Características de la personalidad del Imam Jomeini en anécdotas
Extraído de: “El sol del siglo. Cien anécdotas sobre Imam Jomeini”, Revista Kauzar N° 41
Índice
LA HUMILDAD DE IMAM JOMEINI
A pesar de su exaltada y elevada personalidad universal, el Imam Jomeini (r.a.) tenía una humildad indescriptible. Sus palabras y sus actos daban fe de ello. A veces, por medio de sus palabras, se presentaba como un estudiante religioso, otras como un servidor, y decía:
“¡No me llaméis “líder”! Nuestro líder es ese adolescente sacrificado de 12 años (el joven combatiente que cayó mártir al arrojarse bajo el tanque del enemigo)”, y a veces, dirigiéndose a los combatientes, expresaba su ilusión de besar sus manos.
Servicio a los compañeros de viaje
Un año, junto a un grupo de sus amigos, el Imam fue a visitar el Santuario del Imam Ar-Ridâ (P) en Mash·had. Cuando se dirigían todos juntos a visitar el Santuario, él siempre regresaba al lugar donde se hospedaban antes que sus amigos, limpiaba todo y preparaba té para esperarlos. Le preguntaron: “¿Por qué volviste tan pronto, perdiéndote la bendición de estar una hora más en el Santuario?”. Dijo: “La recompensa por estos trabajos no es menor que la visita al Santuario.”
La educación del Imam
El Imam Jomeini (r.a.) siempre tenía un trato muy respetuoso con todos. Nunca en su vida se le oyó llamar a alguien con vos alta. Incluso llamaba con mucho respeto a la persona que servía en su casa.
Revivificación de las Mezquitas
El Imam, en uno de sus viajes que coincidió con el mes de Ramadán, realizaba las oraciones en una mezquita alejada, abandonada y muy pequeña, conformada solo por una habitación de adobe. A pesar de que un grupo de sabios le había aconsejado que realizara la oración en la Mezquita Principal de la ciudad, no aceptó diciendo:
“En la Mezquita Principal hay quien dirija las oraciones pero en esta mezquita no hay nadie que lleve a cabo las oraciones en comunidad. De esta manera, es ésta la mezquita que debemos revivificar.”
La Oración de la Noche durante su adolescencia
Sus familiares, recordando la adolescencia del Imam, dicen: “Cuando estábamos en Jomein, él, desde los quince años, tomaba un mechero e iba a otra parte para no despertar a nadie, y realizaba la oración de la noche”. La esposa del Imam dice: “Nunca ocurrió que yo me despertara debido a su oración de la noche, porque no encendía ninguna lámpara en absoluto, ni la lámpara de la habitación ni la del pasillo, ni siquiera la del baño (y solo utilizaba una linterna pequeña que solo iluminaba enfrente de sus pies) y para que nadie se despertara en el momento de realizar la ablución para la oración de la noche, colocaba una esponja bajo el grifo para impedir que goteara el agua y el ruido no despertara a nadie.”
El significado de “ser negligente en cuanto a la oración”
El yerno del Imam Jomeini (r.a.) cuenta: “El Imam daba mucha importancia a realizar la oración en su primer momento. Existe un famoso dicho del Imam As-Sâdiq (P) que expresa: “Nuestra intercesión no alcanzará a quien sea negligente en cuanto a la oración”. Cierta vez le dije al Imam Jomeini (r.a.): “Quizás el hadîz del Imam AsSâdiq se refiere a aquel que realiza su oración de vez en cuando”. Respondió: “¡No! Eso ya sería contrario a los preceptos de la Sharî‘ah. El Imam As-Sâdiq (P) quiso decir que si llega el tiempo de la oración y el musulmán no hace su oración en su primer momento, en realidad ha preferido a otra cosa en su lugar.”
La hija del Imam Jomeini (r.a.) dice respecto a uno de sus recuerdos de la época en que lo detuvieron: El Imam nos relató que: “En medio del camino dije (a los agentes de la Savak): “No realicé la oración, detened el coche en algún lugar para que realice la ablución”.
