El Señor de los Corazones

Testamento del General Mártir Qasem Soleimani

En el nombre de Dios,

el Compasivo, el Misericordioso

Atestiguo los principios fundamentales de la religión [islámica]

Atestiguo que no hay dios sino Dios. Atestiguo que Muhammad es el Mensajero de Dios. Atestiguo que 'Alī ibn 'Abī Tālib, el príncipe de los creyentes, y sus hijos inmaculados —los doce Imames— son nuestros Imames Infalibles, y que son las pruebas de Dios [sobre la Tierra].

Atestiguo que el Día del Juicio es verdadero, el Corán es verdadero, el Paraíso y el Infierno son verdaderos, las preguntas y respuestas [en la tumba y el Día del Juicio] son verdaderas y que la Resurrección, la justicia de Dios, el Imamato y la Profecía son verdaderas.

Dios mío, Te agradezco por Tus bendiciones

Dios mío, Te agradezco por transferirme de un lomo a otro, de un siglo a otro, y de una familia a otra, hasta que me otorgaste la bendición de vivir en una época en que pude ver a uno de Tus Amigos más prominentes que es cercano y compañero de los Infalibles, Tu siervo justo: el gran Jomeini. Y, te agradezco por haberme permitido encontrarlo y ser su soldado.

Aunque no tuve el éxito de ser compañero de Tu gran Profeta Muhammad Mustafa, ni la oportunidad de vivir durante el período de opresión a 'Alī ibn 'Abī Tālib y sus hijos inmaculados y oprimidos, me ayudaste a andar el mismo camino en el que ofrendaron sus vidas, que [valen] todo el universo y sus criaturas.

Dios mío, Te agradezco que después del querido Jomeini me hayas puesto en el camino de Tu otro siervo justo, cuya pureza incluso supera su justicia, un hombre que hoy es un sabio del Islam, del chiismo, de Irán y del mundo político: el querido Jamenei (que mi vida sea sacrificada por él).

Dios mío, Te agradezco por haberme asociado con tus mejores siervos en este camino (las Fuerzas Voluntarias, los combatientes, y mártires), por darme la oportunidad de besar sus rostros celestiales y sentir su aroma divino.

Dios mío, Amado, Omnipotente, Misericordioso y Dador. Me postro ante Ti en agradecimiento y con vergüenza por haberme puesto en el camino de la inmaculada Fātimah y de sus hijos en la doctrina chií, el verdadero aroma del Islam, y te agradezco por haberme permitido derramar lágrimas por los hijos de 'Alī ibn 'Abī Tālib y Fātimah (la paz sea con ellos). Qué gran bendición es; la más grande y preciosa de Tus bendiciones. Es una bendición que contiene luz, espiritualidad y quietud, en la que se haya la más sublime tranquilidad; contiene tristeza en la que se combinan espiritualidad y serenidad.

Dios mío, Te agradezco por haberme dado el beneficio de tener padres que fueron pobres pero piadosos, que amaban a Ahl ul-Bayt (P) y que siempre anduvieron en el camino de la pureza. Te pido humildemente que los asocies con Tus Amigos en el Paraíso y me permitas reunirme con ellos en el otro mundo.

Dios mío, tengo esperanzas de [alcanzar] Tu perdón

Dios mío, Oh Creador, Prudente, y Único, mis manos están vacías, y también mi mochila. Llego a Ti sin ninguna provisión, con la esperanza de que me invites a Tu banquete de perdón y generosidad. No he traído conmigo provisiones, porque ¿qué provisiones necesita un hombre pobre en presencia del [Dios] Generoso?

Mi mantel está lleno de la esperanza de Tu Gracia y Tu Generosidad. He traído conmigo dos ojos cerrados, que contienen un tesoro además de impurezas. Esa joya son lágrimas [derramadas] por el Husayn de Fātimah, [lágrimas derramadas] por Ahl ul-Bayt (P) y lágrimas derramadas en defensa de los oprimidos, los huérfanos y los afligidos [inocentes] que fueron atrapados en las garras de los [terroristas] opresores.

