Los aportes del Islam a la humanidad (XV)

Historiografía

Por el Profesor Abdul Husein Zarrinkub

 

En el campo de la historiografía, el primer modelo que los musulmanes tomaron, fue el de Joday Nameh Libros Pehlevis o Libros de Reyes, que se consideraban como la base de la épica nacional iraní. En la Era de la Ignorancia —antes del Islam—, lo usual en materia de historia entre los árabes era la genealogía de tribus, ayyam —días— y guerras mezclados con poesía y cuentos. Además de lo que se había escuchado acerca de los profetas de Israel, o de los reyes de Babilonia, Egipto y Siria, que se consideraban leyendas —leyendas de los primeros, asatir ul-awwalin en árabe—. A pesar de todo, les interesaba y motivaba a la mayoría, pues las historias de caballeros, héroes, poetas y predicadores, eran narraciones que tenían la misma naturaleza de los cuentos y las poesías. Por eso en las tertulias de los califas y reyes omeyas estas historias eran muy comunes, e incluso Muawia —el primer califa de los omeyas—, como lo narra Al-Mas’udi, dedicaba una parte de su tiempo libre a escuchar narraciones sobre la historia de los árabes y ayam —persa y no árabes— y tal vez le leían de los libros escritos en otras idiomas o eran traducidos. De la misma manera Mansur y Harun, los dos califas abasíes, mostraron el mismo interés por las narraciones históricas en las charlas palaciegas. Un espacio importante lo ocupó las indagaciones sobre la vida del Profeta del Islam (PB) que favoreció la gestión de la compilación de las tradiciones y las historias de las batallas del Profeta (PB). Otro motivo para la inclinación de los musulmanes hacia la historia, lo cual tuvo sus fuentes en los libros siriacos y algunos persas fue también la comprensión de los mandatos del Corán —o el hadiz— y la investigación de la historia y los acontecimientos de las naciones y tribus de los antepasados —especialmente judíos, cristianos y árabes baídah[1]—.

Además, la curiosidad de los musulmanes y el contacto permanente que sostuvieron con varias tribus y naciones conquistadas, no solo los mantenía interesados en la historia de Grecia, Irán y Roma, sino que los motivaba saber sobre la historia de La India, Turquía e incluso de China y África. La expansión del territorio del Islam, hizo vincular e interesar a los musulmanes hacia todos estos países. En estas épocas, la historia antigua de Grecia —de Herodoto y Tucídides— que narraba el ascenso y caída sucesiva de gobiernos, no fue de interés para los musulmanes. Además el interés de los abasíes, los baramakes y Ale Sahl en el modo de administración gubernamental en la época sasánida a pesar de la hostilidad que mostraban hacia Bizancio, el heredero de la Grecia y Roma antigua, resultó ser el motivo por el cual los historiadores musulmanes refirieran más a las fuente iraníes que a las griegas. Esto también ocasionó que las historias de los musulmanes fueran narradas con sumo detalle histórico, pero sin darle mucha importancia a la descripción de los motivos y las razones de los sucesos históricos. Por ello, algunos libros de historia de Abu Majnaf, Saif ibn Umar, Awanah ibn Abdul-Hakam y Abu Amer ibn Sharahil, difieren mucho debido a los prejuicios tribales, religiosos y de grupo, por lo que el historiador moderno debe tener cuidado cuando estudia estos textos, puesto que las historias de los califas, al parecer, debido a este prejuicio que existe en la origen de sus narraciones, no es realmente confiable.

La compilación de los libros de historia general más antigua es el Tarij Iaqubi[2] de Ibn Wadhih —un historiador shia— sin lugar a duda es una obra maestra de los musulmanes en la historiografía. El gran libro de Tabari[3]Tarij Tabari, la Historia de Tabari—, el cual tiene un estilo propio de historia narrativa de los sucesos, es una enciclopedia histórica llena de informaciones útiles y variadas. El libro Muruj Adh-Dhahab[4] de Al-Mas’udi y también otro libro de él, At-Tanbih val-Ishraf son obras de la historia general, las cuales posteriormente fueron comentadas y perfeccionados por eruditos como Miskawayh,[5] Ibn Azir, Ibn Al-Yuzi,[6] Abul-Fida, Ibn Jaldún, Dhahabi[7] y Ibn Tagri Bardi[8] y así llegaron a ser la mayor referencia en historia de las naciones y tribus islámicas. También los libros de Tabaqat, Wafaiat y Tarayim[9] fueron de importancia para las obras de eruditos como Sam’ani,[10] Ibn Jalcan, Kutubi[11], Safdi[12], Ibn Abi Asibea[13] entre otros, convirtiéndose en referencias y fuentes valiosas para la investigación de la historia y la civilización del Islam.

