Al-Quds
Pro: Mikail Alvarez Ruiz
Hace ya más de una semana que se oficializó el reconocimiento por parte de los EE.UU. de la ciudad de Al-Quds como capital del ente sionista de Israel. En estos días hemos visto cómo en algunos lugares del mundo se han realizado manifestaciones más o menos numerosas en apoyo de Palestina, y también algunas declaraciones por parte de distintos representantes gubernamentales tanto de países de la zona, como de fuera de ella; bien fueran para cumplir pero sin causar demasiada estridencia, bien fueran para llamar a los países árabes y musulmanes a unirse verdaderamente para enfrentar ente nuevo envite del sionismo realizado a través de su manijero estadounidense.
Cuando denunciamos la ocupación de Palestina y con ella la de Al-Quds, no lo hacemos para solidarizarnos con una simple reivindicación nacionalista de un pueblo oprimido por agentes externos que ansían exterminarlo para usurpar sus tierras. Cuando nos referimos a la ocupación de Palestina y con ella la de Al-Quds, estamos hablando de la mayor tragedia y la más sangrante herida que la Ummah[1] musulmana está sufriendo desde hace un siglo, tragedia que comenzó con la conspiración de Balfour a la que nos referíamos hace unos días en otro artículo y que ahora está experimentando un nuevo capítulo con la ilegal decisión del Presidente de los EE.UU. de reconocer a Al-Quds como capital del ente sionista de Israel y por tanto trasladar allí la embajada de su negro país.
Al-Quds, la primera qiblah[2] de los musulmanes y generalmente considerada como el tercer lugar más sagrado del Islam.
Ellos maquinan, pero Allah (SWT) es el mejor de los maquinadores. Demostrado ha quedado, y especialmente en los últimos años, cómo cada complot del colonialismo filosionista se ha traducido en un fracaso para ellos y en un fortalecimiento del campo de la Resistencia. Lo hemos visto en Iraq, lo hemos visto en Siria, lo hemos visto incluso en las recientes maniobras saudíes para controlar El Líbano. Cada maniobra destinada a dañar el campo de la Resistencia se les ha vuelto en contra a sus malos estrategas, y en este caso Insha Allah ocurrirá lo mismo.
A pesar de todas las artimañas externas e internas llevadas a cabo en las últimas décadas para dividir y destruir la Ummah, y que ciertamente han tenido un éxito momentáneo, y tal vez cuando más felices se las prometía el colonialismo filosionista creyendo haber alcanzado su objetivo definitivamente, el nuevo embate sionista ejecutado por el obtuso presidente estadounidense puede servir precisamente para que esta maltrecha Ummah recapacite y vuelva a tomar conciencia de la necesidad de unir nuestras manos para evitar la aplicación de la nada inteligente decisión estadounidense, e incluso más allá, retomar el objetivo de la liberación de la tierra palestina como el principal de la Ummah hoy en día, objetivo en torno al cual comenzar a reconstruir la tan necesaria unidad.
¿Qué ha podido provocar el envalentonamiento del sionismo y sus agentes en este momento, al punto de no considerar que esta acción pueda volvérseles en contra como las anteriores?
Sin duda uno de los motivos decisivos para este nuevo envite es el establecimiento de algunos países de la zona de relaciones secretas, e incluso consultas y coordinación, con el régimen del ente sionista.
Estos países en lugar de trabajar por contrarrestar las amenazas de los sionistas en la región, por el contrario se han alineado con los EE.UU. y el ente sionista de Israel para tratar de conseguir lo que ellos denominan “normalización”, lo que no es otra cosa que aceptar la dominación sionista y enterrar para siempre la causa de la recuperación de la ocupada tierra de Palestina. Buena prueba de ello es lo ocurrido durante esta semana en las reuniones de la Organización de la Conferencia Islámica y de la Unión Interparlamentaria Árabe, convocadas con urgencia para tratar sobre la decisión estadounidense, pero que en la práctica, en sus comunicados finales, lo que de facto vienen es a reconocer la existencia de un estado sionista en las tierras palestinas, reclamando si acaso algún apaño para los palestinos con las sobras, que permita “zanjar el asunto” al gusto americano-sionista.