Dios mío, mis manos están vacías y no tienen nada que ofrecer, ni tienen el poder de defender. Sin embargo, he depositado algo en ellas, en lo cual tengo esperanzas, se trata de un movimiento continuo hacia Ti. Cuando extendí mis manos hacia Ti y cuando las bajé por Ti de rodillas, tomé las armas para defender Tu religión, estas son las riquezas que llevo en mis manos y espero que las hayas aceptado.

Dios mío, mis piernas son débiles y no tienen resistencia; no tienen el coraje de cruzar el puente que atraviesa el Infierno. Mis piernas tiemblan aun cuando cruzo un puente común. Ay de mí, ya que Tu puente [sobre el Infierno] es más fino que un cabello y más filosa que una espada. No obstante, tengo una esperanza que me albricia que es posible no temblar y encontrar la salvación. Posé estos pies en Tu santuario y circunvalé alrededor de Tu Casa [la Ka'ba]. Corrí descalzo por los santuarios de Tus Amigos y entre los santuarios de Husayn y 'Abbās. Me incliné y doblé mis rodillas en las [estrechas y] largas trincheras. Y corrí, salté, me arrastré, lloré, reí e hice reír a otros; lloré e hice llorar a otros, y caí y me levanté en defensa de Tu religión. Tengo la esperanza de que perdones [mis piernas] por estos saltos y arrastres, y de que por el respeto [que les tengo] a estos santuarios sagrados, intercedan [ante Ti] para que las perdones.

Dios mío, mi cabeza, mi razón, mis labios, mi nariz, mis oídos, mi corazón y todas las partes de mi cuerpo albergan la misma esperanza. Oh el más Misericordioso de los misericordiosos, acéptame y acéptame en pureza. Acéptame de una manera que sea digna de encontrarme contigo. No quiero nada más que encontrarme contigo. El Paraíso para mí es estar cerca de Ti, oh Dios.

Dios mío, me he rezagado [y me ha dejado] la caravana de mis amigos

Dios mío, me he rezagado por años [pues me dejó] una caravana. Constantemente he enviado a otros hacia ella, pero yo mismo me he rezagado. Tú mismo sabes que nunca he podido olvidarlos. Su recuerdo y sus nombres siempre son un eco, no solo en mi mente, sino también en mi corazón y en mis ojos con lágrimas y sollozos.

Dios mío, mi cuerpo se está debilitando. ¿Cómo es posible que no aceptes a alguien que ha estado esperando en Tu puerta durante 40 años? Oh mi Creador, mi Amado y mi amor, siempre Te he pedido que llenes mi corazón y mi alma con Tu amor. Déjame arder y morir por estar separado de Ti.

Querido Dios, he deambulado por los desiertos, inquieto y cargando el deshonor de haberme rezagado. Voy de una ciudad a otra y de este desierto al siguiente —en inviernos y veranos— porque albergo una esperanza. Dios mío, Generoso y Amado, mi corazón tiene esperanzas en Tu generosidad. Tú mismo sabes que Te amo. Sabes que no quiero a nadie más que a Ti. Ayúdame a unirme a Ti.

Dios mío, el temor ha envuelto toda mi existencia. No soy capaz de frenar las bridas de mi ego. No permitas que sea deshonrado por ello. Oh Dios, Te pido, por el bien de aquellos cuya santidad has prometido preservar, que me sumes a la caravana que se ha acercado hasta Ti antes de que vea que la santidad de estos santuarios es irrespetada.

Tú, mi Adorado, mi amor y mi Amado, Te amo. Te he visto y sentido muchas veces. No puedo permanecer separado de Ti por más tiempo. Es suficiente. Es suficiente. Acéptame, cuando sea digno de Ti.

A los hermanos y hermanas combatientes

Mis hermanas y hermanos combatientes en este mundo, vosotros que habéis ofrecido vuestras vidas por Dios, arriesgando vuestras almas y poniéndolas a la venta en el bazar del amor, prestad atención: la República Islámica es el centro del Islam y el chiismo. Hoy, la base de Husayn ibn 'Alī es Irán. Sabed que la República Islámica es un santuario, y si este santuario se preserva, otros también se preservarán. Si el enemigo destruye este santuario, no quedará ningún santuario, ni [siquiera] el santuario de Abraham [en La Meca] ni el de Muhammad [en Medina].