Dijeron: “No t e n e m o s permiso para hacer eso”. Les dije: “¡Vosotros estáis armados y yo no tengo arma alguna! Además, estáis juntos y yo soy solo una persona, así que no puedo hacer nada”. Dijeron: “No tenemos permiso de hacer eso”. Entendí que no tenía sentido seguir insistiendo y que no se detendrían”. Dije: “Está bien. Por lo menos deteneos para que realice el taiammum (ablución con tierra)”. Escucharon esta petición mía y detuvieron el coche, pero no me permitieron descender de él. Yo, así como estaba, sentado, me incliné desde el coche y estiré mi mano hacia la tierra y realicé el taiammum. Al realizar la oración lo hice e espaldas de la qiblah, puesto que nos dirigíamos desde Qom hacia Teherán y la qiblah estaba hacia el sur. ¡Una oración con taiammum, de espaldas a la qiblah y el coche en movimiento! ¡Así realicé la oración del alba! Quizás esos dos ciclos de oración que realicé fueron los que Dios más aceptó de mí.”
Al momento de la oración el Imam Jomeini siempre se perfumaba. Quizás jamás hizo una oración sin estar perfumado. Incluso en la ciudad de Nayaf, donde realizaba sus oraciones preferibles de medianoche en la terraza, llevaba consigo un pequeño frasco de perfume.
La oración en los más difíciles momentos
Uno de los médicos dice: “En los días en que Imam Jomeini se encontraba bajo cuidados médicos y los efectos de la cirugía, tenía en sus fosas nasales tubos de respiración. Normalmente cuando una persona tiene colocados estos tubos no le resulta posible hablar, sin embargo el Imam hizo su oración del mediodía y de la tarde e incluso su oración preferible de la noche”.
Importancia a la oración en colectividad
Incluso en el día del martirio de su querido hijo Mustafâ Jomeini, mientras su casa en Nayaf estaba repleta de gente que había ido a darle las condolencias, al mediodía el Imam (r.a.) se dirigió a la mezquita y dirigió la Oración Colectiva.
Cuando llegaba el bendito mes de Ramadân el Imam Jomeini (r.a.) cancelaba sus encuentros con la gente. Concluía la lectura completa del Corán tres veces durante el mes de Ramadán, y en cada año ayunaba tres meses: los meses de Raÿab, Sha’bân y Ramadân.
Un profesor del Centro Teológico de Qom y amigo de Imam Jomeini, el fallecido Aiatul·lâh Seîied Mustafâ Jonsârî relató: “Les describo una escena de adoración del Imam de la que yo mismo fui testigo. Cierto año en Qom había nevado muchísimo, al punto que casi la mitad de Qom quedó sumergida. En tales circunstancias él, a medianoche, venía de la Escuela Dâr Ash-Shafâ’ hacia la escuela Feidîiah y con gran dificultad rompía el hielo formado sobre la fuente del agua, realizaba la ablución con esta agua helada, buscaba un cuarto vacío y en la oscuridad se ocupaba en la oración. Yo jamás podré describir el estado del Imam en estas oraciones, y hasta el adhân del alba adoraba a Dios. Tras el adhân se dirigía al Santuario de Hadrat Ma‘sûmah donde hacia la oración de la mañana y luego se dedicaba a los estudios. Puedo alegar que en cuanto a cuestiones de adoración, si no era inigualable al resto de los sabios, seguramente pocos alcanzaron este nivel.”
Cuenta el Huÿÿatulislâm ‘Alî Ansârî: “Uno de los últimos días de su vida, encontrándose internado en el hospital, el Imam Jomeini (r.a.) quiso dormir, y me dijo: “Si me quedo dormido levántame al primer momento de la oración”. Dije: “Está bien”. Vi que llegó el primer tiempo de la oración y que el Imam dormía. Me dio pena despertarlo puesto que acababa de ser operado y estaba con suero inyectado. Pasaron unos diez minutos, el Imam abrió sus ojos y preguntó: “¿Ya llegó el momento de la oración?”. Dije: “Sí”. Me inquirió: “¡¿Por qué no me llamaste?!”. Dije: “¡No han pasado más que diez minutos desde el adhân!”. Me dijo: “¿Acaso no te había pedido 77 que me despertaras?”. Luego llamó a su hijo y dijo: “¡Ven Ahmad! Estoy muy triste, desde el principio de mi vida hasta ahora hice mi oración en su primer momento. ¿Por qué ahora que mis pies están al borde de la tumba, se atrasó diez minutos?”.
