Las dimensiones y los límites del concepto de “Islam Muhammadiano” original desde la perspectiva del Imam Jomeini
RESUMEN DEL ARTÍCULO
En el último año de su noble vida, el Imam Jomeini, (bendita sea su andanza) confirmó lo necesario que resultaba para distinguir el Islam verdadero y separarlo del islam desviado y tergiversado. Definió el concepto del Islam Muhammadiano original como el verdadero Islam y el concepto del islam americano como el de un islam adulterado. Siguiendo esta importante apreciación citó expresamente definir el marco y los límites del Islam Muhammadiano original entre las funciones más importantes que debían desarrollarse en los seminarios (hauza) y las universidades.
Existen visiones y teorías diversas e incompatibles respecto al Islam y resultaría imposible, dadas las diferencias, reunir dos de estas teorías afirmando que ambas son correctas; puesto que el criterio y la lógica determinan que no es posible que dos concepciones contradictorias sean ambas acertadas. Mientras que el Islam verdadero ejemplifica una de estas visiones o teorías, es por tanto natural, lógico y consecuente, considerar como incorrectas las otras teorías, sacándolas del marco del Islam veraz y diferenciándolas del mismo.
Consciente de la importancia de este tema, el Imam Jomeini (bendita sea su trayectoria) confirmó en el último año de su noble vida, la necesidad de distinguir y diferenciar entre el Islam verdadero y los diferentes tipos de desviaciones y tergiversaciones respecto a ese Islam verdadero, estableciendo el concepto del Islam Muhammadiano original como el de Islam verdadero, y el concepto de islam americano como el de islam desviado. Sobre este supuesto consideró que la importancia de definir el marco y los límites generales del Islam Muhammadiano original debían figurar entre las más importantes de las funciones a desarrollar en seminarios y universidades.
Hemos pretendido en este artículo en primer término, condensar las diferentes dimensiones que conforman el renacimiento islámico que representa el imam Jomeini (bendita sea su trayectoria) y su función vivificadora del verdadero Islam y seguidamente; encaminarnos hacia los conceptos de Islam Muhammadiano e islam americano pues resulta elemental distinguir y diferenciar el uno del otro. Después, indagaremos de manera general el contexto y los límites de este Islam Muhammadiano original según la visión del Imam Jomeini. Del mismo modo, hemos buscado la dimensión de este Islam Muhammadiano a partir de la obra del Imam, en publicaciones de carácter religioso, en los mandatos y leyes prácticas, en las normas de carácter político y social, en el combate contra la opresión y la defensa de los excluidos y de los oprimidos, en los actos devocionales, en la ética y la mística.
INTRODUCCIÓN
Sin duda que el Imam Jomeini (bendita sea su trayectoria) es considerado una de las más notables personalidades islámicas después de los Imames Inmaculados (sea sobre ellos la paz), siendo él, un hito en la destacada función vivificadora de la religión islámica a lo largo de su historia (historia de más de mil quinientos años, desde el origen mismo del Islam y de manera particular tras el período que siguió a la revolución husayní), pues la Revolución islámica comandada por Imam Jomeini, representa un ejemplo exitoso acorde con las revoluciones islámicas que se sucedieron a lo largo del período islámico (de lucha contra gobiernos tiránicos representados por las diferentes dinastías que gobernaron la Umma).
En base a ello, no puede resumirse el movimiento renovador de Imam Jomeini como una mera vivificación de los saberes y las teorías propias de la religión islámica, sino que este renacimiento integral de la religión islámica abarca también su dimensión intelectual, pues la personalidad excelsa del Imam no podría limitarse exclusivamente a la de un brillante jurisconsulto que despuntó en el campo de la jurisprudencia islámica, ni podría resumirse su rol como la de un filósofo o metafísico que llevó a cabo un papel destacado en el campo de los principios y fundamentos de la religión islámica, tampoco se podría sintetizar su cometido exclusivamente como el de exégeta del Corán o experto en la ciencia de Hadiz y de la noble Tradición del Profeta swa. Tampoco se podría extractar a esta personalidad maravillosa, como místico y moralista sobresaliente que despuntase exclusivamente en el campo de la espiritualidad y la moral islámica; ni podríamos describir solamente al Imam como un experto eminente en asuntos políticos y sociales, que desarrolló su papel solamente en dichas ciencias.
Del mismo modo, en referencia a la dimensión intelectual, la excelsa figura del Imam no podría resumirse como la de un devoto, ni como un gobernante ni como un sabio moralista ni como un experto en Ley Islámica ni únicamente como una personalidad que destacara en su desapego de lo mundano, ni como un revolucionario que se enfrentó a los poderes opresivos asumiendo sacrificio personal y exilio.
Por todo lo anteriormente expuesto, es preciso reconocer que la excelsa personalidad del Imam fue absolutamente excepcional y superior, no dándose el caso que una madre engendre una figura tan sobresaliente y distinguida sino cada mil años, tal y como dijo su hijo, el difunto Seyed Ahmad Jomeini: “Él fue verdaderamente un espíritu de Dios (RuhAllah) que se encarnó en esta época y este espíritu divino, permanecerá eterno para siempre”.
El Imam fue verdaderamente un ser humano pleno, que condensaba en sí mismo los diferentes aspectos que representan la plenitud del hombre, similar a nuestro señor Amir al-Mu’minin ‘Ali bin Abi Talib, as, puesto que, si agraciado fue el padre, agraciado debió de ser también el hijo. (Imam Jomeini era descendiente directo de Imam ‘Ali y de Fátima az-Zahra’, hija del Enviado de Dios swa; por la rama del Imam Musa Ibn Ya’afar al-Kadhim as).
Naturalmente que el Imam no fue el único en su época que vivificó la religión, pero su cometido fue claramente excepcional sin que pueda citarse a nadie como él como renovador de la visión y de las teorías religiosas. Su papel rebasa por el carácter eterno y vivo de su legado, a cualquier época. Fue en verdad como el sol naciente en el cielo del Irán islámico. La Revolución islámica brillará eternamente como guía de generaciones a lo largo de la Historia.
Con este propósito (de guíar y revivir el verdadero Islam) al que se suma la importancia de conocer las diferentes dimensiones del Islam, el Imam (bendita sea su trayectoria) se empeñó de manera permanente en mostrar la desviación intelectual, la rigidez, la superficialidad, la merma del Islam (en su papel de modelo integral para humanidad), la bajeza y las teorías desviadas. Además, el Imam se empeñó en el esfuerzo (yihad), la defensa y la reprobación en contra de los opresores, la tiranía, el imperialismo y la arrogancia en todo el mundo, rasgando para ello el velo de la superstición y las restricciones intelectuales, las imposiciones y las bajezas propias de las desviaciones de las que adolecen las corrientes extraviadas. En la mayoría de sus obras, prédicas, palabras y discursos, advirtió y destacó la importancia de esta cuestión.
