La imaginación de Miguel de Cervantes y la realidad de nuestro tiempo
Discurso presentado por el ex presidente iraní, Mohammad Jatami, en la Universidad Complutense de Madrid el 29 de octubre de 2002
Extraído de la Revista Islámica Kauzar N° 39
En el Nombre de Dios, el Clemente, El Misericordioso
Magnífico Rector. Queridos Profesores y estudiantes. Señoras y señores:
La magistral obra de Miguel de Cervantes, Don Quijote, es como un espejo en el cual podemos ver parte de la situación de nuestro mundo actual. ¿No es acaso uno de los personajes más interesante de esta novela, un estudiante que juega el papel de caballero de los espejos?
Como dice un novelista contemporáneo, la labor de Cervantes y su novela es indagar sobre algo que Heidegger denomina "el olvido de la existencia".
La novela analiza los diversos aspectos de la vida y nos ofrece una descripción minuciosa de la misma. El descubrimiento y la descripción intelectual de los diversos aspectos de la vida es algo que comenzó con Cervantes y cuyo relevo han tomado otros grandes pensadores y novelistas. Marcel Proust consumió su vida en la descripción de "En busca del tiempo perdido". Dostoyevsky analizó la tendencia al crimen; Tolstoy nos hizo reflexionar sobre el apego humano a su tierra y la paz, y a las guerras que mantiene con los demás para salvaguardarla; y Tomas Mann guía al lector a su "montaña mágica", que es la frontera entre lo imaginario y lo real, el limbo entre el sueño y la vigilia, una montaña donde la cordura y la locura pisan un terreno resbaladizo.
Dicho esto, ¿no podríamos afirmar que la ficción de Cervantes y el comienzo de su novela es el inicio de un nuevo camino para conocer mejor los aspectos enrevesados y complejos del ser y de la vida humana, un camino que finalmente nos conduce a lo que denominados "Mundo Kafkiano"?
En el pensamiento, lenguaje y mundo kafkiano, el poder adquiere una identidad clara y definida, el poder en el mundo kafkiano se identifica con el mundo de hoy, es un poder autosuficiente, un poder que no quiere obtener ni dominar nada, y cuando probablemente se hace alguna referencia a sus objetivos, la misma sólo es ratificable a un nivel de "lenguaje político", empero, si pudiésemos ver la situación actual del poder bajo una perspectiva antigua y antológica, entonces veríamos claramente que entre los así llamado objetivos políticos y/o económicos de los gobernantes y su poder ejecutivo y lo que es realmente el poder, existe una gran diferencia. En nuestros días el poder es irresponsable, carente de objetivos e incluso carece de deseos y ambiciones. El poder sólo se quiere a sí mismo, es como un usurero que solamente ansía dinero para así poder obtener más dinero mediante su interés, es decir, el afán del dinero por el dinero sin otro objetivo más que éste; un poder cuyo único objetivo es el poder en sí es un ejemplo claro del nihilismo. Si el poderío militar amenaza el mundo es debido a la derrota del pensamiento moderno en su propósito de canalizar el poder hacia las causas humanas y éticas; un poder que sólo busca el poder nos lleva a un nihilismo que amenaza nuestra vida tanto en el sentido material como espiritual.
El pensamiento ético y social ha sido testigo de grandes cambios desde el siglo XVI hasta el día de hoy. Aquellos que viven en la época en que se ha desarrollado este tipo de pensamiento, en ocasiones plantean algunas premisas de este pensamiento como evidentes, eternas, carentes de antagonismo e indiscutibles. En la actualidad, vemos en las virtudes artísticas y poéticas más humanidad y las consideramos más importantes que las artes bélicas, mientas que una de las obsesiones de Miguel de Cervantes es la importancia de la espada frente a la pluma, tanto es así que uno de sus propósitos al escribir Don Quijote fue evitar que la gente se desilusionara a la hora de optar por una vida caballeresca.
El camino de la novela, es decir, el camino cuyo propósito es redescubrir el mundo, comienza con Cervantes. El mundo de su época era un mundo que paulatinamente abandonaba el romanticismo para adentrase en el mundo novelesco, un mundo donde la causalidad sustituye a lo extraordinario y se acepta la continuidad en el sentido histórico en lugar de lo contingente.
