El Esplendor de la Filosofía Islámica:
Averroes en las umbrales de la Modernidad
De punto de vista de un orientalista
Legitimación musulmana de la filosofía
3. ¿Una teoría de la doble verdad?
Jorge Daniel Rodríguez Chirino
A la luz de las reflexiones precedentes cabe preguntarse si es posible adjudicarle a Averroes la famosa teoría de la doble verdad, tal y como en su momento lo hizo el averroísmo latino. Según Alain de Libera, los dos esquemas interpretativos más difundidos de
1) El discurso religioso (literal o interpretado) es siempre compatible con la razón. La verdad es una, y la diferencia entre ambos discursos radica en el modo de enunciarla. La razón emplea la demostración;
2) Las distintas partes que componen el Corán se explican entre sí. La hermenéutica sacra consiste en reconstruir racionalmente el discurso religioso respetando su unidad interna.
3) Cuestión metodológica fundamental: qué puede y qué no puede ser sometido a interpretación. En consonancia con su tendencia a la axiomatización, Averroes afirma que la religión se sostiene en tres pilares básicos que no pueden ser sometidos a interpretación:1) la existencia de Dios; 2) la profecía; 3) el juicio final.
Partiendo de los tres principios anteriores, no será lícito interpretar las aleyas que exhortan a la fe –una fe apriorística- en Dios, en sus ángeles, en sus profetas y en el Juicio Final. Todas las demás conclusiones derivadas de estos principios, generalmente en forma alegórica y sensorial, serán interpretables. Esta interpretación deberá: 1) respetar las características propias de la lengua árabe; 2) respetar la unidad interna del discurso religioso; 3) tener en cuenta el nivel cultural del destinatario de la interpretación.
En estos tres principios se basa su análisis de las categorías del discurso religioso, un análisis teórico y lógico que atiende tanto a la naturaleza del significado como a la del significante, y a las premisas tanto como a sus conclusiones.
Se despliega un análisis del discurso coránico desde tres perspectivas diferentes: la del significante, la del significado y la de la relación entre premisas y conclusiones:
a) Significante (tenor literal):
1. El significado literal es inalterable, independientemente de la vía de acercamiento (demostrativa, dialéctica o retórica). En esta categoría no es lícita la interpretación: debe aceptarse el sentido literal.
2. El sentido literal sirve para estimular los sentidos y la imaginación. Los filósofos están obligados a interpretar el sentido del texto.
3. El sentido literal está a medio camino entre los dos anteriores, carácter obtuso y ambiguo que genera dudas. Interpretación de los sabios como esfuerzo personal, el error es excusable.
b) Significado:
1. Discurso de sentido metafórico difícil. Limitado a los sabios.
2. Discurso cuyo significado pretendido es fácilmente aprehensible a la luz del símil mediante el cual se vehicula, siendo además fácilmente comprensible que nos encontramos ante un símil. Interpretación obligada.
3. Significado pretendido fácilmente aprehensible, aunque resulta difícil comprender por qué se emplea tal símil. Interpretación limitada a los sabios.
4. Discurso en el que resulta difícil aprehender el sentido del símil mediante el cual se vehicula, aunque se comprende fácilmente por qué se emplea un símil.
5. Significado expreso que coincide con el pretendido, el sentido se manifiesta explícitamente y sin mediación de representación sensorial o imaginativa. La interpretación es completamente ilícita.
c) Relación entre las premisas y sus conclusiones:
1. Premisas inequívocas y conclusiones explícitas (sin recurso a símiles). No es lícita la interpretación.
2. Premisas inequívocas pero conclusiones vehiculadas en forma de símiles. Es lícita la interpretación de las conclusiones, aunque no de las premisas.
3. Premisas equívocas pero conclusiones explícitas. No es lícito interpretar las conclusiones, pero sí las premisas, haciéndolas generar las mismas conclusiones por vías demostrativas.
