Los aportes del Islam a la humanidad (XXI)

Las bellas artes

Por el Profesor Abdul Husein Zarrinkub

 

¿Quién dice que en el Islam no hay concordancia entre la religión y el arte? Al contrario, ambos se encuentran a sí mismos en el espacio llamado “mezquita”. El Dios del Islam, Allah El Altísimo, no solo es El Misericordioso y El Sabio, sino que es también El Bello, por lo tanto, y como también dicen los místicos; “Él ama la belleza”. Un vistazo a algunas mezquitas antiguas puede dar muestra de estos tipos de construcciones gloriosas que se han donado a la presencia de Dios, su santidad y pureza espiritual, pudiéndose considerar como galerías del arte islámico según el punto de vista de un erudito historiador. La verdad es que el arquitecto musulmán abría un espacio en la mezquita, buscando la oportunidad para poner de manifiesto las bellas artes, las cuales tributaban en la hermosura y la grandeza de Dios. Por eso había tomado el modelo de los pilares de los templos babilónicos para el pilar de su mezquita, el de la iglesia para el minarete y el mihrab, así como el de los palacios reales de los sasánidas para su techo y arco.

La mezquita en el periodo de los califas, tenía más importancia que en nuestra era, ya que no solo era el lugar de adoración de los musulmanes, sino también tanto el foro y tribunal de la justicia como el lugar del debate y enseñanza, e incluso, era su academia. En la época del Profeta del Islam (PB) la mezquita era el lugar donde los musulmanes se reunían, y el Profeta allí mismo solucionaba los asuntos relacionados con la nación musulmana. Las más antiguas mezquitas que los musulmanes construyeron en los territorios conquistados de Basora, Fostat y Kufa, estuvieron cerca de la Casa de Gobierno —Dar al-Imarah—, puesto que la mezquita no era solo un templo de adoración, sino un local para la junta de la comunidad, como su nombre “Yame” (lo que congrega) exactamente expresa esta característica. Posterior al profeta los narradores de la su tradición llevaron a cabo sus reuniones en la mezquita, donde se comunicaban las leyes de la sharia, se hacían reuniones de interpretación el Corán; también los teólogos impartían clases y debatían en ella, y los sufíes hacían su retiro espiritual en la misma. En las mezquitas existían clases y reuniones de la lectura del Sagrado Corán, donde también se enseñaban las reglas para la correcta recitación coránica, así como cadenas de recuerdos (zikr) —recuerdos de Dios—. En algunas mezquitas se enseñaban y se leían las colecciones de hadices. Realmente la mezquita fue un espacio intelectual, tanto para la escuela teológica mu’tazili como la de ash’ari. También, como se dice actualmente, la mezquita era como el parlamento de la ciudad. En muchos casos también, los viajeros occidentales y recién llegados la imaginaban como un hospedaje. Estos diversos beneficios que se obtenían en la mezquita, dieron como resultado el que su construcción fuese tanto cómoda como beneficiosa. De esta forma en esta obra gloriosa, que era el primer sitio de vuelo espiritual del ser humano, el arte de la arquitectura islámica combinó el sentido espiritual con la meta benéfica.

Por supuesto la diversidad y diferencia tribal y racial en los territorios conquistados por el Islam, se volvieron un medio para la variedad arquitectónica entre los musulmanes. Los primeros arquitectos musulmanes no tenían un patrón universal de la belleza excepto aplicado al estilo del arte de sus países —Irán, Bizancio, Siria, Egipto e India—, pero estos elementos y partes tomados de la arquitectura antigua poco a poco coincidían con las metas de la nueva religión e influenciaba en la perfección de la arquitectura islámica. Así, el estilo arquitectónico bizantino que influía en las mezquitas del período de los omeyas, dio lugar al estilo sasánida, cuando los arquitectos de Samarra —en la corte de califato de Mutasim abasí— vivificaron este estilo, y esta manera, como lo ha mostrado Herzfeld,[1] ingresó e influyó muy rápido en todos los países islámicos, como Jurasán —norte de Irán actual—, Bahréin e incluso el Egipto.