Aunque la ficción de Cervantes en su Don Quijote esté plagada de guerras y luchas, sin embargo, junto a los guerreros se encuentran presenten las figuras de enamorados abnegados que todavía tienen cubierto el rostro del polvo de la inocencia propia de la edad media y del romance. El camino que separa Don Quijote de la obra de 1984 de George Orwell está lleno de altibajos y no se pude describir en esta breve ponencia; sin embargo, con dolor y resignación debo decir que muchos de los bellos y humanos elementos del mundo cervantino han abandonado nuestro mundo para ser sustituidos por elementos de terror, tortura y miseria, elementos fundamentales de la presagiadora obra de Orwell, que se han cernido sobre nuestro mundo como una sombra. En la obra de 1984 todo debe estar bajo la atenta mirada del Gran Hermano, incluso los momentos más íntimos que envuelven toda relación humana y que suponen los más gloriosos capítulos de todo romance, y así mismo son las partes más relevantes de cualquier novela, todo tiene que estar bajo la observación directa, el cuidado y la mirada del Gran Hermano. El gobierno del Gran Hermano de Orwell es aún mucho más terrible e inhumano que el Leviatán de Hobbes.
¿Hacia dónde se dirige la realidad de nuestro tiempo? Y no me refiero concretamente a ningún estado ni a ninguna potencia en particular. Nuestro mundo moderno es un mundo donde se ve la intimidad de las personas como una intimidad sagrada, intimidad que nadie tiene derecho a violar, pero que debido al aumento vertiginoso de la tecnología, no queda privacidad ni para el anonimato, ni para la seguridad, no sólo para los estados sino también para las personas. Normalmente, el Gran Hermano de Orwell ha sido identificado con los gobiernos fascistas y comunistas, pero ¿no se podría violar bajo otros pretextos las fronteras reconocidas internacionalmente y crearse continuamente enemigos imaginarios que es menester combatir, dándole a dicho combate un carácter lícito?
En el lenguaje de Cervantes el amor sigue teniendo el sabor del romance, está libre de la lujuria, es delicado, purificador y profundo, pero desde su época, el desarrollo de las relaciones humanas, ya sea en el mundo real como en el ficticio, ha dado lugar a la creación de la ciudad del Gran Hermano, una ciudad donde las relaciones humanas más íntimas han sido sacrificadas en aras de la lujuria enfermiza y del totalitarismo y deben ser expuestas ante la perversa mirada del poder, algo que es lógicamente impracticable; en ello vemos otra de las facetas humanas de la vida en sociedad.
Es evidente que cuando la tecnología y los poderes que en ella se basan no dejan lugar alguno para la intimidad, el ser humano se convierte en un ser que pierde la libertad de escoger ser observado o no, la libertad de elegir un lugar alejado de cualquier mirada donde pueda sentirse solo, pensar en lo que quiera y en lo que le guste, tal persona pierde paulatinamente la capacidad de amar y ¿quién no siente hoy día la carencia de afecto, un bien cada día más escaso? Y es ésta una de las cualidades de un mundo que es conocido en la literatura como "Mundo Kafkiano".
Tras sus largos periplos, Don Quijote regresa a su hogar, un lugar donde el poder desenfrenado basado en la tecnología ha hecho imposible su existencia. La gente de nuestra época carece de hogar y es por ello que está inquieta. La inquietud de la gente de hoy día es debida a la falta de hogar; su hogar ha sido destruido y no ha podido todavía erigir siquiera una mísera cabaña sobre sus escombros.
En una de las bellas parábolas de Don Quijote podemos leer que cuando el polvo se posa, se ve que el ejército enemigo no es más que un rebaño de inofensivas ovejas, ¿podemos guardar la esperanza de que se pose el polvo ante los ojos de las grandes potencias?
Respetable público: ¿Cómo podemos ver reflejada la situación y las condiciones del mundo actual en el espejo del pensamiento y la imaginación de Cervantes? Este punto es el más importante que se debe destacar aquí.
Lo más fundamental de Don Quijote es que él no es hijo de su época. Él se propone izar el estandarte del heroísmo en una época en que el caballerismo es algo ya caduco. Don Quijote quiere invertir la relación entre la imaginación y la realidad. En la vida cotidiana, aquello a lo que irremediablemente se atiene la gente es a la realidad externa y es esta misma realidad la que puede ser la fuente inagotable de la imaginación artística. Empero, si alguien basa una vida real en lo imaginario y considera lo real una sombra del mundo de la imaginación, es evidente que su vida se traducirá en una serie de desórdenes consecutivos; en la historia de Don Quijote podemos ver reflejado el desorden y la desgracia de tal persona.
