El relato de reunión de la gente de la casa de Imam Huseyn con Ibn Ziyad después de la masacre de Karbalá
Por el Sheij Huseyn Ansarián
Sheyj Al-Mufíd, Seyed Ibn Táwuus, y Alámah Maylesí, las bendiciones de Dios sean con todos ellos, han recogido así este hecho:
“Cuando los miembros de Ahl ul-Bayt (a.s.) llegaron a Kúfa, Ibn Ziyád organizó una fiesta en Dar al-Imárah para celebrar su victoria. Ordenó que se permitiera entra libremente a todo el que lo quisiera y que le trajeran la cabeza cortada del Señor de los Mártires (a.s.) y la colocasen junto a él. Entonces, dispuso que hicieran entrar a su presencia a las mujeres y los niños de Ahl ul-Bayt (a.s.).
La noble Zayab al-Kubra (a.s.) entró en el salón. Llevaba unas ropas viejas y gastadas. Nadie la reconoció. Fue a sentarse a un rincón de la sala y el resto de las mujeres se sentaron alrededor de ella.
Ibn Ziyád dijo:
“¿Quién es esa mujer que se ha sentado en aquella esquina rodeada por el resto de las mujeres?”
Nadie le respondió. Tres veces repitió la misma pregunta hasta que la última vez una de las sirvientas dijo:
«هَذه زَيْنَبُ بِنْتُ فاطِمَةَ(ع) بِنتُ عَليّ(ع)»؛
“Ella es Zaynab hija de Fátima y de Ali, la paz sea con ellos.”
Ibn Ziyád sin ningún respeto dijo:
«الحَمْدُللهِ الذي فَضَحَکُم وَأَکْذَبَ اُحْدُوثَتَکُمْ»؛
“Alabado sea Dios que os ha humillado y que ha evidenciado la mentira de vuestras palabras.”
La noble Zaynab al-Kubra (a.s.) respondió:
«إنَّما يَفْتَضِحُ الفاسِقُ وَيَکذِبُ الفاجِرُ وَهُوَ غَيْرُنا»؛
“En verdad, el pecador es quien es humillado y el libertino es quien es desmentido y nosotros no somos de esos.”
Ibn Ziyád dijo:
«کَيْفَ رَأَيْتِ صُنعَ الله بِأخيک وَأهلِ بَيتِک»؛
“¿Cómo contemplas entonces lo que Dios ha hecho con tu hermano y la gente de tu casa?”
La noble Zaynab al-Kubra (a.s.) respondió:
«مَا رأَيْتُ إلّا جَميلاً»؛ «فَانْظُر لِمَن الفَلْجُ يَوْمَئِذٍ ثَکَلَتْکَ اُمُّکَ يَابنِ مَرجانَة»؛
“No hemos contemplado más que belleza. Tú eres quien debe contemplar de quien es la victoria en este día ¡Oh Hijo de Maryana! Tu madre está de luto por ti.”
«وَکَأَنَّهُ هَمَّ بِها»؛
Ibn Ziyád acusó aquellas palabras con irritación, por su rostro pareciera querer matar a la noble Zaynab, por lo que Amru ibn Hurayz le dijo:
«فَقالَ لَهُ عَمروبنِ حُرَيْثِ إنَّها إمْرَأَةٌ وَالمَرأةُ لٰا تُؤاخَذُ بِشَيءٍ مِن مَنطِقِها»؛
“No le hagas caso, es solamente una mujer y no hay que darle importancia a sus palabras.”[1]
Entonces, Ibn Ziyád miró a la cabeza cortada que tenía junto a él con una sonrisa despectiva. Con un bastón que tenía en sus manos golpeó los labios y dientes de la cabeza cortada.
Al lado de Ibn Ziyád se encontraba Zayd ibn Arqám, que había sido uno de los compañeros del Mensajero de Dios (s.) que al ver lo que hacía le gritó:
«فَوَ اللّه الذی لا اله الا هو، ...»
“Deja de golpear esos labios, pues juro por Dios que no tiene semejante, que fui testigo de cómo los labios del Profeta se posaban sobre esos labios y los besaban numerosas veces.”
Los llantos y lamentos se elevaron hasta escucharse fuera del salón.
Ibn Ziyád dijo:
“Si no fuera porque eres un viejo tonto ahora mismo te cortaría el cuello.
Zayd ibn Arqám dijo:
“¡Oh Ibn Ziyád! Yo vi al Mensajero de Dios (s.) con Al-Hasan sentado en su pierna derecha y al-Huseyn en su izquierda, decir, mientras les ponía las manos sobre sus cabezas:
“¡Oh Dios! ¡He puesto a ambos bajo Tu cuidado!”
¡Oh Ibn Ziyád! ¡Mira bien lo que haces con lo que pertenece al Mensajero de Dios.[2]
Entonces, Ibn Ziyád se volvió hacia el noble Imam As-Sayyád (a.s.) y preguntó:
“¿Quién es este joven?”
Le dijeron:
“Es Ali ibn Al-Huseyn (a.s.).”
Dijo:
“¿Pero Dios no ha acabado con él?”
El noble Imam dijo:
(اللهُ يَتَوَفَّی الْأَنْفُسَ حيٖنَ مَوْتِهٰا)؛
“Dios es quien recoge las almas cuando les llega la muerte…”[3]
Ibn Ziyád dijo:
“¿Me replicas con audacia e insolencia?”
Dio orden de que le sacasen de la sala y le cortasen en cuello, pero cuando la noble Zaynab al-Kubra (a.s.) escuchó aquella orden, dijo:
“¡Oh Ibn Ziyád! ¡Ya has derramado bastante sangre nuestra! ¡No has dejado a nadie de los nuestros vivo!”
Y abrazando al Imam Zayn ul-Abidín (a.s.) dijo:
«وَالله لَا اُفارِقُهُ فَإن قَتَلْتَهُ فَاقتُلني مَعَهُ»؛
“¡Juro por Dios que no me apartaré de él! ¡Si quieres matarle tendrás que matarme a mí también!”
Ibn Ziyád dijo:
“¡La fuerza de la sangre!” y dejó sin efecto su orden de matarle.[4]
***
Extraído del libro: La epopeya de Ashura, un vistazo a la épica del Señor de los Mártires; Imam Huseyn (P); Editorial Elhame Shargh, 2014
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[1] Abu Mihnaf, Maqtal al-Huseyn (a.s.), p. 166-167; Sheyj Al-Mufíd, Kitáb al-Irshád, t. II, p. 115; Seyed Ibn Táwuus, Malhúf ‘ala qatli at-Tufúf, p. 200-202; Sheyj Abbás Qommí, Muntahá Al-Ámál , t. II, p. 947-949.
[2] Tabarsí, Elám al-Wará, t. I, p. 471; Sheyj Al-Mufíd, Kitáb al-Irshád, t. II, p. 114-115; Baládurí, Ansáb al-Ashráf, t. III, p. 412-413; Táríj Tabarsí, t. IV, p. 349; Ibn Azír, Kámil, t. IV, p. 81. Citado en todas estas fuentes, con pequeñas diferencias entre ellas.
[3] Sagrado Corán, 39:42.
[4] Sheyj Al-Mufíd, Kitáb al-Irshád, t. II, p. 116-117; Seyed Ibn Táwuus, Malhúf ‘ala qatli at-Tufúf, p. 202; Sheyj Abbás Qommí, Muntaha al-Ámál, t. II, p. 949-950; Táríj Tabarsí, t. IV, p. 350.