo, hacia otros sistemas: “¡Genios y hombres juntos! Si podéis saliros de los confines de los cielos (los planetas) y de la Tierra, hacedlo, pero no tendréis salida si no es con un poder (de Dios). * ¿Qué poderes de vuestro Señor negaréis? * Se mandará contra vosotros una llamarada de fuego y cobre fundido y no os podréis tener éxito” (55:33-35). Aquí hay un claro reto al ser humano (y a los Genios o Jinn) de que jamás podrán salir del sistema solar. Al mismo tiempo, este reto tiene implícita una declaración de que sí es posible que puedan “viajar” o llegar a otros planetas dentro del sistema solar. Si no fuese así, el reto hubiese sido sobre la llegada a cualquier planeta del sistema solar y no a traspasar el mismo. Por un lado, todos ya sabemos que el ser humano logró llegar a la luna, en el año 1969, cuando sólo unas décadas antes esto se consideraba imposible. Más tarde, el ser humano ya ha enviado vehículos a Marte. Mientras tanto, para llegar al astro más cercano, fuera del sistema solar, se requerirían unos 67.500 años, viajando a la velocidad de los cohetes actuales, y cerca de 4,5 años, viajando a la velocidad de la luz, lo cual es imposible lograr. En el supuesto negado que el ser humano llegase a desarrollar tecnologías que le permitan efectuar este viaje a las velocidades requeridas como para llegar en un tiempo razonable, el mismo se encontraría con factores ambientales externos (llamaradas de fuego y cobre fundido, tal como reza el versículo), los cuales actuarían en su contra y lo aniquilarían. La única manera de traspasar el sistema solar, desde nuestro planeta, es con el poder de Dios.

En otro orden de ideas, actualmente se sabe que a medida que se vaya ascendiendo hacia el cielo, es decir, a mayor altura, uno comienza a tener mayor dificultad para respirar. El Corán nos dijo hace más de 14 siglos: “A quien Dios quiere guiar, le abre su pecho al Islam, pero a quien quiere extraviar, hace que su pecho se haga estrecho y apretado como si estuviera ascendiendo al cielo; del mismo modo Dios aflige el castigo a los que no creen” (6:125).

Uno de los más recientes descubrimientos de la ciencia en el último siglo, está relacionado con la expansión del Universo y su tendencia constante de extender sus fronteras. En relación a este tema, Dios había revelado en el Corán: “Y hemos creado el cielo con nuestro poder, y capaces de seguir expandiéndolo” (51:47)

Recientemente, se ha descubierto que la luna, así como otros planetas que –desde la Tierra- se ven todos como si fueran estrellas, no tienen luz propia, sino que proveen iluminación mediante reflejos. El Corán nos reveló esta verdad científica en su versículo: “Bendito sea quien colocó en el cielo constelaciones y puso en él una lámpara (sol) y una luna luminosa” (25:61). El sol es una fuente de calor y luz, por ello es una “lámpara”, mientras que la luna es un objeto sólido y opaco que refleja la luz, y no tiene luz propia.

3.5.2.2 La Tierra y la naturaleza

Muchos siglos antes de que se descubriera que la Tierra tiene una forma cuasi esférica, en vez de plana, y –luego- que tiene una forma de óvalo o forma parecida a la de un huevo, el Corán ya nos había revelado esta verdad:

  • Ha creado los cielos y la Tierra con la verdad; hace que la noche se enrolle en el día y que el día se enrolle en la noche y ha sometido a Su mandato al sol y a la luna, que siguen su curso hasta que se cumpla un plazo fijado; ¿Acaso no es Él, el Poderoso, el Indulgentísimo?” (39:5)
  •  “¿Acaso no ves que Dios inserta la noche en el día e inserta el día en la noche y que hemos sometido el sol y la luna, de manera que cada cual recorre (su órbita) hasta un término prefijado, y que Dios está enterado de cuanto hacéis?” (31:29)

