Malcolm “X”: El musulmán antiimperialista que no era de izquierda ni de derecha
Roberto Chambi Calle[1]
El islam ha sido y es una vía para conseguir la libertad de los hombres frente a sus opresores, mas no siendo totalitarista ha logrado establecerse como una creencia de las sociedades en el mundo, rompiendo fronteras raciales, ideológicas, políticas y sociales, una fe que emergió en la península Arábiga, desde donde Muhammad el año 610 (d.C.) diseminó su profecía por todo el mundo, siendo que hoy Indonesia es el país que cuenta con la mayor demografía de musulmanes en el planeta, nación que no está conformada por árabes, ni está en Arabia; pues más de 230 millones de indonesios practican el islam y los legados de su mensajero.
El islam había llegado también al Continente Americano —durante la colonización de España— aunque en pocas cantidades; así por ejemplo desde la península ibérica fueron transportados muchos esclavos negros a Florida, lo que hoy es parte de EEUU, así como a Centro y Latinoamérica.
Enfrascados en la “Guerra de Secesión” (1861-65) norteños y sureños se disputaban a los esclavos, en el sur como tales y en el norte bajo el glasé de “trabajadores”; ya que la burguesía argumentaba que estos no eran esclavos, que eran “trabajadores” y que el país —EEUU— necesitaba de mano de obra para lograr la independencia industrial de la Corona Británica, lo cual era una demagogia, pues en los hechos había una explotación “legal” y descarada. Los sureños sostenían que la esclavitud era humana, porque si en el norte eran “trabajadores libres”, una vez envejecidos estos eran desechados, ya que esta mano de obra era inservible, alegando en cambio que la esclavitud en el sur era humana; pues los esclavos negros, tenían familia, alimento, vivienda y protección de los amos hasta su envejecimiento.
Mas allá de sus buenas intenciones, la élite estadounidense se disputaba la continuidad de la esclavitud de los negros, la cual se convirtió en un polvorín de conflictos, y para ello utilizaban sus organizaciones terroristas y asesinas como el Ku Klux Klan —que creían que se debía mantener la supremacía blanca y el americanismo puro— o la Aryan Nation (Nación Aria).
La “Nación del Islam”, fundada en 1930 por Wallace Fard Muhammad, quién desapareció en 1934 siendo sucedido por Elijah Muhammad, —quién sostenía que era el profeta de la encarnación de Dios Wallace Fard Muhammad— era una secta que no condecía con el islam tradicional, una organización religiosa y política que con un discurso confrontador y agresivo abogaba por una Nación exclusivamente para negros estadounidenses, sosteniendo que la raza negra era superior a las demás.
La Nación del Islam se dedicaba a reclutar a sus adeptos en calles, barrios pobres, cárceles y en todos los lugares donde los afros sufrían los embates de los “verdaderos americanos”. En la cárcel uno de sus seguidores convierte a Malcolm Little en miembro, quien al salir de esta agregaría a su nombre una “X” como todos los componentes de esta secta, siendo más adelante la pieza clave del crecimiento de esta organización; de tener 500 miembros, en casi 10 años creció a 30.000.
La lucha por los derechos Civiles y políticos en EEUU de los años 60, fue un episodio que sirvió para que este hombre sea el referente directo junto a Martin Luther King contra la segregación racial, este último abogaba por la paz, en cambio Malcolm X tenía un discurso más confrontador con el fin de materializar las demandas de sus hermanos, lo cual disgustaba a Elija Muhammad. Su declaración: “Cuando los pollos regresan a casa a dormir no me siento triste, siempre me alegro”— en relación al asesinato de Jhon F. Kennedy (22 de noviembre de 1963), le costó que su líder lo censure prohibiéndole que no realice más declaraciones; ésta junto a otras causas hicieron que se retire de la Nación del Islam el 8 de marzo de 1964.
Antes de esta prohibición, sentía que estaba con las manos atadas, pues si la nación del islam denunciaba la segregación racial, ésta no pasaba de las declaraciones pírricas, lo cual era insuficiente para Malcolm.
Estas ataduras lo obligaron a replantear su postura, sumando a ello su viaje a la Meca para realizar la peregrinación —Hayy— el cual viró sus pensamientos; ya que se dio cuenta que el islam tradicional era incluyente con todas las razas —blancos y negros— y que no había superioridad de ninguna de éstas, tal cual dijo el último mensajero de Dios: “Todos los hombres son iguales, como los dientes del peine; no hay superioridad del blanco sobre el negro ni del árabe sobre el no árabe”.
Al regresar del Hayy fundó la “Muslim Mosque, Inc.”, desde donde prosiguió con su lucha, esta asociación religiosa no colmó sus objetivos, en tal sentido fundó otra entidad con un carácter más político e incluyente; es así que desde la Organización para la Unidad Africana su lucha comenzó a ser más inclusiva respecto a los defensores de los derechos civiles, tomando conciencia que no sólo la gente de color estaba en esta causa, sino también gente de tez blanca en EEUU y que en países como Libia, Egipto, Marruecos, Argelia o Túnez estando en el Continente Africano eran blancos y que al igual que ellos luchaban por la reivindicación de sus derechos.
Su encuentro con Fidel Castro, el 19 de septiembre de 1960 en el hotel “Theresa” de un barrio humilde de Harlem, fortaleció y amplió su pensamiento en términos ideológicos, fruto de este acercamiento así como la confraternidad que tenía con el socialismo y el comunismo —Partido Socialista Obrero de EEUU— es que muchos analistas, así como agentes del FBI lo tildaron de comunista; pero lo cierto es que él nunca dio una declaración de sí lo era o no, aunque en los hechos su lucha iba más allá de aquel nacionalismo que profesaba, rompiendo el mito de que era comunista o socialista en términos contextuales de la época; pues como hombre revolucionario no necesitó de las “herramientas marxistas” para la consecución de sus planteamientos en su lucha contra la segregación racial, el imperialismo y el capitalismo.
De haber estado hoy, su pensamiento ideológico hubiese evolucionado mucho más, ya que en uno de sus últimos discursos mostró su compromiso respecto a la toma del poder, la cual debería ser mediante el voto o las balas, pues en sus planes estaba el consolidar un partido y un ejército nacionalista negro, ya que era el voto o la bala; “la libertad o la muerte”, cumpliéndose esta última cuando en una de sus reuniones el 21 de febrero de 1965 en Audubon Ballroom de Manhattan frente a sus seguidores, en frente de su esposa y sus hijos, los esbirros de la “Nación del Islam” le dispararon con una escopeta, Malcolm había sido asesinado.
Hoy, su legado no sólo es enarbolado por musulmanes, sino por todos aquellos que siguen en la lucha y búsqueda de la consolidación de sus derechos y que para conseguirlos —como decía él— se debía dejar de lado las diferencias; pues no estamos para discutir, ni polemizar sobre aspectos secundarios cuando el enemigo acecha, oprime y asesina.
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[1] Roberto Chambi Calle, Jurista, teólogo y analista en Relaciones Internacionales.