Por todo ello, en los dos últimos años de su noble vida, el difunto Imam (bendita sea su trayectoria) generalizó el concepto de Islam Muhammadiano original, como el verdadero Islam y en contraposición, el concepto de islam americano como el de un islam restringido, opresivo y característico de la bajeza intelectual. Confirmó esta concepción (Islam y anti-Islam) utilizando ambos conceptos en la mayoría de sus disertaciones y discursos. Más aún, consideró que conocer el Islam Muhammadiano distintivo, separándolo del islam americano se contaba entre las más importantes obligaciones de carácter político. Así, en su discurso conmemorativo tras los cuarenta días preceptivos después del martirio del gran sabio ‘Arif Husayn al-Husayni, líder de los shí’ia de Pakistán dijo el excelso Imam: “Hoy, tras haberse constatado la incapacidad de la arrogancia de Oriente y de Occidente en su confrontación directa con el mundo islámico, recurren a otros métodos como la práctica del atentado y el asesinato de las personalidades religiosas y políticas de un lado, y a la difusión y generalización de la cultura del islam americano, por otro. Deseamos que todos los crímenes y abusos de las potencias opresoras como los que perpetra la Unión Soviética contra el heroico pueblo musulmán de Afganistán, se muestren de manera pública e induzcan a los musulmanes a derrotar y desterrar el poder de estos usurpadores, sin embargo, la confrontación contra el islam americano se caracteriza por unos principios particulares que exigen mostrar el conjunto de sus engaños y tretas a los musulmanes oprimidos, hasta que tomen conciencia de su abrumador peligro, porque muchos de los pueblos musulmanes son incapaces de distinguir y separar el islam americano del Islam Muhammadiano genuino o distinguir entre el Islam de los oprimidos y de los excluidos y el islam inhábil (ornamental), opresor y capitalista, y aclarar ésta realidad y establecer la distinción entre estos dos pensamientos contradictorios y enfrentados dentro de una única religión y escuela, es una de las obligaciones más importantes que pesan sobre los musulmanes, pues mientras que existan seminarios religiosos que hagan eco de la importancia de esta cuestión; el ejemplo de nuestro querido Seyed ‘Arif al-Husayni permanecerá vivo entre nosotros”.
Y en otro apartado de su disertación, dijo el excelso Imam: “Ciertamente que la función de todo sabio es particularizar y establecer la distinción entre cada una de estas dos corrientes (la del Islam genuino y la del islam americano y servil) y lograr salvar nuestro querido Islam de las manos del Oriente y del Occidente”.
En otra alocución dijo el Imam: “Es preciso que los seminarios (hauza) y las universidades, aclaren a la mayoría con fuerza y de manera constante, el marco general del Islam Muhammadiano genuino”.
En otra lección dijo: “Debéis ser capaces si Allah quiere, de poder explicar la realidad oculta que se esconde en esta corriente y aclarárselo al magnifico pueblo iraní y a todos los musulmanes del mundo. Aclarad al pueblo y de manera particular a los heroicos jóvenes creyentes, el marco general del Islam Muhammadiano original, el cual contribuye a fortalecer el sentimiento revolucionario de reprobación y repulsa contra el capitalismo en Occidente y contra el despotismo extendido en Oriente, del mismo modo, explicadles cómo enfrentarse a la falsedad, la astucia y la trampa”.
A lo largo de este breve ensayo, pretendemos ser capaces de esclarecer el concepto del Islam genuino, citando expresamente sus dimensiones, límites y su marco general, distinguiéndolo del islam americano. Para ello, nos encaminaremos primeramente en aclarar el sentido y el concepto de cada uno de estos dos tipos de Islam; seguidamente, nos dirigiremos hacia el conocimiento de y los aspectos definitorios del Islam genuino (u original).
SIGNIFICADO DEL ISLAM MUHAMMADIANO GENUINO Y EL ISLAM AMERICANO
La cuestión a la que alude el término Islam Muhammadiano genuino es la del verdadero Islam original, el cual fue transmitido desde el primer mandato del más Noble de los Profetas (swa), sin ningún tipo de tergiversación, falsedad o simplificación hacia Amir al-Mu’minin ‘Ali bin Abi Talib (as) y tras él, que fuera transmitido a los otros Imames (as) cuyos dichos, ciencia, principios y metodología se ajustaban en todo al aprendizaje adquirido de sus predecesores, padres y abuelos (el propio Profeta Muhammad –swa- y Amir al-Mu’minin ‘Ali as). Tras los Imames, este Islam genuino, fue transmitido a sus seguidores, generación tras generación hasta que llegó a nosotros. Por lógica, (con esta cadena de transmisión de la pura descendencia del Profeta swa) el propósito era que este Islam genuino y original, llegase completo en todas sus dimensiones, sin detrimento y sin agregados que pudieran dar lugar a tergiversaciones y desviaciones que alteraran sus bases, puesto que toda posible merma o adición daría lugar a la corrupción del Islam verdadero cambiando su realidad; cualquier variación de carácter práctico también supondría una gran diferencia con el Islam genuino. Las manipulaciones (todo lo que queda fuera de la cadena de transmisión pura de Ahlul Bayt as) generalmente han dado lugar a manifestaciones de carácter religioso alejadas del Islam y de la religión divina. Y por ello, debemos considerar que resulta fácil que las religiones acaben al servicio de la opresión y de la tiranía, descuidando su función principal; que es la salvación de los excluidos, los débiles y la defensa de los oprimidos. Más aún, algunas religiones (o corrientes de dichas religiones) tratan de exculpar la opresión ejercida por los gobernantes tiránicos e intentan defender este tipo de gobiernos con normas legales que los absuelven de sus crímenes y niegan los derechos de sus pueblos, silenciando la voz de los oprimidos, de los marginados y de los depauperados, sofocando cualquier posibilidad de éxito de los movimientos populares contrarios a la tiranía. El Imam Jomeini (bendita sea su trayectoria) fue quien generalizó el concepto de “islam americano” en consideración a ese tipo de islam aparente y desviado, que no inicia ningún tipo de oposición contra de los arrogantes y los tiranos.
El Imam procuró siempre aclarar y explicar lo que era el Islam Muhammadiano genuino y el islam americano, particularizando cada uno de los dos y empeñándose con rigor en el conocimiento de ellos para definirlos con claridad y transparencia, centrando varios de sus discursos y lecciones sobre esta cuestión.
