Islam y Musulmanes SÍ; Terroristas y Terrorismo NO
Roberto Chambi Calle
Los sucesos acaecidos después de la primera y segunda Guerra Mundial marcaron definitivamente los sistemas políticos internacionales y más aún el de aquellos que todavía no eran independientes; vale decir que estaban sometidos en sendos procesos coloniales de los países que habían ganado la guerra y cuyo botín aún se repartía y administraba.
Todos estos procesos coloniales de emancipación política y humana fueron siempre reprimidos y calificados como subversivos e ilegítimos, lo cual era lógico entender; pues todo el poder de información y esclarecimiento estaba en manos de las potencias y superpotencias que habían ganado la segunda Guerra Mundial. Así por ejemplo: Palestina, Afganistán, Siria o Irak, fueron y son aún las víctimas de toda esta repartija territorial y geopolítica en donde las colonias y/o administradores lo hacían en nombre de Naciones Unidas, la misma que en sus inicios no representaba a todos los sujetos internacionales; así mismo los que estaban dentro su seno no eran países plenamente democráticos, sino en su mayoría eran proclives a gobiernos dictatoriales o complacientes con las políticas de los países capitalistas y colonialistas, por lo tanto “manifestar que en nombre de todas la naciones se invadía o se colonizaba o se administraba un territorio por ser un derecho de todos”, era falso y creado solo para sus fines de poder.
Siguiendo esa línea muchos países avizorando su futuro económico, decidieron colonizar y poner a gobiernos y monarquías que los puedan favorecer en sus políticas usurpadoras y expansionistas. Una vez realizadas estas alianzas, estos se convertían en los guardianes y los satélites del imperialismo en la región. Estos focos de poder no solo tenían el fin de resguardar las políticas y planes de sus amos; sino también de ejecutarlas sin importar la violación a los derechos humanos, políticos y culturales de las personas. A raíz de ello muchos individuos han tenido que perder sus viviendas, su tierra, sus vidas y ser apátridas por la fuerza.
Definitivamente los ganadores de una guerra son los que ponen sus reglas de juego, las mismas que sólo obedecen a sus intereses; sin embargo cuando se viola y se subyuga a las naciones siempre se levantan aquellas personas que están en contra de esta opresión, las mismas que una vez que son clasificadas y acusadas fútilmente de asesinos , mercenarios o milicianos según la política de los vencedores son tildados como rebeldes o gobiernos hostiles; así por la ideología o la práctica que tiene se le denomina “terrorista”, ¿Pero quién tiene el derecho de denominar quién es terrorista y qué es terror? ¿Quién tiene esa potestad para señalar con el dedo acusándolo como tal? ¿Y qué grado de validez jurídica tiene esta acusación en lo que respecta a las leyes y a los tribunales internacionales?
Hoy acusar y señalar con el dedo se ha convertido en un acto pleno y legítimo para el imperialismo; así como en algún momento se dijo que Cuba estaba dentro de los países terroristas, hoy simplemente con una manifestación de la administración norteamericana ya no tiene esa calidad, ¿Acaso eso será suficiente para decir qué país es o no terrorista?, los sujetos internacionales que aceptan tácita o explícitamente esta acusación o desclasificación, son también parte de este colonialismo.
Por lo tanto, desde la Segunda Guerra Mundial muchos territorios en el continente asiático y Africano (manifestamos ello para el caso de análisis) han sido colonizados no solo por la fuerza; sino también por el pensamiento y los paradigmas de lo que es “vivir” según sus principios, lo cual “les ha dado el derecho” de atacar, invadir y asesinar a las generaciones; pues no estaban acatando “las normas de convivencia social y seguridad”.
Todos estos procesos coloniales han hecho que en el seno mismo de los territorios donde ellos sojuzgaban, apareciesen grupos que en muchos casos se volvieron hostiles a este tipo de políticas agresivas, algunos de ellos con una justa razón, otros simplemente para servir de cortina de humo para el imperialismo. El continente Asiático así como el africano, son una de las mayores víctimas de la colonización; pues aún se siguen explotando sus riquezas; así como se sigue desestabilizando sus políticas estatales, así como se invade y destruye sus territorios.
Lo que pasa en Siria, Irán, Afganistán o Libia es solo una muestra de las políticas agresivas del imperialismo, un gobierno como el de Muamar Gadafi ha sido derrocado todo por el interés energético; así como se está queriendo destruir a Irán por los recursos petrolíferos o la desestabilización de Siria porque el Sr. Bashar al Assad es un aliado de Irán y Rusia y por lo mismo debe ser controlado o las constantes agresiones al pueblo Palestino que por el hecho de “no tener un estado legitimado” es atacado y asesinado por el ejército estadounidense con la regencia de Israel.
En todos estos sucesos, las principales víctimas han sido las poblaciones donde habitan musulmanes en su mayoría, en donde una de las estrategias (como otrora lo fue durante la guerra fría) es acusar al Islam y a los musulmanes por la inestabilidad en la zona; así como usan este pretexto para invadirlos y apropiarse de sus recursos energéticos, lo acaecido en Libia, Irak o Afganistán ha sido la pólvora para que hoy en día en Medio Oriente no pueda haber paz, utilizando de pretexto al islam y a los musulmanes, tildándolos de terroristas al hacer analogías sinuosas y falsas, cuando se compara a los mismos con grupos terroristas que interpretan a raja tabla sus leyes matando a hombres, niños y mujeres. Estos “grupos de terror” que hoy existen, también son una creación indirecta de las políticas colonialistas; pues ellos fueron los que han preparado este caldo de cultivo para que grupos y mercenarios como “Al Qaeda”, “Daesh”, “Boko Haram” siembren el terror y el caos en Medio Oriente.
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