La inserción o fusión del día en la noche y de la noche en el día en un proceso gradual que no podría suceder si la Tierra fuese plana. Además, el verbo “enrollarse” en árabe tiene su origen en “Káwwara”, palabra que tiene dos significados: (a) “hacer una forma esférica”, y (b) “enrollar”, la cual tiene implícita una forma de redondez. Por otro lado, otro versículo nos revela: “Y después de esto, extendió la Tierra” (79:30). Realmente, la palabra exacta en árabe, traducida como “extender” es: “daha”, la cual proviene del antiguo árabe y cuya raíz tiene tres significados: (a) Extender, ensanchar (b) empujar, mover, y (c) hacer algo en forma de huevo (óvalo). Estos tres significados, todos juntos, se aplican a la Tierra: (a) para la perspectiva de una persona cualquiera, la Tierra se ve extendida y ancha (b) la Tierra se mueve, y (c) la Tierra tiene forma ovalada (no es forma esférica perfecta).

Otro versículo del Corán describe las profundidades del océano: “O como tinieblas en un mar profundo al que cubren olas, sobre las que hay otras olas, y sobre éstas, nubes; son tinieblas que se superponen las unas sobre las otras; Cuando (el hombre) extiende su mano, apenas puede verla; más a quien Dios no ilumina, jamás tendrá luz” (24:40). Recientemente la ciencia ha descubierto que las aguas del océano se mueven en varias capas, donde cada capa puede tener características diferentes, tales como salinidad, densidad, temperatura, biología marina, entre otras cosas; ello hace que estas aguas tengan movimientos relativos, formando olas en las profundidades del océano. Antes se creía que las olas se formaban sólo en la superficie exterior del océano, debido a los vientos. Por otro lado, cada capa actúa como un filtro, causando la desaparición gradual de un espectro específico de luz; por ejemplo, la luz verde desaparece a los 100 metros, la azul cerca de los 200 metros y la luz roja se filtra o desaparece a una profundidad cercana a los 300 metros. A secciones muy profundas, no hay luz en absoluto.

Un nuevo descubrimiento científico nos revela –recientemente- que las montañas están profundamente enraizadas en la tierra, como anclas, para ayudar a estabilizar el sistema terrestre, incluyendo las mismas montañas. Éstas mantienen la Tierra en equilibrio y previenen el hundimiento de capas de la tierra durante la rotación. Dos cortos versículos del Corán nos revelaron esta verdad, siglos antes: “¿Acaso no hicimos la tierra como un lecho * Y las montañas como estacas?” (78:6-7).

Otro versículo revela uno de los misterios de la creación, específicamente de las plantas y de los frutos, en que el viento juega un rol fundamental en la fertilización de las plantas: “Y enviamos los vientos fecundadores (como medios de inseminación e impregnación), y luego hacemos caer del cielo la lluvia y de ella os damos de beber…. ” (15:22).

La ciencia moderna descubrió que las abejas hembras (abejas trabajadoras) son las que construyen los sitios para su descanso. Por otro lado, la medicina moderna ha concluido que la miel, producida por las abejas, tiene un maravilloso efecto curador o preventivo de centenares de dolencias y enfermedades que afectan el ser humano. En los siguientes dos versos, el Corán ya nos había revelado que: “Y tu Señor inspiró a las abejas: Construid (en árabe, el verbo viene conjugado en modo singular y femenino) vuestra morada en las montañas, en los árboles y en aquellos sitios que (los hombres) construyan. * Luego, come de toda clase de frutos y ve dócilmente por las sendas trazadas por tu Señor; de sus abdómenes sale un jarabe de color diverso que contiene una cura para el ser humano; por cierto que en eso hay un signo para quienes reflexionan” (16:68-69).