Mis hermanos y hermanas, el mundo islámico necesita constantemente de liderazgo, un liderazgo que esté conectado y respaldado por los Infalibles en términos de la ley y la jurisprudencia islámica. Sabéis perfectamente que el sabio religioso más virtuoso que sacudió al mundo entero y revivió el Islam, nuestro grande y virtuoso Jomeini, declaró que el Gobierno del alfaquí (Wilāyat ul-Faqīh) es la única fórmula para la salvación de esta nación. Por lo tanto, aquellos de vosotros que os hacéis llamar chiíes y creéis en él basados en la religión, y aquellos de vosotros que os hacéis llamar suníes y creéis en él basados en la lógica, sabed que debéis negaros a abandonar el campamento de la Wilāyah para el rescate del Islam, y sin ninguna discordia entre vosotros. Este campamento es el campamento del Mensajero de Dios. La base de la enemistad contra la República Islámica en todo el mundo es para quemar y destruir este campamento. Deberías rodear este campamento [tal como cuando circunvaláis alrededor de la Ka'bah]. ¡Por Dios! ¡Por Dios! ¡Por Dios!, si este campamento se ve perjudicado, no quedarán señales de la Casa de Dios (Ka'bah) ni de Medina, donde se encuentra el santuario del Profeta Muhammad, ni de Nayaf, Kerbala, Kadhimiya, Samarra ni Mashhad; y el Sagrado Corán también será dañado.

A mis queridos hermanos y hermanas iraníes

Oh pueblo orgulloso, por quien yo, y personas como yo, deseamos sacrificar nuestras vidas miles de veces, como vosotros habéis sacrificado cientos de miles de vidas por el Islam e Irán, debéis proteger los principios. Los principios significan el Gobierno del alfaquí (Wilāyat ul-Faqīh), en particular ese hombre sabio y oprimido, instruido en la religión, jurisprudencia, misticismo y ciencias: el querido Jamenei. Debéis apreciarlo y protegerlo desde lo más profundo de vuestras almas. Sabed que respetarlo es como respetar a las santidades.

¡Hermanos y hermanas, padres y madres, mis queridos! La República Islámica está experimentando hoy su período más glorioso. Sabed que no importa lo que el enemigo piense de vosotros. ¿Qué pensó el enemigo sobre vuestro Profeta? ¿Cómo trataron los enemigos al Mensajero de Dios y a sus hijos? ¿Qué acusaciones hicieron sobre él y cómo se comportaron con sus hijos inmaculados? El reproche, la represión y la presión de los enemigos no deberían dividiros.

Sabed que el logro más importante del querido Jomeini fue que, en primer lugar, aplicó el Islam para ayudar a Irán, y luego puso a Irán al servicio del Islam. Si no hubiese sido por el Islam, y si un espíritu islámico no hubiese gobernado nuestra nación, Saddam [Husein] habría desgarrado nuestro país en pedazos —devorándolo como un lobo— y Estados Unidos habría actuado como un perro rabioso. Sin embargo, el logro del Imam Jomeini fue que trajo el Islam en ayuda de esta nación. Trajo a la escena a Ashura, [el mes de] muharram, el mes de safar y Fatimiyah, [período en que recordamos el martirio de la noble Fātimah Az-Zahra (P)] para ayudar a esta nación. Hizo revoluciones dentro de esta Revolución. Es por esta razón que en cada período, miles de altruistas sacrificaron sus vidas para protegeros a vosotros, a la nación iraní, al territorio de Irán y al Islam. Humillaron a los mayores poderes mundanos. Mis queridos, no os dividáis respecto a los principios.

Los mártires son el eje de la dignidad y el respeto para todos nosotros. Se han unido al vasto océano de Dios, Glorificado sea, no solo por hoy sino por toda la eternidad. Consideradlos grandiosos con vuestros ojos, corazones y lenguas, ya que realmente son grandiosos. Debéis familiarizar a vuestros hijos con sus nombres y sus fotografías. Mirad con respeto a los hijos de los mártires que son los huérfanos de todos vosotros. Respetad a sus esposas y a sus padres.

