Un resumen de los puntos de vista de las distintas escuelas respecto al “hombre perfecto”
Murtaza Motahhari
“Él es quien ha enviado a los gentiles iletrados un Mensajero de entre ellos mismos para recitarles Sus revelaciones, para purificarlos y para instruirlos en las Escritura y la Sabiduría, aunque hasta ahora han estado en un grueso error”. (62:2).
Cada escuela de pensamiento que se preocupa por la humanidad tiene su propio punto de vista respecto a la perfección del hombre o el hombre perfecto. En el área de lo que se llama “ética”, discuten si ésta es “arte” o “conocimiento”. No es ciencia, significando con ello que no se ocupa de las cosas como son sino como deberían ser. Argumentan que si el hombre posee todas las cualidades y facultades que lo constituyen, se dice que es él realmente.
En términos generales se pueden resumir los puntos de vista de las autoridades de distintas escuelas de pensamiento en varios conceptos básicos. Uno de ellos es la teoría o concepto de la razón, del hombre como “intelectual”. Es decir, el punto de vista de quienes consideran al hombre desde un ángulo intelectual o a través de la percepción racional. Este grupo considera la razón o intelecto como la única esencia real del hombre, significando el intelecto la capacidad de razonar y pensar. Algunos de los filósofos de la antigüedad, incluidos los nuestros, como Avicena, han adherido a este punto de vista. Aseguraban que el hombre perfecto era el filósofo, y sostenían, que la perfección del hombre yace en su conocimiento y en su capacidad de conocer (su “hikmat”, es decir, su sabiduría).
¿Qué entendían por hikmat? ¿Entendían lo que hoy día entendemos por ciencia? No. Por hikmat, teórica y no práctica, entendían una profunda y global comprensión de toda la escala de la existencia. Esto es distinto a la ciencia porque ella misma es parte de toda la existencia.
Analicemos un poco, con el objeto de clarificarla, la diferencia entre filosofía y ciencia. Por ejemplo, si se requiere información respecto a la ciudad de Teherán, se la puede conseguir o buscar de dos maneras. Una manera es la reunión de datos generales pero imprecisos o muy vagos. La otra manera es reunir datos con detalles específicos. Algunas veces nuestra información acerca de la ciudad es como la que nos suministra un responsable municipal, quien nos exhibe un plano general de Teherán y nos indica la disposición general de las calles, parques y distintas villas. Nos da con una descripción general que carece de detalles y especificaciones, un esquema de la ciudad donde no se puede localizar una casa determinada. Pero otra persona puede tener poco conocimiento o información de la ciudad, no conocer la numeración de las calles o nombres de los parques, cerros, etc., pero en cambio conocer perfectamente un lugar particular de la ciudad o de la vecindad. Puede conocer muy bien los nombres y números de los senderos y alamedas de esa vecindad, la cantidad de casas que existen en cada pasaje e incluso los colores de sus puertas.
La persona que tiene un conocimiento general de la ciudad generalmente no está enterada de nada de una alameda o paseo en particular. Y quien conoce ese paseo o sendero en particular puede no conocer nada de la ciudad en general. El filósofo es quien estudia la configuración total del ser o la existencia. Quiere ubicar el apogeo o zenit de la existencia o ser, su comienzo y su fin, y comprender los distintos estadios o niveles de la realidad y sus normas y leyes generales. Sin embargo, tal filósofo puede no saber nada acerca de una planta determinada, de un animal, la tierra, el sol, etc. En la visión del filósofo, hikmat significa conocimiento o conciencia de todo el mundo de la existencia y de los distintos componentes del universo en su conjunto. Todo el universo se refleja en el espejo mental del filósofo, o en su conciencia, pero de manera vaga.
Acostumbraban a decir que la perfección del alma del hombre consiste en la comprensión de toda la existencia, no de una parte, reflejada en su conciencia. En otras palabras, la perfección del hombre yace en la integridad (de la comprensión) de su desarrollo, convirtiendo al mundo intelectual en similar al mundo objetivo. Como dijo un poeta: “Su porción de conocimiento aseguró un universo en un lugar apartado y tranquilo”.
