Ayatollah Qadhi, un sabio muy especial

El Ayatollah Sayyed Ali Agha Qadhi Tabatabaii Tabrizi, jurisconsulto, sabio místico inigualable y grande del shiísmo y el Islam, nació en el año mil doscientos ochenta y dos (de la Hégira lunar) en la ciudad de Tabriz. Su padre, el Ayatollah Sayyed Husein, fue un sabio destacado en su tiempo y fue un refugio permanente para la gente y los seguidores de Ahul-bait.

Cuando era aún pequeño su padre lo llevó a la escuela a fin de que aprendiera muy bien el Sagrado Corán y de este modo se educara en el sendero recto del Libro Sagrado. Sayyed Ali, era muy inteligente, terminó rápidamente el aprendizaje y se adelantó a sus compañeros; además su padre le enseño la interpretación del Corán. Luego de terminar las primeras etapas de sus estudios ingresó en la Hauzah (escuela de religión) de la ciudad de Tabriz y se educó bajo la supervisión de grandes sabios. A los veintitrés años de edad, con la finalidad de perfeccionar sus estudios viajó a la ciudad de Nayaf (Irak). Al llegar allí visitó el Mausoleo del Imam Alí (la paz sea con él) y le pidió éxito, progreso y perfección. Se encomendó a él para que le muestre el camino que lo llevara hacia la satisfacción de Dios y también le pidió al Imam que lo acompañase en cada momento de su vida. Este pedido fue aceptado por parte del Imam Alí (la paz sea con él); el Imam le mostró el camino de la felicidad y llegó a los altos grados de sabiduría y espiritualidad. Sayeed Ali Qadhi llegó al nivel de jurisconsulto a los veinte siete años y se convirtió en un sabio de referencia.

Opinión de grandes Ayatullahs al respecto

Dijo el Imam Jomeini respecto a él: “Qadhi era una montaña de grandeza y nivel espiritual”.

Dice el Sayyed Muhammad Husein Tabatabaii: “Todo lo que tenemos ahora lo tenemos gracias al sabio Qadhi”.

El Alamah Tehrani apreciaba mucho a su profesor Alamah Qadhi y se consideraba muy bajo en cuanto a nivel espiritual respecto de él; veía en el rostro de Qadhi un mundo de grandeza, secretos, unicidad y grados espirituales.

Dice el Ayatollah Jamenei: “Sayyed Ali Qadhi es una de las bendiciones de la época, y una personalidad destacada desde el punto de vista sabio y práctico, si no queremos decir que él no tiene igual,  podemos afirmar que de entre los sabios existen pocos como él”.

El sabio mártir Mutahari tenía en su casa tres retratos, uno de ellos era su padre, otro era su profesor y el otro era Sayyed Ali Qadhi.  

Relata el señor Tehrani de unos de los grandes profesores del Nayaf que dijo respecto a Sayyed Ali Tabatabaei: “Había oído sobre Ali Qadhi Tabatabaii y respecto a sus niveles espirituales, magnificencias y grandeza. Dudé al respecto, me preguntaba ¿será cierto? Hasta que un día tenía que ir a rezar a la mezquita de Kufa, a Qadhi le gustaban mucho las mezquitas de Kufa y Sahla. Fuera de la mezquita me encontré con al señor Qadhi. Hablamos un poco y nos sentamos allí en dirección a la Qibla; en ese momento salió una gran serpiente de un pequeño pozo y comenzó a desplazarse delante de nosotros. En nuestra zona había muchas serpientes y a menudo hacían daño a las personas; cuando la serpiente se acercó a nosotros yo me asusté, el sabio Qadhi, sin embargo, le dio una señal y le dijo: “¡Muere, con la anuencia de Dios!”. La serpiente quedó paralizada en ese mismo instante, Sayyed Qadhi, sin darle importancia al asunto, continuó su conversación.  Cuando terminamos de hablar nos dirigimos a la mezquita. Estando allí pensé, ¿realmente se murió la serpiente? ¿O yo creí eso...? Salí de la mezquita para ver qué había sucedido con la serpiente y vi que seguía paralizada; la moví con mi pie, pero no se movía. Sintiéndome mal por la duda que tenía entré nuevamente a la mezquita y recé, al salir nos vimos nuevamente y Qadhi me dijo con una sonrisa: “¡Querido, lo confirmaste!”.