Al principio muchas mezquitas antiguas fueron construidas sobre las ruinas de los templos más antiguos o incluso sobre ruinas de palacios. En Mada’in, una parte de Taq-i Kisra —Gran Arco de Ctsifonte— fue convertido en mezquita por Sa’d Ibn Abi Waqqas. Mas’udi dice que una gran parte de los templos de fuegos de los zoroastrianos de Irán, fueron hechos mezquitas. También, en Siria y Palestina las construyeron frecuentemente donde antes habían iglesias e incluso en Egipto hasta la época de Ma’mun, el califa abasí, las iglesias de los cristianos coptos se convirtieron en mezquitas. La iglesia de Juan en Damasco, la cual se convirtió en mezquita en épocas anteriores fue un templo construido para Júpiter. Las mezquitas antiguas de las ciudades de Estajr y Qazvin en Irán se construyeron sobre las ruinas de apanadas sasánidas.[2] Ocurrió algo similar tanto en las iglesias de Homs y Hama —en Siria—, Jerusalén, Estambul y Anatolia —en Turquía—, como en los templos de los hinduistas de Kabul, Sind y Delhi.

Cuando la iglesia Santa Sofía —Hagia Sophia— se convirtió en mezquita necesitaba unos cambios por las nuevas exigencias de la época, pero la Gran Mezquita del Sultán otomano Mehmed II Fatih era una nueva construcción que coincidía con las nuevas condiciones, donde abarcaba tanto el fervor natural obtenido de los turcos victoriosos, como el resto de las tradiciones arquitectónicas de Bizancio. También, estos conquistadores turcos construyeron otras grandes mezquitas en Bizancio, donde poco a poco tomó su origen la forma arquitectónica turca y otomana. La Gran Mezquita de Isfahán se construyó en la época de Mansur, el califa abasí, aparentemente en el lugar de un templo antiguo de adoración al fuego. Pero los cambios frecuentes que realizaron los reyes iraníes, desde Malik Shah I —sultán selyúcida (1072-1092)— a Shah Tahmasb I y Shah Abás el Grande —Shah Abbas sultán safávida (1571-1629)—, formaron gradualmente el estilo de la mezquita iraní. Este estilo específico llegó a su clímax con la construcción de la Mezquita de Shah —Masyed-e Shah— en Isfahán, la que sin lugar a duda se puede nombrar como la obra maestra de la arquitectura religiosa en toda la historia de Irán. Las transformaciones del califato islámico, así como las posiciones de las naciones y tribus, influenciaron en la construcción de la mezquita. Las tradiciones locales también tuvieron sus efectos en el estilo de la arquitectura islámica. En un periodo posterior, el estilo iraní abarcó a todo el Oriente. Después de la decadencia del califato de Bagdad en gran parte del mundo del Islam el estilo iraní de mezquitas con cúpula tomó el método de las formas anteriores. Aunque el estilo del arte decorativo y arquitectónico iraní tuvo una gran influencia en todos rincones del mundo islámico, se preservó el gusto y el estilo de cada tribu y nación musulmana. Estas características y propiedades definen el estilo de construcción de las mezquitas de cada pueblo y han sido generalmente las singularidades que estas naciones han mostrado a lo largo de la historia de sus civilizaciones. Se puede decir que, la característica de la arquitectura de Siria es su riqueza, y el elemento primordial de la arquitectura de India y Pakistán es su abundancia, así como la del estilo turco y otomano es su energía, y la de Irán es su elegancia y gracia.

Desde otro punto de vista, se puede ver que en la construcción de las mezquitas se han combinado diferentes artes; la arquitectura se ha esforzado en armonizar los diferentes elementos artísticos. La pintura ha hecho énfasis en el diseño y colores de los azulejos, así como la caligrafía ha otorgado el esplendor a los recuadros y la epigrafía, la poesía sus exhortaciones y los sucesos históricos, y la música para no quedarse atrás de las demás artes, se representó en la voz del muecín y el recitador del Corán, así como en la voz del predicador. También las artesanías se han presentado para perfeccionar y adornar este conjunto divino; excelentes alfombras, elegantes cortinas, enormes adornos colgantes y obras repujadas sobre madera, han desempeñado su rol en la gloria y belleza de las mezquitas.