En la opinión de los filósofos, un hombre perfecto es aquel que ha desarrollado completamente su intelecto y obtenido la perfección. En otras palabras, un hombre perfecto es aquel en cuya consciencia se tiene en cuenta y registrado un compendio o perfil de la existencia. Pero, ¿cómo lo logra? por medio de la reflexión y la contemplación; por medio de la discusión y la prueba; por medio de la razón y la lógica. Va a través de esos estadios paso a paso, para llegar a tal condición.
Pero los filósofos no estuvieron satisfechos Con este argumento. Afirmaron la existencia de dos filosofías o hikmat. La teórica, es decir, la adquisición del conocimiento universal por el medio antes indicado, y la filosofía aplicada o hikmat-e-amali (sabiduría práctica). ¿Qué es hikmat-e-amali? Hikmat-e-amali o sabiduría práctica, implica el absoluto dominio del intelecto del hombre sobre todos sus instintos, energías y facultades de su ser. Se dice que, si por la filosofía teórica (hikmat-e-nazari) se llega a comprender el universo a través de la razón y el intelecto, y además se tiene éxito por medio de la filosofía aplicada (hikmate-amali) en conseguir que la razón y el intelecto dominen el alma y el ego de tal manera que, si se quiere, todos los deseos se someten al intelecto y a la razón, entonces se es un ser humano perfecto.
Otra escuela de pensamiento que se ocupa del hombre perfecto es la escuela del amor. Esta escuela sostiene que la perfección del hombre descansa en el amor. Por “amor” entienden el amor por las cosas que sólo el amor hace alcanzables. Contrariamente a la escuela de la razón, en la que no se involucra el movimiento, pues es contemplativa e intelectual (por lo que el hakim o filósofo no habla de movimiento ya que en su opinión todos los movimientos son mentales), la escuela del amor es una escuela de movimiento, pero de movimiento vertical y ascendente, no de movimiento horizontal. En los pasos iniciales que realiza el hombre hacia la perfección, su movimiento debería ser ascendente y vertical, es decir, en la dirección del Señor, en vuelo hacia Dios.
Los adherentes a esta doctrina argumentan que lo que se habla no es articulado o salido del pensamiento o intelecto, ni es el resultado de la discusión y el razonamiento, sino que proviene del alma del ser humano. Creen que el alma del hombre es activada realmente por algún movimiento moral o espiritual y que avanza hasta su encuentro o reunión con Dios. Es aquí donde empieza la disputa. ¿Cuál es el significado de “alcanzar a Dios o reunirse con Él”? De todos modos este argumento tiene valor en su contexto particular y por derecho propio. La escuela del amor esencialmente se burla de la escuela de la razón.
Uno de los capítulos más interesantes y excelentes en nuestra literatura es el debate entre el amor y el intelecto. Como los que siempre se han ocupado de argumentar en este tipo de debate han sido los gnósticos y sufís, siempre ha salido ganador el amor. La escuela del amor no considera suficiente al intelecto para que el hombre obtenga la perfección. Opina que el intelecto es parte de la existencia humana y que la verdadera esencia del hombre no se forma totalmente de razón e intelecto. Sostienen que el intelecto, al igual que un ojo, es una herramienta, un medio, pero que la esencia del hombre no es toda intelecto: la esencia y substancia del hombre es espíritu, y el espíritu es del mundo del amor. Es una substancia o existencia que está desprovista de todo, menos de movimiento hacia el Ser Supremo. Así es como se empequeñece al intelecto en esta escuela. Hafiz se refiere a este punto con una interpretación maravillosa:
“La razón, no tiene valor alguno para el rojo vino
En mejor posición está quien por medio de tal
ocupación se alimenta”.
Los ‘urafá (místicos, gnósticos, etc.) han preferido invariablemente la intoxicación o el extremo alborozo a la sobriedad del intelecto o razón. Tienen argumentaciones especiales al efecto. Por ejemplo, para ellos el monoteísmo tiene un sentido diferente. Su idea de monoteísmo significa panteísmo. Es un tipo de monoteísmo donde todas las cosas asumen la forma de “la palabra”. En esta escuela de pensamiento el hombre perfecto finalmente se vuelve como Dios, es en realidad Dios mismo. Y todo ser humano que se convierte en perfecto deja de ser tal y obtiene o logra la divinidad. Más adelante volveremos a hablar de este punto.