4. Premisas equívocas y conclusiones símiles. Interpretación sólo lícita para los sabios. El vulgo debe limitarse a reconocer su sentido literal.
De una consideración superficial de la propuesta de Averroes podría generarse la sospecha de que el filósofo cordobés entiende alegóricamente las cuestiones religiosas, y que por lo tanto intenta proponer simbólicamente una verdad propia de la filosofía.[3] Primeramente es menester aclarar que la mayor parte del texto revelado no admite ser sometido a alegoría. Averroes dedica todo un tratado (Kasf) a esta cuestión. Averroes no entiende por “interpretación” la develación de una verdad diferente a la del discurso religioso (implícita o explícitamente). Su propuesta hermenéutica ha sido estructurada en función de la concordancia entre el discurso filosófico y el religioso. Los conceptos de “sentido literal” y “sentido profundo” no tienen que ver con lo que se entiende por tal entre los sufíes, los chiíes esotéricos o cualquiera otra de las tendencias gnósticas que conoció el oriente islámico (Hermanos de
En cuanto a las acusaciones de infidelidad, según Averroes prohibir la filosofía en nombre de la religión es una innovación herética, y no forma parte de su mensaje original, del mismo modo que atacar la religión en nombre de la filosofía es una “innovación”, es decir, una interpretación errónea de la filosofía, pues ambas aspiran a la misma verdad. Averroes conserva la independencia de cada una y establece entre ambas una especie de paralelismo que las hace encontrarse en
Según la acertada consideración de Ábed Yabri,
La religión islámica carece de sobrenatural estricto, en el sentido de que no se fundamenta en una dogmática misteriosa (tal y como lo hace, por ejemplo, la religión católica). Ello no significa, y en esto discrepo de Manuel Alonso,[9] que la relación de la filosofía de Averroes con el texto revelado carezca de sentido del misterio, de la afirmación de cuestiones infinitamente oscuras y, por lo tanto, inaccesibles al entendimiento humano. No obstante, al carecer la religión musulmana de misterios propiamente dichos, no puede establecerse una analogía entre el credo quia absurdum de Tertuliano y la actitud filosófico-religiosa de Averroes, por lo que podría plantearse un credo ut intelligam: la necesidad de “racionalizar” el credo islámico. La relación entre la razón y la fe no es aquí de subordinación (ancilla teologae o ancilla philosophae), sino de imbricación intrínseca y concordancia en
Como afirma Idoia Maiza, si en sus comentarios a Aristóteles Averroes expresa doctrinas antitéticas a la religión musulmana, el espíritu del Islam impregna toda su obra de creación original.[10] Pero sólo los filósofos, mediante argumentos demostrativos, pueden penetrar el íntimo significado de
Extraído del libro “El Esplendor de la Filosofía Islámica: Averroes en las umbrales de la Modernidad; Por: Jorge Daniel Rodríguez Chirino
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[1] Cf. Alain de Libera, en Maiza Ozcoidi, p. 63.
[2] Ábed Yabri, pp. 306-309.
[3] De ahí que no concuerde con la idea de Alfred L. Ivry acerca de que Averroes traduce “mentalmente” las tesis religiosas en tesis filosóficas. Cf. Ivry, p. 108.
[4] No se trata, por lo tanto, de verdades “relativas” a los contextos, como quiere ver Alfred L. Ivry en un intento de interpretación más cercano a la teoría de la doble verdad averroísta. Cf. Ivry, p. 108.
[5] Ábed Yabri, p. 299.
[6] Ídem, p. 301.
[7] Ídem, p. 301.
[8] El planteamiento de la autonomía de los campos, derivado de la consideración axiomática, no debe hacernos olvidar el credo de Averroes de la concordancia a priori, así como tampoco que su racionalismo se manifiesta en
[9] Alonso, p. 124.
[10] Maiza Ozcoidi, p. 62.
[11] Ídem, p. 34.