Desenmarañando el misterio de Boko Haram (I)
Autor: Eric Draitser - Fuente: Rebelión
Hace al menos quinientos años que los europeos vienen considerando a África como una potencial fuente de riqueza y poder. Desde las primeras expediciones portuguesas hasta el momento actual, Occidente ha visto en África riquezas preciosas y aparentemente ilimitadas.
Desde oro, diamantes y otros materiales preciosos, a energía y, imposible no mencionarla, fuerza de trabajo; los europeos (y recientemente los estadounidenses) han pululado por África como langostas del capitalismo, arrancándole sus riquezas y preguntándose después por qué África es tan caótica. Esas cínicas ambiciones, descaradamente imperialistas, han permanecido siempre en el centro de la estrategia occidental respecto al denominado "Continente Oscuro". Por tanto, también se hallan en el corazón de la actual situación en Nigeria y, en sentido más general, en África Occidental.
Al examinar la compleja red de relaciones que conectan los acontecimientos en África Occidental, aparece una tendencia preocupante aunque apenas sorprendente: en la medida en que aumentan los intereses geopolíticos y económicos de Occidente en la región, crece la inestabilidad en ella. Aunque pueda parecer incongruente, esta tendencia tiene en realidad mucho sentido. Mientras EEUU y Europa invocan ad nauseam el término "estabilidad", la realidad es que el caos y la inestabilidad se adecuan perfectamente a sus objetivos neocoloniales.
Francia, durante siglos potencia dominante en África, figura en lugar destacado en esta competición del siglo XXI para explotar África en beneficio propio. Francia se ha establecido de nuevo en sus antiguas colonias en África Occidental como poder militar y, quizá mucho más importante, como poder económico. Utilizando los pretextos gemelos del terrorismo y humanitarismo, Francia ha conseguido velar con éxito sus verdaderas intenciones en la región, es decir, el saqueo de los recursos minerales y energéticos. Debido a que el imperialismo rampante del Imperio Colonial Francés es políticamente inaceptable para los estándares actuales, Francia se ha presentado a sí misma como patrón benevolente, un poder altruista que quiere sencillamente ayudar a que se pongan en pie sus antiguos niños coloniales. Sin embargo, cuando uno rasca un poco más profundamente, se hace evidente que la Francia que en otro tiempo esclavizó a Haití, colonizó Argelia y gran parte de África del Norte y explotó sin piedad África Occidental, sigue vivita y coleando.
Pero Francia no está realmente sola vislumbrando potenciales beneficios económicos en África Occidental. Recientemente, Alemania ha saltado también al ring, dejando claro que intenta ser más asertiva militar y económicamente en la región. Como principal motor económico de Europa, Alemania se halla en una posición privilegiada para sacar el máximo provecho de la inseguridad y del tremendo crecimiento demográfico de África Occidental. En Ghana, Nigeria y otros lugares, Alemania considera desaprovechados para sus exportaciones los potenciales mercados, también como baluartes de apoyo militar. De esta forma, la Unión Europea, a la que Alemania considera cada vez más como dominio suyo, se coloca en el centro de una creciente competición en la región.
Y, por supuesto, luego está el ineludible e intratable centro neurálgico militar de EEUU, que ha ido aumentando calladamente, aunque de forma significativa, sus capacidades militares –su "huella", por utilizar la forma de hablar del AFRICOM y sus planificadores estratégicos- por todo el continente. Esta atronadoramente silenciosa expansión militar tiene el objetivo, de raíz, de controlar el ascenso de la influencia económica de China en el continente. Con respecto a África Occidental, EEUU ha establecido una red extensamente dispersa, aunque obviamente coordinada, de pequeñas instalaciones militares que Washington confía en utilizar para ampliar su hegemonía sobre el espacio africano con las proverbiales "botas sobre el terreno". En efecto, responde con precisión a las funciones asignadas al AFRICOM desde 2007, a saber, mantener la presencia militar estadounidense sin invertir en un despliegue a gran escala.
Con este objetivo más amplio de bloquear la penetración económica china en África, EEUU y sus lacayos europeos han transformado el continente en un campo de batalla por poderes, uno que tiene en la desestabilización un arma poderosa. En el caso de África occidental, como en otras partes del continente, son los pueblos los que pagarán con sangre las ambiciones geopolíticas y económicas del Imperio.
¿El jefe de ahora...? El mismo de siempre...
La creciente inestabilidad en todo el África Occidental francófona le ha proporcionado a Francia el pretexto adecuado para reafirmar su hegemonía en sus antiguas colonias. El golpe de 2012 en Mali, y la subsiguiente guerra civil y aparición del terrorismo, le dio al ejército francés la puerta de entrada para estacionar de forma permanente fuerzas militares en toda la región. Sin embargo, la pregunta real no es si Francia está "ayudando" o no a sus antiguas colonias, sino ¿cuál es su verdadera agenda?