De esta forma, las diversas manifestaciones de la cultura y el arte islámico han mostrado sus facetas en la construcción de las mezquitas a lo largo de la historia, donde un historiador puntual puede encarnar una imagen clara de la civilización e historia de las naciones musulmanas, solo por medio del estudio de las mezquitas. A lo largo de las generaciones, siglos y territorios, el arte islámico no ha tenido un refugio más puro y una exposición más segura que las mezquitas. La asociación mutua de diferentes tribus y naciones musulmanas en la perfección y decoración de las mezquitas, resguardando sus estilos nacionales y locales, resultó en una especie de cosmopolitismo en la arquitectura islámica, que por supuesto tiene entera concordancia con la civilización y la cultura tolerante, lo cual forma parte también de los honores espirituales de los musulmanes.[3]

Sin embargo, además de las mezquitas, han quedado abundantes construcciones y obras en la civilización islámica. El punto vital es que los musulmanes durante diversas épocas y en lugares diferentes y remotos, usando varios materiales, estilos y posibilidades, han otorgado espíritu y vida única a esas obras. En verdad, tanto la diferencia de materiales en las regiones, como la diferencia entre el fervor y el capital de los donantes en estas construcciones artísticas, así como el rango artístico de los arquitectos y patrones, se unieron para determinar el estilo y la forma arquitectónica en los distintos países y periodos históricos.

Por supuesto, no se puede negar la unidad general entre los diversos estilos, la cual tiene su origen generalmente en el gobierno del Islam, que utilizó el genio y el fervor de las diversas razas de los países integrados bajo el Islam a lo largo de los siglos, perfeccionándose unos con otros, lo que no tiene parangón en el mundo antes del Islam. Bajo el efecto de esta situación es que la creatividad islámica, desde la gloria inspiradora del palacio la Alhambra en España hasta la elegancia sin antecedente del Tay Mahal[4] en la India, no determinó la valía de una raza u otra sino que pasó más allá de los tiempos y los espacios y llegó a ser una mirada eterna de la humanidad.

 En la arquitectura, como en las ciencias y técnicas, los musulmanes recibieron la influencia de Grecia y Persia. Pero la existencia de las extraordinarias construcciones a lo largo del territorio del Islam, demuestra el poder y la creatividad de combinar y armonizar que poseían los artistas musulmanes. En estas enormes construcciones inspiradoras, inmensos pilares, arcos curvos, minaretes, cúpulas y mocárabes, aunque no es de la inventiva islámica totalmente, sí lo es la combinación, mezcla y armonización entre ellos en las construcciones islámicas, y hace manifiesta la concordancia, gloria y perfección que tuvieron lugar en la civilización y la cultura islámica. Es la relación y armonía de todos estos elementos, lo que otorga la fuerza y grandeza a las construcciones islámicas en Siria, Egipto, India, Andalucía, Irak y en Irán. La misma esencia que ha dado tanta gloria al palacio de la Alhambra en Granada, que aún más allá del paso del tiempo, como diría el poeta francés Víctor Hugo: “los genios lo han hecho como un sueño dorado y lleno de armonía”.[5] Igualmente el Tay Mahal en Agra posee tanta confluencia, belleza y elegancia que como diría el historiador Will Durant: “Sobre este sueño de mármol, el cual se ha construido en recuerdo de la muerte y la vida de una princesa musulmana de la India, se podría decir que si la época tuviera intelecto e inteligencia quizás destruiría todo excepto el Tay Mahal y lo dejaría para la tranquilidad del alma del hombre, como un valioso signo del honor del ser humano“.[6]

En España, el estilo arquitectónico común en Siria e Irán fue reconocido como el estilo marroquí. Más adelante los vencedores cristianos transformaron algunas mezquitas de Andalucía en iglesias. El castillo Alcázar —latinizado de la palabra al-qasr—, fue construido en Ashbiliya —Sevilla— por Abu Iusuf Iaqub, tomó importancia ante Carlos V e Isabel y fue utilizado por ellos. El palacio la Alhambra que es un complejo de bellos jardines, palacios, patios, piscinas, enormes terrazas antiguas en Granada, representa un ejemplo de la exacerbación de algunos musulmanes en la decoración y embellecimiento, ésta es la causa de la famosa frase de Carlos V al ver tanta grandeza y gloria esparcida en la terraza de una construcción de este complejo, reflexionando dijo “¡Oh pobre de quien ha perdido todo esto!”.[7]

En la India esta arquitectura conservó tanto su esencia y unidad que como han expresado unos historiadores, el hombre cuando ve la construcción del Tay Mahal en la India, no en Irán o Andalucía, queda perplejo, pero verdaderamente solo cuando sale de esta posición percibe que está en el “territorio del Islam”, donde no se considera que es la India ni Andalucía, sino que en todos los lugares existe una unidad, la unidad del Islam. Así mismo el Qutab Minar[8] —o Qutub Minar— en Delhi con 72.5 metros de altura, aun todavía después de siete siglos de batalla con la naturaleza, cuenta la grandeza que tomó el Islam en el territorio de los hindúes —aunque a veces se acompañaba de la violencia de comandantes como Qutbud-Din Aybak—.