Alamah Qadhi recomendaba mucho a sus alumnos realizar Salatu al Lail (oración de la noche que se realiza antes del Alba). Cuenta Alamah Tabatabaii: “Cuando viaje a Nayaf para estudiar visité a Alamah Qadhi”. Un buen día me encontraba junto de la escuela, cuando el Sayyed Ali Qadhi pasaba por ahí. Al verme puso su mano en mi hombro y dijo: “¡Oh hijo, si quieres este mundo, realiza la oración de la noche y si quieres el otro mundo, realiza la oración de la noche!”.

Su ayuda a los necesitados

Cuenta Alamah Tehrani, de un amigo en Nayaf: “Un día me encontraba en una verdulería y vi al Sayyed Qadhi eligiendo lechugas, sin embargo tomaba las lechugas dañadas y marchitas. No me había dado cuenta que estaba tomando las que estaban viejas hasta que el Sayyed Qadhi las compró, las guardó bajo su capa y se fue. En esos tiempos yo era un religioso joven, fui tras suyo y le pregunté la razón. Sayyed Qadhi respondió: “Conozco a este vendedor, es una persona muy necesitada y pobre.  Algunas veces lo ayudo, pero no quiero que él se sienta mal y deshonrado, por eso tomo las lechugas marchitas, de este modo en primer lugar, lo ayudo y en segundo, no permito que se acostumbre a ser ayudado y disminuya su ímpetu para trabajar. Para mí no hay diferencia en comer las lechugas finas y frescas o estas lechugas. Sabía que estas lechugas no tendrían cliente y al mediodía, al cerrar, terminarían botadas. Las compré para que no perdiera dinero”.

El amor del Sayyed Qadhi al día de Gadir Jum (el día que el Profeta de Dios Muhammad -la paz y bendiciones sea con él y su bendita familia- designó al Imam Alí -la paz sea con él- como su sucesor).  

Cuenta el hijo del Sayyed Qadhi con respecto a su padre: “Mi padre se preparaba para este gran día y se vestía con sus mejores atuendos, compraba dulces y frutas e invitaba a sus familiares, amigos y conocidos a su casa pidiendo a cada uno de ellos que leyera el discurso del Profeta (la paz sea con él y su bendita familia) en voz alta. Este discurso es uno de los más populares y bellos. En este gran día el Sayyed Qadhi hablaba de cosas agradables y bonitas para sus invitados y ellos se ponían muy contentos. Algunas veces también leía poesías y versos que sabía de memoria.

Un milagro del Sayyed Qadhi

Cuenta Alamah Tabatabaii: “Mi esposa y yo éramos familiares cercanos de Alamah Qadhi. Él nos visitaba cuando estábamos en Nayaf. Nosotros tuvimos hijos, pero todos habían muerto en su niñez.  Un día el Sayyed Qadhi fue a nuestra casa, mi esposa estaba embarazada y yo todavía no lo sabía; al despedirse le dijo a mi esposa: ¡Prima! Esta vez este niño tuyo sobrevivirá, es varón y no le llegará ningún daño; su nombre será Abdul Baqi (siervo del Eterno).  Me alegré por lo que Qadhi había dicho; Dios nos otorgó un hijo y como él lo predijo no falleció como los otros y lo llamamos Abdul Baqi”.

Algunas de las recomendaciones de Alamah Qadhi: “Si alguien realiza su oración obligatoria al término del Adhán (llamada a la oración), es decir en el primer tiempo de la oración, que me maldiga si no alcanza excelentes niveles espirituales durante su vida”. 

“Es imposible que el ser humano pueda llegar al nivel de la unicidad por un camino excepto por el camino del Imam Husein (la paz sea con él)”.