Dijo el excelso Imam en una de sus disertaciones: “Oh mis queridos hijos de entre los muyahidín, ciertamente que la única cosa sobre la que es preciso que reflexionéis, es fortalecer y afirmar la base del Islam Muhammadiano genuino, el cual vencerá a Occidente con la opresora América a la cabeza y a Oriente con la criminal Unión Soviética al mando; y hará que su soberbia muerda el polvo: el Islam que levanta la bandera de los débiles, de los excluidos y de los pobres en el mundo y que es enemigo de los desviados, de los incrédulos y de quienes poseen la riqueza, el Islam cuyos seguidores se describen por el desapego de la riqueza y de las posesiones, y que son verdaderamente enemigos de quienes acaparan dicha riqueza y ostentan el poder, de los que basan su religiosidad y piedad en la apariencia”.
Y en otra de sus exposiciones, dijo el Imam: “Sí, ciertamente que la religión se ha convertido en un medio para dar poder a la fuerza de la vanidad y la falsedad basadas en las posesiones materiales y la inmoralidad en las naciones islámicas y no islámicas; y que persigue forzar a la gente a separar religión de política. Es una creencia que se dirige a narcotizar a la sociedad y que priva del fruto y del beneficio de la verdadera religión. Ésta es la que nuestro pueblo ha conceptuado como la religión americana”.
En otras de sus disertaciones el Imam (bendito sea) describió cada uno de estos dos tipos de Islam del siguiente modo: “Es preciso que vosotros le mostréis al mundo cómo se levanta el pueblo y se subleva en contra de la opresión y de la falsedad, librándose de la dependencia y del atraso, y cómo es capaz de difundir el pensamiento del Islam Muhammadiano genuino, sustituyendo ideologías como la del islam monárquico, capitalista y mezquino…en resumen, el islam americano”.
Naturalmente es posible que las personas consideren que sus creencias son las del Islam genuino, pero que de facto sigan el islam americano, del mismo modo, es posible que sus prácticas religiosas sean cercanas a las del Islam genuino pero sin embargo, sus palabras y opiniones se desvíen gradualmente del Islam genuino y se acerquen a las del islam americano. Sobre esta base (la de la apariencia), apreciamos que el Islam Muhammadiano rebasa las opiniones, hechos, principios, métodos y que integra un conjunto de dimensiones existenciales y personales entre las cuales están: la intelectual y la de los fundamentos, la moral y espiritual, la ética, la educacional, la devocional, la legal, la política, la social, la económica…en resumen el Islam genuino, integra todas las facetas individuales y colectivas. Dejar una de éstas o agregar otra diferente, daría como resultado salir del marco general del Islam original.
MARCO GENERAL DEL ISLAM MUHAMMADIANO GENUINO Y SUS DIMENSIONES Y LÍMITES
Vamos a investigar en esta sección, las más importantes dimensiones y el marco general del Islam Muhammadiano genuino:
1.- El conocimiento de la dimensión religiosa y sus fundamentos
En cuanto al conocimiento de carácter religioso, el Islam genuino muestra un conjunto de aspectos regulares, sólidos y firmes en sus manifestaciones, que posibilitan el debate libre, la crítica, la innovación y el contraste de opiniones (dado el carácter eterno del Islam como norma para humanidad) y no se muestra en ningún caso con respecto a las nuevas ideas, como un sistema anatemizante (takfirí) ni represivo, más aún, siempre se apoya y confirma que el debate y la exposición de las opiniones deben fundamentarse en las evidencias y pruebas basadas en fundamentos lógicos, conocimientos y costumbres correctas, aprovechando metodologías de carácter novedoso y activo; no huye nunca del cuestionamiento y la exégesis ni descarta cuestiones de carácter moderno o actual, ni elude abordar planteamientos complejos. De hecho, los interrogantes que son consecuencia de la época contemporánea figuran entre los asuntos que deben ocupar las mentes de los seguidores del Islam genuino, pues ciertamente que la religión según el Islam muhammadiano genuino se caracteriza por su carácter pleno e integral que no puede ceñirse exclusivamente a la manifestación aparente contenida en el libro (el Corán) y en la Sunna; puesto que el Libro y la Tradición (Sunna) poseen implícitos un sentido aparente y un sentido oculto (ظاهر و باطن lo expresa el propio Corán, si bien el sentido oculto queda restringido a quienes poseen un criterio elevado), por ello, la importancia de la religión no se limita a la jurisprudencia ni a los mandatos legales, ya que éstas cuestiones representan la dimensión manifiesta y práctica de la religión, mientras que para acceder al conocimiento de la dimensión no aparente u oculta requiere de la fuerza intelectual y la filosofía como medios útiles para aplicar dicho conocimiento. Por ello, el Islam genuino no sólo no se opone a la lógica y a la filosofía, sino que los emplea como instrumentos fundamentales para resolver problemas de carácter intelectual, de igual modo, no se opone a la espiritualidad, ni a la investigación y sí se beneficia de ellos, así como de la metodología de la mística para alcanzar el conocimiento de la dimensión moral de la religión y descubrir así, sus secretos.
Ciertamente que el método intelectual que siguió el Imam Jomeini para alcanzar el conocimiento de la religión y enseñarlo, fue la mejor muestra hacia el apoyo de esta dimensión del Islam genuino. El Imam fue un gran jurisconsulto, filósofo y místico excepcional, además, mostró su devoción por las manifestaciones evidentes de los mandatos y tuvo gran interés en enseñar y aclarar las dimensiones morales y no aparentes de la religión. Sus obras de carácter místico y filosófico, son la mejor de las muestras sobre esta cuestión, como se confirma en su interpretación mística del Noble Corán, pero que, desgraciadamente, no pudo completar a causa de la oposición que algunas personas fanáticas limitadas por su conocimiento superficial, expresaban en sus cartas. Estas condiciones dolorosas (temiendo que los “superficiales” acabaran tergiversando su obra) hicieron que el Imam manifestara: “En el inicio de la lucha islámica, si se quería avergonzar al Shah por su traición, quien se nos oponía rápidamente decía: “¡pero el Shah es de los shi’a!”. Ciertamente que los “limitados” y dependientes (corrientes como el salafismo y el wahabismo) consideran que todo es ilícito y que no hay nadie capaz de enfrentarlos u oponerse a ellos, y es indudable que el sufrimiento que estas posturas causan a vuestro anciano padre son mayores que cualquier otra (el Imam se dolía profundamente del fanatismo y la cerrazón mental). Este tipo de cuestiones han sido comunes en los seminarios, en personas que lo ven todo como una desviación y que, según su propia percepción, ellos son los más religiosos, personas que consideran que aprender lenguas extranjeras es incredulidad y que aprender filosofía y mística es idolatría. Incluso, algunos en la Escuela Faidiyya evitaban beber del recipiente en el que había bebido mi difunto hijo Mustafa por el único motivo de que yo enseñaba filosofía. Yo jamás dudaré que de seguir con estas posturas fanáticas la posición de los sabios en los seminarios podría ser como la de la Iglesia en la Edad Media. Pero Allah Altísimo agracia con Su sutileza a los musulmanes y preserva el lugar y función verdadera de los seminarios”.
