La Teocracia Islámica del siglo XXI contra el determinismo  del “Fin de la Historia y el último hombre” de Francis Fukuyama

Roberto Chambi Calle[1]

Decir que las ideologías han muerto y que después de ellas no hay nada en el devenir del tiempo, es sin duda un atrevimiento osado e irrespetuoso frente a otras posturas que están vigentes. El artículo “El Fin de la Historia” escrito por el sociólogo norteamericano Francis Fukuyama hace 30 años, convertido después en un libro: “El fin de la historia y el último hombre”, se ha visto desbaratado con la presencia, así con luces y sombras del Socialismo, y el Islam (Civilización Islámica), este último cristalizado en varios países con sistemas propios emergentes de sus axiomas espirituales frente al menosprecio arrogante de la tesis del sociólogo norteamericano que como un firme y fiel representante del neoliberalismo ha intentado permear el pensamiento laissez faire, laissez passer anquilosando los verdaderos principios del ser humano, más aún cuando sus críticas tienen como uno de sus derroteros  al Islam y en concreto a la República Islámica de Irán.

La idea central del autor del “Fin de la Historia” es que: “Lo que podríamos estar presenciando no sólo es el fin de la guerra fría, o la culminación de un período específico de la historia de la posguerra, sino el fin de la historia como tal: esto es, el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano”. Sin duda para muchos neoliberales esta afirmación es  suma cum laude sobre todos los sistemas políticos del mundo; sin embargo lo irónico de ello por toda la exposición que hace Fukuyama es que ve al Islam como único “contendiente” a su visión totalitarista de que la democracia liberal será el último eslabón de la historia. Sin duda la caída del muro de Berlín fue el fin de una etapa, el fin de la guerra fría; pero no el fin de los sistemas políticos, también debemos subrayar que en aquella época las posturas políticas estaban minimizadas en términos generales solo al capitalismo liberal (democracia liberal), así como al comunismo, ello sin duda ha sido la base para sepultar desde el punto de vista del autor a las demás ideologías.

La postura fukuyamiana es totalitarista al manifestar la victoria de una ideología sobre la otra, afirma en varias partes de su trabajo que la democracia liberal quedará como la única filosofía política legítima!, no obstante de ello en su artículo de 1989 así como en su libro de 1992 de “El Fin de la Historia y del Último Hombre”, hace mención y analiza de manera escueta al Islam como ideología y sistema político, afirmando que después de haber sido derrotado el comunismo así como el fascismo solo el islam podrá quizás ser algo atractivo frente a los dos derrotados, esto en lo que se refiere al islam, dejando de lado las diferencias entre el sunismo y el shiismo, este último que más adelante será nuevamente abordado por el autor, no solo en sus textos; sino en varias intervenciones dadas recientemente, en donde sobre la base de sus fundamentos respecto al islam hace severas críticas, las mismas desde la periferia sin hacer ningún análisis respecto a las dimensiones del sistema político islámico shiita, aquel que en los hechos ha logrado sobrevivir más de 40 años, aquel que tiene una teocracia islámica vigente, aquel que tiene una ideología delimitada demostrando con ello que las ideologías no solo pueden ser certificadas por occidente más aun por aquellos países que utilizan el liberalismo  para oprimir, castigar e imponer sus “ideales libertarios” con un sin fin de slogans, interviniendo bélicamente a las naciones que no tienen sus principios “democráticos”, ni liberales para ir estableciendo la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno[2]!.

No cabe duda que el politólogo norteamericano es un fiel exponente del liberalismo norteamericano; pues de forma artera y premeditada presenta la alternativa de su país como sistema político mundial que visto desde otra manera es el establecimiento y la expansión del poder de los países imperialistas respeto a los países que están en vías de desarrollo, lo cual nos parece catastrófico. Si se tienen estos objetivos estamos hablando de un gobierno mundial en donde solo regirá un sistema ideológico totalitarista como es el imperialismo.