El arte islámico, como su cultura, tenía variedad tanto en el aspecto de las materias como en las técnicas. Incluso la pintura, la escultura y la música, aunque eran desaconsejables mas no prohibidas en la sharia islámica, en el ámbito de la tolerancia islámica encontraron oportunidades para manifestarse. En realidad, los musulmanes no podían asumir técnicas en la pintura de retratos, ni en la pintura galante. A pesar de todo, algunos artistas que se dedicaron a estas artes han mostrado talentos inigualables. En la miniatura, excepto un grupo de obras que son anónimas por no ser firmadas, se puede nombrar de Kamalud-Din Behzad,[9] quien trasladó la herencia de la escuela Herat al periodo safávida. En la caligrafía que anteriormente fue un arte ornamental especialmente con la escritura cúfica[10] dentro de la arquitectura y la alfarería, posteriormente tomó otro estilo y elegancia con la escritura nastaliq,[11] y de esta forma, si un libro poético o de prosa se ornamentaba con la caligrafía nastaliq, la miniatura, el tazhib —ornamentación decorativa— y finalmente la encuadernación artística, llegaban a conformar una colección valiosa de las artes decorativas. En la caligrafía, el tazhib y encuadernación del Corán especialmente, a veces se aplicaba tanto esfuerzo y talento que la belleza de algunos visualizaban el espíritu y la grandeza de las mezquitas islámicas.

Las majestuosas alfombras que han llevado el nombre de Irán a la cúspide, tenían tanta elegancia en el color, diseño y patrón, que las más bellas obras de hoy en día no se comparan con ellas. Es interesante la evidente variedad desde el punto de vista del material y la técnica en las obras del arte islámico. Hay diferentes géneros en los materiales, del yeso, el azulejo y el mármol a la joyería, la cerámica, el cristal y el marfil en las diversas construcciones de las torres, los palacios, las mezquitas, y las terrazas, así como las variedades de las carreras artísticas como la arquitectura, la caligrafía, la miniatura, el tazhib —ornamentación decorativa— y las artesanías que llenan la vida de las personas ricas de ánimo y belleza. La elegancia y el humor que se aplicaban en algunas obras realizadas por los musulmanes, les otorgaba una perfección y una gracia especial. Algunas de las armas e instrumentos de guerra, artesanías de talleres de joyas, ornamentación de los objetos de metales a través de las joyas —morassa kari—, objetos de cerámica, alfarería, y de metales se muestran en varios museos del mundo. El grabado sobre marfil, la creación de diferentes tipos de azulejo y cristal, tejer alfombras y sayyadeh —alfombras pequeñas y otros tejidos para realizar la oración— eran medios para la expresión del fervor de la nación en las artes manuales.

Incluso en la música, la cual su fama no era tolerada por la ortodoxia, pues la consideraban como una forma de vanidad inadmisible, fue desarrollada considerablemente por los califas y príncipes junto con el interés de las personas en general.

El Kitab Al-Aghani —Libro de Cantos—, por Abul-Faray al-Isfahani,[12] es la recopilación de las canciones famosas de su época y le dio el pretexto para realizar una enciclopedia de veinte tomos de la poesía, literatura y la historia del idioma árabe que muestra el uso y la difusión de la música y las canciones en los banquetes de los califas, príncipes, e incluso entre los comerciantes y personas en general, —especialmente en Damasco, Bagdad e incluso en Medina—. Ibrahim ibn Mahdi, el tío y oponente del califa Ma’mun abasí, fue uno de los más famosos músicos de su época, igualmente fueron Ibrahim Museli, su hijo Ishaq y su alumno Ziryab, quienes muestran la gran influencia que tenía la música entre los califas abasidas, particularmente en la época de Harun y Ma’mun. Fue el mismo Ziryab, quien introdujo la música árabe a España a la corte de Abdur-Rahman II y así llenó a Córdoba con la música y armonía de Irak.