LA ESCUELA DE LA FUERZA O PODER
Otra escuela de pensamiento que se ocupa de la cuestión del hombre perfecto es la doctrina sobre la preeminencia de la fuerza. No se apoya ni en la razón ni en el amor, sino solamente en la fuerza. De acuerdo a dicha postura el hombre perfecto es el hombre fuerte, poderoso. Y “kamal” o perfección significa “qudrat” (fuerza), en cualquier sentido o forma que se use: poder, valor, etc.
En la Grecia antigua hubo un grupo llamado “sofistas” que decía franca y abiertamente que “lo correcto, bueno, es (lo que da) la fuerza, el poderío”. En otras palabras, donde hay fuerza y poderío hay razón, derecho, justicia. Dondequiera haya poder o fuerza el derecho o la razón es la fuerza misma, siendo la debilidad igual a la ausencia de derecho o razón. Para este grupo la justicia y la crueldad no tiene ningún sentido, por lo que dicen con su especial razón: “El derecho del poder es un derecho basado en la fuerza. Es decir todo lo que es correcto o justo emerge o resulta de la fuerza o energía”. Creen que el hombre debe dirigir todos sus esfuerzos solamente a adquirir fuerza, poder o vigor. Y el hombre debe establecer una meta u objetivo para su poder.
En el último par de siglos esta escuela fue revitalizada y seguida por Federico Nietzsche, el conocido filósofo germano, quien sostuvo abiertamente dicha doctrina. Sus seguidores argumentan que expresiones tales como “decir la verdad es bueno”, “ser honesto es bueno”, “hacer el bien es bueno”, etc., son parloteos sin sentido, de ningún valor. Para ellos: “dar una mano a una persona débil no tiene ningún mérito. Más bien lo que habría que hacer es darle una patada, pues el mayor pecado de la persona es ser débil. Y la debilidad debe sumarse como un agobio o carga más”. Nietzsche, él mismo antirreligioso y contrario a Dios, creía que la religión era un invento de los débiles. Es lo opuesto a lo dicho por Carlos Marx en cuanto a que la religión fue inventada por los fuertes y poderosos para mantener al débil sometido. Nietzsche dice que la religión fue inventada por los débiles con el objeto de limitar la fuerza de los poderosos. En opinión de Nietzsche el hombre ha sido inducido al error por la religión al desarrollar conceptos como los de perdón, generosidad, misericordia, equidad, justicia, etc., engañando así al poderoso y haciéndole reducir su poderío. Nietzsche asegura que la religión ha hablado de “impugnar el ego o ‘yo’”. ¿Por qué combatir el nafs, ego? Al contrario. ¡Hay que desarrollarlo! Las religiones hablan de igualdad. Nietzsche dice que eso no significa nada y que no tiene ningún sentido. Debe existir siempre un grupo que tenga el poder, tal es el grupo superior, y los otros deben someterse a él, luchando por vivir. El oprimido debe trabajar para que el grupo superior pueda desarrollarse y hacerse cada vez más grande, de manera que de ahí pueda emerger el superhombre. Las religiones han hablado de “la igualdad de los sexos”. En la opinión de Nietzsche esto no tiene sentido. El hombre es el sexo superior y fuerte. La mujer ha sido creada para servir al hombre y no hay ningún otro propósito en su creación, por lo que el concepto de igualdad del hombre y la mujer es un error. Esta escuela considera al hombre perfecto, el mejor, el más sublime, como equivalente al hombre fuerte, poderoso. Iguala perfección con poderío o fuerza.
¿ES LA VIDA UNA LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA?
El decir que “la vida es una lucha por la supervivencia” ha sido un argumento que circuló entre nosotros, pero no es así. La lucha por la supervivencia significa defender lo que es justo y correcto. Algunos sabios islámicos como Farid Waydi han dicho que la guerra es una necesidad para el hombre y que mientras haya hombres habrá guerras. Que la guerra es una ley de la vida humana. Tales personas creen también que esto está confirmado por el Sagrado Corán: “...si Allah no hubiera repelido a unos hombres por medio de otros, los monasterios y las iglesias, las sinagogas y las mezquitas, hubieran sido destruidas completamente” (22:40). O: “Si Allah no hubiera derrotado a unos a manos de otros, la tierra habría sido totalmente corrompida” (2:251). Sostienen que en estos dos versículos el Sagrado Corán ha declarado explícitamente que combatir es esencial.
