El criterio que define la condición humana

Prof. Ayatola Murtada Mutahhari

Se me ha pedido discutir el criterio que define la condición humana. Si fuéramos a hacerlo desde el punto de vita de la biología, sería una tarea sencilla dado que trataríamos con el cuerpo humano y con el lugar de los seres humanos en el mundo animal, en cuyo caso no hay diferencias a considerar entre los individuos. En el marco de la anatomía, la medicina, e incluso en alguna medida en la psicología, no existen diferencias de importancia entre dos o más individuos.

Pero, ¿está la condición humana limitada al cuerpo? ¿Están la perfección humana y su nobleza confinadas al aspecto físico del hombre? En las ciencias humanísticas es frecuente oír hablar del hombre perfecto e imperfecto, del inferior y el superior. ¿Qué tipo de ser humano es ética y socialmente digno de respeto por su perfección, o merecedor de menosprecio por sus imperfecciones? Este es un tema que siempre ha acaparado la atención, no sólo en las ciencias humanas, sino también en las distintas religiones. El Sagrado Corán por ejemplo habla de seres humanos que están en cuanto a perfección por encima de los ángeles y merecen más elogio que éstos. Y menciona además seres humanos que son inferiores incluso a los animales.

¿Cuál es el criterio que permite medir diferencias entre los seres humanos? Esta cuestión no se relaciona sólo con la religión. También los filósofos materialistas, que no creen ni en Dios ni en la religión, discuten la cuestión del hombre, de la humanidad y de los seres superiores e inferiores.

¿Cuál es el criterio según estos filósofos? Podemos decir que los seres humanos son iguales genéticamente (en cuanto especie), pero que difieren en conocimiento, es decir en algo que es adquirido y no heredado. Ahora bien, una persona con más conocimiento, ¿es superior a otra que tiene menos? ¿Se relaciona esto con el conocimiento académico, que da superioridad según el nivel y el estadio en que se encuentren los estudios? ¿Hemos de respetar a las personas solamente en proporción a su conocimiento? ¿Es apreciado Abu Dharr, para dar un ejemplo, porque era más instruido que sus contemporáneos? ¿Es despreciable Mu‘auiah porque poseía un nivel de instrucción inferior?[1]

No creo que el conocimiento sea un criterio adecuado para definir una jerarquía en la condición humana. Si así fuera, diríamos que Einstein fue el hombre más dotado con las cualidades de la humanidad dado que fue el más inteligente de su tiempo.

Otra opinión es que, aunque el conocimiento es uno de los requisitos de la humanidad, y a pesar de que la importancia de tomar conciencia de uno mismo, de la sociedad y del mundo, no puede negarse, resulta insuficiente. Este punto de vista sostiene que la jerarquía en la condición humana debe medirse por el carácter y la disposición. Una persona puede ser muy inteligente pero, si tiene mal carácter, ¿debería ser considerada un ser humano perfecto?

Un animal se comporta según sus instintos y no posee voluntad para gobernarlos. Si bien decimos del perro que es un animal fiel, sabemos que su fidelidad es algo instintivo. Una hormiga también es prudente por instinto. Hay también seres humanos en el mundo que tienen una disposición que se asemeja a la de un animal. Poseen sus instintos naturales, pero no tienen nada para perfeccionarse y mejorarse, están condenados a seguir su naturaleza.

La conciencia de un animal está limitada a su propio tiempo y lugar, mientras que la conciencia del hombre le permite conocer el pasado y tener una idea del futuro y, demás proyectarse más allá de su propio ámbito e incluso de su propio planeta. Pero la cuestión del carácter es un asunto diferente. El conocimiento está relacionado a lo que uno aprende, mientras que el carácter está vinculado con el entrenamiento, con la acción y la formación de hábitos.

No pienso entonces que el conocimiento sea una norma adecuada para definir la condición humana, y más tarde explicaré qué tipo de gente sostiene esto. La segunda opinión, es decir: que las características de la conducta son el criterio o norma para definir el hombre y su jerarquía, tiene un mayor número de sostenedores. Pero podríamos preguntar, ¿a qué tipo de disposiciones y características se están refiriendo? Una de las respuestas a esta cuestión es que el amor es el criterio deseado; pues el amor es la madre de todas las otras nobles y bellas disposiciones del carácter humano. Así, si uno fundamenta su carácter sobre el amor a los seres humanos, poseería ese grado sumo que es la real humanidad. Pues tal persona está tan interesada en los otros como en sí mismo, o incluso más interesada en los demás.