El Imam mostró que este tipo de pensamiento (takfirí) aún sigue encontrándose en los seminarios hasta el día de hoy.
Existen ejemplos que demuestran que este tipo de pensamientos reaccionarios siguieron encontrándose en las hauza, incluso después del surgimiento de la Revolución islámica. Imam Jomeini había comentado varios artículos que se escribieron oponiéndose a la exégesis mística de la Sura al-Fatiha; pues le impidieron seguir con este trabajo. Decidió no continuar en cinco debates en los que había comenzado por la interpretación de la basmallah, dejando sin interpretar el resto de la Sura al-Fatiha.
Otro ejemplo de la existencia del pensamiento reaccionario fueron las oposiciones originadas en el año hiyrí 1367 como respuesta a la carta que el Imam Jomeini envió a Gorvachov, presidente de la Unión Soviética, cuando Imam Jomeini ofreció enviar expertos y personas conocedoras destacadas de las obras de los místicos Sadr al-Din al-Shirazí y Muhi al-Din ibn ‘Arabí (el Imam pretendía debatir mediante la obra de estos grandes místicos, con los filósofos soviéticos exponentes del materialismo, lo cual generó oposición en determinados círculos académicos iraníes).
Hubo una persona que alegó por su “sagrado deber” que la invitación del Imam se alejaba del Islam, mostrando un pronunciamiento legal (fatwa) de varios juristas contemporáneos, que declaraban incrédulos a Mullah Sadr al-Shirazí y a Ibn ‘Arabí (los mayores exponentes de la mística islámica de todos los tiempos) considerándolos fuera del Islam.
Hallamos pues, que la dimensión de los fundamentos propios del Islam genuino no se limita a meras bases superficiales, aparentes y generalistas sino que se eleva hasta alcanzar el más alto soporte que representa los fundamentos del monoteísmo puro (tawhid); siguiendo con los demás aspectos que se relacionan con dicho principio teórico, pues la manifestación del tawhid en toda su dimensión existencial no puede quedar resumido a la esfera personal, sino que debe alcanzar una dimensión absoluta individual y colectiva que permita alcanzar al ser humano la felicidad basada en unos principios morales que en el Corán conceptúa con la “vida buena”. (Este apartado, quizá complejo, debe invitar a la reflexión sobre la dimensión absoluta e infinita que supone el conocimiento de Dios Altísimo, ya que, si bien toda criatura puede percibir a su Creador, resulta imposible que dicha criatura, limitada y finita, alcance a profundizar en el conocimiento de Aquel que no tiene límite y Es Eterno. La mística es la vía para trascender los límites del conocimiento superficial de Dios, por tanto anatemizar la vía del conocimiento místico (‘irfan) y la filosofía queda fuera del Islam genuino).
2.- La dimensión jurídica y de las leyes prácticas
La dimensión jurídica del Islam genuino no puede resumirse a las manifestaciones externas de los mandatos de carácter práctico, sino que a la filosofía merece dársele la debida importancia, que subyace en dichas expresiones de los mandatos legales, y no pueden obviarse en ningún caso los verdaderos límites y objetivos de la religión. Naturalmente, el Islam genuino no descuida la importancia de la exteriorización de los mandatos como base de la realidad religiosa y que se considera como la vía fundamental del cumplimiento y habituación de tal manifestación de los preceptos.
Sobre esta base, el Imam Jomeini (bendita sea su trayectoria) resaltó la importancia de los sacramentos y actos devocionales como la oración, el ayuno, la peregrinación y demás y escribió libros de carácter místico destacando la dimensión moral de los actos religiosos, además de publicar obras jurídicas basadas en ésta realidad moral y espiritual entre las cuales citamos Asrar al-Salat (el término asrar puede traducirse como secretos y como sacramentos o ritos) y la obra La educación moral de la oración, además de diversas disertaciones que fundamentó en la importancia de la peregrinación y sus ritos y su dimensión moral, o en uno de sus discursos en el que destacó la trascendencia de los ritos propios del mes de Ramadán y la dimensión moral del ayuno.
Por otra parte, el carácter absoluto e integral del Islam genuino, dispone que su dimensión jurídica sea también universal, no pudiéndose limitar su importancia al ámbito individual del hombre ni a su esfera devocional, sino que su carácter integral abarca la dimensión individual, colectiva o social de los seres humanos y por ello, el Derecho en el Islam genuino es capaz de solventar todas las necesidades de las personas en cualquier circunstancia y época o para cualquier comunidad o pueblo. Debido a esto, la jurisprudencia (fiqh) del Islam genuino debe aprovechar la metodología y los recursos modernos al tiempo que preserva la obra y procedimiento de los grandes juristas clásicos con el objeto de que el derecho pueda dar respuesta a cualquier pregunta que se plantee (el Islam es la norma perfecta hasta al fin de los tiempos y por tanto no puede permanecer al margen de la ciencia y metodología modernas) y poder resolver todos los problemas contemporáneos, asegurando los menesteres de la gente en cualquier época. Y por ello el Imam Jomeini (bendita sea su trayectoria) consideraba que el fiqh (la ciencia que desarrolla la aplicación práctica de los mandatos, que suele traducirse como jurisprudencia) en el Islam genuino debe ser una ciencia tradicional pero al mismo tiempo innovadora para ser capaz de solventar las necesidades de las gentes. En respuesta a la decisión del consejo de escuelas en la hauza de Qom, de fecha 17-2-1368 (año hiyrí) en la última disertación del excelso Imam, que dijo sobre esto:
“Si Dios quiere, la hauza (escuela, seminario religioso) mediante la importante labor que lleva a cabo, podrá dar respuesta a cualquier pregunta que le sea planteada por la gente en este mundo islámico nuestro, pero es preciso que no olvidemos una cuestión, y esta es, el requisito de no descuidar los pilares seguros de la jurisprudencia y los fundamentos reconocidos en las hauza. Y naturalmente, también difundir el iytihad (práctica consistente en deducir normas adecuadas sobre la base de las fuentes islámicas) valioso, de una manera fuerte y probada y al mismo tiempo, aprovechar los aspectos positivos de la metodología moderna y de las disciplinas que sean pertinentes en dichas escuelas”.
