La amplitud sin antecedente del territorio del Islam, y la diversidad existente en aspectos de región, raza, costumbres y ritos en una sociedad islámica diversa, hacía difícil manejar la inmensa congregación humana que la integraba, y el gran éxito de los musulmanes fue en este punto la administración de ese grandioso territorio a través de una única ley —la “sharia islámica”—.
"Hugo Chávez, socialista cristiano y casi musulmán, rompió años de demagogia respecto a los musulmanes, y su cultura al proclamar la llegada del Imam Mahdi y el profeta Jesús (Con ambos sea la Paz) instauradores de la paz en la tierra".
A diferencia del cristianismo, el cual no tuvo un interés en la formación secular —elemento que lo llevó a ser abandonado por parte de la Europa moderna—, el Islam hizo gran énfasis en este tipo de educación, y en consecuencia fundó un sistema educativo equilibrado en sus territorios, el cual fue una combinación balanceada y homogénea a partir de sus intereses religiosos y seculares.
Fátima (P) fue testigo de todos los eventos que tuvieron lugar después de la conquista de la Meca, vio a la gente grupo tras grupo abrazar el Islam, el cual prevaleció sobre todo al este de Arabia y otras áreas del mundo.
Atestiguo que no hay dios sino Dios. Atestiguo que Muhammad es el Mensajero de Dios. Atestiguo que 'Alī ibn 'Abī Tālib, el príncipe de los creyentes, y sus hijos inmaculados —los doce Imames— son nuestros Imames Infalibles, y que son las pruebas de Dios [sobre la Tierra]. Atestiguo que el Día del Juicio es verdadero, el Corán es verdadero, el Paraíso y el Infierno son verdaderos, las preguntas y respuestas [en la tumba y el Día del Juicio] son verdaderas y que la Resurrección, la justicia de Dios, el Imamato y la Profecía son verdaderas.
La mayoría de las ciudades y pueblos que la familia del Profeta (a.s.) atravesó en su marcha forzada desde Kufá a Damasco no eran urbes musulmanas. El gobierno había dado órdenes para que, antes de la llegada de Ahl ul-Bayt (a.s.) a ellas, las embellecieran y adornasen como si de celebrar una fiesta se tratara y para que los hombres salieran a ver el paso de los prisioneros y los niños jugasen y celebrasen su paso.
Algunos escritores musulmanes de los primeros siglos, muy ingenuos y confiados, transmitieron estas falsas historias junto a las verdaderas sin realizar previamente un análisis crítico de las mismas para determinar su autenticidad. En la actualidad esto ha sido subsanado por los sabios que, dedicando un gran esfuerzo a la investigación y crítica histórica, han logrado establecer reglas firmes para diferenciar la verdad de la falsedad.
El método más fácil y exento de complicaciones para erradicar a un grupo o minoría indeseable de una sociedad consiste en la firme oposición incruenta que se lleva a cabo mediante la unión y la solidaridad del pueblo. La lucha armada, en cambio, necesita de otros medios. Se requiere el armamento, se producen bajas y pérdidas, y se logra el objetivo deseado sólo después de múltiples problemas y obstáculos. Esto sin contar con las aflicciones que provoca. Los líderes hábiles e inteligentes sólo optan por este último medio (la lucha armada) como último recurso y luego de emprender el planeamiento y la preparación necesarias.
La emigración a Etiopía de un grupo de musulmanes dio cuenta de su gran fe y sinceridad en el Mensaje divino. Debieron abandonar la Meca para librarse de las persecuciones y torturas de los quraishitas y poder continuar con la adoración del Dios Único, dejando sus bienes, familias y comercios.
El siglo veinte es un periodo de grandes revoluciones. La dinastía imperial de los Zares fue derrocada en 1917 por sus mismos súbditos; del zarismo se pasó al comunismo comandado por Marx y Lenin. Los despóticos zares, aunque en guerra con los países musulmanes no le hicieron daño al Islam. Pero el gobierno comunista, durante los últimos 70 años, ha alejado a sus súbditos musulmanes de su religión y cultura.