Mundus imaginalis en Muhsin Fayd Kashani
(Fallecido en 1091 h./1680 d.C.)
Transcrito de Cuerpo espiritual y Tierra Celeste, de Henry Corbin, Ed. Siruela, 1996
Debes saber que el mundus imaginalis (al-'alam al-mital, mundo de las formas imaginales) es un universo espiritual de sustancia luminosa; por una parte, tiene afinidad con la sustancia material, porque es objeto de percepción y está dotado de extensión; por otra parte, tiene afinidad con la sustancia inteligible separada, porque su naturaleza es pura luz. No es ni un cuerpo material compuesto, ni una sustancia intelegible separada, porque es un barzaj, es decir, un intermundo, un límite que separa al uno del otro. Todo lo que forma un intérvalo, un barzaj, entre dos cosas, difiere necesariamente de estas dos cosas, o más bien tiene necesariamente dos dimensiones, a través de cada una de las cuales simboliza el universo al que corresponde esta dimensión. Es cierto que también podemos decir que es un cuerpo de luz cuya sutileza iguala a la máxima sutileza que se puede concebir. De este modo, es un límite, un intermundo que establece una separación entre las sustancias separadas puramente sutiles y las sustancias materiales densas y opacas, aunque entre estas últimas existan también algunos cuerpos más sutiles que los demás, como ocurre, por ejemplo, con los Cielos con relación al resto de los cuerpos.
No se trata pues de un mundo accidental, como creía cierto pensador, porque consideraba que las formas imaginales se podían disociar de sus realidades sustanciales, como en su opinión ocurría con las formas inteligibles. Lo cierto es que existen formas sustanciales en cada uno de estos universos: universo espiritual, universo intelegible, universo imaginal, y que todas estas realidades sustanciales asumen formas que corresponden a su universo respectivo.
Cuando se han entendido bien cómo son las cosas, se comprueba que el poder imaginativo (la imaginadora) que pertenece al Alma del universo, que abarca por sí misma todo lo que abarcan todas las demás fuerzas imagintivas (las de las Animae caelestes), es el sustrato y el lugar epifánico de ese intermundo. Se le llama mundus imaginalis porque contiene las Formas imaginales de todo cuanto existe en el mundo, y porque es lo imaginal de todas las Formas de los individuos y de las esencias que existen en el plano del conocimiento divino. También se llama mundo de la Imaginación autónoma porque es inmaterial cuando se compara con la imaginación inmanemte. No hay ninguna realidad suprasensible, ninguna entidad espiritual ni Espíritu que no tenga una forma imaginal que corresponda a sus perfecciones, ya que cada una de ellas participa del Nombre divino "el Revelado" (al-Zahir). En este sentido se relata dentro de una tradición cierta que cuando el Profeta vio a Gabriel en el Loto del límite, el Ángel tenía seiscientas alas, cada mañana y cada tarde se adentreaba en el río de la Vida, salía de él sacudiendo las alas, y con las gotas que se dispersaban Dios creaba innumerables Ángeles.
En este intermundo se halla el Trono ('ars, el Cielo supremo), el Firmamento (kursi, el Cielo de los Fijos), los siete Cielos y las Tierras, y todo lo que unos y otros contienen. A este nivel se despierta la consciencia del estudioso, comprende en que consistió el Miraj (la asunción celeste) del Profeta, de qué modo tuvo el Profeta la visión de Adán en el primer Cielo, la visión de Juan y de Jesús en el segundo Cielo, la visión de José en el tercero, la de Idris (Henoch-Hermes) en el cuarto, la de Aarón en el quinto, la de Moisés en el sexto y la de Abraham en el séptimo. Comprende la diferencia que hay entre lo que contempla en sueños y la facultad que poseen los medianamente adentrados en la vía mística para realizar imaginativamente una escensión al Cielo, y por otra parte lo que se contempla realmente en el mundo espiritual. Las formas percibidas en nuestro mundo son las sombras de esas Formas imaginales. Por esta razón el gnóstico reconoce, por fisionomía intuitiva, los estados internos del hombre al observar su forma externa...