Con fecha 3-12-1397 h. dirigió el Imam otro importante discurso destinado a los marayi’a (literalmente referentes, aquellos sabios a los que la gente puede acudir e imitar como garantía de la correcta práctica de los mandatos religiosos) a los ‘ulamá y los imames de las congregaciones en diferentes ciudades del país. En dicho discurso decía: “En cuanto a lo que se relaciona con los métodos que se siguen en los seminarios científicos, yo me apoyo en la base de seguir los métodos jurídicos tradicionales y acreditados y el valioso iytihad, y veo que debe evitarse el atraso y la tergiversación. El iytihad es conforme a esta metodología correcta, pero no debe impedir la renovación de la jurisprudencia islámica, ya que elementos como el lugar y la época son de gran importancia en la práctica de deducción de las normas (iytihad), pues siendo posible que una cuestión concreta tuviera un mandato particular en el pasado y sin embargo, ahora se adecúe a otro en el presente siguiendo las condiciones políticas, sociales y económicas que se acomodan a un sistema nuevo, esto significa, un conocimiento preciso de dichas condiciones, pues todo ello (la capacidad de adaptar y crear normas a circunstancias nuevas) garantiza la concordancia entre el mandato precedente (adecuado a unas circunstancias) y el mandato nuevo con su particularidad”.
La sociedad de la época del Imam Jomeini no consideraba que el iytihad fuera suficiente para dirigir la sociedad, según el principio que dice que el muytahid debe estar por delante de las cuestiones que se planteen en su época. Posiblemente algunas personas jóvenes e incluso el público en general no aceptarían a un muytahid que no tuviese iniciativa en cuestiones políticas, pues entre las características inherentes a un sabio, hay condiciones, y es preciso que esté capacitado para enfrentar la dominación cultural y económica que impera en el mundo y debe conocer las diferentes visiones y teorías políticas e incluso a las figuras políticas relevantes y sus formas de gobierno, manteniendo una atención permanente a estos parámetros y conociendo los puntos fuertes y débiles de cada uno de los sistemas como el capitalismo y el socialismo que ocupan una posición estratégica principal en el mundo. Del mismo modo, es necesario que el sabio (muytahid) se caracterice por su prudencia, su inteligencia y su sagacidad, que le capaciten para guiar y dirigir la sociedad islámica y la no islámica incluso, agregando que la fidelidad, el desapego y el temor a Dios son las características básicas inherentes del sabio, además de que debe ser capaz de planificar y dirigir. El gobierno según la visión del sabio verdadero es: un sistema práctico de adecuación del derecho islámico a todas las circunstancias inherentes a la vida humana que convierte al fiqh en una suerte de condimento o ingrediente práctico para tratar con todos y cada uno de los problemas sociales, políticos, militares o culturales, puesto que el fiqh (jurisprudencia islámica) es verdaderamente la teoría perfecta para dirigir al hombre y a la sociedad desde la cuna hasta la tumba.
Citamos las palabras del Imam: “Ciertamente que los sabios de la religión, si no tratan todas las cuestiones y problemas contemporáneos, no serán capaces de percibir la suficiencia del concepto del iytihad como guía de la sociedad y es importante que los seminarios académicos (hauza) y los sabios sean sensibles siempre para seguir el pulso del pensamiento predominante y de las necesidades futuras de la sociedad, y que se anticipen a los acontecimientos con planificación para poder tratarlos adecuadamente, puesto que es factible que en los años próximos cambien las circunstancias que rigen los asuntos de la gente y las sociedades humanas precisen soluciones ante problemas surgidos de nuevos acontecimientos que afecten al Islam, siendo necesario que los grandes sabios se dediquen desde ahora a reflexionar sobre este tema”.
3.- Las cuestiones políticas y sociales
En cuanto a la dimensión política y social, el carácter integral de la religión y del derecho islámico disponen que en el Islam genuino no se limite a regular los actos devocionales individuales, sino que se regule también la dimensión social, ya que, además de formar individuos monoteístas, debe esforzarse en conformar asimismo una sociedad basada en el tawhid en los diferentes ámbitos de la vida humana. Es por ello que el Islam genuino dispone normas y leyes para guiar a la gente en su dimensión social, y debido a esto, el gobierno islámico ha de apreciarse como una parte importante de la religión y la política como el eje de la misma (religión). La función de los religiosos debe ser activa en el campo de la política, puesto que lograr una sociedad justa y equitativa deviene en el más importante objetivo de la religión islámica. Dijo el Imam Jomeini (bendita sea su trayectoria):
“En realidad que la más importante función que tuvieron los Profetas (la paz sea con ellos) fue la de construir un orden social justo por medio de la promulgación de leyes y mandatos, naturalmente, mediante la explicación de dichas normas y difundiendo las enseñanzas y los fundamentos divinos, tal y como lo deja claro el sentido de esta noble aleya: لَقَدْ أَرْسَلْنَا رُسُلَنَا بِالْبَيِّنَاتِ وَأَنزَلْنَا مَعَهُمُ الْكِتَابَ وَالْمِيزَانَ لِيَقُومَ النَّاسُ بِالْقِسْطِ “Hemos enviado a nuestros mensajeros con las aclaraciones e hicimos descender con ellos la escritura y la balanza para que la gente estableciera la justicia” (Sura al-Hadid aleya 25), ciertamente que el propósito de enviar a los Profetas en sentido general, es guiar a la humanidad para organizar sus asuntos, educarla para establecer unas relaciones sociales justas y encaminarla hacia el éxito y esto no puede llevarse a cabo sino conformando un gobierno y estableciendo mandatos, siendo el propio Profeta quien asuma esa función (de gobierno y legislación) como hizo el más Noble de los Enviados (el Profeta Muhammad swa) y quienes le siguieron (los Imames Inmaculados as).