La Sama —ceremonia sufí realizada como dhikr— de los sufíes y sus danzas, a pesar de la prohibición o de ser desaconsejable la música ante algunos de los grandes sheijes, tuvo como la consecuencia la difusión de la música y canciones entre el común de la gente.

La música, desde el aspecto teórico, ocupó un importante lugar entre algunos eruditos, especialmente Al-Kindi, Al-Farabi, Ijwan as-Safa y Avicena, los cuales otorgaron la entera perfección y riqueza a este legado científico de la Grecia. El libro Al-Madjal ila Sanaat al-Musiqi —la Introducción a la Técnica de la Música— de Al-Farabi, es la más famosa obra en la teoría de la música de la Edad Media, que si bien no es superior a todos los libros de música griega que han quedado, ocupa un lugar indiscutible entre ellos.[13]

Además de Al-Farabi otros eruditos como Ibn Haizam y Abd ul-Mumen Armawi realizaron grandes aportes al estudio teórico de la música. Es interesante saber que las obras de Al-Farabi eran de referencia obligatoria entre los eruditos músicos de Europa hasta mediados del siglo XVIII.[14] En la construcción de algunos instrumentos musicales, así como en la aplicación de los símbolos para escribir la música, la influencia de los músicos musulmanes es considerable y aún existen vocablos en las lenguas europeas que muestran la herencia de la música de la era islámica.

 

Fuente: Los Aportes del Islam a la humanidad

Editorial Elhame Shargh

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[1] Ernst Emil Herzfeld (1879 – 1948) fue un famoso arqueólogo e iranólogo alemán. (N. del T.)

[2] Una “apadana” era una sala hipóstila de audiencias en los palacios de los antiguos reyes persas. (N. del T.)

[3] Dr. Zarrinkub, Mezquita, la galería de arte islámico, publicado en la revista Arte y Gente, Farvardin 1344 H. Solar, ed. Persa.

[4] El Taj Mahal o Tay Mahal, es un complejo de edificios construido entre 1631 y 1654 en la ciudad de Agra, estado de Uttar Pradesh, India. (N. del T.)

[5] Víctor Hugo, Les Orientales

[6] Durant. Will, The Story of Civilization, Vol. I (Mashreq Zamin, Gahware Tamaddon, ed. persa, T. 2, Pág. 853

[7] Lane- Poole, Moors, Pág. 225

[8] El Qutb Minar es el alminar de ladrillos más alto del mundo y un destacado ejemplo del arte islámico, siendo el monumento islámico más antiguo de Delhi. Situado dentro del complejo Qutb en la ciudad india de Delhi, tiene una altura total de 72,5 metros. Su diámetro en la base es de 14,3 metros mientras que en su punto más alto es de 2,7 metros. El Qutab Minar es considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 1993. (N. del T.)

[9] Kamalud-Din Behzad (hacia 1455-1535) fue el más importante de los miniaturistas persas. Fue el jefe de los talleres reales de Herat –en Afganistán actual– y Tabriz al final del periodo timúrida y al comienzo del safávida. Está enterrado en Tabriz, Irán. (N. del T.)

[10] La escritura cúfica es un estilo de caligrafía árabe considerado el más antiguo tipo de escritura en este idioma, desarrollado en la ciudad de Kufa de la cual toma el nombre, actualmente en Irak. (N. del T.)

[11] Escritura Nastaliq es un estilo de la caligrafía Persa. Se inventó en Irán hacia siglo XII. Mir Emad (1554-1616), el más famoso maestro de caligrafía persa y, posteriormente, Mirza Muhammad Reza Kalhor (1829-1892) lo perfeccionaron. Esta escritura se apoda “la novia de la caligrafía persa” y una gran cantidad de textos de literatura y literatura religiosa están escritos en esa letra. (N. del T.)

[12] Ali ibn Husain ibn Muhammad Umawi Qurashi, más conocido como Abu al-Faray al-Isfahani (897-967), nacido en Isfahan, Irán, fue un sabio musulmán shia, historiador, poeta, narrador, literato y músico. (N. del T.)

[13] Farmer, Music in Legacy of Islam p. 367

[14] Farmer, Music in Legacy of Islam p. 367

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