Pero dichos versículos coránicos han sido mal comprendidos por quienes dicen que ellos decretan la guerra. Esos versículos coránicos se ocupan de la defensa. Se presentan frente a la afirmación cristiana que habla de “la paz absoluta”, planteada por algunos sacerdotes o autoridades en condenación de la guerra. El Sagrado Corán dice que lo que está condenado es la guerra de agresión y no las que se llevan a cabo en defensa de la verdad y la justicia. Que los sacerdotes sepan que serían incapaces de ir a sus iglesias a realizar sus cultos de no haber existido guerras defensivas, así como los fieles musulmanes no podrían haber ido a sus mezquitas. Si los musulmanes creyentes pueden realizar el culto en las mezquitas es debido a los valerosos soldados que defendieron el derecho y la verdad. Y los cristianos que realizan el culto en las iglesias, deben estar agradecidos con los soldados que los defendieron. Por lo tanto, nada impide que el hombre alcance tal grado de perfección sin que haya ninguna guerra, ni siguiera legal. Así, la afirmación de que la vida es una lucha por la supervivencia, en el sentido que la vida necesita de la lucha, no es válida.
Me gustaría mencionar algo, que a algunos les puede desagradar, ya que hay jóvenes que se turban cuando oyen algo que va contra sus tendencias. En los cuarenta o cincuenta años pasados se ha atribuido una manifestación al Imam Husein (P) que no tiene sentido y ningún libro ha incluido. Dice: “La vida significa tener una opinión o idea y luchar por ella”. ¡No! Tal pensamiento es característico de los occidentales que dicen que se debe tener una idea y combatir por ella. El Corán habla de los derechos (haqq) y la justicia. La “yihad” (lucha, defensa) y la vida, en la perspectiva del Sagrado Corán, implican servir a la justicia y combatir por ella en el camino de Dios. Lo cual es distinto a tener una idea u opinión y combatir por ella, pues así como una idea puede ser justa y correcta, también puede ser errónea y falsa.
Una idea u opinión es una concepción. La mente del ser humano concibe miles de ideas y supuestos. Es una ideología distinta a la islámica la que dice que, en un análisis final, se debería tener una opinión y combatir por ella. ¿Cuál sería la naturaleza de esa opinión? Dicen que puede ser cualquiera. Pero los argumentos del Sagrado Corán son precisos y acabadamente expresados. El Islam siempre habla de lo que es justo y cierto, y habla de la yihad en el camino de la verdad. No habla de una opinión y de luchar por ella. El Islam llama al hombre a revisar y rectificar primero su opinión, sostener la yihad con su propia opinión hasta obtener el punto de vista válido y correcto de haqq o verdad, última, y recién luego de haberla descubierto emprender la yihad en consideración a la misma.
De cualquier manera, la afirmación de que el hombre perfecto es lo mismo que el hombre vigoroso, el hombre fuerte físicamente, se ha fundado en el principio darwiniano de la lucha por la supervivencia. Este punto de vista (el de Darwin) ha sido muy recalcado, al punto tal que la vida no es sino luchar por sobrevivir, cosa en la que siempre están ocupados los seres humanos y los animales. Pero nosotros no queremos colocar al ser humano junto a los animales y decir que la vida del hombre no es otra cosa que una lucha por su perpetuación. Tal afirmación excluye la cooperación para la supervivencia.
Si lo que aseguran (los darwinistas) es cierto, ¿cuál es el sentido de la sinceridad, la unidad, la cooperación, la afabilidad, etc., entre los hombres? Ellos nos dicen que estamos en un error porque la cooperación ha sido impuesta por la lucha y que por detrás de la misma, la amistad, la sinceridad, etc., acecha la lucha. Y si pedimos que nos expliquen eso, nos responden que lo esencial en la vida de un hombre es la lucha o el combate, pero cuando éste encuentra un enemigo más fuerte, él mismo impone la amistad entre los más débiles. Pero tal amistad no es real, no es sincera y no puede ser cierta. Simplemente es una cooperación para enfrentar a un enemigo mutuo más fuerte (como se dice, subsiste la tesis y la antítesis).