Ciertamente, el Imam Jomeini consideraba que la idea de la separación entre la religión y la política había sido difundida por los colonialistas occidentales. Sobre este tema dijo: “Han sido los colonialistas occidentales quienes han lanzado en nuestras mentes la idea de que el Islam carece de un modelo de gobierno y que adolece de los requerimientos y formas para ello, incluso asumiendo la existencia de normas en él, no posee una función legislativa, estando claro que esta propaganda es uno de los planes de los imperialistas para alejar a los musulmanes de la política y el establecimiento de un gobierno (propio)…este discurso es el que difunden los imperialistas y los políticos que les secundan en nuestros países distanciando incluso la religión de los asuntos propiamente religiosos y sociales de las naciones islámicas, lo que les permite enseñorearse sobre nuestro pueblo y dominar nuestra riqueza, y ése es su objetivo, como si el interés de los musulmanes debiera limitarse a la oración y a rogar a Dios, como pretender mostrarnos los imperialistas y las naciones opresoras…durante la ocupación británica de ‘Iraq, preguntó un mando militar inglés: “Lo que está diciendo el almuecín desde el minarete ¿perjudica a la política inglesa en ‘Iraq?” Le respondieron: “No”, y dijo: “Entonces que diga lo que quiera”. Sí, mientras no entren en la política de los ocupantes y no se opongan a ella, y sepan del Islam sino las normas que no afectan esta política, y mientras no rebasen los límites impuestos, los ocupantes no se les opondrán ni ellos (los musulmanes) se opondrán a ellos”.
En los últimos días de su noble vida, con fecha 3-12-1367 h. en una disertación dirigida a los sabios religiosos en diferentes ciudades del país, dijo Imam Jomeini:
“Puesto que los arrogantes desesperan de que sus planes tengan efecto sobre los religiosos y los seminarios académicos, han decidido cambiar de tácticas: la primera de ellas, recurrir a la amenaza y a la fuerza y la segunda recurrir a la astucia y al subterfugio propios de este siglo (¿los medios de comunicación?). Lo principal y más importante a lo que recurre la arrogancia en este ámbito, es la difusión del lema “separar religión de política”, que lamentablemente ha tenido penetración en los propios seminarios y entre los religiosos que incluso han llegado a arremeter en la pugna política renunciando a su condición de juriconsultos siguiendo a los políticos que a su vez siguen a los extranjeros. Y por supuesto que el efecto que los religiosos se sometan a esta idea (separar religión de política) es mayor que si lo hacen otros y no se imaginen que seguir estas políticas laicistas de los extranjeros afecta moralmente a los religiosos, en absoluto, el golpe que supone lo que hacen estos religiosos ignorantes e incautos es mucho más fuerte e intenso que el de los propios extranjeros y occidentales”.
“Ciertamente que el dolor y la pena que siente vuestro anciano padre por causa de estos negligentes es mayor aún que la pena y el dolor que me causan los otros (los imperialistas); después de haber propagado el lema de la separación entre religión y política…que por ignorancia quede restringida la jurisprudencia islámica a regular los mandatos individuales y devocionales, provoca que el jurisconsulto sea incapaz de salir de ese círculo, pues este pensamiento predominante le impedirá entrar en la política y los asuntos gubernamentales, y la insensatez de estos hombres de religión afectará a su relación con la gente y dará pie a que algunos proclamen que el respeto a los religiosos y a su posición, no hará sino contribuir a esa insensatez de la cabeza a los pies, se incentivará al sabio y al religioso a que tome un papel activo en política como persona non grata, y este asunto (separación de religión y política) es actualmente, una cuestión corriente en los seminarios hasta el punto de que quien se desvía del camino correcto (separando religión de política) es visto como más religioso.”
4.- La oposición a la tiranía y la defensa de los excluidos
Al hilo de la sección anterior, establecer un orden social, justo y equitativo según un sistema monoteísta que abarque todas sus diferentes dimensiones, es el más importante objetivo político y social del Islam. Por ello, los seguidores del Islam Muhammadiano genuino deben tener siempre la obligación de cuidar de los oprimidos, de los excluidos, de los débiles y el compromiso de defenderlos, enfrentándose a la dominación, la tiranía, la falsedad y arrogancia, sin concesiones o indulgencias en dicha lucha, por tanto, la economía es uno de los objetivos principales del Islam genuino pues es la fórmula para proporcionar una vida digna a todos los excluidos y los vulnerables, creando los medios adecuados para que todas las partes de la sociedad se beneficien en su totalidad, de los recursos y las bendiciones divinas. Los seguidores del Islam genuino deben oponerse siempre enérgicamente a los opulentos, a quienes dilapidan la riqueza y a aquellos que son insensibles al sufrimiento de los demás y callan ante el dolor de los hambrientos y ante la avidez de los glotones.
En torno a esta cuestión dijo el Imam Jomeini: “Nosotros tenemos el deber de auxiliar y salvar al oprimido y al excluido, defendiendo a los humillados y siendo enemigos de los tiranos, el deber es el mismo que recomendó Amir al-Mu’minin (as) a sus hijos Inmaculados, pues él dijo: “Sed adversarios del opresor y protectores el oprimido”.
“E igualmente dijo Amir al-Mu’minin (as) “Por aquel que hizo germinar la semilla y respirar a los seres vivientes (es decir Dios Altísimo) que si no se hubieran presentado tantos ante mí (el Imam se refiere al momento en el que las masas exigieron que asumiera el califato) y Dios no hubiera establecido la prueba de Su auxilio y no hubiera tomado Dios la promesa a los sabios de no colmar la glotonería de los opresores ni permitir el hambre del oprimido, hubiera dejado la rienda suelta (hubiera renunciado al califato) y hubiera saciado a los últimos con la copa de los primeros y habríais comprendido que este mundo vuestro vale para mí menos que el resoplido de una cabra”.
En relación a los hombres de religión y a los sabios seguidores del Islam genuino, dijo el Imam Jomeini: “Ciertamente que los grandes sabios del Islam no se someterán jamás a los capitalistas y a quienes son siervos de la riqueza. Procurarán siempre preservar a esta nobleza de la opresión y la inmoralidad, pues si alguno de estos grandes sabios colaborara con los capitalistas, no sería perdonado por Dios Altísimo de toda idea o rumor (que pudiera generar dicha colaboración.) Los sabios religiosos tienen la obligación de oponerse a estos capitalistas parásitos y no colaborar con ellos nunca. Estos sabios deben combinar sus enseñanzas académicas con el desapego, el temor de Dios y el ascetismo y tras alcanzar una posición académica y moral, llevar una vida humilde, de privación y de renuncia a los ornatos de la vida terrena, sin someterse a la deshonra y a la negligencia nunca. Analizando la vida de los sabios antiguos, se ve cómo sus espíritus anhelaban alcanzar el conocimiento divino, la ciencia y de cómo vivían una vida de pobreza, cómo estudiaban las disciplinas a la luz de las velas y de los rayos lunares y con estas condiciones vivían con plenitud y con energía.”