“Los beneficios y los éxitos están en el camino del Imam Husein (la paz sea con él)”.

Dijo Alamah Qadhi: “Si tienes en tu ciudad o en tus alrededores tumbas de Imames, hijos de Imames (creyentes) y sabios, visítalos.”

“Si alguien busca el camino para acercarse a Dios y a fin de encontrar el maestro de este camino pasa la mitad de su vida en esta búsqueda y lo encuentra, habrá completado la mitad de ese camino”.

El testamento de Sayyed Qadhi

Su testamento tiene dos partes: la primera parte aborda los asuntos de este mundo y la segunda, los del día del juicio final. Vamos a mencionar una parte del testamento para bendecirnos: “Mi recomendación es sobre la oración; realícenla en el primer momento y con humildad. Si cuidan de su oración todas sus cosas estarán protegidas. No se olviden de las alabanzas de Fátima Zahra (la paz sea con ella) y el Aayatul-Kursi (versículo del trono -Sagrado Corán, 1:255-257).

Realicen las conmemoraciones para el Imam Husein (la paz sea con él) y visiten su santuario. Hagan semanalmente conmemoraciones que les resolverán los problemas, si no pueden hacer esto a menudo realícenlo en los diez primeros días del mes de Muharram.  Obedezcan a sus padres, tengan buen carácter, sean honestos y no sean hipócritas, tramposos; adelántense en el saludo, hagan el bien a todo el mundo y por Dios, por Dios no rompan el corazón de ninguna persona.

Su fallecimiento                      

Luego de años de enseñar las creencias islámicas y educar alumnos creyentes, Ayatolah Ali Agha Qadhi falleció un día lunes 4 del mes de Rabii Ulavval del año 1366 (de la hégira) en la ciudad de Nayaf y fue enterrado junto a su padre en Waadi Assalam. Su bendita vida duró 83 años con 2 meses y 21 días.

El en sus últimos años de vida pedía constantemente agua y decía:” En mi pecho siento un fuego que no se apaga”, y recitaba para sí: “Soy el sediento que necesita agua (el agua del conocimiento)”.

Los últimos momentos de la vida de un ser humano son los más difíciles, pero para un místico son los momentos más hermosos, porque es el momento del encuentro con Dios. Cuenta su nieto sobre la noche de su fallecimiento: “Hacía ya un tiempo que se encontraba enfermo y una noche le dijo a mi padre (que en esa época tenía veinte años): “Esta noche no duermas, quédate despierto”. Mi padre no sabía la razón.  A media noche el Alamah Qadhi llamó a mi padre, se recostó frente a la Qibla y dijo: “Estoy a punto de morir, no despiertes a los niños ni a mi esposa, sólo lee Corán hasta la mañana a mi lado. Para mi padre era difícil no avisar a los demás al respecto, sin embargo aceptó la palabra de su padre. Ayatolah Qadhi le dijo: “Me estoy relajando y esto comienza desde mis pies hacia arriba. Después dijo que le dolía el corazón y que lo cubriera con una frazada. Mi padre así lo hizo y mi abuelo falleció”. Toda la familia quedó triste y dolorida después de su fallecimiento.

Este gran sabio místico vivió su vida con el amor al Imam Husein (la paz sea él) y en el camino recto de Allah; fue ejemplo y maestro de muchas personas hasta hoy día, Dios lo guarde en paz y felicidad.  

Ayatullah Keshmiri dijo: “En los últimos momentos Qadhi señalaba su cuerpo y decía: Este cuerpo se está yendo”. Y al momento del baño completo se le veía una hermosa sonrisa en su cara. Dijo también: “Después de su fallecimiento yo quise saber hasta dónde había llegado su nivel espiritual, entonces vi en una percepción que desde su tumba emanaba una luz que llegaba a tocar el cielo. Descubrí que tenía un nivel muy elevado”.      

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com , Fundación Cultural Oriente

Article_image
Article_rate
No votes yet