Eliminemos al enemigo común y quienes han cooperado se dividirán inmediatamente en campos enemigos. Frente al más fuerte se unirán los más débiles y una vez eliminado el más fuerte el proceso se seguirá repitiendo hasta que solamente queden dos individuos. Si no existe un tercero, esos dos combatirán uno contra otro. Quienes adhieren a este punto de vista aseguran que la amistad, la paz, la sinceridad, el humanismo, la unidad, etc., son impuestas al hombre por las hostilidades. De esta manera, para quienes piensen así, la cuestión esencial es luchar, combatir, y la cooperación es su producto.
Así como las escuelas de la razón y clamor tenían doctrinas que las contradicen, lo mismo pasa con la escuela de la fuerza. Algunas se burlan en exceso de la fuerza al punto que la perfección del hombre pasa a ser su debilidad. En tal doctrina, el hombre perfecto es aquel que no tiene ninguna fuerza o poder, porque si el hombre tiene fuerza o poder los usará para la agresión. El mismo Saadi ha caído en este error en su poesía, cuando dice:
“Como una hormiga aplastada por el pie
No (puedo) picarte y producirte dolor
No (tengo) poder con el cual dañarte.
Gracias al Señor, no lo puedo hacer”.
No Saadi, no es así, no seas hormiga ni abeja y agradece al Señor por no dañar a otros teniendo poder para hacerlo. En otro poema Saadi ha dicho:
“(Hay) un adorador solo en los cerros
contento en una cueva
lejos de todas las enfermedades sociales
¿Por qué no viene a la ciudad
los deseos del corazón a cumplimentar?
Dijo él: en ella hay hermosas damiselas
con abundante fango en realidad
(por donde) los elefantes en grupo tranquilamente pueden pasar”.
Escuchando la respuesta del asceta, Saadi no continúa desarrollando ese punto, aunque admite que uno puede corromper mucho más rápidamente en la ciudad que en el campo.
¡Qué magnífico! ¿¡Por qué un hombre se va a autoaislar en una cueva para alcanzar la perfección!? Saadi debería haber recordado “el más bello de los relatos” (Ahsan ul Qasas) contado en el Sagrado Corán, es decir, la historia de José (Yusuf, sura 12), quien tuvo todos los medios para entregarse a los deseos carnales a su disposición, pero resistió y preservó su pureza y corrección, incluso bajo la persecución de una mujer seductora en una habitación aislada. Cuando José fue duramente presionado para que se someta a la pasión carnal, rogó al Señor: “Prefiero la cárcel a acceder a lo que ellas me sirvieron como un manual de conducta a lo largo de mi vida”.
El primer principio que menciona Gandhi es que en el mundo existe solamente una realidad que es el conocimiento del “nafs” o ego, en otros términos: conocerse uno mismo. Sobre esta base Gandhi hace un cautivante ataque a los occidentales cuando dice: “El occidental llegó a conocer el mundo pero no a sí mismo. Y como no se conoce a sí mismo, ha hecho desdichado al mundo y a sí mismo”.
El segundo principio es: quien se conoce a sí mismo puede conocer a otros y a Dios. El tercer principio es que existe solamente un poder (una libertad, una justicia) y es la facultad de autodominio. Quien puede controlarse a sí mismo puede controlar otras cosas. Hay solamente una categoría de amor en la tierra y es el amar a otros como a uno mismo. En otras palabras, considerar a otros como nos consideramos o respetamos nosotros mismos.
Por gnosis o conocimiento los adherentes a esta escuela entienden el autoconocimiento. La cuestión de la contemplación o descubrimiento de la propia realidad es muy significativa en la filosofía hindú. El retirarse o zambullirse en la propia alma es también una meta (excluidas las rigurosas prácticas y disciplina yoga). La esencia de la filosofía hindú consiste en el autoconocimiento o autoconciencia, el rechazo de los recuerdos y la revelación de la verdad. También el mahabbah (afecto, amor) germina del autoconocimiento.