Uno de los profesores de la Hauzah ‘Ilmîiah de Qom dice: “Escuché al hijo del Imam, Aiatul·lâh Mustafâ Jomeini contar: “Un día estando en casa de mi padre oí desde su cuarto sus llantos en voz alta. Le pregunté a mi madre qué había sucedido que mi padre lloraba de esa manera. Mi madre dijo: “Si pasa una sola noche en la que no pudo levantarse antes del alba para realizar la oración preferible de la noche, ese es su estado durante el resto del día”.
El orden y la disciplina son obligatorios
Cuenta un religioso: “Una noche me encontraba junto al Imam en una reunión en su casa, cuando uno de los estudiantes presentes le preguntó: “¿Acaso es posible pagar 2 riales por una estampilla que vale 8 riales y abstenerse de pagar el resto?”. El Imam respondió: “No está permitido”. Luego agregó: “Incluso si el gobernador fuese Stalin se debe acatar la disciplina”. [Esta pregunta y respuesta tuvo lugar durante el régimen del Shah]
Las actividades del Imam eran tan ordenadas que conocía exactamente el lugar de cualquier cosa que buscaba en su casa. Llevaba a cabo todas sus actividades en su propio tiempo: su descanso, su comida, sus devociones, la lectura, el repaso de las noticias, etc., de modo que los miembros de su familia sabían la hora llevándose de las actividades del Imam.
- El actual líder de la Revolución Islámica cuenta: “Cierta vez que tuvimos una reunión junto al Imam, la misma se prolongó, por lo que el Imam miró la hora y dijo: “Se me hace tarde para mis caminatas. Si ordenamos nuestra vida y conducta nuestro pensamiento también se ordenará”.
- Los estudiantes de religión en la ciudad de Nayaf decían: “Programábamos nuestros relojes con la entrada del Imam al Santuario del Príncipe de los Creyentes (P), ya que todos los días él ingresaba exactamente a la misma hora.”
Dos días antes de que el Imam partiera desde Teherán hacia Qom, en la Escuela Refâh exhibieron una película en la cual se describía la vida de penurias en los suburbios de las ciudades. Al ver esta película el Imam Jomeini se enterneció bastante y dijo con un tono de enojo a los allí presentes, entre ellos el Mártir Beheshtî, el Aiatul·lâh Hâshemî Rafsanÿanî y algunos otros: “Yo me estoy yendo, pero vosotros debéis convertir esta riqueza del Shah y sus agentes en viviendas para los pobres”.
En esa misma noche fue emitida la orden de la formación de “La Fundación de los Desheredados” (Buniâd-e Mustad‘afîn).
Una de las personas que trabajaba en casa del Imam dijo: “Traté de no llorar cuando murió el Imam, pero apenas me pasó por la mente que tantas familias pobres, de mártires, y huérfanos que estaban bajo la tutela del Imam quedaban desamparados, me eché a llorar.”