De la misma manera que tratáis a vuestros propios hijos con indulgencia, prestadles especial atención en ausencia de sus padres, madres, esposas e hijos.

Debéis respetar a las Fuerzas Armadas, cuyo comandante general es el Líder Alfaquí (Walī Faqīh) con el propósito de defenderos a vosotros mismos, a vuestra religión, al Islam y al país. Asimismo, las Fuerzas Armadas deben respetar, proteger y apoyar a la nación, su dignidad y su territorio, de la misma manera que defienden sus propias casas. Como dijo el [Imam 'Alī], el príncipe de los creyentes, protector y líder de los piadosos: «Las Fuerzas Armadas deben ser la fuente de la que emana vuestra nación; la fortaleza y el refugio para los oprimidos y el pueblo, y el adorno de vuestro país».

A la gente querida de Kermán

Tengo un punto [que plantearle] a la querida gente de Kermán, un pueblo encantador que hizo los más grandes sacrificios durante los ocho años de la Defensa Sagrada y ofrendó las vidas de grandes generales y valiosos combatientes, por el Islam. Siempre me siento avergonzado ante ellos. Confiaron en mí durante ocho años por el bien del Islam. Enviaron a sus hijos a campos de batalla mortales y guerras intensas y difíciles como las operaciones Kerbala-5, Valfajr-8, Tariqul-Quds, Fathul-Mobin, Baytul-Moqaddas, etc.; y fundaron un enorme y valioso ejército en nombre y por amor de [nuestro] oprimido Imam Husayn ibn 'Alī, la División Zarallah. Esa división frecuentemente alegraba los corazones de nuestra nación y de los musulmanes, trabajando como una espada filosa y borrando el dolor de los corazones.

¡Mis queridos! Hoy, ya no estoy entre vosotros debido al decreto divino. Os amo más que a mi padre, mi madre, mis hijos, mis hermanas y mis hermanos, porque pasé más tiempo con vosotros que con ellos, aunque yo era parte de ellos —[de su misma carne y sangre]— y ellos eran parte de mí. Ellos aceptaron que dedicase mi vida y mi existencia a vosotros y a la nación de Irán.

Me gustaría que Kermán permaneciese con la Wilāyah hasta el final y por siempre. Esta Wilāyah es la Wilāyah de 'Alī ibn 'Abī Tālib, y el campamento de esta Wilāyah es el mismo de Husayn de Fātimah. Deberíais rodearlo [tal como cuando circunvaláis alrededor de la Ka'bah]. Estoy con todos vosotros. Sabéis que presté más atención a la humanidad, a la clemencia y a la naturaleza innata que a los tintes políticos. Me dirijo a todos vosotros que me consideráis parte de vosotros y como vuestro hermano y vuestro hijo.

Os pido en este testamento que no dejéis solo al Islam en este tiempo en que se ha manifestado en la Revolución Islámica y la República Islámica. Defender el Islam requiere de inteligencia y atención especial. En los asuntos políticos cuando haya un debate sobre el Islam, la República Islámica, las santidades y el Gobierno del alfaquí (Wilāyat ul-Faqīh), sabed que estos son los colores de Dios; por lo tanto, debéis preferir los colores de Dios a cualquier otro tinte.

A las familias de los mártires

¡Mis hijos, mis niñas y niños, [hijos de los mártires], padres y madres de los mártires, vosotros luces brillantes de nuestro país; hermanas y hermanos creyentes, y esposas fieles y piadosas de los mártires!

La voz que escuchaba todos los días, con la que estaba tan apegado, que me daba tanta tranquilidad como la voz del Corán, y que consideraba la mayor fuente de apoyo espiritual para mí, era la voz de los hijos de los mártires, que escuchaba a diario, y también, la de los padres y madres de los mártires en cuya existencia sentí la presencia de mis propios padres.