3.5.2.3 El milagro de La Creación del ser humano

En lo referente al desarrollo multifacético del embrión, el Corán nos reveló, desde hace casi catorce siglos: “He aquí que creamos al hombre (Adán) de barro. * Luego hicimos que se reprodujese por medio de la fecundación, y preservamos el óvulo fecundado dentro de un lugar seguro. * Luego transformamos la gota de esperma (óvulo fecundado) creando un coágulo de sangre (en árabe: álaqah) y luego (transformamos) el coágulo de sangre (álaqah) creando un trozo de carne (en árabe mudhghah) y luego (creamos sus) huesos que revestimos de carne, luego le animamos (haciendo de ello otra criatura); bendito sea Dios, ¡Creador por excelencia!” (23:12-14). Esta descripción del verdadero proceso acerca de las fases del desarrollo del embrión, revelada por Dios hace casi 1.400 años, es exactamente igual a la que nos ha dado recientemente la ciencia, hace apenas un siglo. La misma no sigue las teorías incorrectas y puntos de vista que prevalecían en los tiempos del profeta Muhammad (SAAWAWS). Es importante comentar que la palabra árabe “alaqah” puede tener tres significados: (1) sanguijuela, (2) cosa suspendida, o (3) coágulo de sangre. Todos estos términos describen al embrión. De hecho, en su primera etapa, el embrión no sólo luce físicamente como una sanguijuela sino que obtiene alimentación a través de la sangre de la madre, como la sanguijuela, que se alimenta de la sangre de los demás. Por otro lado, el embrión en esta etapa se sostiene del útero de la madre, o se suspende de él. Finalmente, ahora se conoce acerca de la presencia de una cantidad relativamente extensa de sangre presente en el embrión durante esta etapa, la cual no circula hasta el final de la tercera semana; esto se asemeja a un coágulo de sangre. Los versículos afirman que la siguiente etapa o fase es la de un “mudhghah”, palabra que significa, en árabe, sustancia masticable. Esta es también una descripción acertada de la siguiente etapa del embrión. En esta etapa, el embrión desarrolla los segmentos de la columna y estos -de algún modo- se parecen a marcas de dientes en una sustancia masticable.

En otro versículo, Dios nos reveló: “….Os crea en los vientres de vuestras madres, creación tras creación, a lo largo de tres tinieblas….” (39:6); estas tres tinieblas son las que actualmente se conocen como: la pared abdominal anterior, la pared uterina y la membrana amniocoriónica.

Igualmente, en relación al embrión, Dios nos reveló en otro versículo la secuencia de la creación de diversos órganos: “Luego le dio forma, e insufló en él de Su espíritu, y os dio el oído, la vista y el corazón; ¡Qué poco agradecéis!” (32:9)

En un par de versículos muy cortos, Dios nos reveló que el sexo de la persona viene determinado por el hombre y no por la mujer, hecho recién descubierto por la ciencia: “Y que Él creó a las parejas, el macho y la hembra * De una gota de esperma eyaculada” (53:45-46)

3.5.3 EL CORÁN: PREDICCIONES Y PROFECÍAS

En diversos versículos, el Corán presenta información relacionada a hechos o eventos futuros, que hasta el momento de su revelación, no habían sucedido. Algunos de estos eventos sucedieron en algún momento posterior, durante la vida del Profeta; otros han sucedido después de la muerte del Profeta (SAAWAWS) y otros todavía esperan por suceder. A continuación se presentan algunas de estas profecías, especialmente las que ya han sucedido, como una muestra fehaciente de la autenticidad del Corán como mensaje divino:

  • Dios ha afirmado que Él mismo protegerá al Corán de cualquier alteración en el futuro, o de su pérdida: “Por cierto, Nosotros hemos revelado el Mensaje y Nosotros somos sus custodios” (15:9). Como se vio en un punto anterior, el Corán se mantiene inalterado, desde la época de su revelación, hace más de 1.400 años.
  • En el punto relacionado con la elocuencia del Corán, se mencionaron los siguientes dos versículos, como un reto a la humanidad de que intenten componer algo similar a un capítulo del mismo. En los mismos, Dios afirma que ni toda la humanidad unida podrá hacerlo; dicha afirmación viene a ser una profecía, la cual, hasta nuestros días, se ha cumplido y, ciertamente, será cumplida hasta el fin de los tiempos. “Y si dudáis de lo que hemos revelado a nuestro siervo, componed un capítulo semejante a éste, e implorad para ello a vuestros ídolos en vez de Dios, si sois sinceros * Más si no lo hacéis, y ciertamente no podréis hacerlo, temed, pues, el fuego infernal, cuyo pasto son los idólatras y los ídolos; es fuego que está destinado para los incrédulos” (2:23-24).
  • A pesar de que el texto del Corán está en idioma árabe, y que consta de cerca de 600 páginas, centenares de millones de personas no árabes, a lo largo y ancho del mundo, lo leen sin dificultad. Inclusivo, existen millones de personas que recitan el Corán de memoria, de principio a fin, con una relativa facilidad. Dios afirmó este hecho en un versículo del Corán, mucho antes de suceder: “Realmente hemos hecho el Corán fácil de recordar; ¿Hay quien recapacite?” (54:17)
  • En el año 615 DC el Emperador de Persia atacó al imperio romano y obtuvo –como resultado- el control sobre Siria, Palestina y parte de África del Norte, después de saquear a Jerusalén, quemar el Santo Sepulcro y destruir numerosas ciudades. Los persas, en ese momento adoraban el fuego y no creían en Dios. Estas noticias fueron bien recibidas por los idólatras de La Meca, pero preocuparon a los musulmanes y les produjo ansiedad sobre el desarrollo futuro de los eventos, ya que los paganos habían triunfado sobre los Creyentes cristianos. A raíz de esto, Dios reveló a su Profeta (SAAWAWS) que los romanos, después de su derrota, serán victoriosos: “Los Romanos fueron derrotados * En la tierra más próxima, pero después de su derrota, vencerán* Dentro de algunos años, porque es de Dios la decisión del pasado y del futuro; y en aquel día, los Creyentes regocijarán * Por el auxilio de Dios; Él auxilia a quien le place porque es Todopoderoso, Misericordiosísimo * Es la promesa de Dios y Dios jamás quebranta su promesa, pero la mayoría de los humanos lo ignoran” (30:2-6). En menos de diez años, esta profecía del Corán se cumplió, ya que los romanos, liderados por Heracles, derrotaron –en el año 624 DC- al imperio persa.
  • Como ya se vio en un capítulo anterior, los musulmanes se habían establecido en Madinah, después de su emigración forzada de La Meca. Allí, sin contar con una fuerza militar que les garantizara un regreso triunfal a La Meca o contar con una situación favorable, el Profeta (SAAWAWS) tuvo un sueño en el que se veía regresando, junto a los musulmanes, a su ciudad natal. Dios le prometió a su Profeta (SAAWAWS) y a los musulmanes que ciertamente tendrán un regreso triunfal, confirmándole al Profeta (SAAWAWS) lo que había visto en su sueño: “En verdad, Dios confirmó la visión a Su Mensajero; Si Dios quiere entraréis tranquilos en la Sagrada Mezquita (en La Meca), con la cabeza rasurada o los cabellos recortados y no tendréis nada que temer; más Él sabe lo que ustedes ignoráis y les concedió, además de esto, una victoria cercana” (48:27). De hecho, así fue, después de estar varios años en Madinah, cumpliéndose la promesa de Dios.
  • Muchos de los enemigos del Profeta (SAAWAWS) adoptaban finalmente el Islam, en momentos diferentes y situaciones diferentes, aunque sea en su lecho de muerte, en los últimos instantes. Dios predice, en un capítulo corto del Corán, que Abu Láhab (tío del Profeta (SAAWAWS)) y su esposa, obstinados enemigos del Profeta (SAAWAWS), no adoptarán el Islam y que su fin será en el Infierno: “¡Que se pierdan las manos de Abu Láhab!, y perdido está * De nada le servirá su riqueza ni cuanto ha acumulado* Se abrasará en un fuego flamígero * Lo mismo que su esposa portadora de leña * Que llevará a su cuello una soga de esparto” (11:1-5). Tanto Abu Láhab como su esposa cerraron sus ojos, despidiéndose de este mundo, sin adoptar el Islam, persistiendo, hasta el último momento en su hostilidad hacia el Profeta (SAAWAWS). Ni siquiera intentaron decir, aunque sea falsamente, que adoptan el Islam, aunque sea para desmentir momentáneamente al Profeta (SAAWAWS) y a este versículo, del cual –por supuesto- tuvieron conocimiento al ser revelado. Así, se cumplió la predicción de Dios.
  • Uno de los enemigos del Profeta (SAAWAWS) lo llamó, una vez, “Abtar”, palabra árabe que significa que la persona no tendrá descendencia o posteridad. A raíz de esto, Dios le reveló uno de los capítulos más cortos del Corán, que contiene sólo tres versículos: “Es cierto que te agraciamos con la opulencia * Reza, pues, a tu Señor y sacrifica * Porque es quien te aborrezca el que no tendrá posteridad (o sea, será el “abtar”) (108:1-3). A pesar de que todos los hijos del Profeta (SAAWAWS), a excepción de Fátima, se murieron de pequeños, o tuvieron hijos que se murieron de pequeños, descendientes del Profeta (SAAWAWS) -por parte de Fátima- viven con nosotros, hasta el día de hoy, mientras que la descendencia de sus enemigos acérrimos Abu Jahl y Abu Sifián se han extinguido.
  • Cuando los musulmanes no habían tenido enfrentamiento militar con los idólatras de La Meca, Dios –en una predicción- le prometió al Profeta (SAAWAWS) que sus enemigos serán derrotados y huirán: “¿O acaso dicen: somos un grupo invencible? * Tal grupo será derrotado y dará la espalda (huirán)” (54:44-45). Esta profecía se cumplió, en la batalla de Badr, la cual es la primera batalla donde se enfrentaron los musulmanes y los idólatras, tal como se mencionó en un capítulo anterior.