Como se ha visto, los musulmanes escribieron numerosos libros de historia, y ninguna nación se podía comparar con ellos antes del inicio de la era moderna.[14] Quizás, en este gran legado musulmán también se pueden encontrar imprecisiones, como por ejemplo la mezcla de narraciones de los sucesos con los cuentos, la transmisión de las narraciones contradictorias, ilógicas o exageradas, así como la adulación hacia los ejes de poder, cubriendo sus defectos y corrupciones. Pero a pesar de estas faltas, hay que tener en cuenta el contexto de la época, que no puede compararse con el método moderno de trazar la historia. También hay que considerar un factor importante como la expectativa de los lectores antiguos al leer un libro de historia y la manera en la que adquirieron los datos históricos, estos difieren mucho a la de  nuestra época. Por lo tanto, considerando estos temas, el investigador de hoy en día no debería caer en juicios extremos cuando analiza a los antiguos historiadores musulmanes. A pesar de todo, el trabajo de los historiadores musulmanes en comparación con los de Grecia y Roma —quizás con unas excepciones—, especialmente en relación con el trabajo de los historiadores de Europa en la Edad Media e incluso después de ellos, es admirable y sorprendente.

En la historiografía musulmana existe un carácter evidente, el cual radica en el interés de saber sobre la situación de otras naciones. No solo las informaciones de los historiadores como Mas’udi, Iaqubi, Dinuri y Tabari acerca de Babilonia, Egipto, Irán, Judía, Grecia y Roma están basadas en referencias confiables, sino también sobre tribus y naciones de India, Sudan, Turquía, China y el Occidente —de esa época— existen informaciones exactas en las obras de Biruni, Mas’udi, Iaqubi, Ibn Azir y Rashid ad-Din Fadhlullah, las cuales muestran la exactitud y la curiosidad. A pesar de algunas críticas aceptadas en las obras de algunos de estos historiadores, por lo menos en unas partes muy limitadas, los grandes estudiosos y cronistas del Islam, en su mayoría enfatizaron en la exactitud llegando en ocasiones a ser muy rigurosos con su trabajo.

Algunos historiadores —como por ejemplo Tabari— daban mucha importancia a las cadenas de transmisiones y narraciones para garantizar los textos. Esta manera empleada por los narradores del hadiz, hizo del método histórico de Tabari una cadena de narraciones, donde el historiador narra un suceso de un narrador y este también narra de otro u otros, hasta llegar a quien estuvo presente en el suceso.

El registro de nombres y la genealogía fue un trabajo difícil para los historiadores musulmanes, el cual se realizó un gran parte con entera exactitud. También, el recuento de las fechas necesitaba de un trabajo minucioso. El mismo Ibn Jalcan, cuando habla de Abul-Wafa Buzyani dice: “Yo no conocía la fecha de su fallecimiento por lo que puse un espacio en blanco en el texto. Veinte años después encontré lo que estaba buscando en el libro de Ibn Azir y lo adjunté al espacio”.[15] Esta forma meticulosa de trabajar hacía confiable la transmisión del historiador.

Además, el historiador contaba con la misma exactitud en la preparación, el arreglo y ajuste del material. Iaqubi preguntaba a los viajeros acerca de los países y territorios lejanos y solo registraba lo que legitimaban las personas confiables. Luego, en sus viajes hacía investigaciones sobre estos datos separadamente. Mas’udi realizó muchos viajes largos a fin de recoger informaciones exactas, desde la India y Ceilán —actualmente Sri Lanka— en Asia, y hasta Zanzíbar —Tanzania actual—África. Al-Biruni, en la introducción a Azar al-Baqiyah aconseja tanta curiosidad y precisión en el método de investigación, que éste aparece en investigaciones actuales, y su gran libro Ma lil Hind, según datos modernos, también se cuenta como una obra maestra de la investigación, la historia y la creencia. Ibn Miskawayh incluso, en las narraciones de la tradición y en la biografía del Profeta del Islam (PB), evita expresar los asuntos que por su aceptación no son plausibles solamente mediante el intelecto, y que necesitan de la fe pura. Igualmente Ibn Jaldún, en el juicio acerca de los asuntos de la historia, aconseja y actúa con entera precaución y prudencia.

