Los Estandartes de las dos Escuelas Shia y Sunna en el Islam
ANALISIS INTRODUCTORIO
Por Al.lamah Seied M. Al-Askarí
Por el derecho que le otorga Su Señorío, ha dado Dios un camino al ser humano, que le sirve para organizar su vida y obtener felicidad, y alcanzar el nivel de la plenitud y perfección, guiando al ser humano a Él, por medio de Sus profetas. A todo esto lo ha llamado Islam. «Ciertamente, la religión ante Dios es el Islam» (3:19)
Él ha creado para todas Sus criaturas, sistemas compatibles con sus naturalezas y las hace llegar al grado de la perfección durante sus existencias, guiándolas para que caminen por ellos intuitivamente o por deducción.2 «Dijo: Nuestro Señor es aquel que ha dado a cada cosa su creación y luego ha guiado » (20:50) Pero, cada vez que moría uno de los profetas que Dios enviaba a una nación, surgían gentes afines al poder y al gobierno de esa nación, que ocultaban y deformaban la shari’a (leyes) de sus profetas, al dictado de los deseos de su ego, atribuyendo después su proceder a Dios mismo y a Su profeta. «Y, ciertamente, hay entre ellos un grupo que deforman el Libro con sus lenguas... y dicen de Dios mentiras, a sabiendas» (3:78)
Por ello, Dios envía un nuevo profeta, que renueve la religión del Islam, rectificando los ritos y prácticas afectados por las deformaciones. Así, cuando Dios envío al Sello de Sus Profetas, Muhammad (BP) con el Corán, hizo descender en él las bases de la creencia islámica (aqâid) y las Leyes y disposiciones (Ahkâm) en versículos (aleyas) explícitos y ha revelado los detalles de lo que ha descendido en el Corán, para aclarar a las gentes lo que había sido revelado para ellos: «E hicimos descender para ti el recuerdo (el Corán) para que aclares a la gente lo que fue hecho descender para ellos. Quizás así reflexionen» (16:44).
Les enseñó, pues, el Profeta (BP), la shari’a islámica, la composición de los raka’at (ciclos de la oración) y el número de ellos; de lo que deben abstenerse durante el ayuno y sus condiciones: la peregrinación y sus fases y su comienzo y su final, etc... la valoración de las cosas lícitas, recomendables, ilícitas... con lo cual se estableció el noble hadiz profético (dichos y hechos del Profeta Muhammad (BP). Así mismo, ha materializado Dios el Islam en la conducta del Profeta (BP) y ha ordenado a los hombres seguirle e imitarle al decir: «Ciertamente, en el profeta de Dios hay un buen ejemplo para vosotros» (33 : 16), y también: «Lo que os dé el Profeta, tomadlo y lo que os prohíba, dejadlo de lado» (59 :7).
La totalidad de los dichos y hechos del profeta ha sido denominada en la Shari’a islámica sunnah, y Dios y Su profeta nos han ordenado seguir esta sunnah. De esta manera, ha completado Dios Su llamada al Islam: mediante el Corán y la sunnah profética. Antes de morir, el Profeta (BP) ha advertido e informado a su Ummah (comunidad) que, verdaderamente, ocurriría en ella paso por paso lo que ocurrió en las naciones precedentes y cómo, si algunos de las naciones precedentes hubieron entrado en la madriguera de una lagartija, lo mismo harán los de esta nación. Precisamente, fue por la deformación en los hadices que esta ummah realizaría, que Dios Altísimo protegió el Corán de los manipuladores: «Ciertamente Nosotros hicimos descender el recuerdo y, ciertamente, Nosotros somos sus protectores » (15 : 9), y también: «No le afecta la falsedad por delante ni por detrás» (41 : 42).