Por lo tanto, de acuerdo a esta escuela el hombre perfecto es una persona que se conoce a sí mismo. Conociéndose a sí mismo uno puede dominar su ego, su “yo”, y como resultado de ello amar a otros. Por lo tanto la escuela del afecto o gnosis se expresa principalmente por los puntos indicados.
Durante los dos o tres siglos pasados, han emergido una serie de ideas y posturas con una mayor inclinación hacia lo social que hacia las cuestiones personales. Una de estas escuelas considera como hombre perfecto a la persona que no pertenece a ninguna clase. Y cree que quien pertenece a alguna clase, particularmente a la clase alta, siempre es una persona deficiente o imperfecta. Más bien, como la persona completa no existe en ninguna clase social, esta escuela no tiene mucha fe en el hombre ideal o perfecto y no considera al ser humano con suficientes condiciones. En la opinión de esta doctrina, un hombre perfecto es quien vive en igualdad con las demás personas.
Otras escuelas han enfatizado la idea de la libertad y la conciencia y responsabilidad social. La escuela existencialista se inclina hacia la libertad social, dicha conciencia y sus responsabilidades resultantes. En opinión de este grupo, el ser humano perfecto es un individuo libre, informado (consciente), dedicado y responsable. Además sostienen que la libertad necesita de la lucha y la rebelión, lo cual constituye una escuela por sí misma.
LA ESCUELA DE LA BIENAVENTURANZA (PAZ)
Esta disciplina, que recuerda la escuela del vigor, fuerza o energía dice que uno debe beneficiarse lo más posible de las bendiciones de la creación, ser un filósofo y obtener la divinidad, ser de tal o cual manera, etc. Cuanto más uno se preocupa por obtener tales bendiciones, más completo se hace. El hombre perfecto es aquel que tiene éxito en el goce de la vida. Así, quienes consideran la ciencia y no la filosofía como la perfección del hombre, la ven como un medio para conocer y dominar la naturaleza y desean que ésta sea puesta al servicio del hombre para su goce. Este argumento expresa nuevamente que para el hombre la ciencia tiene un valor práctico y no intrínseco.
De acuerdo a ese punto de vista la ciencia es buena porque es un medio por el cual el hombre conquista y domina la naturaleza. Esto a su vez le provee al ser humano un goce más completo de aquella. Por lo tanto, si el ser humano quiere obtener la perfección debe hacer todo lo posible por explotar la naturaleza, pues no hay ningún disfrute fuera del goce de la misma. Los valores intrínsecos y la sacralidad y sublimidad esencial atribuidas a la naturaleza son palabras huecas, sin sentido. La ciencia no es otra cosa más que una herramienta. Para el hombre la ciencia no es sino como el cuerno para una vaca o los dientes punzantes para un león.
Estas son una serie de opiniones sobre el tema, a las cuales nos referiremos desde la perspectiva islámica más adelante. Veremos el valor que el Islam da a la razón, al poder, fuerza o energía, a las responsabilidades sociales y a la sociedad sin clases.
Indudablemente uno de los rasgos de la perfección del ser humano es su enfoque o actitud hacia la muerte. El temor a la muerte es una gran debilidad en el hombre. Una gran parte de las miserias humanas se basan en su temor a la muerte. Si ese temor desaparece cambiaría toda la vida del ser humano. Los grandes hombres enfrentan su muerte valientemente, con una sonrisa cuando les llega (hablamos de la muerte por una causa u objetivo, la que tendría el propósito de cumplir con una misión en la vida, no de la muerte por suicidio. Esta implica huir de las responsabilidades). Si la muerte le llega a una persona mientras está en el cumplimiento de su deber, es una felicidad. Como dijo el Imam Husein (P) a sus seguidores: “La muerte no es otra cosa que un puente que debe ser cruzado. Más allá del puente alcanzamos sitios inimaginables”, (Cfr. Luhuf, pág. 69, Nafasul Mahmum, pág. 116 y Maani ul Akhbar por Saduq, pág. 189). Se cuenta que cuando el Imam Hussein (P) estaba siendo decapitado lucía una sonrisa en sus labios.
Hombres así tienen un gran poder de atracción y repulsión. Tienen amigos muy leales como así también enemigos con mucho odio que se oponen conscientemente a la verdad. Los nobles Imames (P) del Islam eran hombres perfectos de ese tipo y modelos para sus sociedades.