En religión esto se llama autosacrificio. Leí una afirmación en un libro de que existe una enseñanza común a todas las religiones que manda amar para los otros lo que se ama para uno mismo, y disgustar para el prójimo aquello que a uno mismo le disgusta. Esto está confirmado en nuestras tradiciones[2]. Esta es la lógica del amor. Como sabemos, en algunas escuelas del hinduísmo y en el cristianismo se ha puesto mucho énfasis en el amor. Pero ellos han ido tan lejos en este asunto que llegan a perder la vista toda otra cosa y sostener que el amor es el curso de acción en todas las circunstancias. Por eso el amor de estas doctrinas religiosas es una suerte de admiración ciega, y su valor como norma de la condición y jerarquía humanas puede cuestionarse.

Pero si aceptamos el amor por el prójimo como el criterio el problema quizás puede resolverse más fácilmente que si aceptamos el conocimiento como tal. Por ejemplo, respecto de nuestra preferencia por Abu Dharr respecto de Mu’auiah, estamos en mejor posición para juzgarle sobre la base del amor. Mu’auiah fue un hombre egoísta y ambicioso que explotó a los demás por la fuerza. Abu Dharr fue la antítesis de esto, y aunque tuvo todas las posibilidades y aún más, cuando Mu’auiah se mostraba dispuesto a ofrecerle muchos privilegios, él estuvo siempre ansioso por el destino de los demás, particularmente de aquellos que eran oprimidos por Mu’auiah. Esta es la razón por la cual Abu Dharr se opuso y levantó contra este inicuo de Mu’auiah y debió pasar los últimos años de su vida solo en el exilio donde murió. Por eso llamamos a Abu Dharr “humano” dado que amaba al prójimo, y consideramos a Mu’auiah inhumano, porque solamente se interesaba en sí mismo.

Análogamente, ¿por qué pensamos que ‘Alí (P) es un ser humano perfecto? Porque él sentía los dolores de la gente, de la sociedad, y su “yo” se había transformado en “nosotros”. Su personalidad atraía a la gente. No era un individuo separado de los demás, sino más bien como una pierna, como un miembro o un órgano de un cuerpo completo; él mismo dijo que el dolor de una parte de la sociedad, como en un cuerpo, se hacía sentir en las otras partes, una de las cuales era él mismo. ‘Alí declaró esto mucho tiempo antes que los filósofos humanistas del siglo XX lo propusieran como su ideal.

Cuando supo que un gobernador designado por él había asistido a una fiesta, le escribió una carta de protesta que está compilada en el Nahyul-Balaga. No se menciona que tipo de fiesta había sido, si había habido bebida, o juego o baile. El gobernador fue considerado en falta por el Príncipe de los creyentes simplemente porque había participado de una fiesta aristocrática a la cual no podían asistir las personas pobres. Dice en la carta: “Nunca creí que un gobernador y representante mío fuera a asistir a tal fiesta de la nobleza”. El a continuación describe su propia vida, y dice que siente las penalidades y dolores del resto de la gente más que las suyas propias; y que incluso el dolor de la gente le impedía sentir el propio. Estas palabras muestran a las claras que él era realmente un sabio verdaderamente erudito y prudente[3]. Pero la razón por la cual lo honramos tan profundamente no es solamente por la amplitud de su sabiduría, sino porque era verdaderamente humano. El no estaba desatento al destino de los demás.

Hay incluso una doctrina que considera que la resolución y el poder de la voluntad son el criterio y norma que permiten reconocer la jerarquía humana. Esta escuela de pensamiento sostiene que si una persona puede dominarse a sí misma, a sus instintos, a sus nervios y sus pasiones con el poder de su voluntad y razón, logrando no ser dominado por sus deseos e inclinaciones, entonces es realmente un hombre.

Existe una diferencia entre deseo y voluntad. El deseo es una atracción que se origina en algo exterior, es una relación entre el hombre y los objetos externos. Como por ejemplo la de un hombre hambriento con la comida, o el deseo sexual. Incluso el sueño ejerce una atracción. También lo es el deseo de un rango, de una posición en la sociedad. Pero la resolución es algo interno, que lo libera a uno de las urgencias del deseo. La resolución coloca a los deseos a disposición del poder volitivo para emplearlos como considere conveniente. La mayoría de nuestros moralistas del pasado enfatizaron la resolución (en la forma de vigor y valor) como criterio de la perfección humana. Los seres humanos, a diferencia de los animales que son gobernados por sus instintos, pueden actuar contra sus inclinaciones y contrariarlas. Por eso una persona con resolución y fuerza de voluntad es más humana que otra que es dominada por sus instintos o inclinaciones y no puede controlar su ego.

Otro criterio que se ha propuesto para el caso es la libertad. ¿Qué significa esto? Significa que en la medida en que uno no tolera la opresión y la fuerza, y no es aprisionado por ningún poder y puede elegir libremente, entonces es realmente un hombre. En las modernas escuelas de pensamiento (ej.: el liberalismo) se da gran importancia a la libertad como criterio que define la verdadera condición humana. ¿Es correcta esta opinión o no? Es tanto verdadera como falsa: como un requisito de la condición humana, es correcta, pero como el único criterio de ésta es errónea.