Ciertamente que la posición de los seguidores del Islam original en defensa de los excluidos y los vulnerables no fue una mera proclama o una posición superada por el tiempo, fue una postura genuina y un manifiesto refrendado por el pronunciamiento y la acción, e incluso ellos en su vida personal y privada; no concebían llegar a cabo acuerdos personales o familiares sino como consecuencia de la necesidad de solventar un apuro o evitar un daño.
Describe el Imam Jomeini a algunos de estos defensores del Islam Muhammadiano genuino, caracterizados siempre por su auxilio a los excluidos y su enemistad hacia los opresores y que no dudaron ni un instante en sacrificar su propia vida en ese camino. Recuerda varios de sus nombres diciendo: “Ciertamente que la gran diferencia entre los sabios del Islam comprometidos y los de apariencia que se disfrazan con los vestidos de la religión, es que los sabios del Islam luchadores fueron siempre objetivo de las flechas envenenadas de la arrogancia mundial y que en cada incidente las flechas apuntaban en primer lugar a sus corazones, mientras que los aparentes que se disfrazaban con las ropas de los hombres de religión vivieron siempre resguardados y protegidos por quienes sirven a la riqueza y buscan lo terrenal, elogiando y defendiendo a la tiranía.”
“Y hasta ahora no hemos visto a ninguno de estos personajes tocados con el turbante de los cortesanos o hombre de religión wahabita enfrentarse a la opresión, la idolatría o la incredulidad, en particular de la criminal Rusia o de la opresora América, como tampoco vemos al sabio religioso verdadero amante de servir a Allah y adorarlo, abandonar en un solo momento el auxilio a los vulnerables de la tierra, ni dejar de combatir con todo su ser contra la incredulidad y la idolatría para lograr su objetivo. Así es como era el Seyed ‘Arif al-Husayní, que fue de aquellos sabios verdaderos. No hay duda que los pueblos islámicos perciben perfectamente los ejemplos del Shahid Mutahharí y de Shahid Beheshtí; de los mártires combatientes y los otros queridos sabios de la religión en Irán, siendo ejemplos Seyed Baqr al-Sadr y Seyed al-Hakim en ‘Iraq, al igual que Ragib Harb y ‘Abd al-Karim ‘Ubaid en Líbano, al igual que ‘Arif al-Husayní en Paquistán y los sabios de la religión depositarios del deber de proteger el Islam genuino de Muhammad, las bendiciones sean sobre él y su Familia…¿por qué éstos sabios son objetivos a destruir y asesinar en todos los Estados?”.
5.- La adoración y la intimidad con el Adorado
En la dimensión devocional de la cultura del Islam genuino, la súplica no es meramente un dicho o una palabra, sino la expresión de un estado que refleja la condición moral e interna del suplicante, como en realidad, la devoción no queda representada por los actos manifiestos del devoto, ni por sus menciones o dichos, sino que se considera que la adoración del siervo hacia el Adorado (Dios Altísimo) exige desprenderse de la devoción a cualquier cosa que no sea Él y la entrega verdadera a Él. Pues la adoración del siervo es prueba de su sometimiento y la devoción aparente sin ese sometimiento no es sino una suerte de ornato o hipocresía que tiene su origen en la incredulidad y la idolatría distinta de la realidad de la adoración monoteísta. Y por ello, la súplica y la devoción aparentes son una cosa, y la súplica y la devoción verdadera otra distinta, una depende de la otra (entiéndase que las palabras, la recitación, son el soporte de la súplica pero si no se sostienen por una intención sincera, no son nada, pensemos en las súplicas y recitaciones de los wahabitas de hermosas voces que luego convocan a la gente para matar musulmanes en Siria,‘Iraq o Yemen). Y sobre esta base, es preciso decir: que la devoción del siervo simboliza la entrega sincera a Dios Altísimo en mayor medida que cualquier otra cosa y que a veces se realiza de manera individual y otras muchas de manera colectiva. Por este motivo el siervo mediante su adoración se enfrenta a la falsedad y a los shayatín (satanases), apartándose de lo malo hasta que se entrega al honor de la adoración a Allah el Uno, el Único.
Según esto, el seguidor del Islam genuino no descuida nunca su función de enfrentarse a la falsedad mediante la prueba de su adoración a Dios Altísimo, y por ello combina su devoción con la política y dispone su oposición a la falsedad en la recitación e invocación a su oración, hasta que se capacita para reconocer a Allah como Divinidad. Igualmente, en su Peregrinación no se conforma con los ritos de ésta, sino que responde al llamamiento de su Señor siguiendo la tradición de Ibrahim al-Jalil (as) en la destrucción de los ídolos y en mantenerse exento del Nimrud y sus seguidores en toda época.
Al mismo tiempo el enfrentamiento contra la falsedad y también, las exigencias para con la revolución y sus actividades políticas y sociales, no deben impedir nunca la comunicación con el Más Allá y la intimidad con el Adorado, pues la base (de la adoración y la acción política conjuntamente) es el rechazo de la impostura, la lucha contra los arrogantes, la realización de las actividades necesarias políticas y sociales y el establecimiento del verdadero monoteísmo en la vida individual y colectiva; o sea, la servidumbre a la Verdad (al-Haq, es uno de los nombres de Allah Altísimo). Por ello, los creyentes en el Islam genuino no se desprenden nunca de su devoción y entrega a su Creador. Prueban su oposición a la falsedad y la arrogancia llevando a cabo actividades sociales y políticas, estando al servicio de la gente, más aún, cualquier acción que llevan a cabo en la Creación, se hace buscando obtener la complacencia del Creador.
Por estos motivos el Imam Jomeini estaba comprometido con el cumplimiento de los deberes y las acciones recomendables, las oraciones obligatorias y los otros preceptos. Se ocupaba más de una hora a la devoción, la súplica y el acercamiento a Dios Altísimo en los tiempos de la oración de la mañana, del mediodía, de la tarde, del anochecer y de la noche. Estuvo comprometido a lo largo de 70 años a cumplir con las obligaciones particulares de la noche; estaba unido a su Señor con el vínculo del conocimiento esotérico y la confianza (la confianza que proporciona la entrega absoluta a Dios) y en verdad que ese vínculo de confianza e intimidad con el Adorado (Allah) hizo de él una personalidad maravillosa, liberada, que no temía a nadie excepto a Dios al tiempo que él solo, era capaz de enfrentarse a toda la falsedad y a los arrogantes, firme como una elevada montaña que confronta a todos los elementos y a las olas que embisten; encarándose a distintos sucesos y dificultades.