LA CONDUCTA DEL IMAM CON LOS NIÑOS
La Sra. Tabâtabâ’î, nuera del Imam Jomeini, habla sobre la conducta del Imam con los niños, particularmente sobre sus juegos con su nieto ‘Alî:
‘Alî era pequeño, y a veces hacía cosas que no eran adecuadas. En ocasiones molestaba al Imam, pero él contento y sonriente decía: “No hay problema, dejen al niño en libertad”. Debido a que el Imam permanecía todo el día en casa y ‘Alî estaba junto a él, el Imam y ‘Alî se habían encariñado mucho. Un día fui a ver al Imam y 79 vi que ‘Alî le pedía su reloj. El Imam le dijo: “¡Hijito mío!, la cadena del reloj se volteará hacia tu ojo y te lastimarás.” ‘Alî dijo: “Entonces dame tus anteojos”. El Imam respondió: “Tampoco te los puedo dar porque si te los pones te dolerán los ojos. Tus ojos son muy delicados, son como una flor.” ‘Alî insistió en sacarle sus anteojos. El Imam dijo: “¡No. Romperás las patillas y no tengo otros. ¡Los niños no deben jugar con esas cosas!”. Pasaron unos minutos, ‘Alî dio unas vueltas, regresó nuevamente y dijo: “¡Abuelo!”. El Imam dijo: “Sí querido”. ‘Alî dijo: “Abuelo, ahora jugamos a que tú eres un niño y yo soy tu abuelo.” El Imam le dijo: “Bueno.” ‘Alî dijo: “Entonces levántate de aquí. ¡Los niños no se sientan en el sitio del abuelo!”. El Imam se levantó cediéndole su lugar. Luego ‘Alî dijo: “¡Dame los anteojos, dame el reloj! ¡Los niños no deben jugar con esas cosas!”. El Imam le dijo: “Bueno, toma, ¡buscaste la manera y obtuviste los anteojos y el reloj!”.
A veces ‘Alî jugaba con el Imam y hacía como si lavara sus cabellos. Yo le decía: “¡‘Alî! Con esos juegos molestas a tu abuelo”. El Imam decía: “No, no me molesta. Déjale hacer su trabajo”.
Un día llegaron de Italia una carta y un paquete para el Imam Jomeini (r.a.). Dentro de ese paquete había un collar. Quien enviaba la carta había escrito: “Yo no soy musulmán pero lo quiero mucho y le obsequio este collar para que usted lo utilice en lo que quiera.”
Pasaron unos días. Una mañana oyó el llanto de una niña. Dijo: “¿Quién es esa niña y por qué llora?”. Le informaron que es la pequeña hija de un mártir que había venido con su madre para visitarlo. El Imam dijo:
“Hacedla pasar rápido”. Cuando trajeron a la niña aún lloraba. El Imam la abrazó y la puso sobre su regazo, luego la besó y le habló largo rato en su oído. La niña, dejando de llorar, comenzó a reír y el Imam se rió con ella. Luego el Imam se levantó, trajo el collar y lo colgó a su cuello diciéndole: “Ahora ve con tu madre”. La niña contenta besó al Imam y corrió hacia su madre.
Una carta a los estudiantes indígenas de EE.UU.
Llegó para el Imam una carta de parte de los estudiantes indígenas de Springdale en el estado de Arkansas de EE.UU. Enviándole al Imam un par de medias como regalo de su parte pedían al Imam alguna ropa suya aunque fuese unas medias viejas como recuerdo. El Imam Jomeini, junto a la respuesta de su carta les envió un libro para demostrarles que la elevación y el progreso del ser humano yace en la lectura de libros, no en conservar una prenda vieja. He aquí la respuesta del Imam:
En el Nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso
“Queridos buenos hijos de la secundaria Springdale del estado de Arkansas: recibí vuestra afectuosa carta junto a vuestro valioso regalo. Yo sé que tanto los indígenas como la gente de color se encuentran bajo presión y molestias. En las enseñanzas islámicas no se hace ninguna diferencia entre las personas de diferentes colores. Lo que distingue a una persona de otra es la devoción, encomiable moral y buenas prácticas. Ruego a Dios Altísimo que os brinde éxito a todos vosotros queridos hijos y os oriente hacia el camino recto. Os envío un pequeño libro que contiene los consejos del gran Profeta del Islam (BP) y ruego por vuestro éxito y bienestar. Espero que tengáis éxito en cuanto a la adquisición de los valores humanos”.
Ruhul·lâh Al-Musawî Al-Jomeinî
IMAM Y BAIT-UL MÂL (EL TESORO PÚBLICO)
Una vez el Sr. Ridwanî, que estaba encargado de los asuntos financieros, escribió detrás de un sobre un mensaje para el Imam. El Imam le respondió en un pequeño trozo de papel y abajo le escribió: “Te era posible escribir tu mensaje en un pequeño papel como éste.”
Desde ese entonces el Sr. Ridwanî guardaba todos los trozos de papel en una bolsa y cada vez que quería escribir un mensaje para el Imam escribía sobre ellos, y el Imam le respondía en el mismo papel.