El hombre perfecto es aquel que no es afectado por los sucesos. ‘Alî (P) fue un hombre que pasó por todos los estadios y posiciones, de trabajar como obrero a las jerarquías más altas, como la de gobernar como califa. Ha dicho ‘Alî Al-Verdi: “Alí (P) ha recusado a la filosofía marxista porque fue él mismo viviendo en una cabaña y en un palacio (no un palacio real). Su forma de pensar fue la misma mientras trabajaba con sus manos como operario, que cuando llegó a califa. Estas son algunas de las razones por las que ciertas personas son llamadas perfectas”.
GLOSARIO DE TÉRMINOS Y ABREVIATURAS
(00:00): Abreviatura para las citas del Sagrado Corán. El primer número indica una de las 114 suras o capítulos, luego de los dos puntos se indican los versículos.
‘ARIF: (Plural ‘urafá) Literalmente quiere decir sabios o conocedores. Designa a los seguidores del sufismo o espiritualismo islámico, también conocido como ‘Irfán.
BPD: Abreviatura de: La Bendición y la Paz sean con él y su Descendencia. Se dice después de la mención del Profeta Muhammad (BPD).
HADlZ: Ver Tradición.
HAFIZ: Famoso poeta místico iraní.
HEGlRA: La emigración del Profeta Muhammad (BPD) de la Meca a Medina en el 622 d.C. Es el punto de partida del calendario y era islámica.
IMAMES: En esta obra el término designa específica mente a los Doce Imames (P), los impecables sucesores del Profeta Muhammad (BPD) hasta la época actual. Ver: El Islam Shiíta, de Allamah Tabatabai.
MOULANA: Ver Moulavi.
MOULAVI: Literalmente “mi maestro”, es un apelativo común en oriente para Yalaluddín Rumi, conocido en occidente como un destacado exponente del sufismo. Se lo llama también Moulana que significa “nuestro maestro”.
MUYAHIDIN: Quienes combaten en el Yihad o Guerra Sagrada.
NAFS: Esta palabra árabe significa, según su uso, tanto alma como ego. Puede tener un sentido positivo, negativo o neutro según el contexto.
NAHYUL BALAGA: Famosa compilación de los dichos, cartas y sermones del Imam ‘Alî lbn Abi Talib (P). Es una obra famosa en todo el Islam por su sabiduría, elocuencia y perfección de la lengua árabe. El título significa “Cimas de la Elocuencia”, y hay versión en castellano.
P: Esta abreviatura entre paréntesis significa: La Paz sea con él. Se coloca luego de los nombres de los Imames (P) y de los Profetas (P).
SAADI: Famoso poeta y místico iraní. Algunas de sus obras están traducidas al español.
TRADICIÓN: Traducción del término hadiz, designa a los dichos, hechos, enseñanzas, etc., que se han recibido directamente del Profeta (BPD) o de los Imames de su Descendencia (P.), y que se encuentran compiladas en numerosos libros antiguos y modernos por millares. Es una de las dos fuentes de la doctrina islámica, ocupa el segundo lugar en importancia luego del Corán.
‘URAFA: Plural de ‘arif (ver).
VINO: Este término, igual que el de taberna, bebedores, borrachos, etc., que aparece en los poemas místicos citados en el texto, es una alegoría o símbolo para el néctar de la realización espiritual y la embriaguez de los estados contemplativos. No debe interpretarse como lo hacen algunos ignorantes en sentido literal (como en la poesía de Omar Khayyan) pues el vino y todo embriagante está totalmente prohibido en el Islam y los místicos siempre respetaron esto.
YIHAD: Este término (traducido a veces como Guerra Santa) significa todo lo que sea esfuerzo, sacrificio, combate, lucha, pero por un fin superior, no la mera violencia injusta. Se aplica tanto a la guerra que se emprende defensivamente para restablecer la justicia o rechazar la opresión, como al combate espiritual interior para establecer la justicia y equidad en la propia alma. En este último sentido es usado en este texto.
Extraído del libro El Hombre Perfecto Desde la visión del Islam y otros pensamientos; Editorial Elhame Shargh
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