Ha habido y hay muchos librepensadores y políticos que quieren un mundo ajustado a sus valores; la tragedia no se limita a la confusión entre la fantasía y la realidad, la tragedia está en que ellos ponen todo su esfuerzo, el de la sociedad y el de su país en el logro de algo que no existe; debo aquí hacer un inciso para no ser mal interpretado y decir que nadie tiene derecho ni puede pedirle a los intelectuales, a los políticos y a la sociedad y el de su país en el logro de algo que no existe; debo aquí hacer un inciso para no ser mal interpretado y decir que nadie tiene derecho ni puede pedirle a los intelectuales, a los políticos y a la sociedad que renuncien a sus ideales, a sus ganas de vivir en una sociedad más justa y humana; no se les debe pedir que se rindan ante la realidad; no, no me refiero a eso, yo no digo que arrojen la toalla ante la situación del mundo moderno, pues ¿quién está realmente satisfecho hoy en día del panorama actual?. Un mundo en el que a diario miles de niños mueren de hambre y miles de enfermos perecen tras intensos dolores y una lenta agonía. ¿No es este un mundo que hay que aceptar tal cual, pero al que no se deben escatimar esfuerzos por cambiarlo y mejorarlo? Me reitero en mis palabras, me refiero a esto último, y es más, es la cuestión más importante; que con una imaginación quijotesca nos sumimos más en un mundo de perdición, pobreza y corrupción, y es esta gran lección la que podemos aprender de la mente creativa de Miguel de Cervantes. Por supuesto, por justicia, debo también señalar que la confusión entre lo real y lo imaginario no se circunscribe a aquellos que quieren cambiar el mundo sin tener ni conocimientos ni experiencia y tan sólo aferrándose a sus ideales, pues dicha confusión puede verse en el grupo opuesto, eso es en aquellos que a toda costa y a cualquier precio desean mantener la rotación del mundo alrededor de un eje donde solamente se tienen en cuenta unos "intereses nacionales"; este último grupo no tiene diferencia alguna con el primero. No quiero obviar el hecho de que los "intereses nacionales" es una sombra que se cierne desde el Polo Norte al Polo Sur y de Oriente a Occidente.
La diferencia que existe entre la fantasía de Cervantes y la realidad de nuestro tiempo estriba en que Don Quijote, a pesar de que se nutre de sus propias fantasías (fantasías que podemos ver reflejadas en su enfrentamiento cuerpo a cuerpo con los molinos, o cuando en una posada en ruinas ve una fortaleza y cree que la gente corriente son brujos malévolos y las criadas princesas), vemos en él una persona honorable, filántropa y afable. Si embargo, los don quijotes políticos de hoy en día carecen de esas buenas cualidades morales y gentiles. En la visión quijotesca de un mundo carente de afecto, humanidad y compasión, o bien desemboca en brutales atentados terroristas o acaba en una cruenta guerra que no merece tal denominación por cuanto guerra significa un enfrentamiento entre personas y las guerras del mundo moderno, las hechas por las grandes superpotencias, no son más que una destrucción y genocidio unilateral.
La mente creadora de Cervantes creó un personaje que era en palabra de Turgener "alguien que consideraba vergonzoso vivir su vida y sus tristezas y cabría decir el Quijote vivió siempre fuera de sí y para los demás". Sin embargo, los quijotes de nuestra época – los de ambos bandos (sean del bando que sean) – no conocen a nadie más que a sí mismos y todos su intereses giran alrededor de "nuestros intereses nacionales", "nuestra gloria y poder", "nuestra riqueza y progreso", y es evidente que mientras este nuestro mundo esté dividido en dos bandos, el de "nosotros" y el de "ellos", todo el esfuerzo de "nosotros" se volcará en dominar al de "ellos", ¡hay que destruir a "ellos"! Sería la frase que resume los deseos, manifiestos o no, de estos inmorales don quijotes, y hay muchas maneras de destruir a "ellos", las más brutales son el terrorismo y la guerra.
Respetable público:
Hoy no se puede vivir con valores ambiguos. No podemos justificar una guerra cruenta y sin cuartel contra personas indefensas tan solo porque es declarada por un estado, es decir, una entidad reconocida internacionalmente, y a la vez aplicarle a la reacción hostil de la gente los adjetivos de inhumana y salvaje, ya que obviamente lo contrario de esto último también debería serlo. Don quijote en lugar de molinos veía malvados gigantes. Todos aquellos que ven en el curso de la historia una serie de secuencias decadentes, y ven un mundo dominado por el demonio y que gira alrededor de un eje del mal, siguen la misma senda que Don Quijote a la hora de crearse enemigos. Pero la gran diferencia que existe entre ellos y Don Quijote es que este último tiene un buen corazón, es amable y filántropo, mientras que los don quijotes de nuestros días, con sus crueles atentados terroristas y su poderosa maquinaria bélica, lo que hacen es matar a la gente y son una seria amenaza para la seguridad y la paz mundial, algo que a nuestro Don Quijote, con toda su poderosa imaginación, ni se le pasó por la cabeza.