En cuanto a la sunnah que nos ha sido relatada en los libros de historia profética (sira) y el hadiz, no siempre Dios los ha protegido de la deformación, como se puede apreciar claramente al notar las diferencias que aparecen en los relatos proféticos, que el conjunto de los musulmanes poseen hoy en día y por las contradicciones que aparecen en algunos de ellos. Estas diferencias en el sagrado hadiz, ha llevado a que algunos sabios se hayan preocupado de expurgarlos y hayan escrito libros como Ta’wil mujtalafil hadiz (La interpretación de las diferencias en el hadiz) de Ibn Qutaiba Abdellah ibn Muslim, nacido el 276 o 280 h., y como Baiani Mushkil il-Hadiz (La aclaración de los problemas del hadiz) de Muhammad ibn Al-Hasan, nacido en el 406 h., o Baiani Mushkilati Azâr (La aclaración de los problemas de las huellas) de Abi Ya’far Ahmad ibn Muhammad al-Azadí, conocido como At-Tahâwí, nacido en el 331 o 332 h. La consecuencia de las diferencias en los hadices provocó la diferente compresión del Corán entre los musulmanes y la permanente desunión. A eso deberíamos añadir su existencia en ambientes diferentes y el contacto con otros pueblos y creencias. Todo eso ha producido las diferentes visiones del Islam y el que algunos tratasen de interpretar las aleyas del generoso Corán y los sagrados hádices correctos a los que tienen acceso, según sus puntos de vista y su opinión sobre el Islam. Eso ha provocado rupturas en las relaciones por parte de algunos de ellos y el que algunos se nieguen a escuchar la opinión de otros y se acusen mutuamente de descreer. Esos han sido los elementos que han provocado los problemas internos. También existieron algunos factores externos que influyeron en el interior por medio de sus agentes, como veremos.
LOS FACTORES DE DESTRUCCIÓN EXTERIORES
Entre los factores destructivos y deformadores de las fuentes de los estudios islámicos (los libros de sira, el hadiz y el tafsir (exégesis coránica), etc... están los factores exteriores de destrucción: 1º) La información de las Gentes del Libro (Cristianos, Judíos,...) que han penetrado en las fuentes de los estudios islámicos, como por ejemplo : Ka’ab al-Ahbar y Tamim ad-Darí. 2º) Los relatos (riwaiat) e informaciones procedentes de y difundidos por ateos (zanâdiq), como por ejemplo Ibn Abi Al-Auyâ, y Saif ibn ‘Umar.6 3º) En verdad, las fuerzas del kufr (los colonizadores de los países musulmanes) han declarado la guerra al Islam. Para ello han utilizado sus armas más destructivas, haciendo uso de los evangelizadores (misioneros) judíos y cristianos y de los llamados orientalistas, para que investigasen los puntos débiles de las fuentes de los estudios islámicos y poder, así, destruir el Islam desde dentro. Estos señores, se ocuparon de clasificar las fuentes islámicas, ordenarlas, catalogarlas y editarlas con gran cuidado, asumiendo el papel de intermediarios e intérpretes, ante todo aquel que pretendiera acceder a las fuentes y todo lo que en ellas hay, y han picoteado de aquí y allá, de diferentes libros, cada información fabricada y manipulada, para crear una imagen deformada del Islam ; como es el caso del fantástico relato Usturat ul-Garânîq y de otros trabajos similares y, con lo que han picoteado en ellos, han escrito libros con un método moderno y elocuente, tales como la Enciclopedia Islámica (Dairat ul-Ma’arif al-Islamía) y Muhammad, An-Nabiiu Siasi (Muhammad, el Profeta político). Pero, los colonizadores, en su guerra declarada contra el Islam, han hecho algo más peligroso aun, poniendo al frente de los países islámicos, a alumnos de aquellos, salidos de sus escuelas ideológicas, con la misión de llamar a los pueblos islámicos al pensamiento colonizador y de promocionar la civilización y los valores del kufr; y les han hecho famosos y les han presentado como los reformadores del Islam, los progresistas y los iluminadores del pensamiento. Ellos han importado los resultados del pensamiento de sus maestros a los países del Islam y los han difundido con todos los medios a su alcance, con atractivos titulares y diferentes nombres. De ellos era Assir Seied Ahmad, el fundador de la universidad ‘Ali Gará al-Islamíah en la India y Ahmad Lufti As-Sied, llamado “El maestro de la Época” y Qâsim Amin, llamado “El protector de la mujer en Egipto”, y lo mismo hicieron en Iraq, Irán y el resto de los países