Los aportes del Islam a la humanidad (I)

Tolerancia; el eje de la civilización islámica

Por el Profesor Abdul Husein Zarrinkub

La civilización islámica, que desde las conquistas de los musulmanes hasta la aparición de los mongoles, había puesto al territorio del Islam como el precursor de todo el mundo civilizado y educador de la humanidad en relación al orden, la disciplina moral, la superioridad del nivel de vida, la generosidad y la eliminación de todo prejuicio, así como potenciador del desarrollo y la elevación en áreas de la ciencia y la cultura,[1]fue sin duda un periodo luminoso de la civilización humana. Y el mundo de hoy le debe a la civilización islámica tanto como le debe a la civilización griega, con la diferencia en que la cultura islámica aún ejerce una influencia espiritual y no carece de atracción ni de espiritualidad.

La inmensa complejidad racial y cultural del mundo del Islam, incluso hasta nuestros días en su mezcla de naciones y culturas, parece tan extraño que el historiador se pregunta a sí mismo: ¿Deben las relaciones religiosas ser tan concretas que puedan juntar y guardar tantos orígenes y elementos no homogéneos?[2]

La luminosa e inmensa actividad pasada de esta civilización, de la que Europa quedó bajo su influencia en disciplinas como la medicina, la filosofía y la matemática desde la Edad Media hasta el siglo XVI, ¿acaso debe su auge al impulso y contribución del Islam o al entusiasmo y fervor de las naciones musulmanas, quienes se esforzaron mucho para hacerlo fructificar?

Desde el punto de vista del investigador no se debe ser indiferente al considerar la porción de las múltiples naciones presentes en el desarrollo de esta civilización, sin embargo la base de estos avances científicos y desarrollos seculares verdaderamente se debe al Islam. Gracias a la gran dedicación de los musulmanes a las ciencias y a la expansión del sentido del valor de la vida, se logró reemplazar el fanatismo del mundo antiguo por una visión de tolerancia y misericordia, así como en lugar del celibato eclesiástico que exhortaba al retiro y recogimiento, el Islam aconsejó a los musulmanes a seguir “el camino moderado”, y así, facilitó el desarrollo y la evolución de la industria y la ciencia humana.

El mundo al que ingresó el Islam estaba perdiendo este espíritu de tolerancia y moderación. En esta época imperaban dos fuerzas políticas en decadencia. Bizancio había cortado su relación con la ciencia y la filosofía a causa de los profundos prejuicios cristianos, además había cancelado todas las actividades filosóficas debido a la presión de la línea justiniana que pronto cortaría la relación de Roma con la civilización y la ciencia. Por otro lado, en Persia el interés que daba Cosroes I al conocimiento y al pensamiento fue temporal, pues otra vez, el prejuicio del que nos habla el gran médico Borzuye en la introducción del famoso libro Panchatantra,[3] imposibilitó la vivificación de cualquier conocimiento.

En este mundo, prisionero del prejuicio religioso y del nacionalismo, el Islam inspiró un nuevo aroma por medio de la creación de “el territorio del Islam”, en el cual su eje era el Corán —no Siria o Irak—, y remedió este prejuicio racial y tribal a través de una especie de “ciudadanía universal“ aconsejando a los musulmanes a que en lugar del partidismo religioso de los cristianos y zoroastrianos, tratara a la “Gente de la Escritura” con tolerancia y compromiso, así como les aconsejó interesarse por la ciencia y la vida.

El fruto de este árbol inmenso —el cual no fue occidental ni oriental— se adquirió tras la expansión de las conquistas islámicas y su desarrollo permaneció especialmente hasta la época en la cual abandonaron tal tolerancia y misericordia que el Islam les había aconsejado a los musulmanes, muy al contrario de lo ocurrido por los imperios de Persia y de Bizancio. En verdad, el punto de partida del Renacimiento europeo se conformó cuando disminuyó la fuerza de la iglesia a favor del prejuicio tribal y local, mientras la civilización islámica empezó a decaer solo hasta cuando surgió este prejuicio y por causa del mismo, deterioró su unidad y tolerancia.

Esta tolerancia con “la Gente del Libro” —quienes eran llamados ahl adh-dhimma o los protegidos— se basaba en una forma de “coexistencia pacífica”, la cual la Europa de la Edad Media jamás había reconocido.[4] Considerando las limitaciones[5] que tenían la Gente de la Escritura en el territorio islámico, el Islam se responsabilizó de su tranquilidad y libertad en lo posible, rara vez existieron episodios de persecución, por regla general eran respetado sus derechos.