El Islam por su parte ha puesto mucho énfasis en el autocontrol. Relataré una historia en conexión con esto. Se narra que el Profeta (BPD) pasaba por un lugar de la ciudad de Medina cuando vio a un grupo de jóvenes que competían probando sus fuerzas levantando una pesada piedra. Cuando vieron al Profeta le pidieron que actuara como árbitro. Él estuvo de acuerdo y al final de la competencia dijo: “¿Sabéis quién es el más fuerte? Es aquel que controla su ira y no deja que lo venza”. En suma es aquél que no permite que su ira lo aparte de lo que es de la complacencia de Dios y se muestra capaz de dominar sus pasiones.

Ese día el Profeta (BPD) transformó una contienda física en una espiritual. Lo que quiso enseñar es que la fuerza física es un signo de la hombría y virilidad, pero no es el único ni el más importante signo de ella. La verdadera hombría reside en la fuerza del poder de la voluntad.

Llamamos a ‘Alí (P) el “león de Dios” porque el más viril en dos aspectos: externamente, en la sociedad y en el campo de batalla, donde podía superar con su fuerza a sus oponentes, y más importante que eso, internamente, porque tenía un perfecto control de sí mismo, de sus deseos y antojos.

Yalaluddín Rumi cuenta una historia en su poema Maznawi acerca de ‘Alí, al que presenta como un joven de veinticuatro o veinticinco años que describe con todos los bellos rasgos de la virilidad y la hombría. ‘Alí había derribado a su adversario en un combate individual de la batalla y estaba sentado sobre su pecho, pronto a matarlo. El hombre escupió sobre la cara de ‘Alí. Confundido, ‘Alí dejó temporariamente al hombre y caminó durante un rato. El hombre le preguntó por qué lo había dejado y el Imam le respondió: “Si te hubiera matado, lo habría hecho por ira y no por el deber que impone el luchar por la Causa de Dios”[4]. Este es un maravilloso ejemplo de autocontrol.

‘Alí Ibn Abi Talib escribió en su testamento a su hijo Al-Hasan, la Paz sea con ambos: “Considérate a tí mismo y a tu vida por encima de todo acto indigno. En recompensa por lo que tú gastas de tu vida en las pasiones, no recibirás nada. No te hagas un siervo de los otros, porque Dios te ha creado libre”. La cuestión de la libertad, que aquí aparece, también ha sido considerada un criterio para la humanidad por la escuela existencialista.

Otro criterio que se ha esgrimido es la cuestión del deber y la responsabilidad, que comienza con Kant y se ha llegado a enfatizar mucho en nuestro tiempo. Esto significa sentirse responsable de la sociedad, de uno mismo y de la propia familia. ¿Cómo se debe obtener este sentimiento de responsabilidad y cuál es su fundamento? ¿Está impreso en la propia conciencia (o es adquirido)?

Otra doctrina, que incluye a la filosofía de Platón, considera que la belleza es el criterio o norma de la condición humana. Todas las escuelas, por último, reconocen y aprueban el valor de la justicia. Lo hacen algunas desde el punto de vista ético, y otras porque consideran que hay una relación entre la justicia y la libertad, mientras que Platón dice que la justicia es buena tanto en el individuo como en la sociedad porque conduce al equilibrio y la belleza. Desde luego, la idea de belleza se refiere aquí a la belleza espiritual.

En otra ocasión juzgaremos entre todas estas escuelas y doctrinas, y pasaremos revista a las opiniones del Islam sobre este tema.

Fuente: DISCURSOS ESPIRITUALES; Conferencias sobre la dimensión espiritual del Islam; Editorial Elhame Shargh

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[1] Abu Dharr fue uno de los grandes compañeros del Profeta (BPD), venerado por su honestidad y su entereza, y por defender la justicia y la verdad contra la opresión y la injusticia. Antes de adoptar el Islam eran un salteador de caminos, y lo que quiere resaltar el autor es que no era en absoluto un hombre instruido, pese a lo cual fue un gran hombre. En cuanto a Mu’auiah, era un hábil político, una persona inteligente que puso su capacidad al servicio de sus ambiciones de poder y se opuso a ‘Alí (P) y lo combatió haciéndose finalmente con el califato. Este es un caso en que la inteligencia y la formación no están sin embargo al servicio del bien y la justicia. (Nota del Traductor al Español).

[2] Se refiere a la famosa tradición del Profeta (BPD) que dijo una vez a sus discípulos: “Ninguno de vosotros alcanzará la verdadera fe hasta que ame para su hermano lo que ama para sí mismo”. (Nota del Traductor al Español)

[3] Dijo el Profeta (BPD): “Yo soy la ciudad del conocimiento y ‘Alí es su puerta”.

[4] Este es un hecho histórico que ocurrió durante la batalla del foso, y el autor la relata más extensamente en capítulo X de esta obra. (Nota del traductor al Español)

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