Reivindicar y luchar por la liberación de la tierra palestina no es adoptar ninguna actitud “antisemita” como les gusta decir a los sionistas. El verdadero enemigo de los judíos y del judaísmo no son los musulmanes ni los semitas árabes, sino precisamente el peligroso proyecto del sionismo, que los ha fagocitado
Palestina históricamente ha sido tierra de convivencia de los musulmanes, los cristianos y los judíos nativos de la zona. Sin embargo el conflicto siempre ha llegado a ella cuando elementos extraños han intentado conquistarla. Los sionistas, como en otras épocas los Cruzados, son un elemento extraño en Palestina llegados allí de la mano de otro elemento extraño como fue el colonialismo europeo, y son los que han plantado las semillas del terrorismo, la violencia y el crimen en esta región desde los primeros años del siglo XX.
Desde hace décadas, el régimen sionista ha sido el responsable de la matanza y el desplazamiento de los palestinos, musulmanes o cristianos, sin respetar la santidad de esa tierra. Estados Unidos ha estado apoyando y encubriendo la criminalidad sionista con su poder de veto en el Consejo de Seguridad de las NN.UU. y no ha escatimado esfuerzos para suministrar todo tipo de armamento destructivo al régimen sionista, incluido el nuclear.
Irónicamente, los EE.UU. se han erigido como árbitro de las supuestas negociaciones con las que el frente filosionista viene pretendiendo engañar tanto a los palestinos como al resto de musulmanes no conscientes desde hace décadas, desde los fatídicos acuerdos de Oslo, casi 25 años ya de engaños y traición.
EE.UU. nunca ha sido ni podrá ser un mediador honesto, porque EE.UU. es parte en este asunto. El reciente acto de reconocer a Al-Quds como capital del ente sionista de Israel, a pesar de contravenir lo dispuesto en toda la legislación internacional y la oposición diplomática del resto del mundo, muestra a las claras este partidismo de los EE.UU. y como jamás se puede pensar en ese país como interlocutor para ningún asunto que afecte a la Ummah o incluso a los asuntos de los árabes, de los pueblos árabes mejor dicho.
Lo que los gobiernos de los países árabes y musulmanes en general deberían hacer en vez de simples declaraciones retóricas justificantes y con sordina, es condenar enérgicamente y con acciones claras, concretas y contundentes esta última decisión sobre Al-Quds, poniéndose al frente de sus pueblos en un frente antisionista. Pero ya sabemos que eso no va a ocurrir en la mayoría de los casos.
Y sin esperar a la improbable acción de sus gobiernos, es necesario que el mundo musulmán se una contra el régimen del ente sionista de Israel y en defensa de Al-Quds, sabiendo apartar las diferencias existentes entre ellos sobre algunos asuntos.
Solo a través de la unidad islámica podremos defender los derechos de la Ummah islámica y al sagrado Al-Quds.
Solo cuando seamos capaces de alcanzar una verdadera unidad islámica en un frente de Resistencia, la Administración de los EE.UU. tomará consciencia de que el mundo del Islam ha dejado de permanecer indiferente respecto al destino de la tierra palestina, y comenzará a pensarse dos veces las cosas antes de emprender envites como el reciente.
De nosotros, de la Ummah islámica, y por encima de nuestros gobiernos claudicantes, depende que seamos capaces de llegar a alcanzar esa unidad en la Resistencia que obligue, primero a esos gobiernos claudicantes y después al resto del mundo, a impedir que el cáncer sionista siga extendiéndose en la tierra palestina y en otras tierras del entorno.
www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente
[1] Ummah (árabe: امة): Comunidad de creyentes en el islam, que comprende a todos aquellos que profesan la religión islámica, independientemente de su nacionalidad, origen, sexo o condición social.
[2] Qiblah (árabe: القبلة): En el contexto religioso se denomina así a aquella dirección hacia la que se orientan los orantes al rezar.