A pesar de toda la retórica sobre democracia, estabilidad e imperio de la ley, Francia tiene motivaciones muy egoístas. En relación a Boko Haram, Nigeria y la cuenca del lago del Chad, Francia es el principal beneficiario de la extracción energética que está teniendo lugar allí, mientras que su puerto de Le Havre es el destino final del petróleo sin refinar. Como señalé en la Parte I, la cuenca del lago del Chad contiene un volumen estimado de 2.320 millones de barriles de petróleo, 14.659 billones de pies cúbicos de gas natural y 391 millones de barriles de líquidos de gas natural. Consideradas globalmente, tanto en términos de las actuales y las potenciales exportaciones, esas reservas energéticas valen miles de millones. Pero los intereses económicos de Francia no se detienen precisamente en la energía.
Francia tiene mucho interés en explotar los lucrativos depósitos minerales por toda la región. Si uno duda de la sinceridad de las intenciones neocoloniales de Francia en lo que respecta a la extracción de minerales, uno no tiene más que mirar más allá del hecho de que el gobierno "socialista" francés de Hollande está invirtiendo más de 500 millones de dólares en una nueva compañía minera de propiedad estatal. Como el Ministro francés de Industria, Arnaud Montebourg, afirmó al anunciar esta nueva empresa: "A los países francófonos africanos les gustaría trabajar especialmente con nosotros más que hacer negocios con multinacionales extranjeras". Naturalmente, uno debería tomar esa declaración con una saludable dosis de escepticismo respecto a las posibilidades de elección que tienen esos países en el asunto, y no digamos ya sus ciudadanos. No sólo Francia tratará de explotar los depósitos de minerales de litio y germanio sino también todos los importantes y raros minerales que resultan tan lucrativos en esta era de los microprocesadores y otras tecnologías, que necesitan precisamente de esos minerales.
Además, la interesante frase de Montebourg sobre las "multinacionales extranjeras" es muy reveladora. Por una parte, parece que en las mentes de las elites empresariales y políticas francesas, ellos no son "extranjeros" cuando actúan en los países francófonos. Es imposible ignorar el neocolonialismo subyacente en esa mentalidad. Por otra parte, parece casi evidente que las "multinacionales extranjeras" a las que se está refiriendo son las compañías chinas (privadas y de propiedad estatal) que han conseguido inmensos avances por toda la región en términos de inversión y extracción de minerales. Por tanto, Francia es claramente consciente de la guerra territorial entre ellos y China por esas riquezas del África Occidental.
Además de las tierras raras y otros minerales, hay enormes depósitos de uranio por toda la región que han despertado el interés de Francia. Como informaba en 2014 Think Africa Press:
"En la actualidad, Francia obtiene más del 75% de su electricidad a partir de la energía nuclear, y depende de Níger para gran parte de sus suministros actuales y futuros de uranio. Esta dependencia podría incluso crecer aún más cuando se inicie en 2015 la producción en el recién descubierto depósito de uranio Imouraren. La mina está preparada para producir 5.000 toneladas de uranio al año y contribuirá a hacer de Níger el segundo mayor productor de uranio del mundo. Areva, que es propiedad del Estado francés en un 87% y tiene una participación mayoritaria en tres de las cuatro compañías mineras de uranio que operan en Níger, está financiando la nueva mina."
Añadan a esto el hecho de que el Presidente del Níger, Mahamadou Issoufou, es un antiguo empleado de Areva, la compañía que, a pesar del conflicto en curso con el gobierno del Níger sobre los porcentajes de royalties, mantiene aún un monopolio sobre el comercio de uranio. No debería constituir ninguna sorpresa entonces que el principal competidor de Areva (y de Francia) por este lucrativo comercio sea China que "tiene ya el 37% de la propiedad de la mina SOMINA en Níger y ha desarrollado exploraciones para encontrar uranio por todo el país".
La batalla entre Francia y China por la influencia y el control de los minerales y mercados estratégicos es cada vez más importante en la política global de Francia en la región. El objetivo de Francia es reestablecer la hegemonía económica en su "esfera de influencia" francófona, como se pone de manifiesto en el documento político del gobierno francés titulado "Una alianza para el futuro: 15 propuestas para una nueva dinámica económica entre África y Francia", que puede considerarse como el plan de acción de la política francesa en la región. Sin duda, este mayor énfasis se debe al hecho de que "Durante la pasada década, la cuota de Francia en el comercio africano se desplomó del 10% al 4,7%, mientras que la cuota de China en el mercado africano se disparó en 2011 a más del 16%". Cada vez se hacen más evidentes los contornos de esta guerra por poderes.
Fuente: Rebelión