Un anciano había viajado a Teherán desde lejos para visitar al Imam Jomeini (r.a.). Ese mismo día muchas personalidades se habían dirigido allí para encontrarse con el Imam pero debido a que ese día él no tenía programado encontrarse con nadie, no aceptó recibir a dichas personalidades, pero cuando se enteró que un anciano de una aldea lejana había venido a visitarlo, lo recibió.
En el invierno de 1978 en que Imam se encontraba en Francia, y los iraníes, por la poca distribución de kerosén y el intenso frío invernal pasaban momentos difíciles, el Imam dijo: “Para solidarizarme con mis compatriotas mantengo frío mi cuarto”.
¡Cómo cerraría las puertas de mi casa!
Tras el ataque de los agentes del régimen a la Escuela Feidîiah, algunos estudiantes de religión que habían sido golpeados y heridos, ingresaron a la casa del Imam y le narraron cómo golpearon, asesinaron e hirieron a los estudiantes en la escuela. Uno de los estudiantes dijo al Imam: “Para evitar que ataquen su casa, permita que cerremos las puertas”. El Imam dijo: “¡No, no lo permito!”. Uno de los sabios amigos del Imam y que se encontraba sentado junto a él, le dijo: “No es una mala sugerencia. Permite que cierren la puerta de la casa. Es peligroso”. Hadrat Imam (r.a.) respondió: “¡Dije que no! Si es que insistís saldré de la casa e iré a la calle. Esos golpes que asestaron a los estudiantes deberían haberlos asestado sobre mi cabeza. ¡¿Ahora yo cerraré la puerta de mi casa?!”.
El Imam se empeñaba por realizar él mismo sus quehaceres personales y a este respecto no le solicitaba nada a nadie, ni incluso a las personas más cercanas de su casa. Traía él mismo de la cocina su té del desayuno y de la merienda, y estando sentado a la mesa, no pedía a nadie que le alcanzara la comida o los utensilios para su uso propio. El hijo mayor del Imam decía: “Yo era el primero de los hijos y (el Imam) estaba muy encariñado conmigo y me respetaba sobremanera. Cuando me sentaba en su habitación, si es que por ejemplo quería beber agua o un medicamento, no me lo pedía. De repente veía que él se levantaba e iba a traer el vaso con agua o su medicamento. Yo me enojaba y le decía: “¡Padre! Dime que yo lo haga…”
RESPETO POR LOS PADRES, LOS MAESTROS Y LOS ALUMNOS
Cierta vez, uno de los hombres de gobierno, en compañía de su anciano padre se presentó ante el Imam para realizar sus trabajos de rutina. Luego de regresar contó: “Quise ver al Imam. Yo caminaba adelante y mi padre detrás mío. Tras saludar, presenté a mi padre ante el Imam Jomeini. El Imam me miró fijamente y me dijo: “¿¡Este señor es su padre!?”, dándome a entender que entonces cómo yo había ingresado antes que él y me le había adelantado.
Cuando el Imam visitaba la tumba de su maestro (el gran místico Mirza Ÿawad Mâlekî Tabrîzî), desataba parte 8 2 de su turbante y limpiaba con él el polvo sobre el sepulcro.
Durante siete años Hadrat Imam, en presencia de su maestro, se sentó sobre el suelo de rodillas en señal de completo respeto (esta manera de sentarse en el suelo – semejante a la posición de sentado en el momento del tashahhud durante la oración- resulta muy incómoda si se la prolonga).
El Aiatul·lâh Ibrâhîm Âminî dice: “Yo era un estudiante desconocido. Durante un mes estuve enfermo y el Imam todos los días miércoles venía a visitarme.”
Cinco trabajos al mismo tiempo
El Imam era muy cuidadoso y meticuloso en cuanto a aprovechar el tiempo. A veces realizaba varios trabajos al mismo tiempo. Un día, mientras escuchaba la radio, en el mismo momento miraba la imagen del televisor, repetía alabanzas a Dios, hacía ejercicios de relajación con sus pies y le enseñaba a realizar ese ejercicio a su pequeño nieto ‘Alî. Es decir, cinco cosas al mismo tiempo.