Otra característica de las obras de la mayoría de los historiadores musulmanes, es el juicio explícito y mayormente concluyente acerca de la moral de las personalidades y gobernadores de la época. Mas’udi, Ibn Jalcan y Beyhaqi[16] mostraron un interés especial en la expresión física de la apariencia y estados de las personas tratadas. Aunque estos atributos tienen un carácter general e implícito, en algunos casos son tan exactos y claros que le dan al lector una imagen muy cercana a la personalidad y psicología de la persona. A pesar de que la naturaleza de la gente en general, exige de la historia la expresión de la grandeza y gloria de las personas de poder, este punto puede considerarse el medio que mueve al historiador hacia la vana adulación. Existieron historiadores musulmanes de fuerte pensamiento crítico quienes relataron valiente y explícitamente los malos actos y baja moralidad de muchos sultanes y gobernadores. Ibn at-Taqtafi,[17] el autor del libro Al-Fajri, criticaba tan fuerte y sin temor a los califas abasíes de Bagdad, que solamente es posible en la voz de un shia valiente de esta época expresar tales palabras. Ibn Arabshah[18] crítica fuertemente al tirano Timur,[19] incluso Sabi,[20] quien por la orden de Adhd ad-Dawla escribió un libro llamado At-Tayi, se atrevió a responderle a un amigo —cuando le preguntó en qué estaba ocupado—, le respondió explícitamente refiriéndose al texto sobre el monarca: “Estoy tejiendo unas falsedades.” Esta rigurosidad solo era permitida en un medio en donde estaba presente la tolerancia.

La falta de atención a la descripción exacta de los sucesos históricos y mencionar solo la historia en sus detalles, es un defecto que se atribuye a los historiadores musulmanes, pero no es exclusivo de ellos. Dar importancia a la descripción de las causas de los acontecimientos, no tiene muchos antecedentes en Europa, e incluso en el siglo XVII, J. B. Bossuet al igual que Tabari, interpretaba los sucesos solo según la Voluntad Divina. A pesar de todo, era costumbre entre los eruditos musulmanes enfatizar en la causa y motivo del suceso, como el caso de Abu Ali Miskawayh en su obra Tayarib al-Umam, que le da más importancia a la interpretación de los sucesos que su misma transmisión.

Pero Ibn Jaldún, quien en su tiempo, se cuenta como el precursor y antecesor de Oswald Spengler y Arnold J. Toynbee, aparentemente es el primer historiador que se esforzó en interpretar los sucesos históricos a través de sus causas y efectos naturales. De esta manera él, en su Al-Muqaddima —La Introducción—, no solo forma una nueva visión de la historia, sino que crea una “nueva ciencia” en el ámbito de la historia; la Filosofía de la Historia.

El método de Ibn Jaldún en la interpretación de la historia, tenía una clara inclinación hacia el conocimiento histórico de los griegos —como Tucídides—,[21] no solo por conocer más los sucesos y tener más experiencia que Tucídides, sino por su mirada de índole filosófica hacia la historia. Verdaderamente, el método aplicado por Ibn Jaldún en la investigación de la filosofía de la historia, la búsqueda de las razones y causas de la aparición de la civilización y el primitivismo, no tuvo símil en Europa sino hasta la aparición de G. B. Vico. Quizás Montesquieu puede compararse con Ibn Jaldún en algunos aspectos, y si Herder, Auguste Comte y Herbert Spencer se hubieran familiarizado con sus libros y teorías seguramente sus visiones hubieran tenido otro sentido.

Fuente: Los Aportes del Islam a la humanidad; Editorial Elhame Shargh

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[1] Tribu árabe Baídah, como su nombre lo indica, llegó al exterminio luego de continuas desobediencias a su Señor y Creador. Su aniquilación se produjo tanto por fenómenos celestes como terrestres. Se cree que esta tribu constituyó los pueblos de ‘Ad y Zamud, a los que se refiere el Sagrado Corán en muchas oportunidades. (fuente: Aiatulah Yafar Subhani, La historia de Mahoma (PB), Segunda edición por Elhame Sharqh, p. 18) (N. del T.)

[2] Tarij Iaqubi –Historia de Iaqubi- es un resumen de historia del mundo desde sus inicios hasta mediados del siglo III hégira lunar (siglo IX DC.), abarcando la historia de la vida de los profetas de Dios y los imames de la shia. (N. del T.)

[3] Tarij ar-Rusul val- Muluk –o la Historia de los Profetas y Reyes-, más conocido como Tarij Tabari, por Muhammad ibn Yarir Tabari. Fue un gran historiador e investigador musulmán iraní y su libro que es un resumen de la historia del mundo desde su principio hasta 914 DC, es una gran referencia de la historia. (N. del T.)

[4] Muruj adh-Dhahab wa Ma’adin al-Yawhir, fue una obra de gran alcance en su momento. (N. del T.)