islámicos. Era por tanto normal, que se produjese un enfrentamiento entre estas gentes y los preservadores del pensamiento islámico. Enfrentamiento, en el que el conquistador y sus agentes y los corifeos tomasen el partido de los discípulos de los orientalistas. En ese enfrentamiento, el arma más dañina que utilizaron fue que, en la guerra contra el Islam, utilizaron como escudo defensivo la definición misma de Islam y su historia, presentando a las grandes personalidades del Islam a su antojo, tal como hizo Seied Ahmad al escribir el tafsir del Corán o George Saidan en sus historias. Y todos los intentos de ellos y de sus maestros orientalistas, tienen como meta lo que dijo uno de ellos: “La iuqtalud dinu il·lah bi saifid Din”. (No morirá la religión (el Islam) excepto si es matada con la espada de la religión).
Para llevar a cabo este plan, comenzaron a realizar exégesis del Corán, a comentar el sagrado hadiz profético y a escribir biografías del Profeta (BP) y de los Imames (P) intentando desconectar todo ello de la realidad del Gaib (lo Oculto, el Más Allá, la realidad metafísica), exponiéndolo como algo de naturaleza humana, para, posteriormente, a veces de manera indirecta y a veces abiertamente, apuntar la idea de que el comportamiento de cada uno de los personajes significativos del Islam y cada uno de los acontecimientos históricos fueron adecuados para su época y supusieron una actitud y una respuesta progresista y útil para la gente, en su momento, pero que hoy necesitamos progresar en el Islam y renovarlo, para que sea compatible con las exigencias de la época y las necesidades actuales de la gente. Utilizando estas armas, cuya intencionalidad y poder permanece ignorado para muchos, son más dañinos para el Islam y los musulmanes que muchos de los agentes políticos colocados por los conquistadores como gobernantes de los países islámicos. Su guerra ideológica ha consistido en deformar las verdades del Islam en nombre, unas veces, de la difusión del Islam y de la necesidad de adaptar el Islam a las necesidades de la época, otras.
En todo lo dicho se puede apreciar claramente que los musulmanes necesitan, para clarificarse de todas las corrientes ideológicas que les han afectado, realizar un estudio detallado y Meticulosamente filtrado de las transmisiones de las diferentes escuelas de pensamiento islámicas. Al contrario de lo que opinan algunos musulmanes celosos, quienes piensan que es mejor correr un tupido velo sobre todo ello para así ¡proteger la unidad islámica! No comprendo cómo se puede llegar a esa conclusión, habiéndose producido el fenómeno Jawariy , los cuales establecieron los fundamentos de su creencia sobre la negación del Islam de la totalidad de los musulmanes, afirmando que ellos son los únicos musulmanes verdaderos y el resto son idólatras. Rechazando en su momento a los califas ‘Uzmán y ‘Ali, a Umm-ul Mu`minîn ‘Aishah, a Talhah y a Az-Zubair, a Mu’awiah y a Amru ibn-ul ‘Ass y a quienes estaban con ellos, y maldiciendo posteriormente a todos los musulmanes. Me pregunto cómo se puede llegar a tal conclusión, cuando entre los musulmanes hay quienes desean visitar la tumba del Más Generoso Profeta (BP) y de los Imames de los musulmanes (sobre todos ellos la paz) para obtener de ellos bendiciones y buscar la intercesión de los mismos ante Dios, mientras otros ven todo eso como un acto de shirk (politeísmo), ajeno al Islam y una innovación (bid’a) prohibida, por lo cual, consideran idólatras a todos los musulmanes desde el siglo III H. hasta nuestros días, y han destruido las mezquitas de los musulmanes construidas en la cueva de Hirá y en otros lugares igualmente sagrados y bendecidos, así como los mausoleos de los Imames de los musulmanes y de las Madres de los Creyentes, de Hamza, el tío del Mensajero de Dios (BP) y de los otros mártires de la batalla de Uhud. A pesar de que no hacen lo mismo con los judíos y su Torah y sus sinagogas, ni con los cristianos y sus iglesias, ni con las cruces y las estatuas de Seidina ‘Isa y de Mariam (sobre ambos la paz) que hay en ellas, a pesar de que los cristianos declaran que, verdaderamente, ‘Isa es su Dios y que, verdaderamente Dios es el tercero de tres. ¡Alabado sea Dios, Quien está por encima de todo eso! y llegan a acuerdos con ellos y no les dicen: ¡Vosotros sois asociadores, idólatras y politeístas!
