Y tú, ¿cuánto vales? ¿Qué les hizo mi hija?
Por: Eduardo J. Quintero F.
En agosto pasado, previo a su salida de vacaciones a la Isla Martha´s Vineyard en Massachusetts junto con su esposa Michelle, sus dos hijas, Sasha y Malia, y el perro familiar, Bo, el presidente del imperio Barack Obama ofreció una conferencia de prensa donde habló de las amenazas del terrorismo a los EEUU y de sus observaciones sobre los programas de espionaje que los EEUU realizan de manera descarada sobre sus ciudadanos y el mundo.
Mientras tanto su socio David Cameron pedía a los británicos de manera cínica que apoyaran el fracturamiento hidráulico en suelo inglés, técnica que es utilizada para la extracción de petróleo de los esquistos pero que ha sido muy cuestionada por su enorme capacidad de contaminación con hidrocarburos de las fuentes de aguas (subterráneas y superficiales) y de la atmósfera, amenazando de esta manera la vida en el planeta. Lo que está detrás de esto muy seguramente son los grandes negocios que se tejen para saciar la enorme sed del capitalismo sobre este vital líquido oscuro que le da sustento. Por su parte en el mismo rincón, la princesa Kate había "animado a Guillermo a irse unos días a una fiesta de despedida de soltero junto a sus amigos para que se recupere un poco de la nueva vida familiar que llevan" con el nacimiento del bebé real que los Obama esperaban "con impaciencia" según el propio portavoz de la Casa Blanca.
En otras latitudes, en Yemen, en aquel lugar desconocido para muchos, donde el ejército de los Estados Unidos despliega todas sus tecnologías, ocurrían otras circunstancias no tan placenteras que fueron reportadas por la BBC. Mohammed Ahmad Bagash, un mecánico de la ciudad de Jaar contaba su historia donde drones (aviones no tripulados) norteamericanos controlados desde confortables salas equipadas con la última tecnología militar, muy probablemente ubicadas en el USCENTCOM (Mando Central de los Estados Unidos para el Medio Oriente), en la Base Aérea MacDill, en Tampa, Florida, atacaron a distancia con un misil un hospital donde supuestamente al Qaeda guardaba armamento. En este hecho, Mohammed y sus dos hijos que estaban en el hospital en ese momento corrieron a una escuela cercana y se refugiaron en su sótano. Posteriormente, también la escuela fue atacada y contó Bagash: "Fue como si todo el mundo estuviera en llamas. Todo estaba oscuro. Cuando se disipó el humo, vi que la pierna de mi hijo estaba sangrando, y mi hija fue impactada en la parte posterior de la cabeza". Luego Mohammmed tuvo que cargar a sus dos hijos, de los cuales, su niño pudo sobrevivir, pero su hija de ocho años murió desangrada camino al hospital. Relataba, "A medida que sangraba, se puso de color amarillo. En realidad, comenzó a encogerse en mis brazos". Adicionalmente, muchos otros niños resultaron heridos en el ataque. El pobre Bagash preguntaba "¿Qué les hizo mi hija? Ella sólo tenía ocho años". Y observó "Piensan que somos ratas. No lo somos. Somos seres humanos".
Yemen es un país desértico ubicado estratégicamente al suroeste de la península Arábiga, que bordea el estrecho de Bad el-Mandab, entre esta península y el cuerno de África (Djibuoti y Eritrea), que conecta el golfo de Adén y el Mar Rojo y es ruta al Canal de Suez o al Oleoducto de Sumed donde circulan más de tres millones de barriles diarios de petróleo. Su importancia radica que en caso de bloquearse este paso estratégico los barcos tendrían que bordear todo el continente africano para llegar a Occidente, lo que supondría dos semanas más de navegación. Adicional a esto, recientemente se han descubierto importantes reservas de hidrocarburo en este país y su subsuelo contiene enormes reservas de gas natural pero sigue siendo uno de los países mas pobres del mundo árabe. Dada su debilidad económica y política, su posición marítima estratégica y sus enormes recursos petroleros son las razones por las cuales el imperio ha fijado su mirada al considerarla una tajada fácil con enorme valor geoestratégico. Para ello utiliza sus recursos de manipulación mediática internacional y sus inventos bélicos (entre ellos al Qaeda) para ir creando la matriz de opinión mundial que facilite su acción desinhibida sobre este pobre pueblo.
Es aquí donde me pregunto, ¿Cuánto vale la vida de la pequeña hija de Mohammed? Cuánto valen los poderosos que disfrutan sus vacaciones mientras asesinan a un pueblo indefenso? y finalmente ¿Cuánto valgo yo?