6.- La ética y la mística;
La cuestión de la ética comprende la adquisición de virtudes y valores de carácter moral y el alejamiento de las faltas, de los caprichos del ego y de sus vicios, todo ello, dentro de los deberes prácticos del Islam genuino. De igual modo son fundamentales la expresión activa del temor a Dios (evitando las faltas), las prácticas morales y la elevación espiritual, mientras que la mística práctica, derivada de la mística teórica, es también otro de los importantes objetivos del Islam genuino ya que la ética dimana de la fe y de los principios morales del hombre. Las obligaciones éticas se encuentran precisamente en dichos principios, más aún, la relación entre ambos es un tipo de unión que desarrolla estos fundamentos y convicciones en el corazón del ser humano y en su espíritu, pero la representación de esta unión (moral y fundamentos) y su reflejo externo surgen y se manifiestan mediante la ética, los actos devocionales y los mandatos prácticos. El cumplimiento de los principios morales y prácticos se consideran una extensión de los fundamentos o bases y la fe de corazón del hombre, y dice Dios Altísimo sobre esta materia: يَصْعَدُ الْكَلِمُ الطَّيِّبُ وَالْعَمَلُ الصَّالِحُ يَرْفَعُهُ (Asciende (hacia Dios) la buena palabra, y es la buena acción la que la eleva) Sura al-Fatir 35:10.
El Islam genuino no queda resumido a consignas y súplicas, sino que exige su cumplimiento en la propia alma del hombre, el desempeño práctico y ético en su conducta y en sus obras. La fe no beneficia sin obrar correctamente, igual que la acción sin fe no aporta felicidad al ser humano, ya que la vida buena es la que tiene fe y religión. Se considera que la verdadera felicidad del hombre se desarrolla en la vinculación de la fe con las buenas obras. En consideración a lo expresado, dice el Noble Corán: مَنْ عَمِلَ صَالِحًا مِّن ذَكَرٍ أَوْ أُنثَىٰ وَهُوَ مُؤْمِنٌ فَلَنُحْيِيَنَّهُ حَيَاةً طَيِّبَةً ۖ “Quien obre rectamente, hombre o mujer y sea creyente le haremos vivir una buena vida) Sura al-Nahl 16:97.
Ciertamente, el Imam Jomeini (bendita sea su trayectoria) a lo largo de todas las etapas de su vida, desde su juventud hasta el último momento de su noble vida, fue un maestro de la moral y del perfeccionamiento de los corazones. Igualmente pulió su alma y la educó hasta alcanzar el más elevado grado de piedad, y el enemigo fue testigo de ello aun antes que el amigo, pues incluso quienes discrepaban con él no pudieron negar nunca sus virtudes morales y su elevada piedad.
Igualmente, en la dimensión mística y religiosa, el Islam genuino no queda limitado a las manifestaciones de la práctica de la creencia, ya que ciertamente, el núcleo de la religión y su base subyacen en la parte no manifiesta y en los secretos ocultos como del mismo modo el Libro y la Tradición profética tienen una parte manifiesta y otra oculta: el objetivo de la Revelación del Libro de Dios es el conocimiento de la Verdad, los caminos que conducen a Dios y el acercamiento hacia la Verdad Suprema (el propio Dios) para lograr una vida de moralidad. La dimensión mística del Islam genuino no se limita a principios de carácter manifiesto, sino al vínculo con el mundo Oculto (todo aquello que queda fuera de la percepción de los sentidos y debe percibirse con el corazón), el saber del corazón y la presencia de Dios Altísimo; por medio del conocimiento intelectual y su filosofía. Todo ello son objetivos del Islam genuino; la indagación, la exploración, el descubrimiento, la inspiración metafísica y la conducta moral son también una parte sustancial del Islam genuino. Naturalmente, la mística en el Islam genuino (‘irfan) difiere del sufismo en muchos aspectos, entre ellos:
Primero: El místico (‘arif) en el Islam genuino, cumple con exactitud los mandatos legales, y no se excede jamás en su conducta y camino hacia la Verdad, descuidando los deberes manifiestos y los actos devocionales.
Segundo: Difiere la vía mística del Islam genuino del sufismo en que el verdadero místico se aleja de las tradiciones propias de los sufíes, de sus ordenanzas y su prácticas de repetición y de sofoque (Ciertas tariqas sufíes acompañan la repetición del nombre de Dios con prácticas respiratorias en las que se acaba perdiendo la conciencia plena por el incremento de la proporción de oxígeno que afecta al cerebro) o de vivir en un estado de indigencia extremo (estas personas que deciden exagerar su desapego, presuntamente por amor a Dios, acaban viviendo de la caridad de los demás y se convierten en seres interesados, pues el verdadero místico está al servicio de la gente, no al revés).
Tercero: El verdadero místico, no le da demasiada importancia a la relación entre el aspirante y el maestro o la entrega al líder espiritual o sheij (ciertas tariqas sufíes devienen en verdaderas sectas con estructura de círculos concéntricos en torno a un sheij) y en lugar de esto se aferran a los íntimos de Dios Altísimo y a los Imames Inmaculados as y se encomiendan a su intermediación e intercesión (los aspirantes en las tariqas sufíes, si bien no necesariamente buscan un objetivo material en la complacencia hacia sus maestros vivos, acaban cayendo en las trampas del ego al buscar su aprobación, mientras que el verdadero místico, busca la cercanía y la relación espiritual con los santos y los Imames Inmaculados que ya dejaron esta vida material).
Cuarto: El verdadero místico, no se exonera de la importancia de la vida política y social a diferencia de lo que puede verse en el sufismo (¿cuántos maestros de tariqas sufíes señalan las injusticias que cometen los tiranos contra sus pueblos y se exponen a las consecuencias de ello?).
A pesar de que el Imam Jomeini (bendita sea su trayectoria) precedió a los demás en este campo de la espiritualidad y alcanzó la cumbre en la mística teórica y práctica hasta el nivel de los más grandes sabios en gnosis y sabiduría, explicó y aclaró esto mediante obras científicas y lecciones que escribió en su juventud. El Imam no enseñó mística y no tuvo ningún alumno particular que descollase en ese campo y esto, en verdad, no aclara de manera evidente esta dimensión de su personalidad científica y práctica, pero sus obras místicas han sido reconocidas por su profundización en la gnosis teórica y la praxis. Aparte de estas obras gnósticas fueron muchísimas las disertaciones, cartas y discursos que escribió y pronunció hasta los últimos momentos de su noble vida, llenos de elementos genuinamente metafísicos. Estas obras colmarán la sed de los teólogos en el campo de la mística y el saber por siempre.
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