Mis queridos, mientras seáis los precursores de esta nación, debéis apreciar lo valioso que sois. Reflejad a vuestros mártires en vosotros mismos de tal manera que cualquier persona que os vea, sienta que los padres e hijos de los mártires son las imágenes vivas de los mártires mismos con igual grado de espiritualidad, tenacidad y virtudes.

Os imploro que me disculpéis y me perdonéis por favor, porque no pude hacer lo que era necesario por muchos de vosotros ni por vuestros hijos mártires. Entonces, pido el perdón [de Dios] y también el vuestro.

Quiero que los hijos de los mártires carguen mi cuerpo sobre sus hombros en la esperanza de recibir la atención y misericordia de Dios, gracias al contacto de sus manos puras con mi cuerpo.

A los políticos del país

Tengo un asunto breve que decirles a los políticos del país, tanto a los que se autodenominan «reformistas» como a los que se autodenominan «conservadores». Lo que siempre me causó pesar fue que generalmente olvidamos, o sacrificamos, a Dios, el Corán y los valores, bajo dos circunstancias. Mis queridos, no importa qué rivalidad y contienda tengáis entre vosotros, si vuestras acciones, palabras y debates debilitan a la religión y a la Revolución de una forma u otra, sabed que incurriréis en la ira del Profeta del Islam y los mártires en este camino. Debéis establecer límites. Si deseáis permanecer juntos, la condición para estar juntos es llegar a un acuerdo sobre los principios y expresarlos de manera abierta. Sabed que los principios no son largos ni detallados, sino que se componen de algunos puntos importantes:

1. Lo primero es creer en el Líder Alfaquí (Walī Faqīh) en la práctica. Esto significa que debéis escuchar y atender —con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma— sus consejos y actuar de acuerdo con sus recomendaciones y advertencias como el verdadero médico de las leyes religiosas y la ciencia. Una persona que desee asumir una responsabilidad en la República Islámica debe saber que la condición principal es tener una verdadera creencia en el Gobierno del alfaquí (Wilāyat ul-Faqīh) y actuar de acuerdo con las palabras del Líder Alfaquí (Walī Faqīh). No estoy hablando de una Wilāyah teórica ni de una Wilāyah debido a la ley. Ninguna de estas dos resolvería el problema de la unidad. La  Wilāyah por la ley es general para toda la gente, incluidos musulmanes y no musulmanes, pero la Wilāyah práctica es particular y específica para los funcionarios que desean cargar sobre sus hombros los asuntos importantes de este país, un país islámico con todos estos mártires.

2. Creer verdaderamente en la República Islámica y en sus fundamentos. Esto incluye la moral, los valores y las responsabilidades, ya sean responsabilidades hacia la nación o hacia el Islam.

3. Emplear individuos intachables, dignos y honestos que creen en la nación y que son sus servidores, no individuos que recuerden a los caciques del pasado, incluso si se les da el mando de un pueblo muy pequeño.

4. Ser individuos que con su conducta y métodos enfrenten la corrupción, se abstengan de ella, y también eviten un estilo de vida lujoso.

5. Durante su mandato [los funcionarios] en cualquier puesto o responsabilidad [que tengan], deben considerar el respeto a la gente y el prestarle servicios como actos de adoración. Y, además, [deben] promover valores, no boicotearlos por excusas vanas. Actuando como los padres de la sociedad, deben prestar atención a su responsabilidad para educar y proteger a la sociedad, en lugar de apoyar el comportamiento impulsado por la negligencia y las emociones con el propósito de ganar los votos de las personas que tienen sentimientos transitorios. Ese comportamiento promovería el divorcio y la corrupción en la sociedad y la desintegración de las familias. Los gobiernos son el factor principal tanto para fortalecer a las familias como para hacer que estas se desintegren. Si se aplican los principios de esta forma, todos estarán siguiendo el camino del Líder, la Revolución y la República Islámica, y así, habrá una competencia adecuada basada en estos principios para elegir a la persona más idónea.

