La situación de Bizancio y Persia en la época del Profeta del Islam, Mahoma (PB)
Extraído del libro La Historia de Mahoma (PB); Vida del Profeta Muhammad (PB) e historia de los orígenes del Islam
Por: Aiatollah Yafar Sobhani
Para que podamos valorar la importancia del sagrado movimiento y revolución cultural y espiritual a que dio lugar el Islam, es imprescindible que conozcamos la situación reinante en dos culturas. La primera, en la que fue revelado el Sagrado Corán, medio en el cual nació y creció el Islam. Y la segunda, la cultura y el medio ambiente en la que transcurrían sus vidas los pueblos más civilizados de la época.
Los imperios bizantino y persa constituían las dos más brillantes civilizaciones de ese momento, y en breve pasaremos a referirnos a ellos y su situación previa al surgimiento del Islam, de manera muy sucinta.
Las continuas guerras que se venían librando entre Persia y Bizancio posibilitaban que ambos pueblos estuvieran preparados para aceptar la idea de una nueva revolución cultural y espiritual. Las discrepancias respecto de la religión aumentaban día a día. Cristianos e idólatras no permitían que la llama de la guerra se extinguiera. Cuando el clero se apoderó del imperio Romano Oriental comenzó a perseguir y oprimir a muchos de sus rivales, hecho éste que acrecentó la insatisfacción del pueblo y que, por ende, logró que éste último se aferrara al Islam fervorosamente (primero en los sectores fronterizos con Arabia, y con el tiempo en el corazón mismo del imperio). Posteriormente, las discrepancias entre el clero, por un lado, y la existencia de muchas religiones por el otro, disminuyeron el poder del imperio. Los historiadores sostienen que la situación general del imperio, tanto económica como social y política, en el siglo VI, era de franca decadencia. Evidentemente todos estos hechos predisponían a los ciudadanos del Imperio a aceptar una nueva doctrina que diera sentido y armonía a sus vidas.
El punto débil de Persia fue la existencia de un gobierno déspota y tirano. La llegada del Islam fue contemporánea del reinado de Josrou Parviz. Al mismo tiempo que el Profeta Muhammad (B.P.) emigraba de
Las incesantes guerras entre los dos imperios se generaron hacia el año 531 de la era cristiana y se extendieron hasta el año 589. Los perjuicios y efectos ocasionados así como la infinidad de gastos que debieron enfrentar los dos bandos debilitaron el poderío de ambos.
El pueblo se encontraba dividido en castas: la clase privilegiada gozaba de ciertos derechos que le eran negados a las clases bajas. Dijo el historiador Nafisí: “Los conflictos entre los persas se produjeron con motivo de la existencia de una clase muy privilegiada”.
En tal momento, en que el mundo civilizado ardía entre las llamas de la guerra y el despotismo, Muhammad (B.P.) fue elegido por Dios y el mensaje del monoteísmo se habría de expandir por todo el orbe. Muhammad (B.P.) habría de conducir a estos pueblos por el camino de la paz, el orden y el progreso.
En el año 614, después de terribles años de lucha, Josrou Parviz ataca Roma y se apodera de Sham (Damasco, Siria), Palestina y África. Persia había triunfado. La noticia de este evento contentó a los idólatras de
“Los Bizantinos fueron derrotados en la tierra más próxima (el Cercano Oriente). Pero, después de su derrota, vencerán; dentro de algunos años. Porque es de Dios la decisión del pasado y del futuro. Y en aquel día los creyentes se regocijarán”. (30:2, 3 y 4)
La predicción del Sagrado Corán se convirtió en realidad en el año 627. Roma había invadido la ciudad persa de Neinavá; las dos rivales pensaban en renovar sus fuerzas, pero
Con posterioridad a esto Persia se tomó hacia el desorden, a tal punto que en sólo 4 años imperaron 9 gobernadores de los cuales 4 eran mujeres, hasta que el ejército islámico puso fin a esta situación. La conclusión es que los 58 años de guerra de ambos imperios sirvieron finalmente al progreso del Islam.
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