En ese momento, el Imam salió de las filas de su ejército situándose frente a las filas del enemigo. Les pidió que se calmen y que escuchen sus palabras. Sin embargo, ellos continuaron hablando y haciendo bataola. Por ello, los invitó nuevamente a callarse: “Ay de vosotros, ¿por qué no os calláis para poder oír mis palabras siendo que los estoy convocando hacia la guía y la felicidad?
Quien me siga, será feliz; y quien se oponga a mí, será quien perezca. Y todos vosotros, al no escuchar mi palabra estáis desobedeciéndome. Ciertamente, Dios ha sellado vuestros corazones debido a los obsequios ilícitos que habéis recibido y los alimentos ilícitos con los que habéis llenado vuestros estómagos. ¡Ay de vosotros! ¿Por qué no os calláis, por qué no me escucháis?”
Oh, siervos de Dios, temed a Dios y estad atentos y cautelosos en esta vida. Ciertamente, si hubiera sido posible otorgarle todo el mundo a alguna persona, o que esta pudiera permanecer eternamente en este, los profetas hubieran sido quienes tendrían más derecho a ello; y quienes hubieran tenido más prioridad para gozar de satisfacción; y quienes hubieran estado más satisfechos con aquello que Dios les decretó. Pero, en realidad, Dios ha creado el mundo para que perezca, entonces lo nuevo del mundo se envejece, sus mercedes se eliminan y sus alegrías se cambian a tristezas y congojas, la estadía en él es provisoria y su casa es una fortaleza transitoria. Entonces, tomad provisión de él, ciertamente que la mejor provisión es la piedad. Y temed a Dios para que seáis victoriosos.
Relata el difunto Muqarram que la noche de ‘Âshûrâ el Imam se alejó de las carpas. Nâfi’ Ibn Hilâl, uno de los compañeros se le acercó y le preguntó por la causa de su partida, diciéndole: “Oh hijo del enviado de Dios, vuestro acercamiento a la hueste de este hombre rebelde, en esta noche me ha preocupado y atemorizado mucho”.
Según Ṯabarî y otros, a la tarde del día jueves del noveno día de Muharram, ‘Umar Sa’d dio la orden de atacar.
A esa hora, el Imam Ĥusaîn (la paz sea con él), fuera de su tienda, se había inclinado hacia su espada y un liviano sueño se apoderó de él.
Cuando Ẕaînab al Kubrâ (la paz sea con ella), oyó la voz del ejército de ‘Umar Ibn Sa’d, se acercó al Imam diciendo: “Hermano, el enemigo se está acercando a las tiendas”. El Imam levantó su cabeza y dijo: “Ya he visto a mi abuelo, el enviado de Dios, en el sueño que me dijo: “Hijo mío, ciertamente que pronto regresarás hacia nosotros…”.
El Imam (la paz sea con él) le dijo a ‘Umar Ibn Sa’d: “Oh, hijo de Sa’d, ¿acaso quieres luchar contra mí, conociéndome y sabiendo quién es mi padre? ¿Acaso no temes a Dios, sabiendo que tu regreso será hacia Él? ¿No quieres unirte a mí y dejar a ellos? Ciertamente que esta práctica es más cercana a Dios…
La caravana del Imam (la paz sea con él), y paralelamente, las huestes de Ĥurr siguieron su marcha hasta llegar a Naînaûâ. En este lugar se encontraron con un hombre armado montado a un caballo veloz, que era un mensajero de Ibn Ẕiâd y portador de una carta de su parte hacia Ĥurr. El texto de la carta decía: “En el momento de recibir esta carta presiona a Ĥusaîn Ibn ‘Alî y haz que descienda en un desierto sin agua ni vegetación, ni lugar de refugio”.
Oh, gentes: ciertamente que el enviado de Dios dijo: “Quien observe y vea a un gobernador opresor- que haga lícito lo que ha sido ilícito por Dios, y rompa el pacto con Él y se oponga a la sunnah (tradición) de Su enviado, y abra el camino de la enemistad y el pecado entre los siervos de Dios-, y calle, y no se levante frente a él con su palabra, es derecho de Dios poner a esta persona en el mismo lugar que el opresor (que es el fuego infernal). Sabed que ellos (los Omeyas), abandonaron la obediencia a Dios y siguieron la obediencia a Satanás...
La caravana del Imam Ĥusaîn (la paz sea con él) llegó a otra parada llamada Sharâf que luego de la entrada del Imam a esta tierra, Ĥurr Ibn Îazîd Rîahî llegó con más de mil personas que tenían la misión de impedir su marcha, bajo su liderazgo. En esta parada, el Imam, en dos discursos importantes, explicó al ejército de Ĥurr su posición y la de su familia y la posición de los omeyas y también el objetivo de su viaje.
ꞌIbn Kazîr Dameshqî y ꞌIbn Namâ, han transmitido de un hombre de Kufa: “Yo, luego de haber realizado los actos de la peregrinación, regresé rápidamente a Kufa y, en el camino, me encontré con unas cuantas carpas. Pregunté por el dueño. Me respondieron que esas carpas pertenecían a Ĥusaîn Ibn ‘Alî (la paz sea con él). Al escuchar esto, me dirigí a visitar con todo amor al nieto del Profeta (la paz sea con él) y fui directamente a ver su carpa. Lo encontré con el rostro de una persona en los inicios de su vejez, recitando el Corán. Vi que las lágrimas descendían por su rostro y su barba. Le dije: “Que mis padres se sacrifiquen por ti, oh hijo de la hija del profeta. ¿Qué te motivó a venir a este desierto tan árido?”
A veces, la cuestión de la invitación de la gente de Kufa y su apoyo al Imam se presenta como el factor principal del levantamiento del Imam Ĥusaîn (la paz sea con él). Esta concepción, por un lado, es absolutamente contraria a la realidad y, por otro lado, disminuye la grandeza e importancia de este levantamiento convirtiéndolo en una cuestión común, ante la cual cualquier musulmán político carente de un grado espiritual elevado, ante este llamado, también podría hacerlo.
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