El Profeta había aconsejado a los musulmanes tratarlos con misericordia y tolerancia. Sobre este tema el Profeta del Islam (PB) dijo: Quien oprima a un protegido —no musulmán en el territorio islámico— o lo obligue más de la medida de su posibilidad, yo personalmente estaré en su contra en el día del juicio final.[6]

 De esta misericordia hacia la Gente del Libro deviene el espíritu de tranquilidad y seguridad que sentían ellos en países islámicos, de forma que cuando los cristianos fueron perseguidos en Bizancio por la iglesia oficial, buscaron refugio en países islámicos. Un sacerdote nestoriano a finales del periodo de los primeros califas, manifestaba su satisfacción por la protección y favor de los árabes —a quienes Dios les ha dado el gobierno del mundo—[7] en relación con la religión de Jesús (P). Hay muchas pruebas de que los nestorianos habían considerado a la aparición de los musulmanes y árabes como una salvación del yugo eclesiástico en esa época.

Un gran testigo de la existencia del espíritu de la tolerancia en el Islam es que ahl adh-dhimma —o los no musulmanes protegidos—, a pesar del rechazo de las personas en general, ejercían profesiones, ocupaban cargos, puestos oficiales y gubernamentales. En total se muestra que tal espíritu fue más fuerte y afectuoso en los primeros siglos del Islam en relación con el periodo de los mongoles en adelante.[8]

La generosidad y la tolerancia de los musulmanes no solo posibilitaron el desarrollo de los debates religiosos y teológicos, sino que fue un gran medio para la colaboración recíproca entre la Gente de la Escritura y los musulmanes en el territorio del Islam.

Considerando la diferencia vital entre el Cristianismo y el Islam en cuanto al concepto de la fe, el criterio del Islam para ser musulmán era solo el testimonio oral, e incluso el Profeta de Islam (PB) trataba con los idólatras —que él mismo conocía— con esa misma tolerancia y misericordia. Después de él (PB), de igual manera el Islam no fundó instituciones como la inquisición europea ni sus mazmorras.

Las diferencias teológicas —hasta el punto que no amenazaban la base del Islam— se habían considerado mayormente como una misericordia para los musulmanes y por medio de este pretexto, diferentes escuelas de jurisprudencia islámica convivían pacíficamente, una al lado de otra sin prejuicio ni enemistad —excepto algunos casos como shia y jariyíes cuyos propósitos eran políticos y se relacionaban con su pensamiento respecto a las características del imam y califa, y en totalidad no dañaban este espíritu en general—. Las escuelas teológicas también se fundaron sin sangrientos prejuicios, al contrario del mundo cristiano. El proceder de Hisham, califa omeya, en las ejecuciones de Gilan Demeshqi y Yad ibn Dirham y el ahínco con que el califa Mahdi abasí gestionó en la persecución a los zindiqes[9], se debía más a razones políticas y oficiales. También algunos sucesos como “mihna[10] (la desgracia) de los mutazilíes y la persecución religiosa a otros grupos como los gulat[11] y sufíes aparecían esporádicamente en el mundo islámico, pero fueron excepciones en la historia del Islam que no perjudicaron el espíritu total de su tolerancia.

En conclusión, lo que dice Gobineau con respecto a la grandeza y excelsitud de este espíritu entre los musulmanes, es aprobado y testificado por la historia del Islam y el pasado de los musulmanes. Él dice: “Si se separa la creencia religiosa del interés político personal de los califas de esa época, podemos decir que no existió ninguna religión más buscadora de la tolerancia o quizás sin prejuicio que el Islam”.[12]

Fuente: Los Aportes del Islam a la Humanidad; Editorial Elhame Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente


[1] Durant Will, The Age of Faith, Parte IV, Cap. XIV, Pág. 10

[2] Sarton, Introduction, Vol. I, Pág. 524

[3] Christensen A., L’Iran sous les sassanides (Irán en la época de los sasánidas), Traducción persa, Vol. 3, Pág. 451

[4] Adam Mez, Islamic Civilization in the Fourth Century of the Hegira, Vol. 1, Pág. 57

[5] Las limitaciones a las que se hace referencia aquí son las leyes islámicas impuestas a los habitantes no musulmanes en territorios islámicos (como la prohibición de beber alcohol). (N. del T.)

[6] Al-Bilaziri, Futuh al-Buldan, Pág. 162

[7] Assemani, Bib. Orient. Roma 1917-23 Vol. III, Pág. 131

[8] Arnold, “Toleration” in Hasting’s E. R. E. 12 Pág.369

[9] Zindiq se le denominaba a aquellos incrédulos que en apariencia aceptaban el Islam. Tambien hace referencia a los mayus o dualistas.

[10] La persecución y encarcelamiento de algunos sabios que defendían la idea de la eternidad del Corán, contrario a lo que pensaba el califa. (N. del T.)

[11] Grupos religiosos los cuales adulteraban la doctrina islámica con ideas exageradas, las mismas que causaron su persecución por ser consideradas innovadoras en materia de fe. Gulat viene del término árabe guluw equivalente a exageración. (N. del T.)

[12] Gobineau, Religions et philosophies, Pág. 24

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