...A su vez nuestras representaciones imaginativas, que son las Formas imaginales cautivas, no son más que una muestra del mundo espiritual, una sombra que Dios ha creado como indicio y prueba de la existencia de ese mundo espiritual. Por esa razón los maestros en visión mística han creado algo adyacente al mundo espiritual, que recibe su luz, como los riachuelos y grandes ríos que desembocan en el mar y como las elevadas ventanas por las que penetran los rayos de luz en una casa.
A cada uno de los seres que existen en el mundo de los sentidos le corresponde una forma imaginal cautiva, que se puede percibir a través de la imaginación en el mundo humano, tanto si es un Cielo, un astro o un Elemento, un mineral, planta o animal. Para cada uno de ellos existe un Espíritu y energías espirituales, y participan de alguna manera de ese espíritu, pues de otro modo no habría una correspondencia exacta entre los universos. Todo lo más que podemos decir es que en los minerales la manifestación no es la misma que entre los animales. El propio Dios manifiesta: "No hay nada que no glorifique a través del acto de glorificación que le es propio, pero vosotros no comprendéis su himno de alabanza" (17:46). Esto lo confirma alguna de nuestras tradiciones, cuando asegura que los animales ven cosas que entre los humanos sólo pueden ver los místicos visionarios. Es posible que esta visión tenga lugar en el mundus imaginalis absoluto, es posible que tenga lugar en el mundo de las Formas imaginales cautivas. ¡Dios sabrá qué ocurre en realidad!
Pero a causa de su ceguera, a estos humanos incapaces de levantar el velo, el Libro sagrado los sitúa "en lo más bajo del nivel más inferior" (95:5). En cuanto al místico, cuando durante su peregrinación alcanza el mundus imaginalis absoluto, através del éxodo que le lleva fuera de su imaginación cautiva, llega al límite en todo lo que contempla y descubre la realidad tal como es, porque las Formas imaginales están en perfecta correspondencia con la Formas inteligibles inscritas en la Tabla secreta, que es la forma epifánica del mundo divino. A partir de ese momento puede ocurrir que al ser humano se le manifieste, por percepción visionaria, la revelación de su individualidad eterna en sus estados sucesivos, pasados y futuros, porque se ve entonces transferido del mundo de la Sombra al mundo de las Luces verdaderas y esenciales...
...Finalmente debes saber que el barzaj en el que se encuentran loa Espíritus tras abandonar el mundo terrenal es distinto del barzaj que se extiende entre las puras entidades espirituales y el mundo y el mundo de los cuerpos. Esto es así porque los niveles del descenso del ser y los escalones de su ascenso forman un ciclo. Ahora bien, los niveles que preceden a la existencia en el mundo terrenal representan distintos grados dentro de lso dencensos; son la anterioridad, mientras que los que le suceden pertenecen a los niveles del ascenso; representan grados posteriores. Por otra parte, las Formas imaginales que se unen a los Espíritus en el segundo barzaj son las formas de sus obras y el resultado de sus actividades anteriores en este mundo terrenal, a diferencia de las formas del primer barzaj. Por esta razón unas no pueden ser idénticas a las otras. No obstante, ambas tienen en común el ser un universo espiritual y sustancias inmateriales de pura luz, que contienen la realidad imaginal de las formas de este mundo. El saij (Ibn 'Arabi) señala claramente en el capítulo 321 de las Iluminaciones de la Meca, que el segundo barzaj es distinto al primero. A ésto lo llama el "misterio de lo posible", en el sentido de que es posible que lo que exista en el primero se manifieste en nuestro mundo visible, mientras que es imposible que vuelva al estado visible lo que está en el segundo, excepto cuando llegue el Último Día. A muy pocos de nosotros les es dado contemplar este seguno barzaj, a diferencia del primero. Éste se manifiesta y lo podemos contemplar muchos de nosotros. Entonces quienes accedan a ello pueden conocer acontecimientos futuros en el mundo, pero no tienen poder para descubrir dónde están quienes han abandonado este mundo.
Fundación Cultural Oriente