Cuarenta consejos ético-religiosos en cuanto al trato con el niño 1- Den los regalos a las niñas antes que a los niños. 2- Al momento de jugar con el niño, actúe como él. En la psicología actual, el juego entre grandes y niños es considerado fundamental. Mil cuatrocientos años atrás, el Profeta y su pura familia (la paz sea con todos ellos) han tenido este punto muy en cuenta y lo han recomendado a todos los musulmanes...
Se ha transmitido del enviado de Dios (la paz sea con él y su descendencia) que no hay para el niño ninguna leche mejor que la leche de su madre. Asimismo, se ha transmitido que dijo que nada existe para reemplazar la comida y el agua excepto la leche materna.
La primera responsabilidad de los padres es la aceptación del recién nacido (ya sea niña o niño) pues es una encomienda de Dios a sus padres y por ende merece ser honrado. Entonces aceptemos al niño tal como es. Luego, la responsabilidad de los padres es dedicarse a la alimentación, cuidado, apoyo del niño y también brindarle cariño.
El parto es un proceso natural a través del cual nace el niño que generalmente no acarrea problemas. Para prevenir los peligros posibles del parto y llevar a cabo las medidas necesarias, los mismos deben ser realizados a través de personas expertas y en un lugar apropiado.
Se transmite que el enviado de Dios (La paz sea con él y su descendencia) dijo a una perfumera llamada Haulá: "Oh, Haulá, juro por Quien me envió como Profeta, enviado, albriciador y amonestador que ninguna mujer quedará embarazada de su esposo sin que esté bajo la protección de Dios, Majestuoso y Elevado, hasta el momento del dolor de parto. Por cada dolor que sienta Dios le otorga la recompensa de liberar a un esclavo creyente.
Atestiguo que no hay dios sino Dios. Atestiguo que Muhammad es el Mensajero de Dios. Atestiguo que 'Alī ibn 'Abī Tālib, el príncipe de los creyentes, y sus hijos inmaculados —los doce Imames— son nuestros Imames Infalibles, y que son las pruebas de Dios [sobre la Tierra]. Atestiguo que el Día del Juicio es verdadero, el Corán es verdadero, el Paraíso y el Infierno son verdaderos, las preguntas y respuestas [en la tumba y el Día del Juicio] son verdaderas y que la Resurrección, la justicia de Dios, el Imamato y la Profecía son verdaderas.
Es adecuado que después de que la pareja haya contraído matrimonio reflexione en las razones para haberse casado, en el porqué desean tener hijos, en qué tipo de hijos quieren: Depravado y asesino, o virtuoso y mensajero de la paz y armonía. Es mejor que en la vida sexual no se olvide que ese acto debe ser llevado a cabo con el propósito de ganar y obtener el favor y la conformidad de Dios, y que mantengan la calma, pues la relación acompañada de sosiego, suscita que la sangre corra en forma natural y como resultado crea una generación natural y normal.
Una particularidad de la responsabilidad de los padres es la comprensión y relación que deben tener para desarrollar exitosamente el vínculo familiar, el cual tendrá lugar durante el periodo de vida del hijo. Este ciclo se extiende desde el momento en que una pareja desea concebir, pasando por el momento de la concepción propiamente dicha, el parto, la infancia, la adolescencia hasta el período de adultez cuando ese hijo contrae matrimonio y concibe. Compete también dentro de esta faceta, acompañarlos y guiarlos una vez que hayan contraído matrimonio.
El bienestar del universo se funda en la educación del ser humano. El ser humano es extracto de todos los seres y los profetas han venido para cambiar esta perfección potencial en una perfección real convirtiendo al ser humano en un ser divino, un ser que posea los atributos divinos y que refleje la sagrada luz de Dios Altísimo.
La revelación divina es un medio entre Dios y el ser humano, comunicado a un profeta infalible. Los orientalistas y sus seguidores creen que han reconocido bien la revelación y, por lo tanto, han estado teorizando sobre esto durante años. Consideraron que el origen de la revelación es la experiencia religiosa de los profetas, y sostienen que la "revelación" se ha formado a partir del encuentro de Dios con los humanos en un evento histórico.