Tal es el avasallamiento que hace Fukuyama que no considera las opiniones de otros sujetos (sean países o personas) como cuando manifiesta que para el propósito importan muy poco los  extraños pensamientos que se les ocurran a los habitantes de Albania o Bukina Faso[3]  o cuando  menciona la derrota del fascismo Japonés por la fuerza de las armas norteamericanas, imponiendo Estados Unidos la democracia liberal, que para establecer la misma (su democracia liberal) EEUU provocó la muerte de casi medio millón[4] de japoneses, cuando lanzó las dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.

Muertos el Fascismo y el comunismo –Según Fukuyama- ¿Queda algún otro competidor ideológico? , según el autor del Fin de la Historia saltan a la vista la religión y el nacionalismo[5] que para el presente análisis tomaremos la postura de la religión como contrincante y por moción de la “religión” Islámica, siguiendo esa línea, “en el mundo contemporáneo solo el islam ha presentado un Estado teocrático como alternativa política tanto al liberalismo como al comunismo[6]”; el mismo autor señala que el islam es un contrincante, aunque hace sus interpretaciones desde el limbo y no desde los albores mismos de la revolución islámica que se suscitó antes de 1979, pues el mismo movimiento islámico fue quien derrotó y expulsó a la monarquía imperial del sha Pahlavi, estableciendo sus propios principios que no son nada más ni nada menos que los axiomas coránicos para establecer una República Islámica.

No cabe duda que aun después de 18 años al escribir el epílogo a su segunda edición en tapa dura del “Fin de la historia y el último hombre”,  en el 2006 aún la cuestión islámica le preocupa  y es que para éste determinista ideológico, este competidor (Islam) aún está presente en pleno siglo XXI y que para desprestigiar su establecimiento en sistemas políticos propios trata de justificar su determinismo arguyendo que el obstáculo para la democracia liberal es el islam, la democracia a nivel internacional, la autonomía de la política y las consecuencias de la tecnología.

Respecto al islam, el autor lanza una serie de argumentos que tratan de desmerecer los aportes reales que hizo el islam a la política; así como a la “democracia” y de cómo muchos países no obstante de practicar el islam como sistema político son parte de la democracia, así como han permitido que el flujo de capitales y comercio que son hermanos del liberalismo se conjuncionen con el islam.  

Es muy claro Fukuyama al reconocer al islam como un contendiente y que nosotros desde estas líneas generales manifestamos que no es un “contendiente”; sino una alternativa, una realidad que está presente hace más de 1400 años frente al capitalismo barbárico que promueve la democracia liberal, aquella que solo le importa el mercado y el individuo, aquella interpretación en donde los hombres solo buscan el reconocimiento de su ego, su prestigio, su interés yuxtaponiendo los intereses verdaderos de los seres humanos al mercado, a la economía y al comercio donde solo importa el dinero, las finanzas, el prestigio, la fama, elementos  que están fuera de los  valores islámicos.

La República Islámica de Irán en los hechos es el ejemplo contundente de que el islam en especial el islam shiita es un modelo en todas las dimensiones y que no ha llegado, ni se ha establecido para borrar las demás ideologías; sino convivir  en torno al respeto y a la tolerancia, como pasa en la actualidad con el cristianismo, el judaísmo y el zoroastrismo[7].

Irán es una República Islámica, con órganos y sistemas democráticos para sus ciudadanos, un país en donde la democracia desde el punto de vista de las dimensiones espirituales da movimiento a toda una estructura que tiene su génesis en el Corán y las tradiciones de sus grandes líderes desde el Profeta y toda su raigambre familiar; de ahí que son muy apresuradas las afirmaciones que hace Fukuyama, porque no hace el análisis de todas las dimensiones espirituales que quizás para él no valgan mucho, pero que sí tiene un valor de suma importancia cuando se hace el estudio de la teocracia islámica y de que ésta tiene una conexión directa con la política y lo político y que están conectados con la cuestión espiritual, algo que muchas veces no es entendido o no quiere ser entendido cuando se plantea al islam como sistema político de gobierno real.