Pensando en ello, recordé la historia de origen hindú de la tortuga y la argolla. A través de este cuento los sabios orientales hacen ver lo preciosa que es la forma humana. Relata la tradición, que un sabio le contó esta historia a un joven a punto de suicidarse: "Imagina una sola tortuga en el inmenso océano y que sólo saca la cabeza a la superficie una vez cada millón de años. Imagina un aro flotando sobre las aguas del inmenso océano. Pues más difícil que el que la tortuga introdujese la cabeza en el aro al respirar, es haber conseguido una forma humana. Ahora, amigo, procede como creas conveniente", le dijo el sabio al joven. Cuenta la historia que el joven desistió, llegó a anciano y finalmente se hizo sabio. Los sabios orientales creen que sólo a través de la vida se puede aspirar a la liberación suprema pero que el ser humano no es plenamente consciente de lo difícil que ha resultado adquirir una forma así.
Sobre la base de esta historia en muchas oportunidades he divagado sobre el cálculo de la probabilidad de haber nacido. Observando el sólo proceso de procreación que dio origen a la formación del embrión y luego el feto, intervinieron entre 30 y 600 millones de espermatozoides de los cuales sólo uno aporta el gameto masculino a un óvulo que es madurado cada 28 días. Cualquier variación en este proceso en tiempo, espacio y condiciones habría cambiado la historia de mi nacimiento y la probabilidad resultante de haber nacido sería muy inferior a la millonésima. Luego, un cálculo de probabilidades muy básico tomando en cuenta las generaciones anteriores a la mía, de padres, abuelos, bisabuelos y así hasta el coacervado o célula originaria resultaría que cualquier variación por mínima que fuera haría imposible que yo naciera. Es decir la probabilidad de nacer tiende a cero. Pero aún así nací. Entonces, ¿Cuál es el sentido de mi existencia? Y si tiene algún sentido, nuevamente, ¿Cuánto valgo yo?
En estos agites mentales donde aprecio el sentido de mi existencia siempre viene a mi mente la carta del indio Seattle, aquel jefe indio de la tribu Suwamish que responde al Presidente Pierce de los Estados Unidos sobre su intención de comprarles sus tierras. En esta carta el indio reflexiona sobre las acciones que ejecuta el hombre blanco en contra de sus hermanos (otros seres humanos, los animales, los árboles y la naturaleza como un todo): "Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia". Es decir nuestra existencia tiene sentido en la medida que se integre de manera armónica al sistema de vida en el planeta tierra y al universo.
Luego recuerdo aquel libro viejo y usado que un día me regaló mi hija Isabella de 9 años cuando me vio hojeándolo entre tantos otros y adivinó que tal vez ése me gustaría, "El Ser o la Nada" de Sartre. Para Sartre, como seres humanos debemos trascender la condición temporal (mala fé) de nuestra ocupación o posición social para adentrarnos en la gran corriente de la humanidad y alcanzar la existencia auténtica. Esto incluye rebelarnos a las formas burguesas de dominación de las masas que utilizan la falsa ética y falsa moral. Debemos tener conciencia del mundo y del sí mismo en la libre búsqueda de nuestra esencia como seres humanos, aquello que nos define y que construimos nosotros mismos mediante nuestros actos.
Y al hablar de conciencia, como no recordar al Bolívar del Chimborazo y al Comandante Chávez, su gran pupilo. En el Chimborazo, el Dios del Tiempo se le revela a Bolívar y le da el mandato de elevar la conciencia de los hombres: "Observa, aprende, conserva en tu mente lo que has visto, dibuja a los ojos de tus semejantes el cuadro del Universo físico, del Universo moral; no escondas los secretos que el cielo te ha revelado: di la verdad a los hombres". Sus acciones, escritos y enseñanzas siempre ahondaron en este sentido. Doscientos años después, el Comandante Eterno siguió este mandato y no descansó un segundo de su vida en tratar de elevar la conciencia de su tropa y luego de su pueblo para liberarla del yugo de la dominación imperial burguesa. Aún recuerdo las fotos que mostró de niños afganos, asesinados por los bombardeos de Estados Unidos en la Guerra de Afganistán cuando exclamó: "No se puede combatir el terror con más terror".
En definitiva el valor de uno mismo y de las personas se convierte en una medida subjetiva y depende del nivel de conciencia. Para el ser no-consciente o de falsa conciencia donde domina la "mala fe" temporal de la ocupación a la que se dedica o la clase social a la cual pertenece, éste se auto-engaña y niega su propia libertad limitándose a su propio ego. Por otra parte, el ser consciente trasciende su ego personal y vive una vida autentica con plena conciencia de su valor existencial y del valor del semejante. Al lograr su libertad, se rebela ante los falsos dogmas, es irreverente y desafía los falsos líderes. Para éste ser, el valor de si mismo depende de cuanto valen para él los demás. Como decía el Che Guevara "si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros". El ser consciente se ama a si mismo en la medida que ama a los demás, logra un balance armónico entre lo individual y lo colectivo en una sola unidad indivisible. Se convierte en un ser bondadoso y amante de sus semejantes y de la naturaleza.
Espero que algún día los niños pobres del mundo valgan tanto, para todos en este planeta, como un bebé real inglés. Ese es mi sueño.
Fuente:spanish.irib.ir