La preocupación e inquietud del hombre en su búsqueda de Dios Todopoderoso
Profesor Ayatola Murtada Mutahhari
“Fortifíquense (busquen ayuda) en la paciencia y en la oración. Sí, puede ser algo difícil, pero no para los (devotos) humildes” (2:45).
El hombre se ha visto siempre a sí mismo como una puerta de entrada para la moralidad y ha considerado el mundo abstracto desde su propio punto de vista. En otras palabras, existen cosas en el alma (nafs) o ego del hombre que no concuerdan con las cosas del mundo material. No solamente tienen en cuenta este punto los psicólogos y espirituales antiguos, sino que los psicólogos modernos también admiten que ciertos aspectos del hombre no se pueden explicar a través de argumentos materialistas.
El Profeta del Islam (BPD) ha dicho: “Quien se conoce a sí mismo conoce a Dios”.
El Sagrado Corán considera al hombre diferente a todas las otras criaturas. Trata al hombre independiente y singularmente. Dice el Sagrado Corán: “Les mostramos Nuestros signos en todas las regiones de la tierra y en sus propias almas...” (41:53).
SEPARABILIDAD DEL HUMANISMO Y DEL HOMBRE
Una de las cosas que no pueden ajustarse a las consideraciones materiales es la cuestión de los valores humanos, en otras palabras, la humanidad o atributo esencial del hombre. Si se tienen en cuenta a los distintos animales se observa que cada uno tiene sus características o atributos específicos por los cuales es conocido. Tales características no se pueden separar de cada animal. Por ejemplo, no podemos encontrar un caballo o un perro que carezcan de sus cualidades de caballo o de perro. Sin embargo, es perfectamente posible encontrar personas desprovistas en absoluto de los sublimes atributos humanos.
Hay ciertas cosas que no se pueden percibir con los sentidos, no obstante pertenecer al hombre y ser de este mundo. No hay ninguna cosa material de la categoría de la moral. Por lo tanto, las cosas que constituyen la verdadera humanidad y personalidad del hombre, y que constituyen sus atributos propios, son algo abstracto (ideal) y no desarrollado por la naturaleza. Solamente el propio hombre puede dar substancia y expresión a sus cualidades superiores. Esto significa que el ser humano es la puerta de entrada a la ética y ha llegado a comprender y aprender las realidades del mundo moral. Como dijo el Imam ‘Alî Ibn Musa Al-Reza (P): “Todas las cosas que existen en el mundo espiritual pueden ser comprendidas y reconocidas por los factores que yacen en lo profundo del propio ser humano”.
Como advertimos antes, la moral del ser humano, las cosas que son consideradas como signos del verdadero humanismo y los atributos y valores por los cuales se dice que un individuo es humano, son muchas en realidad. Pero todos estos valores pueden ser resumidos o reunidos bajo el título de “el atributo del sufrimiento” o “el sentimiento de aflicción o preocupación”. Cada escuela de pensamiento e ideológica, que ha tratado del hombre y los valores humanos, ha distinguido en él un sufrimiento o inquietud distinta, algo más allá del sufrimiento físico de la persona, o de los sufrimientos que siente en común con otras criaturas. ¿Cuál es este sufrimiento y aflicción que experimenta el ser humano?
Como hemos dicho, algunas autoridades en la materia viven en el “dolor de la separación”, frustración y enajenamiento del hombre de este mundo, porque el ser humano es una realidad separada de su fuente y origen. El ser humano ha descendido de otro mundo a cumplir una misión aquí, en este plano. Y es esta separación de su origen la que ha generado ese sentimiento de alienación, entusiasmo, fervor, amor y lágrimas de compasión en el hombre, haciéndole anhelar la reunión con su origen, el retorno a su Creador, Dios Todopoderoso. El hombre ha sido conducido del Paraíso a la tierra, el mundo material, y busca volver a su Paraíso prometido.
La venida del hombre a la tierra no ha sido en vano. Ha venido a cumplimentar una misión. Sin embargo, esta separación de su origen ha angustiado siempre al hombre. De acuerdo a esta escuela ideológica, el sufrimiento del hombre es su inquietud y preocupación solamente por el Señor, la aflicción de la separación de Él y su anhelo por retornar y reunirse con Él. Esta es la razón de que el hombre, independientemente de la excelsitud y perfección que alcance, siente el tormento o la congoja de la separación de su Querido o Amado.