LINGÜÍSTICA DEL CORÁN: TEXTO ÁRABE Y TRADUCCIÓN

El idioma árabe fue muy útil para la transmisión del mensaje del Corán, siendo un medio muy efectivo de comunicación para la época. Sin embargo, la necesidad de preservar la autenticidad, precisión y exactitud del texto coránico, así como la memorización y recitación diaria de versículos del mismo por todos y cada uno de los musulmanes, ayudaron al fortalecimiento del idioma árabe y su preservación en el tiempo, no sólo dentro de los límites de la península arábiga, sino en Europa, África y el sud-este asiático. De allí, emerge el árabe como un idioma universal.

Con el afán de preservar la precisión del Corán, se desarrolló el sistema de puntos y de signos gramaticales, formalizando así y documentando la estructura gramatical de la lengua árabe y estableciendo una forma unívoca y permanente para su alfabeto. Al mismo tiempo, el Corán aportó un valor incomparable a la belleza y riqueza literaria, introduciendo nuevos vocablos, nuevas estructuras, nuevos estilos y nuevas formas de expresión a la lengua árabe. Asimismo, el Corán estableció nuevos y más altos estándares para la composición literaria, siendo el primer libro en idioma árabe. Así, la revelación del Corán viene a ser el evento más importante en la historia del idioma árabe.

La internacionalización del idioma árabe, tuvo un impacto tal que en muchos países, aunque no se haya adoptado el idioma árabe como tal, adoptaron –sin embargo- las letras árabes para ser usadas como base de sus respectivos idiomas; tal es el caso en Persia (Irán), Turquía, India, Paquistán, Afganistán y muchos otros. Por otro lado, los cristianos de varios países del Medio Oriente que realizaban sus rituales religiosos en idiomas diferentes al árabe, tal como griego, latín, siriaco o copta, adoptaron el idioma árabe para realizar dichos rituales en sus iglesias.

Es conveniente recordar que cualquier texto del Corán en idioma diferente al árabe, se considera una simple traducción, más no el mensaje revelado por Dios, como ya se comentó en un punto anterior de este capítulo. Aparte de la natural distorsión que surge al traducir un texto normal de un idioma a otro, la cual es mayor y más crítica en el caso de las expresiones del mensaje divino del Corán, toda la elocuencia y belleza lingüística del texto original árabe se pierde. Es por ello que los occidentales quedan asombrados de la actitud de los musulmanes con respecto al Corán, ya que donde éstos ven belleza, coherencia, majestuosidad y sabiduría sublime, el lector occidental ve –en general- sólo “crudeza”, “repeticiones fastidiosas” y “divagaciones incoherentes”.

Extracto de “LA VERDAD SOBRE EL ISLAM” Desmitificando falsos paradigmas; Por Abdun-Nabi Chaaban

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

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