[5] Abu ‘Ali Ahmad ibn Muhammad ibn Iaqub Ibn Miskawayh (932–1030), fue un historiador, literato, filósofo y moral musulmán iraní. (N. del T.)

[6] Abul-Faray Abd ur-Rahman ibn Ali, más conocido como Ibn al-Yuzi o Ibn al-Juzi (1116-1196), un sabio jurisprudente, historiógrafo y narrador musulmán de Bagdad- Irak quien ha escrito más de 380 libros y tesis. (N. del T.)

[7] Muhammad ibn Ahmad, más conocido como Dhahabi (1274–1348), famoso historiador y narrador del hadiz. Su obra famosa es Tarikh al-Islam (La Historia del Islam). (N. del T.)

[8] Yamal ad-Din Iusuf ibn al-Amir Sayf ad-Din Taghribirdi (1410-1470), era un historiador egipcio. Su obra más famosa es una crónica de varios volúmenes de Egipto y el sultanato mameluco llamado Nujum al-zahira fi muluk Misr wa’l-Qahira. (N. del T.)

[9] Los libros de las Tabaqat (categorías, clasificaciones) son una variedad inigualable de las referencias islámicas, los cuales no se encuentran en la cultura de otras naciones. Estos libros son medios para la trasmisión de la ciencia de un género al otro. Las ciencias de las Tabaqat, Wafaiat o Tarayim son el resultado de la necesidad de los musulmanes de saber informaciones sobre cronologías y biografías de importantes personajes, a fin de evaluar el nivel de la confianza que se puede tener en ellos y sus transmisiones de la historia, de los dichos y la tradición del profeta y sus sucesores inmaculados. Eso se da por la importancia de esos dichos y narraciones por los musulmanes para saberlos exactamente y aplicarlos adecuadamente en la vida personal y social. (N. del T.)

Posteriormente, los libros de Tabaqat tomaron mucha variedad, abarcando muchas ciencias y sus derivados, hasta el punto que incluso para los poetas, literatos, médicos, artísticos y etc., se compilaron libros de las Tabaqat, los cuales se consideran una fuente importante en la historia social, cuando no existen suficientes informaciones al respecto en los libros de historias. (N. del T.)

[10] Abu Sa’d Abdul-Karim Sam’ani, era un sabio jurisprudente, narrador e historiador musulmán ( 1113-1167). Su obra más famosa es Al-Ansab –o Genealogías- que tiene mucha importancia en la historia y la geografía. (N. del T.)

[11] Abu Abdillah Muhammad ibn Shakir Kutubi, nacido hacia 1282 cerca del Damasco de Siria. Era un historiador y literato musulmán. (N. del T.)

[12] Salah ud-Din Jalil ibn Aybak as-Safdi, fue un historiador y tiene muchas obras en las Tarayim. (1279-1363) (N. del T.)

[13] Muwaffiq ad-Din Abul-Abbas más conocido como Ibn Abi Asibea, fue un famoso médico e historiador de las biografías de médicos (1204-1270). Su obra famosa en la historia de médicos, el cual contiene las biografías de los médicos de diferentes naciones como la Grecia, India, Persia, así como las biografías de cuatrocientos médicos árabes o los árabes que tienen obras en la medicina, es la mejor obra en la Tarayim de médicos. (N. del T.)

[14] Georgy Zeidan, History of Islamic Civilization, ed. árabe, Vol. 3, 109

[15] Ibn Azir, Wafaiat al-A’ian T.4, P. 253 y 254

[16] Abul-Fazl Bayhaqi (991-1077), historiador musulmán iraní y autor de La Historia de Bayhaqi –o Historia de Mas’udi-. (N. del T.)

[17] Muhammad ibn Yafar, más conocido como Ibn al-Taqtaqi (1262-1309), historiador y autor musulmán. (N. del T.)

[18] Abu Muhammad Shihab ad-Din Ahmad, conocido como Ibn Arabshah (1389-1450). Fue un erudito historiógrafo, literato, traductor y juez en el corte de Timur Lang –Tamerlán de los europeos-. Su origen es iraní. (N. del T.)

[19] Tamerlán (Timur Lang o Timur el Cojo), fue un conquistador, líder militar y político turco-mongol de la Dinastía Timúrida, y el último de los grandes conquistadores nómadas del Asia Central. (1336-1405). (N. del T.)

[20] Ibrahim ibn Hilal, más conocido como Abu Ishaq Sabi, escritor y literato árabe del siglo X. (N. del T.)

[21] Barthold V. V., La découverte de l’Asie, 29

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