EL HOMBRE, EL PERFECCIONISTA
Se dice que “el hombre siempre está queriendo lo que no tiene”. Es propio del hombre que busque constantemente lo que no tiene pero que se desencante rápidamente apenas lo consigue. Es ilógico que uno se desaliente después de obtener algo por lo que se ha esforzado tenazmente
Se dice que existe una estatua de piedra de una mujer atractiva en un museo extranjero. Tal mujer se ve en una posición reclinada, con un hermoso joven a su lado. Se ve al joven con un pie cerca de la mujer apoyada en su lado, el otro pie sobre la tierra y el rostro del joven desviado de la mujer, como si huyese de ella. Un visitante del museo, no llegando a entender el mensaje o sentido de la estatua, preguntó si alguien lo conocía. Se le explicó que describía la idea de Platón de que el hombre se esfuerza tenazmente por alcanzar y reunirse con el objeto que ama y adora, manifestando un gran entusiasmo y avidez, pero tan rápido como su búsqueda se consuma su amor desfallece, se extingue. La unión con lo “querido” es la tumba del amor y el punto de partida del desencanto y la repulsa. ¿Por qué esto es así? Parece una cuestión ilógica y antinatural. Sin embargo, quienes han meditado profundamente acerca de esta cuestión, la han resuelto. Argumentan que el amor del ser humano no puede ser contenido, abarcado. No puede ser un amor limitado. El ser humano no puede enamorarse de cosas limitadas por el tiempo y el espacio. El ser humano no puede ser un amante mortal. El ser humano ama la perfección absoluta y nada más, en el sentido de que ama la verdad última, que ama al Dios Omnipotente. Incluso quienes niegan a Dios y abusan de Su Nombre, no se percatan que profundamente dentro del corazón, de su intuición y existencia, aman la perfección absoluta, pero se embarrancan en su búsqueda y pierden el rastro del Amado.
Muhyiddín Ibn Arabi ha dicho: “El ser humano no ama otra cosa que su Dios. El mundo no ha visto otra cosa más que al hombre amando a Dios. Sin embargo, Dios Omnisciente se ha ocultado bajo nombres y atributos”. Maynún (un amante legendario de una reiterada historia oriental) pensaba que estaba locamente enamorado de Laila porque él no era consciente de lo más profundo de su intuición y conciencia. Muhyiddín ha dicho después: “Los profetas no vienen a enseñar a los hombres a amar y adorar a Dios porque tal adoración es intuitiva (innata) en los seres humanos. Los profetas (P) están aquí para mostrar el camino recto y el camino desviado. Han venido a anunciar al ser humano que está enamorado de la Perfección Absoluta. Que en vano consideran el dinero, las mujeres, la categoría social, etc., como absoluto. Que no desean nada salvo la Perfección Absoluta, pero que se equivocan (generalmente cuando eligen). Los Profetas (P) han venido a salvar al ser humano del error”.
La preocupación e inquietud del hombre, su dolor y aflicción, es su búsqueda de la verdad última. Si el ser humano corre los velos, comprenderá su error, verá a Su Amado y tornará al culto y adoración con afecto, como está ejemplificado en ‘Alî (P).
¿Por qué dice el Sagrado Corán: “Solamente en el recuerdo de Dios encontrarán tranquilidad los corazones...” (13:28)? Pues porque solamente una cosa puede pacificar el corazón del hombre y aliviar realmente su espíritu, y es el recuerdo de Dios y la afinidad con Él: tal cosa es un monopolio exclusivo y esencial del ser humano. El Sagrado Corán dice que el hombre está equivocado al pensar que la riqueza, el bienestar material, la posición social y otras cosas parecidas remedian su enfermedad y curan su angustia y pena. El Sagrado Corán no desconoce estas cosas y dice que las mismas deben obtenerse, pero que es un error pensar que su adquisición significa remedio y alegría para los hombres.
El Libro Sagrado dice que es erróneo pensar que adquirir riquezas, etc. es lo ideal, porque solamente el recuerdo de Dios produce paz y solaz.
Muchas escuelas de pensamiento enfatizan la cuestión de la separación del hombre de su origen. Otras escuelas subrayan la cuestión del sufrimiento del hombre por los seres humanos, y no su aflicción o inquietud por Dios. Ni siquiera cuestionan la validez de la inquietud y preocupación del hombre por Dios. Al efecto han sido presentados distintos argumentos. Por ejemplo, ante la pregunta “¿Dios o el hombre?”, algunos dicen “Dios”, otros dicen” el hombre” y un tercer grupo dice “Dios y el hombre”. Sin embargo, no se ha escuchado decir a nadie; Dios y el hombre no están separados uno del otro. Si no existiese Dios no podría existir hombre alguno. A menos que el hombre reconozca su verdadera y humana inquietud y preocupación por Dios, y a menos que camine en Su dirección, su “sufrimiento por el ser humano” no lo llevará a ninguna parte. El verdadero humanismo significa la angustia por el Señor. Esta es la verdadera aflicción del hombre, su preocupación e inquietud por Dios generoso.