A mis hermanos del Cuerpo de Guardianes de la Revolución y el Ejército

Deseo dirigir unas breves palabras a mis queridos y abnegados hermanos que se sacrifican en el Cuerpo de Guardianes de la Revolución y los ejércitos de guardianes. Debéis establecer la valentía y el poder para gestionar las crisis como criterio principal para elegir a los comandantes. Naturalmente, no menciono la Wilāyah, porque la Wilāyah no es un componente de las Fuerzas Armadas, sino que es la base para la supervivencia de las Fuerzas Armadas. Esta condición es inviolable.

Otra cuestión. Debéis obtener una comprensión acertada del enemigo, sus objetivos y sus políticas, y luego, tomar decisiones y actuar oportunamente. Esto se debe realizar en el momento adecuado, porque tendrá un gran impacto en vuestra victoria.

A los honorables eruditos religiosos y a los grandes marŷa' (fuentes de emulación)

A este soldado de 40 años [de servicio en el campo de batalla], le gustaría dirigir unas breves palabras a los grandes sabios y valiosos jurisprudentes religiosos que iluminan la sociedad y erradican la obscuridad, en particular a los grandes marŷa' (fuentes de emulación). Este vuestro soldado vio desde una torre de vigilancia que si el sistema de la República Islámica se ve perjudicado, la religión y lo que os habéis esforzado por preservar y por lo que habéis luchado por desarrollar en los seminarios teológicos, serán destruidos. Este período es diferente a todos los demás. Si [los enemigos] toman el control esta vez, no quedará nada del Islam. El camino correcto a seguir es apoyar la Revolución, la República Islámica y al Gobierno del alfaquí (Wilāyat ul-Faqīh) sin ninguna reserva. Vosotros, que sois la fuente de esperanza para el Islam, no debéis permitir que otros los hagan dudar.

Todos vosotros amasteis al Imam [Jomeini] y creísteis en su camino. El camino del Imam era el camino de la lucha contra Estados Unidos y el apoyo a la República Islámica y a los musulmanes oprimidos por las potencias arrogantes, bajo la bandera del Líder Alfaquí (Walī Faqīh). Incluso con mi razón imperfecta, pude ver que algunas personas perversas trataron y continúan tratando de persuadir a los grandes marŷa' (fuentes de emulación) y a los eruditos religiosos influyentes de la sociedad al silencio y la duda mediante justificaciones, pero está claro cuál es la verdad. La República Islámica, los valores y el Gobierno del alfaquí (Wilāyat ul-Faqīh) son los legados del Imam Jomeini. Por ende, deben ser apoyados sinceramente.

Yo veo al honorable gran ayatolá Jamenei muy oprimido y solo. Necesita vuestra cooperación y asistencia, y vosotros honorables eruditos, debéis orientar a la sociedad con vuestras declaraciones, reuniones y apoyo.

Si esta revolución se ve perjudicada, la situación ni siquiera será como la que preponderaba en la época del maldito sah; y todavía peor, el frente de la arrogancia hará todo lo posible por promover la incredulidad y el extravío profundo irreversibles.

Beso vuestras manos benditas y pido disculpas por estas palabras. Me hubiese gustado hacer estas declaraciones en mis reuniones con vosotros en persona, pero no lo logré.

Os pido a todos que me perdonéis

Les pido a mis vecinos, a mis amigos y a mis colegas, que me perdonen. Pido a los soldados de la División Zarallah y de la gran Fuerza Quds, que son la piedra en el zapato del enemigo y un obstáculo gigante en su camino, que me perdonen; especialmente a aquellos que me ayudaron de manera fraternal.

No puedo dejar de mencionar a Husein Poor-Ya’fari que me ayudó con buena intención, como un hermano con su hijo, y a quien amé de la misma manera que amaba a mi propio hermano. Pido disculpas a su familia y a todos los hermanos combatientes y revolucionarios que se molestaron por mi culpa.

Por supuesto, todos los hermanos de la Fuerza Quds me mostraron amor fraternal, me apoyaron y me ayudaron, incluido mi querido amigo el general Qa'ani, quien me toleró con paciencia y dignidad.

 General Qasem Soleimani

Fuente: El Señor de los Corazones; (Vida y Martirio del General Qasem Soleimani); Editorial Elhame Shargh

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