Estas diferencias mencionadas y otras semejantes, no son del tipo de cuestiones menores sobre las que disienten los musulmanes, como puede ser el hecho de rezar con los brazos caídos a los lados, tal como prescriben la escuela Shiita y la Maliki, a diferencia de la Hanbali y la Hanafi, los cuales prescriben que se deben cruzar sobre el pecho; o como las diferencias en la forma de realizar la ablución menor (wudu‘), lavando los pies, según unas escuelas o pasando por encima de ellos la mano húmeda sin coger agua nueva. Cosas en las que los musulmanes difieren en función de la escuela de pensamiento que sigan o, incluso, del sabio al que sigan, sin que eso sea un impedimento para que vivan unidos y en paz en una misma sociedad islámica. No, sino que son cuestiones básicas en la construcción de la sociedad islámica, ya que, o bien se construye sobre esta creencia y se elimina la otra o se construye sobre la otra y se elimina ésta. No son únicamente asuntos políticos y no religiosos, sobre los que se puede pasar por encima para proteger la unión de los musulmanes. Ciertamente, la edición, por cuenta de determinados gobiernos, de millones de ejemplares de libros como “Wa ya‘a adaurul mayús” (Ha regresado la época de los adoradores del fuego), con títulos evidentes o camuflados, con el objetivo de culpabilizar a una de las grandes naciones de los musulmanes (la Ummah shiita) de haber salido de los límites del Islam, gastando millones y millones, para difundir la idea en los institutos, mezquitas y escuelas de todas partes del mundo, de que los musulmanes, o al menos parte de ellos, son asociadores, unido al envío de miles de mensajeros a todas partes de la tierra, para difundir su mensaje de forma unilateral, no puede dejar de considerarse como un proceder político-religioso. Tampoco es del tipo de diferencias internas provocadas por los colonizadores para causar divisiones internas entre los musulmanes, de modo que sea más conveniente callar sobre ello; sino que son asuntos provocados durante la época del Imam de los Hanbalitas, Ahmad (n. 240 H.) y en la época del Sheij Ibn Taimiiah (n. 728 H.) y seguidor de su escuela, y antes de ellos y después de ellos, hasta nuestros días. Y, ciertamente, la matanza de cientos de miles de musulmanes y la quema de sus bibliotecas, en todas las épocas y en diferentes países, es la mejor prueba de lo que decimos. Cuando el asunto no se trata con profundidad, parece que es algo únicamente político, y así pretenden hacérnoslo creer los gobiernos o los colonizadores, cuando les interesa. Pero, como hemos mencionado, son, ciertamente, cuestiones que tienen que ver con las creencias profundas, y el silencio sobre ello no facilita la unión, ni el acercamiento, ni el entendimiento entre los musulmanes, sino que profundiza la herida, amplía la grieta de la diferencia y prolonga su duración.
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