EL VIAJE DEL HOMBRE PERFECTO, COMO ES VISTO POR LOS GNÓSTICOS
Los gnósticos o místicos musulmanes dividen el curso de la perfección del hombre en cuatro viajes:
1. El viaje del hombre desde sí mismo a Dios.
2. El viaje del hombre con y en Dios” (esto es: el reconocimiento de Dios).
3. El viaje del hombre, no por sí mismo, sino junto a Dios, de vuelta hacia las criaturas de Dios.
4. El viaje del hombre junto al Señor entre Sus criaturas para la salvación del hombre.
Podemos visualizar mejor esto mediante una descripción más precisa. La primera migración o curso lleva al hombre de vuelta a Dios. En tanto el hombre se separa de Dios todo es nulo e inválido. Después que el hombre ha alcanzado el recuerdo de Dios, reconociéndolo, que sintió Su cercanía y percibió que el Señor está con él, retorna entonces de vuelta en compañía del Señor y una persona así se dirige hacia las criaturas de Dios, se esfuerza por su salvación y por su movimiento hacia Dios y la afinidad con El.
Si decimos que el viaje del hombre es desde los seres humanos hacia Dios y finaliza allí, no hemos reconocido al hombre. Si decimos que el hombre se acerca directamente a otros hombres sin primero aproximarse al Señor, como parecen entender las modernas escuelas materialistas, entonces será incapaz de dar un solo paso para la salvación de los hombres, porque sus esfuerzos para este fin son una farsa.
Solamente quienes se han salvado primero son capaces de ayudar a la salvación de otros. ¿Qué significa la salvación del hombre? ¿Salvación de qué? ¿De los nexos o vínculos con la naturaleza? ¿De la sujeción de otros hombres, lo cual significa liberar al hombre (del dominio) de otro hombre? Conviniendo en esto, todo lo que precede es la salvación del hombre de su propio ego o “yo”, de su alma camal y de sus propios límites. El hombre no puede ser salvado del sometimiento a otros hombres y a la naturaleza, a menos que se salve primero de las limitaciones de su propio ego.
LAS TENDENCIAS EXTERNAS E INTERNAS VAN DE LA MANO
Como ya indicamos, algunas veces unos valores destruyen a otros. En el pasado la sociedad islámica desarrolló una fuerte tendencia hacia las devociones y sus valores y esta tendencia casi arrolla todos los otros valores. Parece que en la época moderna está emergiendo otra ola extremista. Parece que algunas personas quieren tender exclusivamente hacia los valores sociales del Islam pero olvidan los aspectos espirituales en sus opiniones y posiciones. Esto significa otra alteración y error. Si vacilamos o nos apartamos del sendero equilibrado del Islam, da lo mismo si somos pietistas apartados de la sociedad (y entregados por entero a la devoción), o si somos individuos con inclinaciones sociales apartados de Dios.
En la sura coránica “Al-Fath” (La Victoria, 48), leemos: “Muhammad (Mahoma) es el Enviado de Dios. Quienes están con él son severos con los Impíos y compasivos entre sí”. (48:29). Advirtamos como son definidos los discípulos del Profeta (BPD): severos con los impíos (siendo impíos quienes quieren ocultar la verdad), que resisten a los enemigos de la verdad con una convicción sin vacilaciones. También dice el Sagrado Corán: “Dios ama a los que luchan en fila por Su Causa, como si fueran un edificio sellado con plomo” (61:4).
Pero “los creyentes que luchan por Su Causa” tienen dos aspectos, es decir, permanecen firmes ante los enemigos de la verdad y son tiernos, compasivos y unidos en las relaciones entre sí. Esta es una cualidad excelente en la óptica del Islam (una cualidad que desgraciadamente hemos abandonado durante muchos siglos).
Hacia el final de la Sura “Al-Fath” (La victoria, 48) dice el Libro Sagrado: “Se les ve inclinados o prosternados, buscando agradar a Dios y satisfacerle. Hay una marca en sus rostros como huella de la prosternación” (48:29). El Corán se refiere a renglón seguido a los valores divinos. Quienes se inclinan hacia la sociedad se prosternan ante el Señor, comunican a Él sus aflicciones y le piden el progreso y la abundancia porque no están satisfechos con lo que tienen. Desean mejorar diariamente y por medio de su adoración y rezos no desean otra cosa más que obtener la Complacencia (el Amor) de Dios. En otras palabras, adoran al Señor de la manera más elevada y noble, siendo observable los signos de su adoración en sus rostros. El versículo citado agrega: “...en la Torah y en el Evangelio se les compara con la semilla que, habiendo germinado, fortifica su brote, y éste crece y se yergue en el tallo, constituyendo la alegría y asombro del sembrador...” (48:29).
Vemos como el Sagrado Corán asocia, en diversos pasajes, estas dos inclinaciones: “Quienes se arrepienten, adoran a Dios, le alaban, ayunan, se inclinan, se prosternan, ordenan lo que está bien y prohíben lo que está mal...” (9:112). En otras palabras, habla de los hombres que son reformadores de sus comunidades.