Sr. Rector, respetables amigos.
Hoy una de las cuestiones que se dan por sentado entre los orientalistas es que "Occidente" creó a "Oriente". Obviamente no me refiero a que Oriente fuese una entidad imaginaria carente de realidad externa que sólo existiese en aquellos occidentales que la han concebido, me refiero a que ese "Oriente" que forma parte del vocablo "orientalista" y que está sujeto a la particular metodología de investigación de los orientalistas, es que algo que primero ha sido creado por los occidentales para ser posteriormente investigado.
Naturalmente, no debemos no debemos ser injustos y despreciar la voluminosa obra creada por el esfuerzo y el empeño de los orientalistas, obras que van desde la historia hasta la geografía pasando por la filología, la mitología, las costumbres, la literatura, las ciencias y la religión; estudios que les han costado años de esfuerzos y que no se han logrado sino tras una ardua adquisición de conocimientos y experiencias. A lo que me vengo a referir al decir el famoso tópico, no es hacer una crítica ni emitir un juicio sobre la labor y los conocimientos de los orientalistas, lo que quiero decir es que todas esas investigaciones científicas e históricas son el fruto de, y están basadas en un Oriente particular creado e inventado por la imaginación de los occidentales.
Oriente es una mezcla de caros perfumes y aromas de especias, de palacios de ensueño, decorados con miles de espejuelos, forrados de oro y empedrados con esmeraldas; en Oriente viven gentes extrañas que en ocasiones son inmensamente hospitalarios y generosos, y otras veces son inmensamente crueles y sanguinarios; todo esto es lo que arrastró en un principio el término "Oriente", significado que podemos ver reflejado en los libros de viajes los cuentos orales y los amenos relatos de Las mil y una noches.
Su contrapartida, el "Occidente" de los orientales, aún cuando debido a diversas causas sociológicas nuca ha sido comprendido dentro de un marco de una "occidentalogía", sin embargo, tiene el mismo carácter y es del mismo género que el "Oriente" de los occidentales, y respecto a esto, lo que es verdaderamente sorprendente es que no hay una historia de las relaciones entre Oriente y Occidente, sino un uso de un lenguaje cuyas únicas características son la persuasión y la provocación. Hoy día, todo aquel que hable de una cruzada y quiera incitar a la guerra a musulmanes o cristianos no solamente estaría haciendo algo que afortunadamente ha pasado ya a la historia (y sería una incitación imposible) sino que además estaría cometiendo un acto inmoral y desagradable.
Amigos
España e Irán son dos países que debido a causas históricas y geográficas pueden hacer un llamamiento a las naciones para que convivan en paz y armonía; España conecta a Europa con el Occidente Islámico e Irán conecta a Europa a Asia y otros países musulmanes; y, en lo que a historia se refiere, la situación de ambos países les exigen un esfuerzo en la unión de las culturas y en crear un Diálogo entre Civilizaciones.
Hace siete siglos se encontraron en España dos de los grandes representantes de las dos principales corrientes de la cultura islámica, es decir, la mística y la filosofía. El relato del encuentro del joven Ibn Arabi y el anciano Averroes fue narrado por el primero. Sobre las connotaciones simbólicas de dicho encuentro se han hecho muchas especulaciones interesantes. Sin embargo, a mi me gustaría destacar el aspecto político y cultural del mismo y no el lado místico y filosófico; el encuentro del mayor místico musulmán con uno de los filósofos de la España musulmana es como una voz que sale del corazón y que proviene de la profundidad de los siglos y que nos incita al diálogo, al entendimiento mutuo y a la cordialidad, y de España no se espera menos.
La importancia de España no se limita al periodo del Renacimiento, y no sólo porque Cervantes es uno de los artífices de la nueva era, es importante la lengua y la cultura española. En efecto, en el siglo XX España ocupa un rango particular. El hecho de que durante la Guerra Civil muchos intelectuales, pensadores y escritores se viesen atraídos a toda Europa. En definitiva, en nuestra época los poetas españoles son de los mejores del mundo y sus poemas sirven y servirán de ayuda a los partidarios de la paz y de la belleza. Bien dijo Platón: "la verdad y la belleza son inseparables". En esta era de cemento, acero y proyectiles, la belleza y la musicalidad de la poesía española suponen una bendición única. La nuestra es también una lengua de la que se han servido para relatar de forma minuciosa y profunda las más bellas experiencias amorosas y místicas. Todos los poetas del mundo se expresan en una sola lengua. Bien dijo Hafez:
"Qué extraño, aunque el dolor del amor siempre el mismo sea en cada lengua se exprese de diferente manera".
Muchas gracias.
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