Cuando el Imam estuvo exiliado en Turquía apenas llegó comenzó a estudiar el idioma. Durante ese tiempo de exilio escribió el valioso libro Tahrîr al-Wasîlah –sobre Jurisprudencia- visitó muchos lugares turísticos y religiosos en Turquía, de entre ellos, el mausoleo de cuarenta mártires sabios de la Escuela Sunnah.
Éramos testigos que el Imam en las veinticuatro horas del día no dormía más que cuatro. A las once de la noche apagaba la lámpara de su cuarto y a las tres de la madrugada oíamos desde su cuarto el ruido de papeles. Generalmente el Imam leía en la madrugada los diarios que le traducían y que por su condensado trabajo diario no podía leer durante el día.
VALENTÍA, EXPRESIVIDAD Y CONTUNDENCIA
El Imam Jomeini (r.a.) fue el primer sabio que tomó una posición categórica frente a Israel defendiendo a los palestinos, que invitó a la gente a ayudar a los combatientes y permitió el uso del zakât para la causa palestina.
El Imam en su adolescencia obtenía el primer puesto en todos los deportes de aquellos días y decía: “En Jomein peleaba contra los agentes de Reza Jan con rifles.” El Imam en su ciudad natal era conocido como “Campeón”.
El mártir Aiatul·lâh Sa’îdî contaba: Le dije al Imam: “¡Imam, lo dejarán solo!”. El Imam dijo: “Si todos los genios y humanos se enfilaran en mi contra y yo tuviera que luchar contra todos, mi palabra es la misma”.
Tras un año de la tragedia del 15 de Jordad, tras ser liberado de prisión, el Imam dio un discurso en la Gran Mezquita de Qom, en el que dijo: “¡Por Dios que en toda mi vida nunca tuve miedo! Esa noche que me llevaban a prisión ellos tenían miedo y yo los reconfortaba”.
Su presencia en Nayaf sin guardias en la oración colectiva y en otras reuniones, mientras que él era una personalidad internacional y naturalmente tenía muchos enemigos, demuestra su valentía. Cuando estaba en Francia, una mañana uno de los policías franceses ve que el Imam está solo haciendo una caminata en las avenidas de Neauphlele-Chateau. Eso lo deja perplejo.
En épocas de Aiatul·lâh Burûÿerdî, previo al año 1949, el Imam se encontró dos veces con el Shah (Muhammad Reza Shah) para transmitirle el mensaje de Aiatul·lâh Burûÿerdî. El Imam diría luego: “Al verme se desconcertó y mientras hablaba no dominaba sus palabras. Y esto es de entre los favores de Dios hacia mí”.
El actual líder de la Revolución Islámica, Aiatul·lâh Jâmeneî, dice: “El Imam Jomeini (r.a.) me dijo: “… Tal como yo lo entendí, desde el comienzo de la Revolución hasta el presente es como si una mano oculta nos orientase en todo nuestro accionar”.
Cuando el Imam regresaba a Irán después de varios años de exilio, algunos de sus partidarios habían decidido preparar el recibimiento del Imam con mucho lujo y gastos. Apenas el Imam se enteró se opuso a esa idea diciendo: “¿Acaso es Ciro quien llega a Irán?”.
Cuando el Imam vivía en París en el barrio de Neauphle-le-Chateau, algunos de los que lo acompañaban sacrificaron un cordero para su consumo. Según la ley de Francia el sacrificio de animales fuera del matadero está prohibido. Cuando el Imam se dio cuenta que esto era contrario a la ley francesa dijo: “Yo no comeré de esta carne”.
Cuenta una nieta del Imam: Un día estábamos en casa del Imam comiendo junto a él. Vimos que el Imam le dio la carne de su comida a un gato. Mi madre le dijo:
“¡Padre! Con lo que cuesta la carne en estos tiempos, 83 ¿cómo es que le da la carne al gato?!” El Imam, molesto por esta frase nos dijo: “¿Qué diferencia hay entre este gatito y nosotros? Nosotros respiramos, ellos también respiran. ¿Si nosotros no los alimentamos quién se va a encargar de hacerlo?”.
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