Además el Sagrado Corán define a los verdaderos creyentes como: “pacientes, sinceros, que son devotos, practican la caridad e imploran el perdón al rayar el alba” (3:17)[1].
Así aprendemos que estas inclinaciones o tendencias no son separables en el Islam. Cualquiera que desprecia a una de ellas las desprecia a todas. Un hadiz (tradición) citado a menudo describe a los discípulos de Hazrat Huyyat (P), el último Imam, actualmente oculto, como: “Monjes por la noche pero leones durante el día”.
UN EJEMPLO EN LA HISTORIA DEL ISLAM
¿Cómo eran los discípulos del Profeta de Dios (BPD)? ¿Cuál era la jerarquía espiritual de que gozaban? Un conocido hadiz narrado en Al-Kafi (Usul Kafi, vol. 2, pág. 53) y citado tanto por sunnitas como por shiitas, dice: “Una mañana muy temprano el Profeta fue a visitar a algunos de sus discípulos conocidos como Ashabu-s-Suffah[2]. Observó que un joven venía balanceándose por el camino de manera extraña. Tenía una mirada deprimida y su aspecto era anormal. Para averiguar que le pasaba, le dijo: “¿Qué hiciste esta mañana?”. El joven respondió: “Pasé el alba con la convicción de la fe, Profeta de Dios”. Con ello estaba dando a entender que, por su propio discernimiento, él había adquirido lo que había escuchado decir al Profeta (BPD). Este, queriendo saber más al respecto, le preguntó por las pruebas y signos de su convicción y fe. El joven respondió: “¡Profeta de Dios! El signo de mi convicción es mi sed durante el día y mi insomnio durante las noches” (dando a entender que el ayuno durante el día y el rezo u oración durante las noches eran las pruebas de su convicción). La convicción de mi corazón evita que me duerma durante la noche. Y también me evita que rompa el ayuno durante el día”. El Profeta (BPD) requirió más signos y otras pruebas. El joven dijo: “¡Profeta de Dios! En este mismo momento que estoy parado delante tuyo siento como si estuviera viendo el otro mundo y oyendo sus voces. Escucho las voces de quienes están en el Paraíso y de quienes están en el Infierno. Si tú lo permites, Mensajero de Allah, te diré en este momento cuales de tus discípulos serán admitidos en el Paraíso y cuales irán al Infierno”. El Profeta (BPD) le dijo: “¡Silencio, no hables más!”. El Profeta (BPD) después le preguntó acerca de su deseo, a lo cual contestó el joven: “Deseo el martirio en el camino de Dios”. Así es un verdadero y fiel musulmán. Esa es su adoración y ese su deseo. Así es el hombre del Islam, un hombre que goza con ambos sufrimientos, las inquietudes y aflicciones por este y por el otro mundo. Alberga inquietudes y penas por sus congéneres musulmanes y por la separación de su Creador. Tal es la aflicción primera e inicial, es decir, la inquietud y preocupación por el retorno y la reunión con su Origen y Creador, Quien le ha inspirado la pena o sufrimiento secundario que lo involucra con este mundo y sus congéneres. Dice el Sagrado Corán: “Vosotros, los que creéis, buscad ayuda en la paciencia y en el rezo. Dios está con los pacientes” (2:153).
LA BRILLANTE IDEA DE OMAR
(ver la continuación en archivo pdf)
Extraído del libro El Hombre Perfecto Desde la visión del Islam y otros pensamientos;
Editorial Elhame Shargh
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[1] La palabra “paciencia” en el Corán significa “resistencia”, especialmente de quienes son honestos y creyentes sinceros cuando luchan, siendo inseparables todas las cualidades mencionadas en el versículo.
[2] Ashabu-s-Suffah significa los del banco, pues era un grupo especial de discípulos del Profeta que vivían prácticamente en la mezquita de Medina, estando a cargo del Mensajero de Dios (B.P.D.) —quien vivía junto a la mezquita—, y así llamados porque solían sentarse en un banco a la puerta del lugar de oración. Eran hombres dedicados totalmente a la vida religiosa, y de las mayores categorías espirituales. (Nota del Editor)
[3] Omar habla interpretado que “mejores obras” significaba el cumplimiento de los rezos diarios. Argumentó que la adhesión a esta norma debilitaba la moral de los guerreros musulmanes porque si el cumplimiento de los rezos era “la mejor obra”, todos preferirían quedarse en casa a rezar antes que arriesgar la vida en el cumplimiento del yihad o combate por la causa divina. Sugirió entonces que la frase fuera reemplazada por otra que diga: “Al-salat jairun min al nawm” (rezar es mejor que dormir).