No hay duda que cuando se hace el análisis de otras formas ideológicas para comprenderlas, no se deben soslayarlas, ni menospreciarlas; sino entenderlas in situ así como en sus dimensiones internas, aquellas que quizás no sean comprendidas por la frialdad, el despotismo, la imposición y el totalitarismo que pretende el capitalismo con sus brazos inquisidores como es la democracia y el liberalismo  miope junto con sus entes mediáticos como lo es Francis Fukuyama y que no obstante de haber desprestigiado el sistema islámico por muchos años, aun a la fecha sigue mancillándola, descreditándola nuevamente sin el argumento espiritual y místico que los musulmanes tienen, aquello que para estos “teóricos” es de difícil entendimiento.

El año 2004, hace 13 años manifestaba que no creía[8] que la siguiente generación siga viviendo bajo la teocracia islámica, o cuando  insinuaba que se debería eliminar la religión por completo de la Constitución Iraní[9], así como hacer la reformas y para que esta tenga viabilidad tendrá que ser una ley que provenga de los corazones del pueblo iraní[10], cuando en los hechos todas la leyes y demás principios jurídicos que han erigido la República Islámica son precisamente de los corazones de los musulmanes iraníes, los cuales han hecho uso de su libertad de elección en las urnas para elegir el sistema político islámico actual, fruto de ello este sistema durante más de 40 años, gestión tras gestión es legitimada y legalizada no solo por la leyes; sino por los corazones  fervientes de los musulmanes, pues más allá de sus críticas, la sociedad islámica en Irán o Indonesia seguirá vigente ,pues no es un contendiente de nadie, sino es la realidad que vive en los corazones de los hombres que creen en Dios y el establecimiento de sus fundamentos, un estado, aquel que se rige por las directrices divinas, no aquellas que solo buscan el egoísmo, las finanzas, el comercio, y las imposiciones inhumanas (Hiroshima-Nagasaki) de sus “democracias liberales”, pues la teocracia islámica no es parte del “Fin de la Historia”.

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www.islamoriente.com , Fundación Cultural Oriente


[1] Cientista Jurídico y Analista en Relaciones Internacionales, Miembro del Comité para el Estudio y la Difusión del Derecho en América Latina.

[2] FUKUYAMA, Francis, “Fin de la historia”, Editorial Alianza 2015, p.,57

[3] Ibídem, 72

[4] El 6 de agosto de 1945 es recordada como peor infamia pues fue la primera vez que EEUU, lanzo la bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima en Japón, tres días después sobre la ciudad de Nagasaki, asesinando a casi medio millón de personas; 200 mil personas en Hiroshima y 140 mil en Nagasaki, eso sin contar la personas que murieron después por los efectos de la radiación provocadas con las bombas.

[5] Ibídem, 88

[6] Ibídem 88-89

[7] En el islam no hay compulsión, no se puede obligar a las personas  que acepten contra su voluntad el Islam, por ejemplo en la República Islámica de Irán viven y conviven grupos de personas que tienen otro tipo de creencias como: los Católicos Ortodoxos, Judíos, y Zoroastrianos, los mismos que tienen una representación parlamentaria, siendo ello una prueba contundente que el islam no es totalitarista, sino un sistema jurídico y político que demuestra respeto y tolerancia a otros grupos sociales. En ese sentido manifiesta el principio  13 de la constitución de la República Islámica que: “Los iraníes zoroastrianos, judíos y cristianos son las únicas minorías religiosas reconocidas que gozarán de libertad para practicar sus ceremonias dentro de los límites legales y para actuar de acuerdo con sus principios en materia de estatuto personal y de enseñanza religiosa.”  Así también señala el principio 64 de la Constitución de la República islámica que manifiesta;” Los zoroastrianos y los judíos, elegirán un representante cada uno. Los cristianos asirios y caldeos, conjuntamente tendrán un diputado y los cristianos armenios del sur y del norte votarán un representante cada uno de ellos. Las disposiciones concernientes a las elecciones serán fijadas por la ley.”  Ver más: CHAMBI, Roberto, SAAVEDRA Sdenka, “Yihad”, Ed. Gaviota, La Paz, 2015

[8] Ver más: https://elpais.com/diario/2004/12/18/internacional/1103324415_850215.html

[10] Ver más: https://www.realclearpolitics.com/2009/07/28/iran_islam_and_the_rule_of_law_218543.html

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